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Creciente tormenta en Bagdad

Fuentes: t r u t h o u t | Perspective

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El pasado fin de semana el gobierno iraquí arrestó a un dirigente del Grupo Despertar [«Awakening»] en un barrio de Bagdad y después entró en la zona. Con ayuda de las fuerzas de ocupación desarmaron a los miembros de la milicia que estaban bajo su control, pero sólo después de que estallaran los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad del gobierno iraquí respaldadas por Estados Unidos y la milicia del Grupo Despertar sunní formado por Estados Unidos. Este inquietante acontecimiento es lo mayoría de los iraquíes temían desde hace tiempo: que la relativa calma que había actualmente en Iraq se pudiera romper cuando estallara las luchas entre estas dos entidades.

La política estadounidense que ha llevado a esta reciente violencia se ha estado gestando durante mucho tiempo, con lo que sólo ha sido cuestión de tiempo para que se deshiciera la endeble tregua entre los grupos. Porque ha sido una tregua construida sobre una política estadounidense profundamente corrupta de respaldar a las fuerzas predominantemente chiíes del gobierno iraquí mientras pagaba a la resistencia sunní para no luchar ni contra el gobierno ni contra las fuerzas de ocupación.

La mayoría de nosotros recordamos demasiado bien los elogios prodigados por la administración Bush a los Grupos Despertar, una milicia sunní formada (según el ejército estadounidense) por ex-combatientes de la resistencia y miembros de al-Qaeda; a cada miembro se le pagó 300 dólares al mes procedentes del dinero de los contribuyentes estadounidenses. Fue creciendo hasta estar formada por 100.000 hombres.

La ayuda estadounidense a los Consejos se cortó el pasado mes de octubre con la idea de que sus miembros serían absorbidos por las fuerzas del gobierno iraquí. Hasta la fecha, a menos de un tercio de ellos se les ha dado puestos del gobierno.

Hace dos meses visité la zona de Bagdad llamada al-Dora, una zona periférica controlada por las fuerzas Despertar. Uno de sus comandantes me dijo que estaba preocupado porque el gobierno no estaba dando trabajo a sus hombres. «Les falta el sueldo y la mayoría de ellos están cada día más enfadados, puesto que les han hecho más falsas promesas de las que pueden soportar», me explicó mientras bebíamos té. «A muchos de mis hombres no se les ha pagado desde octubre. Esto no puede seguir».

Mientras, el gobierno iraquí respaldado por Estados Unidos y encabezado por el primer ministro, nombrado por este país, Nouri al-Maliki sigue atacando a los dirigentes de los Grupos Despertar. Maliki los considera una amenaza tanto política como militar y desde octubre ha estado atacando a sus dirigentes en partes de Bagdad y en la inestable provincia iraquí de Diyala.

The Washington Post informó tras el espasmo de violencia en Bagdad el pasado fin de semana: «Mientras helicópteros Apache sobrevuelan el barrio bagdadí de Fadhil, ex-insurgentes sunníes luchan desde los tejados y las esquinas contra fuerzas estadounidenses e iraquíes, según testigos, contra la policía y el ejercito iraquí. Al menos 15 personas resultaron heridas en los tiroteos que duraron varias horas. Al caer la noche los combatientes callejeros habían tomado como rehenes a cinco soldados iraquíes. Los combates, los más feroces en Bagdad en casi un año, estallaron minutos después de la detención de Adil Mashadani, dirigente del Consejo Despertar Fadhil que está compuesto de ex-insurgentes sunníes que se aliaron con el ejército estadounidense a cambio de sueldos mensuales que ahora paga el gobierno iraquí».

Por supuesto, la razón dada para justificar la detención por parte del gobierno del dirigente de Despertar en la zona, el incidente que disparó el derramamiento de sangre, fue «actos terroristas» del grupo, según el portavoz del mando militar de Iraq, el general Qassim Atta. Como era previsible, el portavoz del grupo Despertar en la zona, Abu Mirna, declaró a The Washington Post: «Si no lo liberan lucharemos contra ellos hasta el final».

Fue una política conveniente el haber encargado a los grupos Despertar para acabar temporalmente con la violencia total en Iraq. Los combatientes de la resistencia se precipitaron a las colas para cobrar los cheques, y a la protección del ejército estadounidense de las milicias chiíes, que ahora comprende en gran parte el aparato de seguridad del gobierno. Sin embargo, ahora Estados Unidos ha perdido claramente interés en seguir apoyando a los grupos Despertar y el gobierno Maliki está tratando de desmantelarlos. Como era de esperar, los miembros de Despertar se están defendiendo porque, sin una paga y con otra promesa incumplida por parte de las fuerzas de ocupación que los aliente, ¿por qué se iban a sentar a esperar y permitir que los detengan, maten o traicionen otra vez?

Con todo, no convirtamos a los grupos Despertar en mártires. La mayoría de sus dirigentes son matones, lo mismo que sus miembros. A las pocas semanas de que se formaran los grupos en 2006, los iraquíes que vivían en las zonas que empezaron a estar bajo su control se quejaban de la brutalidad de los combatientes en su zona. Se dispararon la extorsión y el soborno, y muchos iraquíes consideraban a las fuerzas Despertar colaboracionistas de los ocupantes de su país.

Por ejemplo, hace poco tuve la oportunidad de pasar un tiempo con el presidente del Consejo Despertar de Faluya, el jeque Aifan Sadun, que como otros dirigentes de este grupo, tiene a cientos de miembros de seguridad bajo su mando. Era justo antes de las elecciones del 30 de enero en Iraq y competía por el poder político con un grupo sunní rival en la ciudad, el Partido Islámico Iraquí. El jeque Aifan, que conversaba conmigo mientras conducía su BMW fuertemente blindado hecho de encargo y que valía su 420.000 dólares por la ciudad que había sido destruida por dos asedios estadounidenses en 2004, acusaba a sus rivales de amañar las próximas elecciones.

Me dijo que utilizaría «cualquier medio que fuera necesario» para luchar contra ellos si robaban las elecciones. Para estos dirigentes de Despertar era, y es, únicamente una cuestión de poder. Y de dinero. El jeque Aifan, como la mayoría de los dirigentes de Despertar, entró rápidamente en el «negocio de la construcción» cuando el pasado mes de octubre el ejército estadounidense dejó de hacer pagos directos. Ahora estos pagos llegan en la forma de «contratos de construcción». Al propio jeque Aifan se le han concedido «contratos» por valor de 250 millones de dólares: tenga usted esto en mente durante este periodo fiscal porque es su dinero el que está pagando cosas como la milicia privada del jeque, su BMW y su mansión a las afueras de Faluya.

En el vecino Ramadi, la capital de al-Anbar, el jeque Ahmad Abo Risha es presidente del Consejo Despertar de toda la provincia. Justo antes de las elecciones, él, al igual que el jeque Aifan, estaba tratando de mantenerse agarrado al poder. Su rival en las elecciones era el jeque Hamid Al-Hayis, otro dirigente del Consejo Despertar de la ciudad y de la misma tribu. Abo Risha no tenía palabras amables para al-Hayis. «Al-Hayis tiene relaciones con el gobierno y contratos petrolíferos, y consigue dinero de ello utilizando una posición que nosotros le hemos ayudado a conseguir», me dijo Abo Risha en el cuartel general de Depertar en Ramadi. «Yo pertenezco a una larga tradición de jeques, pero al-Hayis lo es sólo desde 2006 cuando empezamos los grupos Despertar», dijo Abo Risha. Si al-Hayis gana las elecciones, «habrá una revolución».

Cuando pregunté a Abo Risha por el Partido Islámico, al que el jeque Aifan acusaba de tratar de robar las elecciones, me dijo que si el Partido Islámico ganaba las elecciones con un fraude, «esto será como Darfur».

No se cumplieron ninguna de estas amenazas ya que ambos resultaron victoriosos sobre sus rivales. Pero su retórica belicosa es indicativa del tipo que personas que son y hasta dónde están dispuestos a llegar para mantener el poder o conseguirlo.

A pesar de la corrupción y de las inherentes luchas internas entre los dirigentes de Despertar, la mayoría de ellos y las decenas de miles de hombres que están bajo su control lucharán sin dudarlo si son atacados o provocados, como quedó demostrado el pasado fin de semana en Bagdad.

Ampliando el marco de referencia, tengan ustedes en cuenta que tanto en los barrios de Bagdad como en la provincia de Diyala se están produciendo detenciones, asesinatos y amenazas hacia miembros o dirigentes de Despertar. Deberíamos esperar violencia en las zonas de Bagdad que ellos controlan ya que el gobierno iraquí sigue dando pasos para eliminarlos antes de las elecciones nacionales programadas para finales de este año. Por tanto, observen ustedes las siguientes zonas de Bagdad en las próximas semanas y meses: Adhamiyah, Amiriyah, Gazaliyah y al-Dora, por nombrar sólo unas pocas. Y más allá, observen también Baquba y las zonas de alrededor que los Grupos Despertar control ampliamente.

Y mantengan en mente al-Anbar. Esta provincia, que es un tercio del área geográfica de Iraq, está ampliamente controlada por los grupos Despertar. Ésta es la zona en la que ha habido la más firme resistencia a la ocupación y si las fuerzas de ocupación estadounidenses o el gobierno iraquí respaldado por Estados Unidos empieza a atacar a hombres como el jeque Aifan o Abo Risha, los los resultados serán los previsibles.

Como dijo a The Washington Post el miembro de Despertar Abu Ayad, de 58 años, «todos nosotros nos convertiremos en bombas suicidas» si el gobierno iraquí no libera a su dirigente, Mashadani.

Enlace con el original: www.truthout.org/040209A