En el curso de su historia Iraq nunca había conocido una fuga de cerebros tan importante como la producida después de la invasión estadounidense en 2003. Esto se ha acelerado sobre todo con los asesinatos selectivos y los secuestros que han tenido como objetivo específico los/as médicos/as y los/as profesores/as universitarios los de todas las […]
En el curso de su historia Iraq nunca había conocido una fuga de cerebros tan importante como la producida después de la invasión estadounidense en 2003. Esto se ha acelerado sobre todo con los asesinatos selectivos y los secuestros que han tenido como objetivo específico los/as médicos/as y los/as profesores/as universitarios los de todas las disciplinas científicas. Las estadísticas dan una cifra que se acerca a los tres mil (3.000) profesores de Universidad, la mayoría de los cuales están adscritos a Universidades occidentales y se dedican a disciplinas poco frecuentes. Por otra parte, las fuerzas de ocupación y las milicias armadas han eliminado a cerca de trescientos (300) universitarios.
Esta situación ha llevado al cierre de muchos Departamentos científicos y de las filiales de estudios superiores en las universidades iraquíes, lo que forma parte de la estrategia establecida y seguida por la ocupación desde la invasión con el objetivo de someter a los iraquíes, pero también de destruir Iraq e impedir su reconstrucción.
También es el resultado de la ausencia de normas científicas claras en la contratación de los y las docentes, y de la conducta impuesta por los partidos religiosos que gobiernan el país en favor de sus propios candidatos. Los criterios de contratación basado en un expediente científico confeccionado con títulos, competencia, experiencia y otros criterios han desaparecido por completo.
La falsificación de títulos y de otros documentos científicos se ha convertido en moneda corriente con la multiplicación, por todo el mundo, de universidades que ofrecen enseñanza a distancia y conceden títulos universitarios simplemente pagando los derechos de matrícula. En todo caso, son poco exigentes con las condiciones de matrícula, el expediente previo de los estudiantes y la solidez de sus conocimientos científicos. Gran cantidad de estudiantes de estas universidades son responsables políticos iraquíes, miembros del Parlamento y dirigentes de los partidos en el poder, convencidos de que su paso por estas universidades les da un derecho de acceso a los puestos de mando y a la función pública.
La huida obligada de los y las científicos que al mando de las instituciones de enseñanza antes de la ocupación y su sustitución por personas incompetentes vinculadas a partidos confesionales constituye la razón principal de las graves dificultades que actualmente padece la enseñanza superior en Iraq. Esta cuestión tiene múltiples dimensiones, científica, económica, social y política.
En el plano científico, el hecho de despojar a un país de sus expertos constituye lisa y llanamente una catástrofe para su futuro ya que dificulta su progreso y lo condena al subdesarrollo. En lo económico supone una pérdida incalculable dada la importancia de las inversiones realizadas en la formación de estos expertos, sin contar con el papel político que esta elite habría podido desempeñar. Por último, las universidades iraquíes han perdido su función de crisol social en el que se funden las diversas capas y confesiones de la población, y se han convertido en el terreno privilegiado de la confesionalidad y del sectarismo.
El Dr. Basim al-Janabi es catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Bagdad. Obtuvo su doctorado tras la ocupación y casi pierde la defensa de su tesis porque fue detenido. Abandonó Iraq en 2006 y ahora vive en Amán. Mantiene estrecho contacto con sus compañeros. Actualmente trabaja en una propuesta sobre formación de profesorado con compañeros de la Facultad de Educación de la Universidad de Bagdad.
http://www.brussellstribunal.org/Newsletters/Newsletter7SP.htm