Como afirma el historiador griego Jristos D. Lasos, resulta difícil imaginar el alcance de la participación griega en los movimientos de liberación de todo el mundo. En el año 2001 el autor publicó un libro, no traducido aún en lengua castellana, sobre los voluntarios griegos que lucharon en la Guerra Civil española. La obra, editada […]
Como afirma el historiador griego Jristos D. Lasos, resulta difícil imaginar el alcance de la participación griega en los movimientos de liberación de todo el mundo. En el año 2001 el autor publicó un libro, no traducido aún en lengua castellana, sobre los voluntarios griegos que lucharon en la Guerra Civil española. La obra, editada por Eolos en su colección «Aspectos desconocidos de la Historia griega», se titula Πεθαίνοντας στη Μαδρίτη [Morir en Madrid] y arranca con una breve descripción histórica de la guerra en España y su efecto en los demás Estados europeos, para centrarse inmediatamente en el contexto griego: el paralelismo entre el alzamiento militar contra el gobierno republicano y la dictadura de Ioanis Metaxás en Grecia, instaurada el 4 de agosto de 1936, sólo unos días después de la española.
Griegos antifascistas en la Guerra Civil española
En las Brigadas Internacionales participaron nada menos que 350 voluntarios griegos, según las fuentes consultadas por Lasos, inducidos por un manifiesto del KKE (Partido Comunista de Grecia) en mayo de 1937, que alertaba del peligro de un fascismo paneuropeo. A esta llamada de solidaridad con la República española acudieron griegos de toda Grecia y de ultramar, entre los que cabe destacar:
1) La Unión de Marineros de Grecia, principal fuente de reclutamiento de voluntarios.
2) Griegos refugiados de Estambul y de otras zonas de Asia Menor, que se unieron a los voluntarios de las Brigadas Internacionales llegados a España a través de Francia.
3) Estudiantes y miembros del KKE que habían huido de los cuarteles y de las cárceles de la dictadura griega y se habían establecido en la Unión Soviética.
4) Griegos de EEUU, emigrantes de los años 1920, en su mayoría miembros del Partido Comunista y de dos organizaciones muy progresistas: «Espartaco», con sede en Nueva York, y la «Panchipriota».
5) Voluntarios chipriotas durante la ocupación inglesa de la isla.
6) Voluntarios griegos de otros países como Inglaterra, Canadá, Bélgica y Egipto.
Este primer capítulo del libro narra las hazañas de los voluntarios griegos en la batalla del Jarama, la formación de la compañía griega, su participación en la batalla de Brunete y su derrota en Belchite.
Entrevistas y memorias de combatientes griegos
El segundo capítulo consta de entrevistas y memorias de varios combatientes griegos de las Brigadas Internacionales -recogidas en varios periódicos griegos- que constituyen un documento histórico inédito en la bibliografía conocida hasta ahora sobre el tema. Incluye además las fotografías de estos valientes y los recortes de prensa correspondientes. Tenemos así:
Dos entrevistas con el voluntario Stéfanos Tsermengas; la primera del 7 de agosto de 1966 en el periódico Avyí y la segunda, 14 años después, en el periódico Risospastis del 16 de noviembre de 1980. En ambas entrevistas este griego emigrado a EEUU cuenta sus vivencias en la Guerra Civil española: su partida de Nueva York a bordo del vapor Normandie, junto con otros 96 norteamericanos antifascistas, y su participación en las batallas reñidas en la guerra.
Las memorias de Panayotis Aivatsís, uno de los primeros voluntarios que llegaron a Valencia y que más tarde se desplazaron a Albacete para incorporarse al batallón Nobowski de la 11ª Brigada Internacional, publicadas el 12 de octubre de 1975 en el periódico Avyí.
La entrevista con Panayotis Skevofílacas, a la edad de 86 años, incluida en el artículo «Armas para Madrid. Un testimonio griego sobre la Guerra Civil española», publicado en diciembre de 1986 en la revista Tétarto.
La entrevista, publicada el 15 de abril de 1998 en el periódico Proti, con Esekías Papaioanu, hijo de campesinos pobres de origen chipriota y comprometido político que acabó siendo uno de los líderes más conocidos del movimiento comunista mundial.
Por último, una entrevista oral grabada en 1984 para el programa Paraskinio con Sava Palés, voluntario griego nacido en la isla de Quíos que, tras quedar huérfano, marchó a El Cairo, donde residió varios años frecuentando los círculos de izquierdas hasta el estallido de la Guerra Civil española, cuando decidió unirse a las Brigadas Internacionales. En julio de 1937 obtuvo un visado para Francia, país donde empezó su aventura personal.
Lista de voluntarios griegos
En el tercer capítulo se publica la lista exhaustiva de los voluntarios griegos, junto con material fotográfico que permite la identificación de la mayoría. Esta lista incluye a los combatientes que seguían vivos en el momento de editarse el libro y a los que habían caído en combate (en torno al 25%) o habían muerto después de la guerra. El deseo del autor ha sido recopilar el mayor número posible de datos sobre ellos; utiliza básicamente dos listas publicadas con anterioridad en Grecia por el historiador P. Paleologópulos y, claro está, los testimonios de los combatientes vivos.
La Guerra Civil española en la prensa griega
En el cuarto capítulo, Jristos Lasos incluye una serie de artículos periodísticos publicados en Grecia con ocasión del LX aniversario de la Guerra Civil española.
El primero, titulado «Guernica», de N. M. Raptis, está publicado en el periódico To Vima del 9 de abril de 1999. El segundo «Verdades y mentiras sobre la Guerra Civil española», aparece en el periódico Cacimeriní del 7 de junio de 1998.
A continuación viene un artículo muy interesante, cuya traducción presentamos aquí, de Dimitris Filipís, titulado «Grecia ante la Guerra Civil española». Se describe la recepción de la Guerra Civil española en la prensa ateniense de la época; la presencia del renombrado escritor Nicos Casantsakis en España como corresponsal del periódico Cacimeriní; las relaciones políticas entre Franco y Metaxás y el enriquecimiento de la industria armamentística griega a costa de la guerra española; y la producción literaria de la diáspora griega inspirada en la guerra de España (con varios poemas incluidos en los anexos).
La obra concluye con un artículo sobre los brigadistas griegos en España, con motivo de la concentración en Madrid del 7 de febrero de 1997, a la que acude el historiador para entrevistar a varios combatientes.
Grecia ante la Guerra Civil española (1936-1939), por Dimitris Filipís
Traducido para Rebelión por María Enguix
Dos fechas: 17 de julio y 4 de agosto de 1936
Ya desde principios de los años 1930, la prensa griega aprovechaba cualquier ocasión para advertir que la II República griega (1924-1936) corría el mismo peligro que la II República española (1931-1939)1. El peligro no era otro que el de la dinámica «entrada de las «masas» en la escena política»2. Mientras que en España este proceso se había cumplido ya en 1936, con la formación del Frente Popular y del gobierno de Azaña, en Grecia apenas estaba empezando: en febrero del mismo año el Partido de los Liberales pactaba con los comunistas para elegir presidente del Congreso3, a lo que siguió la huelga de diversos sectores durante el mes de mayo que paralizó el país. Si en España la guerra civil, que estalla el 17-18 de julio de 1936, tiene como objeto expulsar al Frente Popular del gobierno, en Grecia la dictadura instaurada por Ioanis Metaxás pocos días después, el 4 de agosto, se propone impedir precisamente la predecible toma de poder de la oposición.
El miedo a una «insurrección comunista que imite los acontecimientos de España», como informó a su gobierno el embajador inglés Waterlow4, sirvió de pretexto perfecto y de firme coartada a Metaxás para derogar la Constitución e instaurar una dictadura, con la aprobación del rey Jorge II pero también de la clase burguesa, la cual, ante la posibilidad de que las prácticas revolucionarias se reprodujeran en territorio griego, «prefería, tras lo ocurrido en España, perder su libertad antes que su dinero», como señala Aléxandros Masarakis Evián en sus memorias.
La postura de la prensa ateniense5
El estallido de la Guerra Civil española se convertía pues en una de las «coartadas» para derrocar el régimen democrático griego. Durante los dieciocho días que transcurrieron entre los dos golpes de estado (el español en África y el griego en Atenas), la prensa ateniense predispuso a la opinión pública para que aceptase un desenlace enérgico «para que Grecia no corra la misma suerte que España». Los dos periódicos griegos de mayor tirada, el Cacimeriní y el Eléfcero Vima, escribieron elocuentemente sobre el enfrentamiento sangriento y despiadado en curso con primeras planas sensacionalistas, abundantes reportajes fotográficos, continuas ediciones especiales, noticiarios y editoriales que, al menos en los primeros tiempos, eran imprecisos y de segunda mano6. De este modo, aparte de crear en el lector un sentimiento de confusión absoluta, le provocaban también un estado de repulsa y de terror hacia cuanto ocurría en el otro extremo del Mediterráneo. Aunque en apariencia adoptaran una postura objetiva, publicando artículos fiables de la prensa extranjera que se hacían eco de los puntos de vista de ambos bandos, procuraron no obstante proyectar cuidadosamente «la barbarie provocada por los rojos», «el cruel bombardeo de las iglesias por parte de la institución de la República izquierdista», «la escisión del Frente Popular y la distancia que separa a los anarcosindicalistas de los comunistas en cuestiones económicas»7. Resulta característico además que el Eléfcero Vima deseara «que apareciese rápidamente un nuevo Primo de Rivera que restaure el orden»8 y, por su parte, el Cacimeriní, al día siguiente del alzamiento de las tropas españolas en Marruecos, anhelara en primera plana «que surgiera en el país una personalidad con mano dura que vigile y ordene el caos, para que no sufra el estimado país de los Pirineos las consecuencias de la frivolidad que ha llevado a los izquierdistas al poder»9. Este tipo de ideas cobraron mayor fuerza cuando se empezaron a comparar y yuxtaponer los acontecimientos de ambos países. Es más, en vista de la huelga general convocada en Grecia por los partidos de izquierda para el 5 de agosto, se intensificó este intento de corregir al pueblo.
En la prensa no se producía la réplica violenta a estas ideas que cabía esperar. El Proia era un periódico de la oposición, pero no se arriesgaba a un enfrentamiento directo. De modo que sólo quedaba el Risospastis, el periódico del KKE (Partido Comunista de Grecia), y en realidad de todas las fuerzas de izquierdas, que entonces no era diario. En sus columnas, el partido exhortaba al pueblo griego a «que no permita que los periódicos nacionales reaccionarios insulten la obra de Pablo Iglesias y de todos los héroes de España»10.
A diferencia de otros periódicos, el Risospastis envió inmediatamente un corresponsal a Barcelona, inmortalizó en un reportaje fotográfico las «gloriosas» victorias del «unido» Frente Popular español (que identificaba no obstante con el Partido Comunista, silenciando el resto de sus tendencias ideológicas) y habló de «reyes caníbales que cortan las manos de los comunistas»11. Empezó a publicar también una minuciosa «Historia de España», mientras que, con motivo del pacto estratégico entre los Partidos Comunista y Agrícola, habló con entusiasmo de la constitución del «Frente Popular griego» y comparaba la lucha huelguística del pueblo griego con la lucha armada del español12. El 4 de agosto el periódico circulaba con un titular en portada que exhortaba a «los trabajadores de Atenas y de El Pireo a participar con ferviente entusiasmo en la huelga del día siguiente». En lugar de la huelga se produjo el golpe de estado porque, como dijo Metaxás en su alocución, como para justificar sus actos: «la conspiración comunista internacional y los subversores nacionales del régimen social planeaban reservarle a la pobre Grecia la misma suerte que a la desdichada España»13. Entonces el Eléfcero Vima aprovechó para escribir que, como sucedía exactamente en España: «fusilarían a los representantes del régimen burgués, quemarían las iglesias, destruirían los iconos sagrados y los santos, disolverían el ejército y abolirían el concepto de propiedad»14.
Nicos Casantsakis y España
Desde los primeros tiempos de la dictadura, y mientras el discurso de la oposición -escrito u oral-, se declaró ilegal, la prensa del régimen anticipaba, como cabía esperar, la gloriosa victoria de Franco cuando, objetivamente, el combate no se había resuelto todavía. Los noticiarios emitían hasta el hecho más superfluo que reforzase tal pronóstico, mientras el periodismo se dedicaba a seleccionar determinados sucesos. Entre los temas que figuraban en primera plana, recogemos los más significativos: el cambio ideológico y el apoyo de Unamuno a los golpistas, pues la persona y la obra del escritor vasco gozaban de gran prestigio entre los intelectuales griegos15; el refuerzo militar italo-germano a los nacionalistas españoles, al tiempo que se silenció prácticamente la formación de las Brigadas Internacionales, pues, y así era, la prensa griega detectó enseguida que el pacto de no intervención permanecería inactivo16; el papel que podía protagonizar la «nueva España» en política internacional, en una época especialmente crítica para la paz mundial17. Por otra parte, se hacía referencia a España en los cuadernos de viaje de conocidos literatos: los de Costas Uranís y Sajarías Papandoníu publicados en el Eléfcero Vima, y los de Nicos Casantsakis en el Cacimeriní. Creo que los textos de Uranís, y en particular los publicados en el Eléfcero Vima de junio a octubre de 1931, son lo mejor que se había escrito sobre España en nuestro país hasta entonces, y por ello -en mi modesta opinión- recomiendo sin reservas su libro España18. Aunque la prosa lírica de Papandoníu era muy ilustrativa en temas de arte español, desde el punto de vista político el poeta se mostraba muy ingenuo cuando, sin comprometerse demasiado, afirmaba que la guerra civil era resultado del temperamento español: «Existen -escribía Papandoníu- el español de lo extremo más extremo y el español de la honra»19, mas sin especificar quiénes eran los honrados y quiénes sus adversarios. La relación de Casantsakis con España requiere un estudio aparte y es preciso decir unas palabras más…
Las crónicas que Casantsakis enviaba a su periódico, durante aquella publicitada estancia suya en España los últimos meses de 1936, no eran artículos periodísticos20. Carecían de los siguientes elementos: las noticias exclusivas de primera mano acompañadas de sus respectivos comentarios, la presentación de las partes enfrentadas y la descripción de sus fuerzas, eso sin hablar de que la sustanciosa información que enviaba sobre la cultura española no tenía conexión alguna con el acontecer del momento. Narrador magistral, el escritor cretense sabía cómo plasmar el drama de una guerra civil; pero a eso se le llama testimonio literario. Y no es que lo digamos nosotros, por esa cómoda distancia temporal que nos separa de los hechos. Un crítico fiable, Petros Jaris, escribió entonces que en dicha correspondencia «te encuentras a un hombre lleno de emociones y visiones, un hombre atormentado, más que un país y un pueblo»21. La relación de Casantsakis con España muestra claramente la crisis existencial que torturaba en aquella época al escritor. ¿No era Casantsakis (como observó varios años después el crítico Tasos Vurnás) el que, con su traducción de los poetas contemporáneos españoles, «dio a conocer al público griego una poesía muy apasionada que poco después se puso al servicio de la España combatiente antifascista»22, mientras que, paralelamente, alababa en sus textos las soluciones fascistas totalitarias y expresaba rotundamente su admiración por Hitler, Mussolini y Franco23?
Pero Casantsakis no era el único. Muchos intelectuales y la prensa en general expresaron su admiración sincera hacia Franco y la «nueva España» que construía el general. El académico Spiros Melás (que envió crónicas excepcionales como corresponsal del Cacimeriní en España nada más terminar la guerra civil) ponderaba una y otra vez la personalidad polifacética y exuberante del general Franco, quien además le concedió una entrevista exclusiva publicada en este periódico el 5 de mayo de 1939. Pero esto sucedía ya a finales de la guerra civil. Durante la guerra, mientras todos hablaban del «generalísimo», Metaxás era el único que evitaba citar al jefe español, colega y afín a su ideología. ¿A qué se debía esto?
Franco-Metaxás (+ Bodosakis)
Metaxás evitaba sistemáticamente citar a Franco, tanto en sus discursos como en sus memorias, por muchas razones. Primero, porque cuanto más durara la Guerra Civil española, más se desactivaría la resistencia popular griega contra la dictadura y más se reforzaría su régimen. Segundo, porque Metaxás seguía una política anglófila por varias razones24. Tercero, porque los dos regímenes, a pesar de su base ideológica común (coincidían en la idea del «gran gobernante» y del estado fascista totalitario asentado en la familia, el trabajo, la organización nacionalista de la juventud, etc.25), tenían diferencias que Metaxás no dudaba en matizar: por una parte, comparaba su incruento movimiento y su régimen con el «nuevo estado corporativo» y la «revolución pacífica» de Salazar en Portugal y, por otra, con la eficaz dictadura de Mussolini en Italia26. Cuarto, y más importante, porque Metaxás y su régimen obtenían incalculables beneficios económicos con la guerra española en curso. Estos beneficios, como muestra el trabajo del profesor Zanasis Sficas27, el cual examinó los archivos correspondientes en los ministerios de Exteriores griego e inglés, procedían del comercio o, más bien, de la venta ilícita de armas del gobierno de Metaxás al gobierno legítimo de España y en menor medida a Franco.
De la venta de armas y cartuchos al gobierno legítimo del Frente Popular se encargaba, por indicación de Metaxás, el astuto empresario Ioanis Bodosakis, entonces director general de la Compañía Griega de Pólvora y Municiones. Compañía que operaba bajo el control de su principal acreedor, el Banco Nacional, y que utilizaba materia prima alemana. Esta compañía llegó a ser en la época una de las más rentables de Europa, pues sus transacciones con el gobierno español de izquierda crecían de forma inconcebible mientras duraba la guerra civil y la URSS experimentaba cada vez mayores dificultades para abastecer al Frente Popular. (La habilísima flota griega fue una de las pocas que consiguió romper el bloqueo marítimo de España.)
Metaxás no era tan ingenuo como para negarse, por razones ideológicas, a mejorar la tambaleante economía de su Estado si, en aquel momento, eran los españoles de izquierdas quienes poseían «las llaves de la tesorería»28 y pagaban al momento con moneda fuerte. No obstante, procuró satisfacer a Franco también y le suministró material bélico por distintos medios.
Por supuesto, aquellas transacciones no se hicieron públicas en su momento; pero tampoco después llegó a conocerse del todo su dimensión y su importancia, pues parece ser que hasta el KKE las desconocía y, si no fue así, supo ocultarlo muy bien. Sólo en 1979, el Banco de Grecia, en una edición especial para conmemorar sus 50 años de existencia, admitió con una frase lacónica y sin mayores explicaciones que «en el aumento de las reservas de divisas del país durante los años 1937-1939 había influido un hecho externo extraordinario, la Guerra Civil española»29. Eso mismo confirmó poco después y con más detalles «picantes» el propio Bodosakis a su biógrafo30, a quien confiesa sin rodeos que incluso llegó a malvender a los españoles material defectuoso para dar abasto a los envíos.
La literatura y los griegos de la diáspora ante la Guerra Civil española
La literatura griega plasmó, a su manera y con sus medios, estas transacciones comerciales de las que sabemos tan poco. El cuentista Vasilis Lulis narra en dos relatos suyos («Βόλτα στα περασμένα» [Vuelta al pasado] y «Παραμιλητό» [Delirio]31) que por razones profesionales ―era marinero en activo en la época― se hallaba en Odesa, y describe la actividad diaria en el puerto de la ciudad, donde barcos griegos e ingleses cargaban armamento para España. Vemos al protagonista de estos relatos, el álter ego del narrador (puesto que reprocha a los navieros el retraso criminal de la partida y pronuncia una filípica a favor de la lucha justa del Frente Popular en una fiesta en honor de los españoles emigrantes, en el club náutico de la ciudad), confesar con amargura, cuando piensa seguramente en la venta de material bélico defectuoso a los españoles: «No tiene perdón de Dios lo que hemos hecho nosotros los griegos, desde el primer ciudadano, el primer obrero, hasta el último capitán. No tiene perdón de Dios»32. Pero si el estilo «naturalista-simplista», tachado de frívolo, de Lulis no tuvo gran eco, no ocurrió lo mismo con la prosa de Stratís Tsircas. En su traducidísima trilogía Ακυβέρνητες Πολιτείες [Ciudades a la deriva] hay continuas referencias a la Guerra Civil española. En el segundo tomo de la trilogía, titulado Ariagni, vemos a uno de sus protagonistas, un marino, «embarcarse, al principio de la Guerra Civil española, en un carcamán que transportaba municiones de Bodosakis a Barcelona, Málaga, Santander» y después desembarcar en Marsella, alquilar con su mujer una casa, donde «tenían un cuarto para los camaradas que iban de camino a las Brigadas Internacionales enviados por la Organización»33. La organización -de izquierdas- a la que se refiere Tsircas era la Unión de Marineros de Grecia, que, tras ser disuelta por Metaxás, trasladó su sede de El Pireo a Marsella. Allí desplegó una gran actividad, «consiguió dos pequeñas embarcaciones que transportaban municiones para los republicanos españoles»34 y reclutó voluntarios griegos de la diáspora, que lucharon en la guerra civil con las Brigadas Internacionales.
La historia de los voluntarios griegos en la Guerra Civil española es bastante conocida en nuestro país gracias a la bibliografía disponible35. Pero como en estos textos no se cita la bibliografía española correspondiente, debemos especificar que no es cierto que «ningún historiador insigne de la Guerra Civil española ha mencionado jamás a un griego»36. Existe cierta referencia a la compañía griega y a algunos dirigentes griegos (Vidalis, Nicolaidis)37. Sin embargo es cierto que «en las memorias de figuras del movimiento republicano (como la Pasionaria, Nenni, etc.) no se menciona a ningún griego»38, al igual que las referencias a la participación de voluntarios griegos, emigrantes de Norteamérica, en el batallón Abraham Lincoln son muy incompletas. La literatura cubrirá ese vacío gracias a Ernest Hemingway. En el libro del novelista norteamericano Four stories of the Spanish War39 dos de los héroes son griegos: el primero es un valiente capitán de la 15ª Brigada, antiguo oficial del ejército griego, y el otro es un «griego gordo de Chicago, el mejor soldado que puede encontrarse».
La participación de los voluntarios griegos -principalmente emigrantes- demuestra que la Guerra Civil española, como escribía Tsircas, «activó a los griegos de la diáspora y aumentó su actividad antifascista»40. De esta forma, con motivo de la guerra de España, la «literatura de la resistencia» (resistance-resistenza, widerstands, etc.)41, así definida internacionalmente, produjo en aquella época sus primeras obras. Un ejemplo característico en el campo de la creación popular es la canción anónima «neorrepublicana», que rescata la canción demótica tradicional en decapentasílabos. También un valiente voluntario de la Guerra Civil española, Dimitris Sacarelos, se inspiró en la musa popular para componer el poema, hoy olvidado, «Sacarelos en España»42. En el terreno de la poesía, la «literatura de la resistencia» en Grecia contribuía con el poema de fama mundial «Όρκος στον Φεντερίκο Γκαρθία Λόρκα» [Juramento a Federico García Lorca], que escribió «en caliente» Tsircas durante los trabajos del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrados en julio de 1937 en París. (El Congreso había empezado en Valencia pero fue trasladado a París por causas de «fuerza mayor».) Con la recitación de este poema en boca de Aragon concluyeron los trabajos del Congreso, que, como es sabido, se había convocado con motivo de los sucesos de España. Tsircas incluirá este poema en el poemario Για την Ισπανία και το Φεντερίκο Γκαρθία Λόρκα [Por España y Federico García Lorca], y poco después, en 1939, publicará Ισπανικό Ορατόριο [Oratorio español]43, cuyo tema será la Guerra Civil española, en el que el entonces joven poeta expresa épicamente su temperamento combativo. Otro poema es «Picasso», de Nicos Engonópulos, poeta y pintor que se inspiró en la contemplación del Guernica. También en el mismo tono tenemos los poemas de Nicos Engonópulos y de Nicos Cavadías sobre la muerte de Lorca44, así como otro poema de Cavadías, hoy menos conocido, titulado «Αντίσταση» [Resistencia], en el que el poeta asocia la resistencia griega de 1941-1945 contra la ocupación italiana y alemana a la Guerra Civil española.
Conclusiones
Hemos intentado trasmitir una idea del impacto que tuvo la Guerra Civil española en Grecia. La investigación científica sobre este tema acaba de empezar. Trabajos como el presente, por definición insuficientes, tienen un carácter informativo y orientativo. Cada apartado de nuestro trabajo es susceptible de una nueva investigación: sería interesante, por ejemplo, un estudio sobre la postura de los intelectuales y los literatos griegos ante la Guerra Civil española; algo que no ha ocurrido, posiblemente, porque la figura de Lorca ha monopolizado el interés en nuestro país. Un país que poco después vivió su propia guerra civil sangrienta, puesto que los sucesos de España se repitieron en Grecia como muchos temían. A cada ocasión, el recuerdo de la guerra española revivía en la griega: al principio cuando «el extremismo de derechas, que dirigió la cruzada del gobierno contra el comunismo, se arriesgó a crear una guerra civil ideológica como la de España»45, tal y como señalaba la embajada inglesa en un informe; después cuando, a través de la prensa de izquierdas francesa y griega, se extendió engañosamente el rumor de que un batallón de voluntarios veteranos italianos y franceses se preparaba para reforzar a la izquierda griega46; y finalmente en 1948, cuando un informe conciso de la embajada norteamericana puntualizaba que «al contrario que en la Guerra Civil española, en Grecia los combatientes de los dos frentes eran (sólo) griegos, dato que el gobierno griego menosprecia, el cual al llamar a los rebeldes «eslavocomunistas» se reconforta en la idea que más le conviene»47. Pero la comparación entre las dos guerras civiles es otro tema de estudio, y por lo que sabemos hay algunos en curso…48
NOTAS
1 Cito específicamente los dos artículos de los célebres políticos españoles Alcalá Zamora y Conde de Romanones, publicados en el periódico Eléfcero Vima del 10 de junio y del 7 de agosto de 1931, donde se enumeran los peligros del comunismo y, en menor medida, de la monarquía.
2 Tomo prestada esta frase de la ponencia de Zanasis D. Sficas en el congreso organizado por las ASKI (Archivos de Historia Social Contemporánea) el 3-4 de mayo de 1996, cuyo tema era «Archivos disponibles e historia social contemporánea». El título de la comunicación era «Το ισπανικό χρυσορυχείο της ελληνικής οικονομίας: η κυβέρνηση Μεταξά στον ισπανικό εμφύλιο πόλεμο» [La mina de oro española de la economía griega: el gobierno de Metaxás en la Guerra Civil española]. Véase también su estudio «A tale of parallel lives: the Second Spanish Republic (1931-36)», European History Quartely, abril de 1999.
3 En las elecciones del 26 de enero de 1936 ningún partido obtuvo la mayoría y Cemistoclís Sofulis logró ser elegido presidente del Congreso de los diputados tras pactar con el KKE. Este acuerdo es conocido como el pacto Sofulis-Sclavenas.
4 Véase Panayotis Nutsos, «Συνιστώσες τις ιδεολογίας του καθεστώτος της 4ης Αυγούστου» [Componentes de la ideología del régimen del 4 de agosto], en N. Svoronos, H. Fleisher, Η Ελλάδα 1936-44 Δικτατορία, Κατοχή, Αντίσταση [La Grecia de 1936-1944: Dictadura, Ocupación, Resistenci], Atenas, 1989, p. 59.
5 Clasificamos aquí los periódicos Eléfcero Vima y Cacimeriní como los más representativos de la llamada prensa «burguesa» y el Risospastis, de la izquierda.
6 Como veremos a continuación el escritor Nicos Casantsakis estuvo en España como corresponsal del Cacimeriní ya a finales de 1936.
7 Eléfcero Vima, 25 de julio y 2 de agosto de 1936.
8 Eléfcero Vima, 25 de julio de 1936.
9 Cacimeriní, 19 de julio de 1936. (El artículo central del periódico lo firmaba como de costumbre Yorgos A. Vlajos con las iniciales YAV).
10 Risospastis, 2 de agosto de 1936.
11 Risospastis, 31 de julio de 1936.
12 Risospastis, 28 de Julio de 1936.
13 Véase en el Cacimeriní del 11 de agosto de 1936 y en el del 3 de octubre de 1936 el discurso que pronunció el dictador desde la plaza Síndagma, plagado de expresiones similares. En cuanto al tema inexistente de la «conspiración comunista», al que la prensa dio mucho bombo, véase el Eléfcero Vima del 13 de agosto y el Cacimeriní del 23 de septiembre de 1936.
14 En el Eléfcero Vima del 13 de agosto y, con una fraseología similar, en el Cacimeriní del 8 de agosto de 1936.
15 Véase el artículo en portada del Eléfcero Vima del 18 de agosto de 1936 titulado «Ουναμούνο είναι δεξιός» [Unamuno es de derechas], así como las referencias del Cacimeriní. Sobre la relación de Unamuno con Grecia, véase Philip Metzidakis, La Grecia moderna de Unamuno, Madrid, 1989.
16 Véase, por ejemplo, el artículo central del Cacimeriní del 10 de agosto de 1936 titulado «Το ισπανικό πρόβλημα και η ουδετερότης των Δυνάμων» [La cuestión española y la neutralidad de las potencias].
17 Véase el artículo central del Cacimeriní del 6 de octubre de 1936 titulado «Νέα Ισπανία» [Nueva España].
18 Ouranís, Kostas, España, sol y sombra, trad. Christina Mougoyanni-Hennessy, Madrid, Cátedra, 2001 (Atenas, 1978).
19 Véase el Eléfcero Vima del 2 y 3 de agosto de 1936. De julio a noviembre de 1936, Papandoníu había redactado ya 22 cuadernos de viaje sobre España y continuaba escribiendo.
20 El Cacimeriní había anunciado el envío de Casantsakis a la España en guerra a partir del 2 de octubre de 1936, pero la primera correspondencia del escritor no se publicó hasta el 24 de noviembre. Entretanto, el periódico volvió a publicar «a petición de nuestros lectores» algunos textos de la primera estancia del escritor cretense en España, en mayo y junio de 1933. Textos que, según el periódico, «reflejaban la atmósfera y predecían los acontecimientos». Todos los cuadernos «españoles» se publicaron poco después en un solo tomo de la serie «Ταξιδεύοντας» [Viajando], con el título Ισπανία, Atenas, 19665. (Hay un par de traducciones castellanas: Kazantzakis, N., España y viva la muerte, trad. Joaquín Maestre Alberte, Madrid, Ediciones Júcar, 1977; Kazantzakis, N., Viajando España: viva la muerte, trad. Guadalupe Flores Liera, Madrid, Ediciones Clásicas, 1998.)
21 Véase la crítica de P. Jaris en la revista Nea Estía 252, junio de 1937.
22 Vurnás, T., «Μια επισκόπηση των πνευματικών αξιών στην Ελλάδα κατά την περιόδο 1930-36» [Una revisión de los valores espirituales en Grecia durante el periodo de 1930-1936], Epiceórisi Tejnis 89, mayo de 1962, p. 534.
23 Véase un artículo suyo al respecto en el Cacimeriní del 20 de julio de 1936, y la réplica acalorada del Risospastis el 2 de agosto de 1936 en un artículo con el peculiar título «Ο φόβος, η πείνα και ένας χαμοθεός τρίτου βαθμού» [El miedo, el hambre y un bienhechor de tercer grado].
24 Véase Koliopulos, John, Greece end the British Connections, 1935-41, Oxford, 1977.
25 Sobre la ideología del régimen del 4 de agosto, véase Meissner, Renate, «Η εθνικοσοσιαλιστική Γερμανία και η Ελλάδα κατά την διάρκεια της μεταξικής δικτατορίας» [La Alemania nacionalsocialista y Grecia durante la dictadura de Metaxás], en N. Svoronos, H. Fleisher, Η Ελλάδα 1936-44, op. cit., pp. 51-58.
26 Véase op. cit., y el artículo central del Cacimeriní del 6 de agosto de 1936.
27 Sfikas, D. Zanasis, «Ο λαθρέμπορος, ο δικτάτορας και ο σταυροφόρος. Ελληνικές οικονομικές δραστηριότητες στο ισπανικό εμφύλιο πόλεμο 1936-39» [El traficante, el dictador y el cruzado. Actividades económicas griegas durante la Guerra Civil española, 1936-1939], revista Istor, abril de 1998. Este artículo es un pequeño resumen de un libro reciente titulado Η Ελλάδα και ο Ισπανικός Εμφύλιος Πόλεμος: Ιδεολογία, οικονομία, διπλωματία, Atenas, Staji, 2000 [Grecia y la Guerra Civil española: ideología, economía, diplomacia]. De este texto, que tan amablemente nos cedió el escritor, tomamos todos los datos de este párrafo.
28 Como describió el Cacimeriní del 22 de julio de 1936.
29 Véase Τα πρώτα πενήντα χρόνια της Τραπέζης της Ελλάδος, 1928-1978, Atenas, 1978, p. 151 [Los primeros cincuenta años del Banco de Grecia, 1928-1978].
30 Sotirópulos, V., Μποδοσάκης (Bodosakis), Atenas, 1985, pp. 130-33.
31 El primer relato se publicó por primera vez en Epiceórisi Tejnis 31, julio de 1957. Ambos relatos están incluidos en las obras completas del escritor (tomo II), Atenas, 1980.
32 Lulis, V., Άπαντα [Obras completas], tomo II, p. 212.
33 Tsircas, Stratís, Αριάγνη, Atenas, 1978, p. 75 [1ª edición 1962]. (Cátedra publicará en breve la trilogía completa en su colección «Letras universales».)
34 Paleologópulos, Dimitris, Έλληνες αντιφασίστες εθελοντές στην Ισπανία, [Griegos antifascistas voluntarios en España], Atenas, 1986², p. 75.
35 Paleologópulos, D., op. cit., y del mismo autor: Έλληνες εθελοντές στον ισπανικό εμφύλιο [Griegos voluntarios en la Guerra Civil española], revista Ta Istoricá 27, diciembre de 1977, pp. 379-390. Lasos, Jristos, Έλληνες στα λαϊκά απελευθερωτικά κινήματα, [Griegos en los movimientos de liberación popular], Atenas, 1983, pp. 180-263. Tsermencas, Stéfanos; Tsirmirakis, Lefteris, No pasarán, Έλληνες αντιφασίστες εθελοντές στην Ισπανία [No pasarán, griegos antifascistas en la Guerra Civil española], Atenas, 1987.
36 Paleologópulos, D., Griegos…, op. cit., p. 380.
37 Me refiero a un libro esencial como el de Andreu Castells: Las Brigadas internacionales de la guerra de España, Barcelona, Agostini, 1974, pp. 341, 379, 382, 414.
38 Paleologópulos, D., op. cit.
39 Traducido al griego en 1996 (y al castellano con el título: La quinta columna y cuatro historias de la Guerra Civil española, trad. Félix Della Parlera, Buenos Aires, Emece, 1972; Barcelona, Bruguera, 1978).
40 Tsircas, Stratís, «Η πνευματική αντίσταση στη Μέση Ανατολή» [La resistencia intelectual en Oriente Medio], Epiceórisi Tejnis 87-88, marzo-abril de 1962, p. 480.
41 Véanse las obras de Yorgos Veludís, «Η ελληνική λογοτεχνία στην Αντίσταση» [La literatura griega de la Resistencia], Grecia 1936-44, op. cit, pp. 516-528 y la revista Diavaso 58, diciembre de 1982, pp. 29-39.
42 Sobre la figura de D. Sacarelos, véase Οι Έλληνες της Ρωσίας και της ΕΣΣΔ [Los griegos de Rusia y de la Unión Soviética], ed. I. Jasiotis, Salónica, 1997. (Existe otro libro de título similar de V. Agtsidi no reeditado).
43 Véase Tsircas, Stratís, Τα ποιήματα [Los poemas], Atenas, 1981.
44 En el mismo congreso, Filipos Dracondaidís pronunció otra ponencia sobre la relación Lorca-Grecia.
45 Sficas, D. Zanasis, Οι Άγγλοι Εργατικοί και ο εμφύλιος πόλεμος στην Ελλάδα. Ο ιμπεριαλισμός της μη επέμβασης [Los obreros ingleses y la guerra civil en Grecia. El imperialismo de la no intervención], Atenas, 1977, p. 22.
46 Véase Risospastis, febrero-marzo de 1947 y Sficas, D. Zanasis, «Spanish echoes in Greece, 1946-49: The myth of participation of an «International brigate» in the Greek eivil war», Journal of Modern Greek Studies 15, 1977, pp. 88-99.
47 Sfikas, Los ingleses… op. cit., p. 451.
48 Como los de Spiros Iconomidis y Philip Minehay, que intervendrán con sus respectivas ponencias en el congreso sobre la guerra civil griega que el King´s College of London- Centre for Hellenic Studies celebrará en Inglaterra en abril de 1999.