La verdadera pasión de esta veterana es documentar lo que le sucede a los excluidos ‘Nadie quiere ver sus productos publicitados junto a fotos duras’, afirma Mary Ellen Mark, fotografiada en Madrid. (Foto: Carlos Alba) Huye de los fotógrafos estrella, reivindica el blanco y negro, el casi extinto carrete y los reportajes-denuncia que ya nadie […]
- La verdadera pasión de esta veterana es documentar lo que le sucede a los excluidos
- ‘Nadie quiere ver sus productos publicitados junto a fotos duras’, afirma
Huye de los fotógrafos estrella, reivindica el blanco y negro, el casi extinto carrete y los reportajes-denuncia que ya nadie quiere publicar. ¿Antigua? Todo lo contrario: los alumnos de la escuela Efti intentan aprender los trucos de un auténtico mito.
A Mary Ellen Mark nunca le gustaron los términos medios, ni los caminos trillados, ni los cánones sobados. Por eso, se ha movido siempre entre las cloacas y las estrellas. Su compromiso social la ha llevado a denunciar la pobreza de la otra América, la sordidez de los prostíbulos de Bombay, la terrible realidad de las enfermas mentales de un sanatorio de Oregón, los concursos de belleza infantiles, el odio encapuchado de los miembros del Ku Klux Klan. Sus fotos la emparentan con sus compatriotas Dorotea Lange y con Diane Arbus, dos gigantes del reportaje documental.
Al otro lado de su brújula vital se encuentra su otro trabajo, el que le da de comer: retratar a alguna celebrity de Hollywood, de la música rock o del establishment político, para revistas de prestigio como Rolling Stone, Harpers Bazaar, Vanity Fair o Vogue . Delante de su objetivo han posado Woody Allen, Pamela Anderson, Marlon Brando…
Para muchos, lo fácil sería quedarse en el lado glamouroso de la frontera. Para esta veterana fotógrafa (Filadelfia, 1940), inmortalizar a los famosos es sólo una excusa para retomar su pasión: documentar lo que le sucede a los excluidos.
Durante toda esta semana, Mary Ellen Mark enseña su credo en la escuela madrileña de fotografía Efti, en cursos de un par de días en los que lo importante «es que los alumnos aprendan a desarrollar su propio lenguaje fotográfico».
Mark, que luce dos grandes coletas al ‘estilo Pocahontas’, justifica sus dos trabajos, el documental y el alimenticio: «Lo de los famosos y la publicidad lo hago para sobrevivir. Pero lo que realmente me satisface es lo otro, los reportajes sobre el lado humano de la gente. Pero eso no significa que no me implique en el retrato de una estrella del cine. Lo que no me gusta es esa tendencia actual que pretende convertir a los fotógrafos en estrellas por encima incluso del retratado. Yo no tengo nada que ver con ellos. Creo que el fotografiado es el protagonista, no yo«.
Además, Mark se queja de que cada vez es más difícil que un magacín publique reportajes sobre hambrunas en África, la pobreza, el desempleo, la exclusión social, la prostitución y otras formas de violencia. «Resulta casi imposible que ningún editor apueste ya por un trabajo de denuncia. El problema es que antes los anunciantes necesitaban a las revistas, pero ahora las revistas necesitan a los anunciantes. Nadie quiere ver sus productos publicitados junto a fotos duras«.
Aunque la dificultad es cada vez mayor, Mary Ellen Mark acaba de terminar un reportaje sobre personas con un alto nivel de discapacidad en Islandia. «Ilustro la esperanza de las familias que conviven con ellos en imágenes poderosas, tomadas con mucho respeto. El problema es que no podían ser instantáneas bonitas, ni románticas, ni chocantes. Fue un auténtico reto para mí».
La autora de libros tan imprescindibles como ‘Falkland Road’ realizado en el interior de un burdel , ‘American Odyssey’ su particular visión de ‘la cara b’ de los Estados Unidos , o ‘Exposure’, con sus imágenes más icónicas y poderosas, reivindica con pasión la fotografía analógica en unos tiempos en los que hablar de carretes es algo tan prehistórico como hacerlo de discos de vinilo o del sistema VHS. «No entiendo a los profesores de fotografía que no enseñan a usar las clásicas réflex a sus alumnos. Es un formato distinto y se usa para distintas cosas».
¿Pero no se plantea usar cámaras digitales?
«No quiero cambiarme al digital. No va conmigo ni con mi trabajo. Siempre recomiendo a mis alumnos que no vendan sus cámaras analógicas. ¡Cuando ya no las fabrique nadie valdrán una fortuna!».
http://www.elmundo.es/elmundo/2007/07/26/cultura/1185418742.html