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Homenaje a Josep Renau.

«La reivindicación del arte político»

Fuentes: Rebelión

En estos días de sorollas, boteros y otras exposiciones de masas, quizá esté pasando desapercibida la exposición que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla acoge hasta el 22 de junio bajo el título «Josep Renau, 1907-1982: compromiso y cultura» y que, sin duda, merece la pena visitar. En primer lugar, por poder contemplar […]

En estos días de sorollas, boteros y otras exposiciones de masas, quizá esté pasando desapercibida la exposición que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla acoge hasta el 22 de junio bajo el título «Josep Renau, 1907-1982: compromiso y cultura» y que, sin duda, merece la pena visitar.

En primer lugar, por poder contemplar una selección de más de doscientas obras representativas de las múltiples disciplinas artísticas en las que trabajó Josep Renau a lo largo de toda su vida: pintor, litógrafo, diseñador gráfico, fotomontador, cartelista, muralista… Pero la muestra supone, no sólo un reconocimiento a un artista olvidado, e incluso desconocido para la mayor parte del público, como otros muchos que tuvieron que exiliarse como consecuencia de la victoria fascista de 1939, sino también una reivindicación del arte político y comprometido, faceta que en la actualidad prácticamente ha ido desapareciendo entre los artistas, sobre todo, a la par que la izquierda en general, y el comunismo en particular, han entrado en crisis desde la caída del muro de Berlín.

Recordemos que, incluso, fueron muchos los artistas e intelectuales que a lo largo de su vida han puesto parte de su creación al servicio de la causa comunista: Picasso, Léger, Rivera, Kahlo, Guttuso, Breton, Alberti, Brecht, Neruda… Sería una lista interminable. Sin embargo, el triunfo -¿momentáneo?- del pensamiento neoliberal ha dado como resultado que sean pocos los artistas comprometidos políticamente, y no ya digamos vinculados a la causa comunista, salvo pequeñas excepciones. A lo sumo, el arte político actual queda «reducido» a un arte crítico con las injusticias y discriminaciones que provoca el sistema capitalista pero que, a pesar de su innegable función social, necesaria y plausible, queda alejado de mostrarse ligado a una ideología concreta. Se trata de un síntoma de la crisis de las ideologías transformadoras que se apoyan en el marxismo pero quizá también de la ausencia de compromiso del artista actual y de la sociedad en general. Es por ello que la exposición de Renau viene a hacernos reflexionar sobre el valor del arte político, entendido, en su vertiente propagandística, como aquel que se elabora para la expresión de los valores de un determinado tipo de sociedad a la que se quiere defender y promover.

La exposición recoge una completa y diversa muestra de las creaciones del artista valenciano, desde sus primeros diseños de las portadas de la Revista Nueva Cultura, de la que era director, en las que ya se denunciaba los peligros del fascismo, pasando por su labor como cartelista del PCE al servicio de la causa republicana durante la Guerra Civil y los posteriores fotomontajes en el exilio mexicano, hasta llegar a las obras propagandísticas del comunismo de la República Democrática Alemana, país donde vivió durante casi 30 años y murió en 1985.

En todas ellas queda patente que su compromiso político no fue flor de un día; fue un compromiso vital, que se manifestó no sólo en sus obras de arte sino también en sus dedicaciones y hechos: Director General de Bellas Artes entre 1936 y 1938, director del Pabellón español de la Exposición Internacional de 1937 en París (para el que invitó a Picasso a realizar un cuadro, que resultó ser el Guernica), luchador antifascista, militante del PCE desde 1931 hasta su muerte, y obligado a exiliarse primero en México y después en la RDA, joven Estado al que emigró a contracorriente en 1958. En ese sentido, es destacable que cuando en la historia oficial se escribe que los habitantes de la RDA querían huir al mundo occidental y capitalista, Renau, en plena guerra fría, emprendió el viaje en dirección contraria, fortaleciendo su apoyo al campo soviético, e instalándose en un país en el que fue reconocido tanto por su meritoria trayectoria artística como por su compromiso comunista, que llevó hasta el final de sus días.

Pese a que se encuentra enterrado en Berlín, lejos de su Valencia natal, sirva esta exposición para desenterrar su legado artístico, intelectual y político, y con ello reivindicar el arte político entre los artistas actuales.