Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
De la vigilancia de las redes de conexión a la extracción y análisis de datos y enlaces, el Estado secreto usa nuestros datos como armas, «evidencia criminal, lista para utilizarla en un proceso», como advirtió maravillosamente Cryptohippie .
Ya no es del dominio exclusivo de las agencias de inteligencia el muy lucrativo Complejo Vigilancia-Industrial que emergió en los años ochenta con el despliegue del sistema de intercepción NSA-GCHQ ECHELON. Como reveló el periodista de investigación Nicky Hager en CovertAction Quarterly en1996:
El sistema ECHELON no se ha creado para fisgonear el correo electrónico o los faxes de un individuo en particular. En vez de eso, el sistema funciona interceptando indiscriminadamente grandes cantidades de comunicaciones utilizando ordenadores para identificar y extraer mensajes de interés de la masa de los indeseados. Se ha establecido una cadena de instalaciones secretas de intercepción en todo el mundo para conectarse a todos los componentes principales de las redes de telecomunicaciones internacionales. Algunas monitorean satélites de comunicación, otras redes terrestres de comunicación y otras radiocomunicaciones. ECHELON vincula todas estas instalaciones, suministrando a EE.UU. y a sus aliados la capacidad de interceptar una gran proporción de las comunicaciones de todo el planeta.
Con el crecimiento exponencial de las redes de fibra óptica e inalámbricas, la masa de datos que se puede «extraer» para «inteligencia utilizable», cubriendo todo desde escuchas de enemigos oficiales hasta la vigilancia generalizada de disidentes forma ahora parte del paisaje: no más visible para el ciudadano común y corriente que los arbustos ornamentales que rodean un centro comercial.
Este proceso se hará aún más omnipresente. Como señaló James Banford en Wired Magazine : «El Pentágono intenta expandir su red mundial de comunicaciones, conocido como Red Global de Información, para soportar yottabites (unidad de datos cuya medida equivale a 2 a la 80 potencia de bits de fuerza o a 1.024 zetabits -la unidad más grande de datos)».
«Se necesita esa capacidad porque, según un reciente informe de Cisco, el tráfico global de Internet se cuadruplicará de 2010 a 2015», informó Bamford, «alcanzando 966 exabites al año (un millón de exabites equivale a un yottabite)… De ahí, la necesidad de la NSA de un almacén de datos de 93.000 metros cuadrados. Si la agencia llega a llenar el centro de Utah con un yottabite de información sería igual a unos 500 quintillones (500.000.000.000.000.000.000) de páginas de texto».
Un alto exfuncionario de la NSA [Agencia Nacional de Seguridad) convertido en denunciante, William Binney, quien renunció en 2001 poco después de que la agencia se opusiera a los programas de escuchas sin mandato legal del régimen de Bush (que ahora se han expandido considerablemente bajo el buhonero de «Esperanza y Cambio®» Barack Obama), «apretó el dedo pulgar contra el índice» y dijo a Bamford: «Estamos a esta distancia de un Estado totalitario operativo».
La semana pasada, Binney dijo en Democracy Now! cuando le preguntaron si había alguna diferencia entre los gobiernos de Bush y Obama: «En realidad, pienso que la vigilancia ha aumentado. De hecho, sugeriría que han ensamblado unos 20 billones (millones de millones) de transacciones de ciudadanos estadounidenses con otros ciudadanos estadounidenses».
A esto hay que agregar la invasión por parte de la Administración de la Seguridad en el Transporte (TSA) del «viaje por otros medios», como señaló Jennifer Abel en The Guardian , mediante la usurpación por parte de la agencia de «la jurisdicción sobre todas las formas de tránsito masivo» y a los estadounidenses les debería quedar claro (aunque no sea así) que no hay forma de escapar al sucio atropello de nuestros derechos por parte del Estado secreto.
Glenn Greenwald, de Salon señaló que el «Estado de Vigilancia Interior dirigido por la NSA contra el cual advirtió de modo tan estridente Frank Church obviamente ha dado fruto».
«El camino para evitar que agarre es simplemente asentir a las facciones más poderosas de la nación, permanecer obedientemente dentro de los límites permitidos del discurso político y del activismo».
«Al aceptar ese trato», señaló Greenwald, «uno puede mantener la ilusión de libertad -‘el que no se mueve no nota sus cadenas’ observó Rosa Luxemburgo»- pero la verdadera medida de la libertad política es si uno es libre para buscar una alternativa diferente».
Pero en un Imperio militarizado como el nuestro la única «alternativa» es cerrar la boca, bajar la cabeza, o ya verás.
‘Baja los escudos y entrega tus barcos’
Las soluciones militares a las contradicciones sociales no manejables, la tan calumniada lucha de clases, no surgen de la nada. Por cierto, el sistema ECHELON de la NSA, el modelo para STELLAR WIND y la base de datos de búsqueda en correos electrónicos y en la red asociada de la agencia conocida como PINWALE, fueron reacciones tecnológicas de las elites occidentales a desafíos planteados por el «exceso de democracia» denunciado por Samuel Huntington y su cohorte en The Crisis of Democracy , publicado por la Comisión Trilateral financiada por Rockefeller.
El crítico social Andrew Gavin Marshall observó que para Huntington y los ideólogos derechistas que montaron un contraataque intelectual contra los «excesos» democráticos de los años sesenta, la «masiva ola de resistencia, rebelión, protesta, activismo y acción directa por parte de sectores completos de la población en general que durante décadas, o siglos, fue oprimida e ignorada en general por la estructura del poder institucional de la sociedad, era «aterradora».
Avancemos rápidamente a la actualidad. A medida que se profundiza la crisis económica global y cientos de millones de personas de todo el mundo rechazan los despilfarros de la «austeridad» de los tiburones financieros que produjeron la crisis mediante fraudes masivos disfrazados de «oportunidades de inversión», nuestros amos corporativistas se defienden y recurren a los métodos del Estado policial para apuntalar su régimen ilegítimo.
Tampoco debería sorprendernos, como señala George Ciccariello-Maher en CounterPunch después de los «disturbios» del verano pasado en Londres, una reacción masiva ante el asesinato policial (¡Pronto en una «zona de exclusión urbana» en vuestra cercanía!): «Irracional, incontrolable, impermeable a la lógica e impredecible en sus movimientos, esos indeseables han vuelto a arruinar la fiesta de todos, como hicieron París en 1789 o en Caracas en 1989. En las palabras inimitables de Fanon: ‘las masas, sin esperar a que se coloquen las sillas alrededor de la mesa de negociaciones, toman las cosas en sus propias manos y comienzan a quemar…'»
¡Llamadlo el gran temor de los que subyugan a los esclavos en la plantación global!
Combinando los atributos de El Panóptico de Jeremy Bentham y del omnipresente «Gran Hermano» de George Orwell, el Estado Nacional de Seguridad, mientras trabaja para aplazar su merecido colapso, trata de erradicar y marginar a individuos e ideologías «peligrosos» «inoculando» así el cuerpo político contra los que se denominaban eufemísticamente «elementos subversivos» en los años maravillosos de las operaciones de COINTELPRO de J. Edgar.
Carece de importancia si los «sospechosos habituales» de la actualidad son campesinos sin tierras, trabajadores desplazados, periodistas de investigación, libertarios civiles o ciudadanos inocentes atrapados en una redada u otra: las «amenazas» se «neutralizarán» o más explícitamente, en el lenguaje evocador empleado por los espías: «Finiquitado con extremo perjuicio».
Operando junto a probados métodos -represión policial y violencia- la opresión contemporánea está guiada por un «sólido conocimiento circunstancial» recabado de la riqueza de datos personales almacenados en múltiples artefactos digitales (los espías en nuestros bolsillos) y en inmensas bases de datos. Como asegura Cryptohippie: «Un Estado de policía electrónica es silencioso, incluso invisible. Todas sus acciones legales están apoyadas por una abundante evidencia. Parece inmaculado».
«Cuando elaboramos nuestro primer informe Estado de Policía Electrónica», escribieron los profesionales de la privacidad, «las dos principales naciones eran de dos tipos:
1. Las que tenían la voluntad de espiar a todos los ciudadanos pero carecían de la capacidad.
2. Las que tenían la capacidad, pero estaban limitadas por la voluntad.
Pero como revelaron en sus Clasificaciones Jerárquicas Nacionales de 2010: «Esto está cambiando: Los capaces se han convertido en dispuestos y sus limitaciones tradicionales han fallado». Los sucesos claves que impulsan el panóptico global son los siguientes:
- EE.UU. ha invalidado la cuarta enmienda de su constitución en nombre de la protección y en nombre de «guerras» contra el terror, las drogas y los ataqies cibernéticos.
- El Reino Unido construye agresivamente el mundo de 1984 con el fin de impedir las actividades de los «antisociales». su población parece incapaz o reacia a limitar al gobierno.
- Francia y la Unión Europea se han entregado al control burocrático central.
Como señaló el crítico marxista y agitador de situaciones Guy Debord hace décadas en The Society of the Spectacle, «el espectáculo no es la inevitable consecuencia de algún acontecimiento natural. Al contrario, la sociedad del espectáculo es una forma que elige su propio contenido tecnológico».
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Rechazando las ortodoxias y la opinión general de su época, Debord argumentó que «El sistema económico reinante es un círculo vicioso de aislamiento. Sus tecnologías se basan en el aislamiento, y contribuyen a ese mismo aislamiento. De los automóviles a la televisión, los bienes que el sistema espectacular decide producir también le sirven de armas para reforzar constantemente las condiciones que generan ‘multitudes solitarias’. Con creciente concreción el espectáculo crea sus propias presuposiciones».
De nuevo vale la pena señalar que la tan cacareada «aldea global» que surgió con el despliegue generalizado de Internet en los años noventa, como centro de beneficios para las gigantescas compañías de telecomunicaciones y como maquinaria de espionaje para el Estado secreto, fue, después de todo, un subproducto casual de la busca del Pentágono de un sistema digital de comunicación en tiempos de guerra.
Pero ahora, cuando todas las facetas de la vida diaria se han convertido en un escenario de guerra, ¿qué vamos a hacer con los jardines de muros electrónicos ofrecidos a la venta por Apple, Facebook y Google, repletos con su multitud de aplicaciones patentadas que, como el «panóptico» de Bentham se han convertido en prisiones por decisión propia?
Ponderad los rigurosos teoremas de Debord desde este punto de vista: sustituid «teléfono celular o «GPS» por «automóvil», e «Internet» por televisión, y queda claro con bastante rapidez que, sin tener conciencia de ello, los inventores militaristas de la «carretera digital» habían tropezado con los medios perfectos para hacer posible una red de control global.
Como afirmó Debord: «Si el espectáculo, considerado en el sentido limitado de los ‘medios de masas’ que son su más obvia manifestación superficial, parece estar invadiendo la sociedad en la forma de meros aparatos técnicos, deberíasmos comprender que de ninguna manera ese aparato es neutral y que se ha desarrollado de acuerdo con la dinámica interna del espectáculo».
Una «dinámica interna» enfocada solo hacia su propia supervivencia y reproducción pase lo que pase. Interminables guerras contra el «terror», «drogas», «crimen», lo que quieras. ¿Complejos Carcelarios-Industriales? ¿Plagas modificadas genéticamente? ¿Colapso ecológico? ¡Ese es el camino! ¡Existe una aplicación informática para eso y más, mucho más!
Por cierto, «si las necesidades sociales de la época en la se desarrollaron esas tecnologías pueden satisfacerse solo a través de ellas, si la administración de esta sociedad y todo contacto entre la gente ha llegado a depender totalmente de esos medios de comunicación instantánea, es porque esa ‘comunicación’ es esencialmente unilateral», es decir, «el producto de la división social del trabajo, que es el instrumento principal del gobierno para la dominación y la expresión concentrada de todas las divisiones sociales».
Hay que recordar que el texto fundamental de Debord se escribió en 1967, mucho antes de que los sueños húmedos de los «segurócratas» se convirtieran en realidad como el monstruo de Frankenstein. El mundo de teléfonos inteligentes y gente idiotizada, que fuera otrora una inquietante y misteriosa forma que amenazaba en un cierto lejano horizonte distópico es, simplificando, un cubo de Borg americanizado en el cual la «resistencia» es siempre «fútil».
La pregunta es, en nuestra República fracasada, ¿existe alguien que se dé cuenta?
Tom Burghardt es un investigador y activista basado en San Francisco Bay Area. Aparte de publicar en Covert Action Quarterly y Global Research, es editor colaborador en Cyrano’s Journal Today. Sus artículos aparecen en: Dissident Voice , Pacific Free Press , Uncommon Thought Journal y en WikiLeaks. Es editor de Police State America: U.S. Military «Civil Disturbance» Planning , distribuido por AK Press y ha colaborado en el nuevo libro de Global Research: The Global Economic Crisis: The Great Depression of the XXI Century .
Fuente: http://www.globalresearch.ca/
rCR