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Entrevista al historiador Federico Mare

Acertijos de Clío: La historia divulgada

Fuentes: La izquierda diario [Imagen: La musa Clío, por Andrés Casciani]

El historiador Federico Mare nos cuenta sobre la experiencia de «Acertijos de Clío» y conversa sobre los problemas de la reflexión y la divulgación histórica. Colaboración de la escritora Viviana Hidalgo.

Las redes sociales del ciberespacio ofrecen la posibilidad, entre otras cosas, de crear vínculos, relaciones de afinidad y camaradería a distancia entre personas. Estos vínculos, estas relaciones, pueden dar forma a comunidades virtuales de la más amplia diversidad, tanto en su temática como en sus objetivos: simpatizantes de algún deporte, rescatistas de mascotas extraviadas, militantes por la defensa del agua pura, coleccionistas de antigüedades, gente cinéfila, mujeres que militan contra la violencia de género, amantes del jazz, senderistas de montaña, lectores de Cortázar, etc.
Un buen ejemplo de este asociativismo virtual es Acertijos de Clío. Se trata de un grupo de afinidad cultural muy especial, creado y coordinado por el historiador, ensayista y profesor argentino Federico Mare. Nacido en Buenos Aires, pero radicado desde hace muchos años en Mendoza, Federico ha realizado un valioso aporte a la cultura intelectual de Mendoza, Argentina y América Latina a través de su extensa producción como intelectual y escritor. Sus ensayos y artículos los podemos leer en La Quinta PataEuropa LaicaLa Izquierda DiarioOphelia, JacobinPolianteaSin PermisoRebelión y Políticas de la Memoria, entre otros diarios, periódicos, revistas y páginas web. En 2019, publicó con la EDIUNC –la editorial de la Universidad Nacional de Cuyo– su libro El éxodo galés a la Patagonia. Orígenes, trasfondo histórico y singularidad cultural de Y Wladfa. También ha colaborado en varias obras colectivas, la última de las cuales ha sido Covid-19. La respuesta autoritaria y la estrategia del miedo, de Paz Francés, José R. Loayssa y Ariel Petruccelli (España, Ed. El Salmón, 2021). Esta es la entrevista que le realizamos.

¿Qué es Acertijos de Clío? ¿De qué se trata?

Acertijos de Clío es, básicamente, un grupo de Facebook dedicado a la divulgación histórica. No hay límites cronológicos, ni espaciales, ni tampoco temáticos. Ningún tiempo, ni lugar, ni aspecto del pasado humano nos resulta ajeno: Prehistoria, Antigüedad, Edad Media, modernidad temprana, historia contemporánea, América Latina, Argentina, Mendoza (la provincia donde vive la mayoría de la comunidad cliera, y yo también), África, Japón, Estados Unidos, Rusia, China, India, Egipto, Mesopotamia, Persia, Grecia, Roma, Bizancio, Islam, pueblos germanos y celtas, civilizaciones mesoamericanas y andinas, Polinesia, historia política, historia militar, historia económica, historia social, historia cultural, historia de las mujeres, historia del movimiento obrero, historia de las ideas, historia de las mentalidades, arqueología, biografía, microhistoria, etc. Para Acertijos de Clío todo es historia, como reza el título de la famosa revista fundada por Félix Luna en 1967, hito de la divulgación histórica en Argentina. Ese eslogan es, para mí, una verdad programática que da basamento y orientación a todo mi quehacer historiográfico. En Acertijos de Clío apostamos por una divulgación histórica de muy amplias miras, alejada de la fragmentación escolástica del saber experto (la “barbarie del especialismo”, al decir de Ortega y Gasset; la “historia en migajas”, en palabras de François Dosse).

Teniendo en cuenta lo que decís –que tu quehacer historiográfico y divulgativo se aleja de la fragmentación escolástica del saber experto–, ¿podríamos hablar entonces de un retorno al enciclopedismo en Acertijos de Clío?

En cierto modo sí, hasta cierto punto sí. Pero un enciclopedismo al servicio –y bajo el escrutinio– de la ciencia, donde la profusión y precisión de los datos, la abundancia de información más o menos detallada, no sea zonza, ramplona. Reivindico la erudición razonada que postulaba Voltaire, donde la descripción no excluya la explicación, comprensión y valoración del pasado. Un pasado que busco aprehender –y en esto recupero la escuela francesa de Annales– como una totalidad compleja, orgánica y dinámica donde operan estructuras y coyunturas, procesos de larga y media duración, más allá y por debajo de los acontecimientos y sus personajes, del tiempo corto y las intenciones individuales. En Acertijos de Clío inscribimos los fenómenos históricos en sus respectivos contextos, discernimos causas y consecuencias, relacionamos y comparamos, etc. Todo eso sin renunciar al pensamiento crítico, pues las estructuras sociales y los procesos históricos condensan relaciones de poder, relaciones de explotación y opresión, relaciones de desigualdad y heteronomía, conflictos de intereses e ideologías en pugna, lucha de clases…

Planteás que el pasado debe ser aprehendido de forma contextual y relacional, sin dejar de lado el pensamiento crítico. ¿Cuál es la adscripción teórico-metodológica de Acertijos de Clío?

Acertijos de Clío comulga con el materialismo histórico, algo que no quisiera ni podría ocultar (como Bunge, creo en la objetividad –relativa– de la ciencia, pero no en su imparcialidad. La pretensión de imparcialidad es inviable, deshonesta y contraproducente). Pero no adscribo al materialismo histórico vulgar, economicista, dogmático, esquemático, al estilo de la vieja vulgata estalinista, sino al materialismo histórico renovado por los aportes de la New Left y el marxismo analítico: Eric Hobsbawm, E. P. Thompson, Perry Anderson, Raymond Williams, Gerald Cohen, Jon Elster, John Roemer, Erik Olin Wright, Ariel Petruccelli… Por lo demás, esta adscripción al marxismo de ningún modo supone una cerrazón hacia otras corrientes teóricas e historiográficas. Me nutro mucho de Annales, de la microhistoria, del narrativismo, de la Nueva Historia Argentina, etc. De hecho, algunas de estas corrientes también lo han hecho, y podría discutirse largamente si ellas no incluyen autores marxistas, aun cuando tales autores hayan rechazado o evitado a menudo el rótulo de materialismo histórico, ya sea por convicción o autocensura.

¿Cómo surgió el proyecto? ¿Cuáles fueron las motivaciones que te animaron a concretarlo?

Como historiador y profesor de Historia, siempre he sentido gran afición y preocupación por la socialización de la historiografía, es decir, por la difusión exotérica del saber histórico. Hablamos de esa disciplina fronteriza o híbrida que, en los países anglosajones, se llama atinada y respetuosamente public history, «historia pública». Mi primera incursión en la divulgación histórica fue en mi juventud, como coordinador de La Hidra de Mil Cabezas, un colectivo de estudiantes y periodistas que, desde 2006, comenzamos a realizar un programa de radio en formato documental sobre la historia de los movimientos sociales, inspirándonos en la History from Below, el marxismo, el anarquismo y la tradición filosófica benjaminiana de la Eindegenken (rememoración). Pronto también empezamos a organizar ciclos de cine-debate, charlas y actividades artístico-conmemorativas, y a editar cuadernillos. Varios años después, ya con otra experiencia y madurez, fundé Acertijos de Clío. La idea era tratar de aprovechar la virtualidad, adaptar la divulgación histórica al novedoso mundo de las redes sociales y su masividad, aunque sin renunciar al rigor científico y el pensamiento crítico.
¿Mis motivaciones? Es difícil verbalizarlo con precisión… La historiografía, como cualquier otra ciencia, tiene por lo menos tres grandes facetas: la investigación, la enseñanza y la divulgación. Me fascinan las tres, y supongo que ahí podría estar un poco la clave del origen de Acertijos de Clío. A primera vista, parecería que este proyecto es puramente divulgativo. Sin embargo, no es así. Los acertijos que publico en el grupo nunca son improvisados. Siempre son emergentes de inquietudes que vengo «rumiando» desde hace algún tiempo, y que me llevaron a interiorizarme en el tema, a leer libros y artículos al respecto. Hay, por lo tanto, una indagación previa, un acopio de saberes que precede a la instancia de la difusión propiamente dicha. De modo que Acertijos de Clío no es solo divulgación. Es, además, investigación. Y también enseñanza, en cierto aspecto: porque las respuestas equivocadas, observaciones y dudas de lxs participantes, dan lugar a una dinámica de interacción, de retroalimentación pedagógica, que supone de mi parte cierto ejercicio de la docencia: explicaciones, aclaraciones, ampliaciones, contextualizaciones, etc.

Sabemos que Acertijos de Clío tiene el propósito fundacional –y asumido– de divulgar la historia. ¿Podrías profundizar esta idea?

Lo que intentamos hacer en Acertijos de Clío es, en pocas palabras, enseñar y aprender historia a distancia. Lo hacemos de manera informal, casi lúdica, combinando la docencia con el autodidactismo. Se enseña y aprende a través de un juego muy sencillo y universal, tan antiguo como la especie humana (homo sapiens, homo ludens, diría Huizinga), pero que no ha perdido ni un ápice de su potencia cognitiva y eficacia didáctica: el juego de las preguntas y respuestas, un entretenimiento que –dicho sea de paso– no constituye un patrimonio exclusivo de las culturas con escritura, puesto que las sociedades ágrafas también lo han practicado desde tiempos inmemoriales, por medio de la oralidad. Muy a menudo, los «acertijos» que elaboro y publico tematizan curiosidades históricas, es decir, aspectos ignotos o poco conocidos del pasado que resultan cautivantes, llamativos o interesantes. Pero estas curiosidades no están exentas de importancia, de significatividad. No son curiosidades meramente anecdóticas, al estilo de Ripley’s Believe It or Not! Son curiosidades que tienen una conexión –directa o indirecta, explícita o implícita– con los grandes procesos históricos, y que conducen, por lo tanto, a su conocimiento y comprensión. Acertijos de Clío no banaliza la ciencia histórica. Intenta divulgarla con rigor, tratando siempre de expandir los horizontes de visibilidad e inteligibilidad del pasado. Conocer más y comprender mejor la historia: tal es el propósito cardinal del proyecto.

Como participante del espacio, he tenido oportunidad de “zambullirme” en la dilucidación de acertijos que tienen como disparador alguna de esas curiosidades históricas significativas a las que hacés referencia. ¿Podrías darnos un ejemplo concreto?

Cada acertijo está cuidadosamente diseñado para que funcione como una punta de ovillo que, a medida que vayamos tirando de ella, sin darnos cuenta, nos vayamos sumergiendo en un entramado histórico bastante más amplio de lo que parecía ser a priori. En una ocasión, posteé un acertijo sobre la cantidad de estrellas en la Rebel Flag, la bandera de los Estados Confederados de América. La cuestión parecía ser muy nimia, tonta, irrelevante. Sin embargo, no era así. La cuestión del número de estrellas tenía un hondo simbolismo. Era solo la punta del iceberg. Cuando una buceaba un poco, descubría aspectos muy importantes de la guerra de Secesión de EE.UU., como la propaganda política, el imaginario cultural del Sur, el peso de ciertas tradiciones patrióticas, la compleja problemática de los cuatro Border States, la esclavitud, la incidencia de factores económicos y geoestratégicos… Uno sabe cuándo empieza a tirar de la punta del ovillo, pero no cuándo va a terminar… Esa es un poco la idea de Acertijos de Clío: partir del descubrimiento de un dato curioso muy puntual del pasado, y llegar luego, casi sin querer, a través de aproximaciones sucesivas, a cierta comprensión de un contexto histórico más vasto. No siempre consigo que el dato curioso que hace de puntapié inicial sea lo suficientemente atractivo o motivador, pero mi intención siempre es esa.

Acertijos de Clío es un nombre muy peculiar. ¿A qué hace alusión?

En la antigua Grecia Clío era la musa de la Historia, que habitaba en el Parnaso junto a sus ocho hermanas, todas ellas integrantes del séquito de Apolo, la divinidad protectora de las ciencias y las artes. Hija del dios Zeus, rey del panteón helénico, y de Mnemósine, deidad tutelar de la memoria, Clío simbolizaba el saber historiográfico: los Nueve libros de la Historia, de Heródoto; la Historia de la Guerra del Peloponeso, de Tucídides; las Helénicas, de Jenofonte; las Filípicas, de Teopompo; las Historias, de Polibio, etc. Siempre me han gustado las metáforas con resonancias míticas: hilo de Ariadna, lecho de Procusto, espada de Damocles, búho de Minerva, gallo para Esculapio… Los interrogantes con que «interpelo» o «desafío» a la comunidad cliera son de cierta complejidad y dificultad. No pueden ser contestados de manera instantánea, express, puesto que exigen un esfuerzo de búsqueda, una labor de pesquisa. De ahí que los haya llamado acertijos, aunque en sentido estricto no lo sean, habida cuenta que su redacción no está formulada en el modo lacónico, críptico y misterioso de un enigma o una adivinanza. Al contrario: están precedidos por una narración –un relato claro, ameno y nada parco– donde se brinda una introducción contextual y se hilvana todo un desarrollo explicativo, con coordenadas espacio-temporales básicas y cierta cantidad de datos, comentarios, citas o referencias. Además, los posteos salen publicados en el grupo con una ilustración (fotografía, pintura, dibujo, mapa, etc.) cuyo sentido o pertinencia no entrañan ningún secreto. Los Acertijos de Clío son, pues, en resumidas cuentas, preguntas sobre historia. Esta confianza epistemológica y pedagógica en el arte de la interrogación tiene obvias reminiscencias platónicas. La mayéutica socrática ha influido fuertemente en mi filosofía y didáctica, aunque mi relación con ella es crítica (soy materialista y no acepto la gnoseología metafísica de los eidoi y la anamnesis).

¿Desde cuándo se viene desarrollando este espacio de divulgación histórica en Facebook? ¿Cuántos acertijos has publicado? ¿Con qué frecuencia?

El grupo Acertijos de Clío fue fundado en agosto de 2014. Tiene, por ende, una andadura de más de seis años. No podría decirte la cifra total exacta de acertijos publicados durante todo este tiempo, pero debe superar los 600. Si sumamos los otros posteos (respuestas a consultas, digresiones o acotaciones, recomendaciones de libros y películas históricas, invitaciones a eventos relacionados con la historia, etc.), estaríamos hablando de un número no inferior a 700 publicaciones. No hay periodicidad en los posteos. Su frecuencia es variable. Depende de mis tiempos libres, de mis momentos de ocio, dado que Acertijos de Clío es un espacio gratuito y no subsidiado. Por lo general, publico entre uno y dos acertijos por semana. En vacaciones de verano e invierno suelo hacerlo a diario, o día por medio. Cuando tengo picos de trabajo en la docencia escolar o estoy muy abocado a la escritura de algún ensayo o libro, puedo estar semanas sin postear nada, aunque nunca más de un mes. Mi producción ensayística y mi labor divulgativa tienen muchos vasos comunicantes, en ambas direcciones: ensayos que inspiran acertijos y acertijos que inspiran ensayos. Esta sinergia o feedback es muy placentera para mí, y creo que el público cliero también la aprecia.

Contanos un poco, Federico, acerca de su dinámica de participación. ¿Podríamos considerarlo como un juego de trivia, como los que alguna vez todxs hemos jugado? ¿O Acertijos de Clío nos propone una experiencia lúdica diferente?

Buena pregunta. Alguna vez escribí un posteo al respecto. Lo transcribo: “En varias ocasiones, algunxs de ustedes me han planteado que las preguntas suelen ser demasiado difíciles, y que por esa razón rara vez intervienen. A menudo, es cierto, sucede que nadie sabe la respuesta de antemano, y que la persona que contesta es alguien que acaba de averiguar el dato en Internet. Esto es así ex professo, adrede. La dificultad de los acertijos es algo deliberado. ¿Por qué? Porque la idea de este grupo no es que participen sólo quienes ya saben la respuesta, sino –y sobre todo– quienes no sabiéndola, están dispuestxs a investigar un rato hasta averiguarla. Acertijos de Clío fue concebido como un espacio de aprendizaje. Su finalidad es despertar en ustedes el interés por conocer la historia, las ganas de bucear en el pasado. Dicho en criollo, tratar de que les pique el bichito de la curiosidad histórica. Es una apuesta a la divulgación, a la posibilidad de aprender de otre –o con otre–, pero también al autodidactismo, a la posibilidad de aprender por nuestra propia cuenta. Ambas cosas por igual. Yo podría, desde luego, publicar interrogantes fáciles estilo trivia, como los del juego Carrera de Mente o tantísimos programas de concursos televisivos. Si eso hiciera, con toda seguridad decenas y decenas de ustedes responderían instantáneamente, y se daría una competencia por ver quién publica primero la respuesta. Las preguntas serían del tipo: ¿qué famoso general nacido en Córcega fue derrotado en la batalla de Waterloo? o ¿qué dirigente político argentino del siglo XIX era apodado el Restaurador de las Leyes? Ocurriría entonces que medio centenar de personas se abalanzarían sobre las teclas de la computadora o del celular y respondieran casi al unísono Napoleón y Rosas, sin haber investigado o leído nada. Pero, ¿de qué serviría una dinámica así, en términos de aprendizaje? Obviamente de nada. Todo quedaría reducido a un certamen de memoria enciclopedista, como Pasapalabra. Por eso es que publico acertijos difíciles. La idea es que nadie o casi nadie conozca la respuesta de antemano, así se impone la necesidad de explorar, de curiosear, de investigar, de leer. Esa labor de indagación no demanda semanas, ni días, ni horas. Sólo demanda algunos minutos. La gran mayoría de los acertijos han sido dilucidados por personas que no pertenecen al gremio historiográfico, y que averiguaron la respuesta en Internet en menos de media hora. Huelga decir que nadie está «obligado» a participar activamente de Acertijos de Clío. Muchxs –la mayoría, de hecho– prefieren limitarse a leer la información publicada en los posteos y comentarios, sin embarcarse en un proceso de búsqueda. Es una opción válida, totalmente legítima y respetable. Cada quien es libre de participar del modo que quiera y pueda, de acuerdo a sus gustos, tiempos y posibilidades”. Y quisiera agregar ahora lo siguiente: el principio rector es aprender jugando, jugar aprendiendo, y no ganar ni acumular prestigio. El espacio ha sido concebido para que puedan disfrutarlo no solo especialistas, sino también –y más que nadie– aquellas personas aficionadas a la historia, independientemente de su formación académica o nivel de conocimientos.

Acertijos de Clío se difunde por Facebook desde Mendoza, Argentina. Pero entiendo que su alcance traspasa fronteras, ¿verdad? ¿Cuántxs miembros integran este grupo de divulgación histórica, actualmente? ¿Qué perfil tienen sus participantes y desde qué lugares se conectan para jugar?

Acertijos de Clío tiene casi 2.000 integrantes. En su gran mayoría viven en Argentina, pero hay cerca de 200 miembros que residen en el exterior, principalmente en América Latina (Chile, México, Perú, Uruguay, Brasil, etc. También hay integrantes de Europa y la América anglosajona, mayormente de España y Estados Unidos. En lo que concierne a la membresía argentina, hay un fuerte predominio mendocino porque el proyecto surgió en Mendoza. No obstante, la cantidad de clieros y clieras de Buenos Aires y otras provincias como Córdoba, San Juan, San Luis, La Pampa, Santa Fe, Neuquén, Chubut y Río Negro es considerable (más de 200). En cuanto al perfil, es muy variado, tanto en sexo y edad como en ocupación. Hay más mujeres que varones (58/42%), y las cohortes etarias decenales que prevalecen son las de 25-34, 35-44 y 45-54. La membresía sub-25 es bastante escasa, no así la de mayores de 54. Como cabe imaginarse, la cantidad de estudiantes, profesores de Historia e historiadores es particularmente alta. Hay, asimismo, una cifra muy elevada de docentes universitarixs e investigadores del CONICET, y también una significativa proporción de militantes o simpatizantes de izquierda. En cuanto a nivel de formación, la gran mayoría de la comunidad cliera tiene estudios universitarios o terciarios.

¿Qué observación o reflexión podrías hacer acerca de la masividad en esta propuesta lúdico-divulgativa? ¿Cuál te parece que pueden ser las causas por las que no logra una visibilidad a mayor escala?

Hay, creo, varias razones por las cuales el proyecto de divulgación histórica Acertijos de Clío no goza de gran masividad. Ante todo, su complejidad. Si bien es cierto que se trata de una propuesta divulgativa y lúdica, dirigida a un público amplio y no solamente a especialistas, no deja también de ser cierto que presupone cierta base mínima de saberes previos, capacidades intelectuales y destrezas lingüísticas que, en una sociedad tan desigual como la nuestra, no todas las personas poseen. La estructura de clases del capitalismo constituye un serio obstáculo a la vieja utopía ilustrada de una divulgación científica plenamente exotérica, socialmente transversal o universal. Este problema no es exclusivo de Acertijos de Clío, desde luego. Es general a todas las experiencias divulgativas de nuestra época: la serie Cosmos, los documentales de NatGeo, la revista Muy Interesante, etc. Alguien podría afirmar, desde una posición ingenua de voluntarismo romántico, que el inconveniente es meramente metodológico, didáctico, comunicacional… Pero como anarcomarxista que soy, estoy convencido que el único modo realmente viable, eficiente, de lograr el sueño de la igualdad educativa y cultural, la brecha cero en divulgación científica, es transformando radicalmente las estructuras económicas de la sociedad a través de una revolución socialista y libertaria. “Hemos llegado al momento en que lo único práctico es la utopía; todo lo demás conduce a desalentar y desalentarnos”, escribió alguna vez Rodolfo González Pacheco. Tenía razón.

¿Y cuáles serían las otras razones?

Acertijos de Clío no tiene puesta la camiseta de la Historia oficial, ni tampoco del revisionismo histórico, que son el River-Boca de la historiografía argentina; y, para colmo, no cultiva en el autobombo patriotero ni provinciano. Anteponer la ciencia crítica a las mitologías identitarias esencialistas, e interesarse por el pasado de sociedades lejanas en el tiempo o en el espacio (Egipto, Bizancio, Japón, Persia, México, al-Ándalus, Estados Unidos, Sudáfrica, Polinesia, Holanda, China, Canadá, Bolivia, Escandinavia, Mongolia, Guayanas, India, etc.), es algo que no garpa. Lo que garpa es mirarse siempre el ombligo, oponiendo maniqueamente –sin matices, sin complejidades– héroes contra villanos: Rivadavia bueno/Rosas malo (vulgata liberal), unitarios malos/federales buenos (vulgata revisionista). Por eso, a un personaje histórico como Edelmiro Mayer –a quien hemos biografiado bastante en Acertijos de Clío– casi nadie lo conoce. No encaja en los moldes: para el revisionismo histórico, fue un unitario recalcitrante, y punto. No importa que en Estados Unidos haya militado la causa abolicionista y luchado en la guerra de Secesión contra el Sur esclavista dirigiendo un regimiento de afroamericanos. Tampoco importa que haya combatido en México contra el imperialismo francés, a las órdenes del presidente Benito Juárez. Son «detalles» que hay que omitir… Aunque si Mayer hubiese sido federal, con toda seguridad esos «detalles» serían resaltados y celebrados. La historia oficial tampoco se ha interesado demasiado en Mayer, porque su estrechez chovinista no le permite apreciar a un trotamundos que luchó por la libertad en Estados Unidos y México. No le perdona que sus mayores glorias como militar las haya cosechado fuera de las fronteras de Argentina. Tampoco le hace gracia la incomodidad de Mayer respecto a la guerra de policía –al decir de Sarmiento– contra las montoneras federales del Chacho, ni su malquerencia con el Mitre vencedor en Pavón, que lo llevó a darse de baja en el Ejército Argentino y emigrar a Norteamérica.

¿Algún motivo más que quieras mencionar?

Creo que también influye el hecho de que Acertijos de Clío no tiene una perspectiva decolonial y latinoamericanista. En Argentina, no adherir a esa moda intelectual te vuelve un «dinosaurio eurocéntrico», especialmente en Mendoza, donde Enrique Dussel y Arturo Roig han hecho escuela. Sería largo explicar las razones de mi desacuerdo epistemológico y político con la opción decolonial y la filosofía latinoamericanista. Excedería el propósito y los límites de esta entrevista. Invito por ello al público lector a que lea el libro Crítica de la razón neocolonial, de Enrique de la Garza Toledo (coord.). Salió a la luz en febrero de este año, y está disponible en Internet (la descarga del PDF es libre y gratuita). Recomiendo especialmente los artículos de Ariel Petruccelli y Andrea Barriga, con quienes acuerdo totalmente. Los textos en cuestión son «Teoría y práctica decolonial: un examen crítico” y “Aníbal Quijano y la colonialidad del poder”. Baste aquí con señalar que mi disidencia de ningún modo implica una postura eurocéntrica. Tengo un gran aprecio por América Latina, sus pueblos y sus culturas. Y como activista de izquierda, condeno toda forma de colonialismo o neocolonialismo. Repudio totalmente el imperialismo yanqui y la historiografía hispanista. Apoyo las luchas indígenas de todo nuestro continente, tanto las materiales como las simbólicas: restitución de territorios ancestrales, reconocimiento de derechos culturales, autonomía política, etc. Mi columna para La Izquierda Diario Pensar la cuestión mapuche (sin espantapájaros) es un buen botón de muestra en tal sentido, igualque mi ensayo para La Quinta Pata Cartografía e imperialismo. Pero esta posición no la defiendo desde la decolonialidad o el latinoamericanismo, sino desde el materialismo histórico y el socialismo libertario, sin dar la espalda al racionalismo y el internacionalismo. La madre del borrego no es, a mi entender, el vaporoso concepto-comodín de «modernidad», sino el capitalismo, el cual ha tenido toda una serie de manifestaciones históricas estructurales y superestructurales, entre ellas el colonialismo, el racismo, el eurocentrismo y el imperialismo. En mi pensamiento, la categoría marxista de clase sigue teniendo un peso teórico-explicativo superior a la etnicidad racializada (cuya importancia de ningún modo desprecio). En fin, sería imposible agotar una discusión teórica –y política– tan vasta y compleja en esta entrevista… Me remito a los precitados artículos de Petruccelli y Barriga.

Sabemos que las redes sociales suelen ser un ámbito de opiniones encontradas, y de las más diversas y opuestas formas de pensamientos que convergen o derivan en discusiones acaloradas, vehementes, no exentas de intolerancia, irrespetuosidad y agresión. ¿Cómo intentás resolver esta cuestión en Acertijos de Clío?

No es fácil, sin dudas. Suelo decir con humor que las redes sociales se han convertido en redes cloacales… Hay un acuerdo de convivencia en Acertijos de Clío. Lo escribí hace varios años, luego de un incidente violento lamentable con un integrante de derecha que montó en cólera cuando notó que yo tenía una mirada crítica sobre la última dictadura militar de la Argentina. El acuerdo de convivencia dice así: “El propósito de Acertijos de Clío es divulgar la historia. Y puesto que todo es historia, no es posible ni deseable excluir de este espacio virtual lo político-ideológico. Pero hay maneras y maneras de darle cabida. Hay formas y formas de disentir y debatir… El tono agresivo, las actitudes intempestivas y patoteras, los sarcasmos, las groserías, los insultos, las calumnias y las chicanas, que tanto campean en otros ámbitos de Internet, aquí no están permitidos. El respeto personal y la buena fe intelectual son pilares de Acertijos de Clío, y no resultan «negociables». Son bienvenidas en este grupo todas las personas interesadas en la historia, de izquierda o de derecha, siempre y cuando sean respetuosas en el trato y no actúen de forma pendenciera. El espíritu que anima al proyecto es socializar el saber histórico, contribuir al conocimiento y comprensión del pasado, aprender en un marco fraternal de tolerancia y paz, no bardear a quienes piensan diferente, ni desfogar las pasiones del odio. Evitemos también, por favor, expresar nuestras discrepancias y objeciones escribiendo todas las oraciones o párrafos en mayúscula y con muchos signos de exclamación. Es innecesario y agresivo. No aporta nada al debate, y puede sonar prepotente, amén de grosero. Aunque Hitler creyera firmemente lo contrario, lo cierto es que ninguna idea, opinión o argumento se vuelve «mejor» o «más verdadero» si se lo grita o vocifera. Y escribir todo en mayúscula y con muchos signos de exclamación significa gritar, prepotear, intimidar. El Mein Kampf está repleto de oraciones y párrafos escritos de esa forma. Personalmente, no creo que ese antecedente sea digno de emulación… Respetarse implica también no gritarse, porque quien grita, no quiere escuchar, y quien no quiere escuchar, está despreciando a lxs demás. Los denominados trolls, o quienes se comporten como tales, serán eliminados del grupo sin previo aviso, como es práctica habitual en los foros virtuales, blogs y redes sociales. Desde sus inicios, Acertijos de Clío –que no deja de tener una faceta lúdica en su propuesta divulgativa y dinámica de grupo– ha hecho suyos los principios del fairplay o «juego limpio», y espera de todxs sus integrantes un compromiso ético con dicho acuerdo de convivencia”. Por fortuna, este acuerdo de convivencia ha sido siempre respetado. Los hechos de intolerancia y agresión han sido muy escasos, excepcionales.

Hemos hecho referencia a las diversas temáticas que se postean en este espacio de divulgación historiográfica. ¿Has recibido sugerencias de compartir acertijos en relación a fechas conmemorativas de índole nacionalista, a efemérides patrióticas? ¿Qué respondiste o responderías a inquietudes como las mencionadas?

Es una situación que se ha dado en varias ocasiones… La última vez fue en junio del año pasado, para el Día de la Bandera. Me llegaron un par de pedidos o sugerencias de que publicara algún acertijo sobre Manuel Belgrano y el origen de la celebración del 20 de junio. Esto es algo que suele suceder en cada efeméride patria, y que me coloca, como historiador y divulgador, en un lugar un tanto incómodo, ya que no soy nacionalista ni patriota. Aunque siento un afecto especial por la tierra donde nací y siempre viví, y donde espero poder morir, ese afecto no está construido sobre las premisas ideológicas del nacionalismo, del patriotismo, ni en su variante liberal-contractualista, ni mucho menos en su variante étnico-esencialista. Soy de izquierda, un socialista libertario, un anarcocomunista que sigue soñando con las utopías de Kropotkin y Malatesta. Y como tal, soy una persona de talante cosmopolita e ideología internacionalista. Fue por esta razón que me negué a jurar por la patria cuando me gradué de profesor de Historia, y es por esta misma razón que evito en Acertijos de Clío que la divulgación de la historia argentina –que tanto amo– quede atada a las vicisitudes conmemorativas del calendario oficial de efemérides patrias. Como docente del secundario, sin embargo, me enfrento a un problema ético-político muy complejo: el de tener que lidiar, como trabajador asalariado, como laburante en relación de dependencia, con ciertas exigencias burocráticas e imposiciones ideológicas. Me refiero, concretamente, a la obligación de tener que participar en los actos escolares patrios, escribiendo glosas o discursos sobre efemérides que poco o nada me representan, y que incluso atentan contra mis valores, circunstancia que pone en entredicho mi libertad de conciencia y expresión. ¿Qué hacer ante esta situación? Desde una lógica principista abstracta, la solución obvia sería la desobediencia, que derivaría en un sumario, y eventualmente en un despido; o bien, la renuncia. En ambos casos, me quedaría sin empleo, sin medios de subsistencia. Desde una lógica puramente pragmática y acomodaticia, basada en el cálculo de costo-beneficio, debería cumplir con tales exigencias, y tratar de complacer al máximo a la institución, redactando glosas o discursos de retórica patriotera ampulosa, con muchas adjetivaciones y frases hechas, y poco rigor histórico, dando rienda suelta al autobombo del Ser nacional: la visión esencialista del pasado (mitrista-liberal o revisionista), el mito de la excepcionalidad argentina, el imaginario y la liturgia de la religión cívica escolar a lo Billiken, etc. En junio de 2020, por ejemplo, me tocó escribir el discurso del Día de la Bandera. Aunque siento cierta simpatía ideológica por un revolucionario ilustrado como Belgrano (considerando el tiempo y lugar en que vivió, se formó, pensó, escribió y militó), todo el culto chovinista que se ha montado en torno a su figura me resulta indigerible. Opté por cumplir con mi obligación laboral, evitando reflexiones críticas que pudieran acarrear la cólera de las autoridades escolares. Pero al mismo tiempo, decidí prescindir de toda la retórica patriotera encomiástica, limitándome a escribir una austera semblanza histórico-biográfica, un texto puramente descriptivo, con muchos datos factuales y sin adjetivaciones. Es decir, traté de asumirme como biógrafo y no como panegirista. No es algo demasiado subversivo, lo sé. Pero aun así considero que se trata de una forma subrepticia de disidencia. Si lxs docentes de izquierda, por razones de apremio económico, no podemos darnos el lujo de desobedecer ciertos mandatos escolares, podemos al menos evitar sumarnos al circo del patrioterismo, o hacerlo del modo más digno y honesto posible. La sobriedad expresiva y el rigor informativo de un género biográfico alejado del panegírico acaso constituyan un pequeño acto de resistencia, en el orden de lo posible.

En el 2017, Acertijos de Clío cumplía sus primeros tres años de vida. Contanos acerca de esa celebración. ¿Dónde se realizó? ¿Quiénes te acompañaron en este evento tan especial?

Guardo muy gratos recuerdos de aquella actividad. Fue en el Museo del Área Fundacional de la Ciudad de Mendoza, un sitio saturado de historia (por eso precisamente lo elegí). Participaron del encuentro historiadores, cientistas sociales, profesores de la UNCuyo, investigadores del CONICET, hacedores culturales y militantes de izquierda por quienes siento aprecio intelectual, político o personal: Horacio Silva, María del Rosario Prieto, Facundo Rojas, Teresita Castrillejo, Carmelo Cortese, Diego Escolar, Pilar Piñeyrúa, Sebastián Touza y Celina Fares. Sus obversaciones y reflexiones sobre Acertijos de Clío me llenaron de orgullo y emoción. Tanto, que en un momento de mi disertación se me hizo un nudo en la garganta y no pude seguir… Dos de estas personas, Charo Prieto y Seba Touza, lamentablemente ya no están… Cuando supe de su fallecimiento, mi memoria acudió de inmediato a aquella tarde feliz en el MAF.

¿Considerás que tus posteos en Acertijos de Clío rescatan la historia de personajes o sectores que han permanecido invisibilizados por el discurso hegemónico?

En muchos casos sí. Hemos visto gran cantidad de individualidades y experiencias históricas asociadas a la subalternidad, ya sea de clase, de género, étnica u otra: Espartaco, la Comuna de París, las mujeres samuráis en el Japón feudal, la Revolución Rusa, el movimiento sufragista en Estados Unidos, el Black Power y las luchas contra el Apartheid en Sudáfrica, el anarquismo en la Guerra Civil Española, el levantamiento del Gueto de Varsovia, la rebelión indígena de Tupac Amaru, Mujeres Libres, etc. Desde sus orígenes, Acertijos de Clío ha tenido una importante veta historiográfica desde abajo o benjaminiana. Sin embargo, sus horizontes temáticos siempre han sido más vastos que los de La Hidra de Mil Cabezas, el otro proyecto de divulgación histórica que he coordinado. Acertijos de Clío se interesa por toda la historia, y no solo por la llamada historia desde abajo. Por otra parte, mi gran interés –intelectual y político– por las luchas subalternas del pasado nunca me ha llevado por el camino de la mitologización romántica a contramano de la ciencia y la racionalidad crítica, un problema muy serio no solo en el ámbito de la divulgación histórica, sino también en el campo de la docencia e investigación históricas. El wishfull thinking posmoderno está causando estragos en el reino de Clío, incluso al interior de la historiografía académica.

Nos decías hace un rato que los acertijos son emergentes de inquietudes historiográficas largamente maduradas, trabajadas, caviladas. Hay una indagación previa, un acopio de saberes que precede al momento de la difusión. Esto se relaciona con tu labor como ensayista, ¿verdad? ¿Qué otros recursos utilizás en la divulgación?

Sí, los acertijos clieros tienen una fuerte vinculación con mi faceta ensayística. Ya hablamos sobre eso, cuando señalé que muchos acertijos nacen de ensayos, o desembocan en ensayos. Pero el nexo tiene un carácter más profundo y permanente, porque, incluso aquellos acertijos que no surgen de ensayos ni los inspiran, suelen tener una impronta ensayística en su escritura, al menos tal como yo concibo y cultivo la ensayística: una experiencia intelectual, estética y política, motorizada por tres búsquedas entrelazadas: la verdad, la belleza y la justicia (al respecto, puede leerse mi texto Acerca del ensayo y la ensayística). En cuanto a otros recursos divulgativos utilizados en Acertijos de Clío, el cine y la literatura siempre me han fascinado, y los empleo bastante. La potencia didáctica de las ficciones históricas es enorme, tanto por la vía positiva (ejemplificando, ilustrando o recreando el pasado con cierta precisión) como por la vía negativa (dando pie, sin proponérselo, a un conocimiento histórico más riguroso a partir de un análisis crítico de los errores, inexactitudes o licencias novelescas). Muchos de mis ensayos para la revista de arte Ophelia se nutren de la relación historia-cine o historia-literatura, como Diego de Ordaz, el Popocatépetl y la película Epitafio o Butcher’s Crossing: una parábola de la codicia capitalista. Algo similar sucede con mis talleres de historia, y las Tertulias de Literatura e Historia. Los viejos ciclos de cine-debate de La Hidra –el de la Guerra Civil Española, por ej.– también respondían a ese afán de articular la divulgación histórica con el arte de ficción.

Última pregunta: ¿cómo imaginás Acertijos de Clío en el futuro?

Nada es eterno, se sabe. Acertijos de Clío algún día también cumplirá su ciclo, como todo en esta vida terrena y finita, la única en la que creo como ateo. Pero para eso falta mucho tiempo, y entretanto, queda mucha historia a divulgar. Acertijos de Clío está tan imbricado con mi cotidianeidad y mi vocación, con mi ocio y mi goce, que me cuesta imaginar su final. Asumo y experimento este quehacer como una pasión alegre, en estricto sentido spinoziano: “una pasión por la que el alma pasa a una mayor perfección” (perfección buscada pero jamás lograda). Se aprende y se disfruta un montón divulgando, aunque no se añada ningún quilate al «prestigio» académico, que me tiene sin cuidado. La torre de marfil definitivamente no es lo mío. Los claustros me resultan tan lejanos y ajenos como Marte. Mi ciencia de Clío –la historia que investigo y escribo– habita extramuros, en la intemperie del pueblo llano.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Acertijos-de-Clio-La-historia-divulgada