Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El martes, mientras las tropas de combate de EE.UU. se retiraban de los centros urbanos de Iraq, abundaban las señales de una retirada incompleta. Algunos soldados permanecieron en las ciudades, y cambiaron su etiqueta de «soldados de combate» a «entrenadores» o «consejeros,» mientras otros fueron reubicados en bases cercanas a los bordes de las ciudades. Sin embargo, el pacto de seguridad entre EE.UU. e Iraq aprobado en diciembre pasado requiere que todo soldado estadounidense se retire del país antes del 31 de diciembre de 2011, y un próximo referéndum en Iraq podría exigir un plazo aún más cercano.
En menos de un mes, el pueblo iraquí podría votar sobre la validez del pacto de seguridad, que permite la continua presencia de EE.UU. en Iraq. Si los iraquíes rechazaran el pacto, EE.UU. tendría que retirarse del país dentro de un año, acelerando el plazo para el 30 de julio de 2010, a menos que se negocie un nuevo acuerdo antes de esa fecha. Según Kate Gould, del Comité sobre Legislación de la Sociedad Religiosa de los Amigos (FCNL), parece improbable que haya una negociación de un nuevo acuerdo bilateral.
«Un ‘voto de no’ sería una resonante mandato del público contra la ocupación que haría que una negociación de un nuevo acuerdo con el gobierno ocupante sea extremadamente dolorosa desde el punto de vista político, de modo que existiría presión para que EE.UU. se retire un año después del voto popular,» dijo Gould.
Aunque el pacto de seguridad incluye un plazo para realizar el próximo referéndum – 30 de julio – y el parlamento iraquí se mantiene firmemente comprometido con esa fecha, el primer ministro Nouri al-Maliki intenta ahora postergar la votación. Su gabinete emitió una declaración en junio instando a que la votación se retrase seis meses. Maliki dijo que una postergación ahorraría dinero y tiempo, ya que la votación por el referéndum podría ser combinada con las elecciones parlamentarias de enero.
Es posible que haya presión estadounidense detrás del intento de Maliki de obtener una postergación – o incluso una anulación – de la votación, según Raed Jarrar, consultor para Iraq del Comité de Servicio de Amigos estadounidense.
De hecho, un artículo del New York Times a mediados de junio señala: «Diplomáticos estadounidenses están presionando silenciosamente al gobierno para que no realice el referéndum.»
Funcionarios del Pentágono se manifiestan contra la perspectiva de una retirada inminente. A fines de mayo, el jefe del Estado Mayor del Ejército, general George Casey, predijo que EE.UU. mantendrá tropas de combate en Iraq hasta 2019. Y aunque el pacto de seguridad otorga mandato para que todas las tropas de combate se retiren en 2010, el secretario de defensa Robert Gates ha indicado que podrían permanecer en Iraq brigadas de combate más allá de ese plazo como «brigadas de asesoramiento y ayuda.»
Un voto por el «no» en el referéndum tiraría por la borda esos planes, señala Carolyn Eisenberg, co-presidente del grupo de trabajo legislativo de United for Peace and Justice.
«Si el referéndum iraquí fuera realizado puntualmente y el pueblo iraquí rechazara el SOFA [pacto de seguridad], al gobierno de Obama le sería mucho más difícil mantener allí a las tropas de EE.UU. durante un período extendido,» dijo Eisenberg.
Sin embargo, es posible que un mandato del pueblo iraquí no baste para predominar por sobre los planes del Pentágono para Iraq. Altos funcionarios militares han expresado temor de que el referéndum no sea aprobado, diciendo que no están preparados para una retirada rápida. A fines de mayo, el general
Raymond Odierno citó numerosas veces el referéndum en su moción para retener fotos de detenidos torturados; se preocupó de la que la publicación de las imágenes podría alentar a los iraquíes a derrotar el pacto de seguridad.
El gobierno de Obama no ha anunciado ningún plan alternativo para una retirada más rápida, en caso de que el referéndum fracase.
Gould señala que si el pacto fuera rechazado, los responsables de EE.UU. simplemente podrían descartarlo.
«Nos alarma que varios altos funcionarios sugieran que si los iraquíes votan contra el acuerdo, EE.UU. se quedaría en Iraq porque no está preparado para retirarse dentro de un año,» dijo Gould. «La indiferencia estadounidense hacia un voto popular en Iraq sobre su presencia sería una afrenta directa y flagrante para el sistema democrático iraquí. Para mostrar algún respeto para las aspiraciones democráticas del pueblo iraquí, EE.UU. debería prepararse para esas diversas retiradas militares adelantadas.»
Mientras el Parlamento presiona por un referéndum puntual en Iraq, las ruedas legislativas también giran del lado de EE.UU. Rebatiendo las predicciones del Pentágono sobre una ocupación indefinida, el Congreso ahora emprende acciones sin precedentes para asegurar un fin de la presencia de EE.UU. en Iraq.
Incorporada en la Ley de Autorización de la Defensa del próximo año, aprobada abrumadoramente por la Cámara la semana pasada, hay una semilla de esperanza para una retirada total de las tropas.
La ley demandaría al secretario de defensa que someta amplios informes al Congreso cada 90 días, detallando el progreso de la reducción de tropas.
«El lenguaje de este informe es una victoria trascendental porque es la señal más fuerte hasta ahora de que el Congreso está comprometido con asegurar que el Pentágono se adhiera a la plena retirada y otras obligaciones que tiene bajo el acuerdo de seguridad entre EE.UU. e Iraq,» dijo Gould. «Este requerimiento de información exhaustiva del Pentágono fija el fundamento para la supervisión para asegurar que EE.UU. pase de 130.000 soldados a cero en dos años y medio.»
Aparte de reafirmar el plazo de 2011, el lenguaje contribuye un elemento muy necesario de transparencia al proceso de retirada. Los informes requeridos, presentados casa tres meses, incluirían la cantidad de personal militar personal de EE.UU. en Iraq, un recuento de las instalaciones militares cerradas o consolidadas, un cálculo de los ítems relacionados con las fuerzas armadas (por ejemplo equipamiento y vehículos) removidos de Iraq, y un resumen detallado de las operaciones de EE.UU. con detenidos, entre otra información. Según Gould, el mandato sobre la información será aún más importante si los iraquíes votan «no» en el referéndum, a fin de controlar la logística de una disminución imprevista y más rápida.
Los requerimientos de información reconocen un hecho que a veces es dejado de lado: Aunque la guerra en Iraq ya no domina los titulares, todavía queda por delante un tortuoso camino hasta la retirada, con obstáculos políticos que emergen a cada paso.
«Las promesas del presidente Obama han convencido a muchos estadounidenses de que la Guerra de Iraq se acabó,» dijo Einsenberg. «En realidad, los militares de EE.UU. siguen combatiendo. Para lograr la paz, necesitamos una retirada mucho más rápida y completa de las tropas estadounidenses y de las fuerzas privadas de seguridad que lo que se planifica actualmente.»
Maya Schenwar es editora y periodista de Truthout.