…cualquier artista de positivo talento podría aumentar en sumo grado la fuerza de sus obras de artes si se compenetrara con las grandes ideas emancipadoras de nuestro tiempo. Plejánov La obra de Fabio Manosalva ha sido labrada bajo el signo de la alquimia estética y de un intenso trasegar intelectual y ético. Hace un tiempo, […]
…cualquier artista de positivo talento podría aumentar
en sumo grado la fuerza de sus obras de artes
si se compenetrara con las grandes ideas emancipadoras
de nuestro tiempo.
Plejánov
La obra de Fabio Manosalva ha sido labrada bajo el signo de la alquimia estética y de un intenso trasegar intelectual y ético. Hace un tiempo, Herman Melville señaló: «Con una mano escribo y con la otra me sostengo». Esta afirmación rotunda cabe en el momento de abordar la tarea de describir con exactitud la labor insomne de Manosalva.
En el Taller abierto en su casa, en el suroriente de Madrid, venciendo la fatiga de su agotadora labor en el Centro Dramático Nacional y las exigencias de su responsabilidad -compartida con Leire- de sostener la nave hogar y el cuidado del pequeño e inspirador Luken, Fabio ha gestado el conjunto de imágenes que integran la exposición «Ya no busco una respuesta, ¿me repite la pregunta?» que este mes de julio se presenta en la Sala U de la Universidad Nacional, sede Medellín.
Manosalva se acostumbró desde pequeño a captar el anverso de las cosas, pues no en vano nació y creció en una Medellín sometida primero, durante siglos, a la égida del catolicismo asfixiante, y después, durante lustros, al imperio de las bombas y el poder degradante de una clase política que corrompió el narcotráfico mismo. Su mirada, capaz de observar lo que sin estar oculto no se ve, identifica con la velocidad del relámpago las imágenes iconos de la época y lo que esconden tras su capacidad de deslumbrar. Esas imágenes viajan al archivo que se enriquece cada semana con su invencible paciencia de artesano. Allí se inicia entonces un tiempo indefinido en el que rumia su sentido y sus entrañas, hasta cuando irrumpe el fogonazo: un contexto plástico en el que la imagen inicial queda desarmada de su intención inicial y revela en cambio la podredumbre que esconde tras sus destellos.
«Parto de imágenes proporcionadas por los medios de comunicación, en concreto, periódicos y revistas que interaccionan con otros elementos. Partiendo desde las imágenes asumidas como información, busco tomar parte de este banco de imágenes interpretables, intervenirlas y crear un discurso propio. Composición que va jugando con los sentidos de esa imagen en su existencia efímera en los medios, y su relación con otros elementos visuales que van desde un cartel comunista a la historia del arte». F.M.
Después se inicia el proceso laborioso de construir una imagen impecable en la composición, el empleo de espacios visuales contrapuestos y el uso del color. Su licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Colombia, sus estudios de maestría en Pintura en la Universidad Autónoma de México, su trabajo de doctorado sobre Arte y Violencia en la Universidad Complutense de Madrid, pero, por sobre todo, la sed insaciable que lo impele a abrevar en todo manantial o cenagal en el cual encuentre un resplandor o una penumbra que potencie su capacidad de no quebrantar su razón en la rutina del absurdo, le han permitido adquirir la base técnica y el arsenal de ideas indispensables para librar una batalla propia contra el universo de sentido que sostiene la devastación y el exterminio.
Su obra enfrenta una comunicación visual subordinada a la tarea de normalizar lo demencial y despotenciar la capacidad de las comunidades de levantarse frente al oprobio y el saqueo. Sus imágenes demoledoras están dirigidas a mostrar lo que está ahí pero no se ve: el despojo disfrazado de caridad; el fascismo con atuendo democrático; el glamour repleto de gusanos; la prensa libre encadenada a la red corporativa; la cruz de oro sofocando el espíritu; el ex presidente con corazón de barras y estrellas, chorreando sangre y polvo blanco.
La contundencia brutal de sus fotomontajes y collages arrebatan la mirada del espectador y lo catapultan hacia las entrañadas podridas y las atmósferas de pestilencia que se esconden tras la belleza, la luminosidad, la diversión, los finos aromas.
«Discurriendo por un mundo azaroso de sentido, con mis encuentros visuales entablo un discurso interior en relación con la realidad circundante. Quedando en los labios algo de mentirijilla maldita, de engaño,… Y aun así, interiorizo en mi realidad para no ceder, para no morir, para intentar comunicarme, siempre sin buscar salvación». F.M.
La labor de Manosalva es un ejemplo de compromiso y vitalidad en el oficio artístico, en tiempos en los que el incontenible desmoronamiento que experimenta un mundo erigido en la injusticia y el engaño nos convocan a la resistencia, y asimismo a la tarea de desvelar el simulacro omnipresente. En medio de la adversidad impuesta en su tierra de nacimiento y el cerco implacable que se les impone a quienes no doblegan la cerviz, el quehacer de Fabio evidencia que es posible no renunciar a la vocación ni plegar la potencia detonante de la expresión al doble rostro de Jano de la publicidad que esconde el hambre, las masacres y el arrasamiento de la naturaleza, y las galerías que visibilizan y mercantilizan el arte inicuo e inocuo.
Un humor feroz está presente en el conjunto de su obra. De esa dimensión de ironía despiadada, presente en su creación, proviene quizá su comunicación empática con los sectores de las generaciones jóvenes que han sido moldeadas en la sospecha, el desencanto y la desesperanza. El poder, con sus redes tentaculares que han atrapado el mundo y que ahora se desintegra de manera irrefrenable, nos impone -además de la obligación de soportar sus despojos y atentados- el deber de que lo tomemos en serio, nos reclama la actitud grave ante sus sainetes y su configuración totalitaria de los imaginarios. Las imágenes de Manosalva desobedecen ese mandato, se burlan de su miseria antropológica, y arrojan una náusea envuelta en satín sobre la cultura basura y sobre la sofisticación de una comunicación visual repleta de ingeniosos artificios que, por más que lo intente, no puede quitarse de encima el rastro del hedor que desprende.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.