El Alto Tribunal Penal en Iraq, establecido por el estadounidense Paul Bremer, primer gobernador de la ocupación, ha dictado una sentencia de muerte contra del exviceprimer ministro iraquí Tareq Aziz y dos de sus compañeros. Esta es una de las muchas sentencias dictadas por un tribunal ilegal e ilegítimo, controlado por un gobierno acusado de […]
El Alto Tribunal Penal en Iraq, establecido por el estadounidense Paul Bremer, primer gobernador de la ocupación, ha dictado una sentencia de muerte contra del exviceprimer ministro iraquí Tareq Aziz y dos de sus compañeros.
Esta es una de las muchas sentencias dictadas por un tribunal ilegal e ilegítimo, controlado por un gobierno acusado de terrorismo de Estado y de cometer atrocidades sectarias, y por un Primer Ministro, Maliki, vinculado con las milicias sectarias, por ende con los crímenes de los escuadrones de la muerte y el baño de sangre del pueblo iraquí.
No es casualidad que la sentencia se haya anunciado ahora [noviembre de 2010] a pocos días de la publicación de 400.000 documentos militares que demuestran el papel que han jugado el propio gobierno iraquí, su primer ministro y la ocupación anglo-estadounidense en el genocidio sectario y el desmantelamiento del Estado iraquí. Es obvio que el momento de la sentencia se escoge para distraer la atención pública internacional de este escándalo atroz.
La sentencia de muerte llega tres meses después de que las autoridades estadounidenses entregaran a Tareq Aziz a las autoridades iraquíes. Fue maltratado, se le denegó la atención sanitaria adecuada y la visita tanto de sus abogados como de su familia, que ha conocido la sentencia del tribunal a través de los medios de comunicación.
La liquidación física de un intelectual excepcional, un político y un hombre de Estado es una decisión política y nada tiene que ver con un juicio justo. Tareq Aziz no ha estado involucrado en ninguna decisión sobre la seguridad interna; siempre ha sido un político y un diplomático honrado, internacionalmente reconocido como un diplomático inteligente, muy formado y eficiente, que siempre defendió los intereses y los derechos de su país, como todo buen diplomático hubiera hecho, así como un futuro de paz para el mundo y para la región.
Asesinar a Tareq Aziz sería un desafío a la Justicia y la Paz; no ayudaría a la ya catastrófica situación de Iraq, y sería otro crimen más contra la población de este país devastado. Es el deber de todos los Estados del mundo y de la comunidad internacional detener inmediatamente este crimen. También lo es utilizar esta oportunidad para obligar al gobierno de Iraq a respetar a sus ciudadanos y detener la ola masiva de asesinatos que se comenten con la complicidad de la ocupación estadounidense.
Nota:
* La Plataforma per l’Alliberament i la Sobirania de l’Iraq, es una organización catalana miembro de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI, www.iraqsolidariad.org)