Más allá de la desesperación y de la desilusión, existe siempre la ausencia de cosas peores…
Los contenidos carecen de importancia hoy: la baza esencial es esta tensión y este antagonismo siempre resucitados por las peripecias de la casta y secta política (en la que no puedo dejar de incluir a los profesionales con sueldo fijo, denominados intelectuales, portadores de la palabra apócrifa). No dejen de desconfiar de todas las clases políticas, empresariales y culturales, incluso de las aparentemente bien intencionadas, portadoras de la verdad cínica y mínima de que un ideal altruista no debe bajo ninguna forma materializarse. La representación que nos proponen las democracias débiles han fracasado. Pero la gente quiere votar, votar cada vez con mayor frecuencia, y todavía le gustaría votar más. Todos los días: un modo de digerir el sistema de representación simulado, de un modo bulímico y excremental, un modo de rechazarlo por exceso, no por rechazo, sino por indigestión y de convertir todo el sistema en un gran bolo fecal.