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Mosul: alianza contra natura entre el Baaz y los yihadistas

Fuentes: Orient XXI

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

Once años después de la «liberación» de Iraq por obra del presidente George W. Bush, el país se hunde en la guerra civil. Persiste la revuelta contra el poder impuesto por el primer ministro Nouri al-Maliki. La caída de Mosul, conseguida por la alianza entre miembros del partido Baaz y redes yihadistas podría marcar un punto de inflexión en la historia del país. 

Tras la toma de Faluya y Ramadi, le ha tocado a Mosul, la segunda ciudad más grande de Iraq, y a otra docena de localidades más, caer a manos de hombres armados. Se intensifica la crisis política, confesional y también territorial. El trono del primer ministro se tambalea y ha solicitado que se reúna el Parlamento para declarar el estado de emergencia en todo el país. En las afueras de la segunda ciudad de Iraq, de camino hacia Erbil -capital del Kurdistán iraquí- se apedrean los últimos vehículos militares del ejército iraquí. La gente está furiosa, no por la desbandada de las fuerzas de seguridad, sino por los «años de humillación en los puestos de control por parte de los soldados del país. De nuestro país», explica por teléfono Abu Hamza, residente de Mosul.

Por un lado, está el desastre humanitario. Cientos de miles de civiles huyen de la ciudad por temor a la violencia. Por otro lado, la llegada de los zuwar (revolucionarios), considerados por algunos como libertadores. Sí, la máquina mediática se ha embalado al evocar una ciudad capturada, sumisa, tomada como rehén por el Estado Islámico en Iraq y Levante (EIIL). Esto es parcialmente cierto. Pero, de nuevo, como fue el caso de Faluya, la realidad es más compleja. La naturaleza y la ubicación estratégica de Mosul difieren ciertamente de la situación en Faluya. Como esta última, Mosul fue fuente inagotable de oficiales militares de alto rango y ejecutivos clave del partido Baaz de Sadam Husein. Pero la región es rica en petróleo y cuenta con la ciudad de Kirkuk, que contiene las segundas reservas de hidrocarburos del país. Además, la ciudad está cerca de Siria y Turquía. Durante el antiguo régimen, Mosul era un centro de mando de vital importancia para el gobierno de Bagdad. Hoy en día, situada en la encrucijada entre una Siria en manos de los islamistas, un Kurdistán con frías relaciones con Bagdad y una Turquía en guardia, Mosul resulta una ciudad estratégica para quien quiera debilitar al gobierno central. También es un laboratorio perfecto de experimento para quien pretenda controlar Bagdad.

Ya en 2004, el general David Petraeus de Estados Unidos experimentó su guerra por «ganar los corazones y las mentes». El triunfo mitigado y sobre todo mediático de esa estrategia, sin embargo, le convirtió a ojos de los estadounidenses en un experto en contra-insurgencia. Lo que hizo en realidad el general fue romper la dinámica de la violencia utilizada por la Administración Bush: en vez de usar la fuerza, eligió el diálogo; «un cuaderno escolar vale más que un arma» resumió. Se instaló una Policía local. Pero meses más tarde, mientras la Casa Blanca caracterizaba a Petraus tras su salida como un héroe, los mismos policías locales se pasaron a las filas de los insurgentes.

«Una caída en dominó que conducirá a Bagdad»

Si la reciente toma de Faluya fue un mensaje fuerte y simbólico de los zuwar, lo que estaba en juego sobre todo era un test para el ejército iraquí al mando de Nuri al-Maliki. El primer ministro iraquí inicialmente confiado en ganar la batalla de Faluya, utilizó un lenguaje trivial para describirlos como «terroristas de Al-Qaida». Unas semanas más tarde, cambió su discurso y comenzó las negociaciones con miembros de las tribus, a la vez que bombardeaba la ciudad con barriles explosivos. De todas formas, este status quo ha sido el que le ha permitido ganar el mayor número de votos en las últimas elecciones parlamentarias y fortalecer su control sobre el aparato de seguridad del Estado. Pero para los zuwar, el mensaje era claro: el régimen de Bagdad no se enfrentaría a los insurgentes de Faluya sobre el terreno.

Con esta certeza, la conquista de Mosul adquiere otra dimensión. La amalgama que hizo al-Maliki de la insurrección como «miembros de Al-Qaida y baazistas» se ha convertido en una realidad. Grupos insurgentes anteriormente rivales y de ideologías opuestas están cooperando en Mosul y en toda la provincia de Nínive. Contrariamente a lo que pudiera pensarse, el EIIL no está solo. Abu Imad, combatiente y miembro de una gran tribu que tiene ramificaciones en Mosul y Tikrit, estaba presente cuando el ejército iraquí huía de la segunda ciudad de Iraq. Según él, la conquista de Mosul se hizo con los miembros del antiguo ejército iraquí. Sería este último el que habría aconsejado tomar el aeropuerto de Mosul, la sede de la gobernación y la de la televisión local. «Mosul tiene mucho en común con Bagdad. Es una gran ciudad en la que coexisten todas las religiones. Pero la única diferencia con Bagdad es que muchos antiguos cuadros del régimen anterior han seguido en la ciudad. A ojos de al-Maliki concentra todas los fantasmas y temores del antiguo régimen. Él sabe que esto es sólo el principio, la toma de toda la región de Nínive causará una caída de fichas de dominó que conducirá hasta Bagdad», añade.

Miembros de las tribus y antiguos grupos insurgentes como el Ejército Islámico en Iraq y el grupo de Naqshbandi, de inspiración sufi y dirigido por Ezzat Ibrahim Al Duri -ex Vice Presidente del Comando Revolucionario iraquí y brazo derecho de Sadam Husein- estarían colaborando con el EIIL. Según muchos testimonios de Mosul, en las paredes de las comisarías de policía y en las distintas posiciones abandonadas por el ejército iraquí se han colgado las banderas negras del EIIL, pero en la entrada de la ciudad, los retratos de Sadam Husein y Izzat Ibrahim Al-Duri dominan Mosul. Esta alianza se muestra abiertamente. Los pick-up del EIIL patrullan en Mosul llamando a que los funcionarios recuperaren sus posiciones. Se habría designado incluso un nuevo gobernador, Azhar al-Obeidi, ex general del ejército iraquí. El jueves, 12 de junio por la mañana, el EIIL y oficiales del antiguo ejército iraquí organizaron un desfile militar en la ciudad para mostrar su arsenal: tanques, vehículos blindados y tres helicópteros. De acuerdo con un experto militar de Mosul, esta operación no hubiera sido posible sin la experiencia de los ex oficiales iraquíes que el EIIL ha reclutado recientemente.

Kurdos y estadounidenses: la contraofensiva se hace esperar

Ante la desbandada del ejército iraquí y de las deserciones en masa, el jefe de gobierno recientemente reelegido ha pedido a los ciudadanos iraquíes que se alisten como voluntarios para luchar contra los insurgentes y se ha comprometido a proporcionarles las armas necesarias para «salvar Iraq». Una confesión de impotencia que abre las puertas a la creación de nuevas milicias. Pero entre bambalinas, el primer Ministro estaría manteniendo conversaciones con el Gobierno regional kurdo para lanzar una contra-ofensiva con la ayuda de los peshmerga, el ejército kurdo. Estas negociaciones tendrían como contrapunto el reparto del petróleo, materia de innumerables desacuerdos entre los kurdos y el Gobierno de Bagdad.

La Casa Blanca, por su parte, acaba de anunciar en un comunicado que «Estados Unidos apoyará a los dirigentes iraquíes a medida que forjen la unidad necesaria para ganar la lucha contra el EIIL». Según un responsable estadounidense contactado por AFP y que se expresa bajo condición de anonimato, el Gobierno de Obama está considerando varias opciones para ayudar a Bagdad, posiblemente a través de ataques de drones, aviones no tripulados. Pero no habrá tropas estadounidenses en Iraq, ha asegurado el portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki.

 

Fuente original: http://orientxxi.info/magazine/la-chute-de-mossoul,0616