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Reseña del libro de: "Gregorio López Raimundo, Para la historia del Partido Socialista Unificado de Cataluña"

A propósito del PSUC

Fuentes: Rebelión

La reciente presentación del último libro de Gregorio López Raimundo, Para la historia del PSUC, en el auditorio de la Universitat Pompeu Fabra, de Barcelona, en un acto donde intervinieron Francisco Fernández Buey, Carlos Jiménez Villarejo y Anna Sallés, sirvió una vez más para comprobar -a la vista de la numerosa asistencia, que llenó el […]

La reciente presentación del último libro de Gregorio López Raimundo, Para la historia del PSUC, en el auditorio de la Universitat Pompeu Fabra, de Barcelona, en un acto donde intervinieron Francisco Fernández Buey, Carlos Jiménez Villarejo y Anna Sallés, sirvió una vez más para comprobar -a la vista de la numerosa asistencia, que llenó el salón a rebosar- el gran interés que despierta su figura, como veterano dirigente comunista en los largos años de clandestinidad antifascista y protagonista de acontecimientos decisivos de la España y la Cataluña del siglo XX.

A diferencia de sus dos libros anteriores, donde recogía su actividad política desde el final de la guerra civil hasta 1954 (fecha en que comenzaba su segundo exilio, después de haber pasado por la cárcel tras su detención en 1951), el esperado tercer volumen de sus memorias es muy distinto: consta de una selección de artículos e informes que abarcan un dilatado periodo de la actividad de López Raimundo y del PSUC; libro concebido, según las palabras del propio autor, como contribución al setenta aniversario de la fundación del partido de los comunistas catalanes, que tendrá lugar el próximo mes de julio de 2006. López Raimundo, consciente de que muchos de sus lectores desearíamos la aparición de un nuevo volumen de sus memorias, explica en la introducción de este libro las limitaciones impuestas por los médicos a su actividad política e intelectual que han impedido hasta ahora la continuación de su esfuerzo memorialístico.

Así, López Raimundo recoge materiales muy diversos, escritos por él en un periodo muy dilatado: desde el informe presentado ante el comité central del PSUC, en septiembre de 1976, que lleva el significativo título de «Cataluña y la ruptura», cuando todavía el partido es ilegal y se está jugando su inmediato futuro, hasta textos sobre el V Congreso, donde la organización se dividió; pasando por documentos relevantes en la historia de los comunistas catalanes, como las palabras pronunciadas por él mismo, en 1980, en el homenaje a los militantes del PSUC caídos por la libertad, o artículos de recuerdo a relevantes comunistas como Josep Moix, Alfons Comín, Josep Solé Barberá o, de forma significativa, Joan Comorera. La mayoría son textos que aportan nuevos matices a la historia del PSUC posterior a 1954.

El volumen, que lleva por subtítulo «La salida a la superficie y la conquista de la democracia», documenta muchos de los problemas y de las inquietudes del PSUC en la trabajosa conquista de la libertad, y los riesgos a los que se enfrentaba el partido. En primer lugar, que se configurase en España una democracia limitada, con los comunistas en la ilegalidad, y, después, las constantes dificultades para consolidar el cambio democrático sin que se hubiera podido imponer la ruptura con el franquismo, con las hipotecas que ello suponía: el aparato de Estado franquista y las instituciones represivas seguían intactas tras las primeras elecciones. A recordar, por ejemplo, que cuando, en junio de 1976, se celebra el primer mitin legal del PSC (los socialistas catalanes), al que concurren diez mil personas, uno de los gritos coreados por los asistentes, ante la mención del PSUC, es el de «Partidos sin exclusión»: era una inequívoca referencia al temor, en esos días, de buena parte de la población de que los comunistas fueran mantenidos en la ilegalidad, y, al tiempo, la exigencia de la imprescindible legalización del PSUC y del PCE. De hecho, serán los últimos partidos legalizados, en vísperas ya de las primeras elecciones democráticas de 1977, con el evidente propósito de limitar su influencia electoral.

Según las propias palabras del autor, el principal texto (inédito, además) de los que se recogen en el libro, es el que lleva por título «La salida a la superficie y la conquista de la democracia», donde analiza la actuación del PSUC, y, sobre todo, la evolución de los acontecimientos en los difíciles meses que precedieron a las primeras elecciones democráticas, en 1977. Una muestra de la compleja situación es, por ejemplo, la referencia que hace López Raimundo a las acusaciones hechas por Manuel Fraga y otros dirigentes de la derecha franquista, cuando, a finales de abril de 1977, acusan a Adolfo Suárez de haber protagonizado un golpe de Estado al legalizar el PCE dos semanas antes. En ese instante, el PSUC todavía es ilegal. En ese mismo mes de abril, se había hecho pública la proclama del Consejo Superior del Ejército mostrando públicamente la repulsa de los militares por la legalización del PCE. La posterior y polémica decisión de Santiago Carrillo de situar la bandera rojigualda en la primera reunión del comité central, en un grave error de cálculo que estará en el origen de la crisis posterior del PCE, en 1981 y 1982, que alcanzará también al PSUC, encuentra su explicación (que no justificación) en la tensión de esos meses. López Raimundo afirma en el libro que «los principales errores del PSUC y del PCE se produjeron […] tras las elecciones de 1977, al centrar nuestra atención principal en la actividad en las instituciones, relegando a un segundo término la labor en los movimientos de masas», junto a otras cuestiones de relevancia que ayudan a entender la actuación política de los comunistas en esos años, y recoge también algunas de las cuestiones que se discutieron alrededor del V Congreso del PSUC. Pero esa es otra historia.

De hecho, no es casualidad que, tantos años después, las hipotecas de la transición sigan limitando la expresión de la plena libertad y dejando arrinconadas muchas cuestiones que siguen siendo muy relevantes para el futuro. Unos días después del acto de presentación, Jiménez Villarejo, magnífico prologuista y presentador del libro de López Raimundo en la Universitat Pompeu Fabra, escribía en la prensa que no podrá considerarse superada la dictadura franquista mientras no se aclare el destino de las treinta mil personas que desaparecieron bajo el régimen fascista, y cuyo olvido se sancionó en la transición de finales de los años setenta. No es un asunto menor que miles las personas continúen yaciendo en las cunetas de las carreteras o en las tapias de los cementerios: los desaparecidos siguen siendo una cuestión que no puede olvidarse. Con rigor, Jiménez Villarejo citaba el texto de la ONU: «Todo acto de desaparición forzosa será considerado delito permanente mientras sus autores continúen ocultando la suerte y el paradero de la persona desaparecida y mientras no se hayan esclarecido los hechos».

De manera que sigue pendiente la rehabilitación jurídica de todos los perseguidos por el franquismo: el país sabe que aún no se han declarado nulos los procesos que llevaron a la prisión o a la muerte a tantos ciudadanos. Sigue siendo necesaria una comisión de investigación de los crímenes franquistas, como planteó Amnistía Internacional. En la misma dirección apuntada por Jiménez Villarejo, insistía López Raimundo en las palabras que escribió y que fueron leídas en el reciente acto realizado en el Palau de la Generalitat de reconocimiento a su trayectoria política y humana, palabras que, de haberse podido incluir, hubieran completado el libro, que, como ha señalado su autor, es su contribución al setenta aniversario de la fundación del partido de los comunistas catalanes. López Raimundo, ha reunido así un libro, a propósito del PSUC, que celebra ese aniversario en la seguridad de que su partido va a continuar siendo fiel a los postulados revolucionarios que movieron a fundarlo en los días del inicio de la guerra civil española.

Gregorio López Raimundo,
Para la historia del PSUC
Barcelona, 2006, Ediciones Península.