Traducido del francés para Rebelión y Tlaxcala por Rocío Anguiano
El pasado 22 de febrero, varios explosivos destruyeron la cúpula de la mezquita chií de Samarra. ¿Se pelearán los chiíes y sunníes de Iraq entre ellos en lugar de luchar contra los usamericanos?
Chiíes y sunníes son dos corrientes religiosas dentro del Islam que presentan algunas diferencias, igual que los católicos y los protestantes en el cristianismo. Sin embargo, frente a lo que nos cuentan los medios de comunicación, las protestas de los centenares de miles de iraquíes no iban dirigidas contra los símbolos sunníes. El lema común era «No a Estados Unidos, no al terrorismo». A menudo chiíes y sunníes han descargado juntos su ira sobre las banderas usamericanas. Según la BBC, y la información fue retomada a continuación por otros medios, el clérigo radical Muqtada Al Sadr habría hecho un llamamiento a vengarse contra los sunníes. La verdad es exactamente al contrario. «Ni un sunní hará algo parecido» dijo y llamó a vengarse contra la ocupación usamericana. Todos los dirigentes chiíes en Iraq, el Líbano e Irán acusaron de inmediato a los ocupantes del atentado con bomba. Asimismo explicaron que sería un «pecado grave» pagarlo con los sunníes. Ni una sola de las manifestaciones espontáneas iba dirigida contra una mezquita sunní. En Sadr City, el barrio pobre chií de Bagdad, la manifestación protestaba mayoritariamente contra la ocupación (1).
Es cierto que ha habido algunos atentados contra mezquitas sunníes. Y en las 48 horas siguientes al ataque de la mezquita, fueron asesinados doscientos iraquíes. Pero parte de esos atentados ya se habían producido antes del de Samarra. Y varios de ellos incluso se efectuaron, a todas luces, en presencia de la policía. El diario británico The Times (23-2) publicó que tras el ataque armado contra la mezquita sunní de al-Quds, en Bagdad, un grupo de hombres armados montó en seis vehículos y se fue escoltado por soldados de la guardia nacional iraquí (2).
¿A quién benefician estos atentados?
«La primera pregunta en torno a este atentado es la siguiente: ¿A quien beneficia?» escribe el periodista estadounidense Dahr Jamail. El Primer Ministro británico Tony Blair explicó que los que habían cometido el atentado contra la mezquita dorada «solo tenían un motivo: promover la violencia entre dos comunidades religiosas para desestabilizar la democracia iraquí» ¡Qué cinismo! Hace menos de un año, dos agentes secretos británicos fueron detenidos por soldados iraquíes que no sospechaban nada. Los dos agentes llevaban encima bombas y detonadores. Se les acusó de haber intentado provocar conflictos religiosos poniendo bombas en las mezquitas. Pero el ejército británico destruyó la prisión y liberó a los dos hombres (3).
Se podría pensar que tales provocaciones son obra de los ocupantes usamericanos y británicos: ¿Acaso no ha impuesto Estados Unidos una constitución a Iraq que divide el país por religiones y culturas? ¿El dominio de Estados Unidos en la región no sacaría partido de la estrategia de «dividir para reinar», gracias a la cual las contradicciones se agudizarían hasta el punto de provocar una guerra civil? El supuesto «peligro de guerra civil» ha de servir para justificar la ocupación. La única forma de detener las provocaciones evitando una escalada hacia la guerra civil sería acabar definitivamente con la ocupación.
Un atentado que huele a chamusquina
En Samarra impera el toque de queda de 20 h. a 6 h. Según un testigo ocular, la tarde anterior al atentado había movimiento alrededor de la mezquita. Hombres uniformados de policía permanecieron allí hasta el día siguiente. El propietario de un cibercafé declara que policías iraquíes y usamericanos le ordenaron que esa tarde no saliera. El hombre vio como vigilaban los alrededores de la mezquita durante toda la noche. A las 6:30 h. se fueron. Diez minutos después explotaba la cúpula. (4).
El atentado era obra de especialistas, declaró el Ministro iraquí de la Reconstrucción, Jassem Mohammed Jaafar. Se perforaron los cuatro pilares principales del mausoleo y se rellenaron cuidadosamente con explosivos que se accionaron a distancia. Jaafar añade que los autores necesitaron al menos doce horas de preparativos (5). ¿Cómo se explica entonces que los usamericanos y los policías iraquíes no intervinieran?
Atentados perpetrados por comandos uniformados
De los atentados de Iraq se culpa automáticamente a «al-Qaeda», pero ¿qué papel desempeñan en ellos los servicios secretos usamericanos y británicos?
Pol De Vos (6)
Las mezquitas chiíes saltan por los aires a causa de las bombas. Numerosos chiíes son victimas de ejecuciones extrajudiciales. Un bando debe creer que son los radicales del otro bando los que asesinan a los suyos. Muchos atentados son, sin duda, obra de grupos extremistas. Pero otras muchas ejecuciones y atentados son obra de comandos que llevan el uniforme de la policía.
¿Se trata de grupos incontrolados que campan a sus anchas dentro de la policía? No, resulta que han sido formados por el ejército usamericano y la CIA. Esto es lo que escribió el periodista Max Fuller. En enero de 2005, seis unidades de comandos especiales estaban activas. Su formación había corrido a cargo de veteranos usamericanos. Entre otros, por ese personaje clave llamado James Steele. Este hombre inició su carrera en las Fuerzas especiales usamericanas en Vietnam. Después fue jefe de operaciones secretas de Estados Unidos en la guerra civil en El Salvador.
Otro de estos personajes es su colega Steven Casteel, que adquirió su experiencia en Colombia, donde organizó el escuadrón de la muerte llamado «Los Pepes». Este grupo constituía el núcleo de varios miles de mercenarios de extrema derecha en Colombia. Los asesinos de «Los Pepes» hacían que se les enviaran las listas de personas a eliminar a través de la embajada de Estados Unidos, centro neurálgico de sus intervenciones. Este tipo de apoyo es típico en programas de la CIA. Listas de varios miles de nombres condujeron a una interminable serie de asesinatos «que nada tenían que ver los unos con los otros» (7).
Gran parte de lo que se llama la violencia étnica en Iraq se enmarca dentro de este tipo de operaciones auspiciadas por la CIA. Una estructura sofisticada que consiste en un centro de operaciones con mando central. Todo ello desde el cuartel general de las unidades especiales de intervención de la policía iraquí.
(1) Sami Ramadani, The Guardian, 24 de febrero.
(2) Ibidem.
(3) Who Benefits? Dahr Jamail’s Iraq Dispatches. http://dahrjamailiraq.com/weblog/archives/dispatches/000365.php
(4) Mike Whitney, The Smoking Gun, 26/2, www.uruknet.info?p=21034
(5) http://news.yahoo.com/s/afp/20060224/wl_mideast_afp/iraqunrestsamarrabombing, 24/2
(6) Pol De Vos se basa en el artículo excelentemente documentado de Max Fuller: Crying Wolf: Media Disinformation and Death Squads in Occupied Iraq, noviembre de 2005.
(7) Véase la base de datos elaborada por Ralph McGehee (http://www.serendipity.li/cia/death_squads.htm).
http://www.michelcollon.info/articles.php?dateaccess=2006-03-08%2009:00:11&log=invites
Rocío Anguiano es miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística (www.tlaxcala.es). Esta traducción es Copyleft.