Aún duele. Cada día. Y mira que colecciono desengaños, derrotas. Ésta, sin embargo, aún pesa, amarga, remuerde. Era mi primera gran guerra y la perdí. Por goleada. Una paliza. Aún duele. Pero seguimos adelante. Y algunos, privilegiados, hasta nos pegamos la gran vida. Mientras, ellos, nuestros hermanos, invadidos y abandonados, no paran de cavar fosas, […]
Aún duele. Cada día. Y mira que colecciono desengaños, derrotas. Ésta, sin embargo, aún pesa, amarga, remuerde. Era mi primera gran guerra y la perdí. Por goleada. Una paliza.
Aún duele. Pero seguimos adelante. Y algunos, privilegiados, hasta nos pegamos la gran vida. Mientras, ellos, nuestros hermanos, invadidos y abandonados, no paran de cavar fosas, reconocer muertos, volar por los aires.
Aún duele. El viaje a Irak para denunciar el embargo, abrazar a sus gentes, evitar la barbarie. El fin de año más afortunado e inolvidable: Bagdad, Samarra, Basora… el pueblo iraquí, sus miradas, su agradecimiento… Y nuestra promesa: somos muchos, un mundo, otro mundo, y nunca os dejaremos solos.
Aún duele. La inmunda realidad. El 9 de abril de 2003, a las doce del mediodía, cientos de periodistas guardan un minuto de silencio frente a las delegaciones de Tele 5 por el asesinato en Irak del cámara José Couso. En Radio Euskadi, a esa hora, el director y parte de la plantilla celebran con cava las últimas cifras de audiencia. Poco después, a las cinco, las tropas estadounidenses conquistan Bagdad y derriban la estatua de Sadam. En la radio pública vasca, en ese preciso instante, los trabajadores del turno de tarde y sus jefes brindan de nuevo. ¡Salud y oyentes!
Aún duele. El millón de iraquíes muertos desde el inicio de la ocupación. Y los que vendrán. El Pentágono admite que en 2007 ha multiplicado por seis sus ataques aéreos. El 70% de la población activa no tiene trabajo. Escasean el agua potable y los saneamientos. La electricidad, incluida Bagdad, sólo alcanza dos horas al día…
Aún duele, por suerte. El día que no lo haga, habremos caído. Y sin combate. Este jueves, 20 de marzo, la invasión de Irak cumple cinco años y está en la primavera de la guerra. Hace cinco años, perdimos la batalla. Y aún duran, y angustian, sus resultados. Hoy, toca volver a las calles. Proclamar, contar, gritar, que aún duele. ¡Y cuánto duele! No queda otra. Toca ganar la paz. Justa. Digna. Soberana.