«Este cineasta construyó un gran telescopio que indaga en todas las dimensiones de lo humano y que sobre todo, nos obliga a repensar nuestro modelo de desarrollo».
Era una tarde lluviosa del otoño del 2011, el día anterior alguien me comentó que Daniel Díez estaba en Bilbao para tomar parte en unas jornadas sobre cine alternativo. Sin pensármelo dos veces cogí la cámara y el trípode por la madrugada; después de la jornada laboral y sin comer me desplacé desde Azpeitia con la idea de entrevistarlo; al llegar al lugar donde Daniel daría la conferencia y se proyectarían algunos documentales realizados por la Televisión Serrana, me encontré con el incombustible y tenaz José Manzaneda (responsable de Cubainformación) que también aguardaba su oportunidad para grabar una entrevista con el fundador de la Televisión Serrana. Sin duda, ambos sabíamos que su presencia en Bilbao era una oportunidad que había que aprovechar.
Daniel Díez nació en La Habana, y al igual que miles de jóvenes cubanos se trasladó al interior de Cuba en el marco del la campaña de alfabetización, en concreto, Daniel estuvo desarrollando su labor alfabetizadora en el oriente del país, en algunas recónditas comunidades de la Sierra Maestra. Aquella experiencia lo marcó de por vida, y como en “aquellas pequeñas cosas” de Serrat, su vivencia compró boleto de ida y vuelta.
Tras años como profesional en el mundo del periodismo audiovisual , (y esto en Cuba significa, tras el legado del gran Santiago Álvarez, empaparse del género documental) decidió en los momentos más duros del Periodo Especial acometer un proyecto de construcción y desarrollo de una televisión comunitaria precisamente en Buey Arriba, el municipio en el que Daniel alfabetizó campesinos tras el triunfo de la Revolución. Por supuesto, le dijeron que estaba loco. ¿A quién se le ocurría semejante idea en plena crisis y sin posibilidad estatal de financiamiento? Daniel ajeno al desaliento no se rindió y consiguió el apoyo de la UNESCO.
Aquel sueño de un pulgarcito “loco” ha cumplido ya 30 años, tres décadas en las el quehacer visionario de Daniel no solo fue pariendo generaciones de buenos documentalistas, sino que sobre todo, fijó un canon propio a la hora de narrar con imágenes. El estilo que Daniel supo desarrollar y transmitir, partía de la observación humilde y respetuosa del mundo campesino, de sus tiempos y de sus valores.
Hoy quiero recordar aquella entrevista entrañable con aquel ser bajito y fumador empedernido que me fue obsequiando reflexiones llenas de sabiduría, la sabiduría del que sabe observar, del que toma su tiempo para valorar la grandeza de las pequeñas vidas campesinas. Daniel Díez (y con él sus discípulos de la TV Serrana), supo filmar el tiempo y la vida, nada más y nada menos. Algunos piensan que el proyecto de Daniel tenía forma de microscopio pero se equivocan, este cineasta construyó un gran telescopio que indaga en todas las dimensiones de lo humano y que sobre todo, nos obliga a repensar nuestro modelo de desarrollo.
Seguro que en algún lugar, Daniel Díez ya está compartiendo un dominó con John Berger.
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