Recomiendo:
0

Tras los atentados de Nayaf y Karbala

¿A quién favorecen?

Fuentes: IraqSolidaridad

Muchos agentes internacionales, regionales e internos pueden estar detrás o verse interesados en este tipo de acciones de violencia indiscriminada. En ningún caso, la resistencia iraquí

El pasado día 19 de diciembre morían en atentados en santuarios shi’íes de Karbala y Nayaf 66 iraquíes. Los atentados han sido adjudicados por parte de los ocupantes, instancias colaboracionistas y partidos confesionales shi’íes vinculados a EEUU (ad-Dawa y el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq) a la red de al-Qaeda en Iraq y a seguidores del depuesto régimen, indistintamente. Buena parte de los grandes medios de comunicación internacionales y del Estado español han dado por buena la argumentación de la Administración Bush y del gobierno colaboracionista de Allawi de que estas brutales matanzas forman parte de una campaña de intimidación contra la comunidad shi’í por parte de la sunní, la cual, opuesta a la celebración de las elecciones de enero de 2005, teme perder sus supuestas prebendas disfrutadas durante las décadas de gobierno de Sadam Husein. Claramente, con se pretende identificar desvergonzadamente, recurriendo a un estereotipo falso e indigno, a los sectores y formaciones iraquíes que rechazan el proceso electoral impuesto por la Administración Bush con una minoría preocupada por preservar sus privilegios.

Lo contrario será probablemente más cierto: quienes apoyan y quieren participar en las elecciones del 30 de enero de 2005, son quienes imaginan poder sobrevivir y medrar -también enriquecerse, claro está- a la sombra de EEUU, imponiendo con ello al país un modelo de reparto limitado de cuotas de poder según criterios confesionales y étnicos que es la antítesis del proyecto democrático que se afirma impulsar para Iraq desde Washington y Londres.

Pero, en cualquier caso, la realidad es bien distinta, y de difícil asimilación para ocupantes y colaboracionistas, hundidos ya hasta el cuello en una abierta y generalizada guerra insurgente: un amplio espectro político, comunitario y social en Iraq -no exclusivamente sunní- rechaza las elecciones por cuanto se han de celebrar bajo ocupación y son una imposición de EEUU, cuya Administración pretende con ellas asentar el proceso de legitimación internacional e institucionalización interior de la tutela extranjera sobre el país [1].

La realidad es, ciertamente, bien distinta: la división, la línea roja que separa realmente a unos iraquíes de otros no es su adscripción religiosa o étnica, sino el aceptar o rechazar la ocupación. Y a EEUU y a la instancias colaboracionistas iraquíes bien les interesa que tal fractura se ahonde.

¿A quién benefician?

Los atentados de Karbala y Nayaf han de ser explícitamente condenados; como han de ser también categóricamente rechazadas las argumentaciones con las que se pretenden justificar la prolongación de la ocupación y legitimar el proceso en curso de secuestro de la soberanía de Iraq.

Como indicaba Imán Ahmad Jamás durante su reciente gira por el Estado español [2] (un éxito en todos los sentidos) la pregunta a formularse tras este tipo de acciones indiscriminadas es ¿a quién benefician? Y la respuesta es inmediata: a quienes las utilizan para desligitimar a la resistencia militar y civil contra la ocupación categorizándola de terrorismo, cuando se trata de un fenómeno esencialmente interior y popular de lucha legítima contra la ocupación; a quienes agitan el fantasma del peligro de guerra civil para justificar la presencia indefinida de tropas extranjeras en el país y la tutela neocolonial de sus habitantes; a quienes pretender utilizar el sufrimiento y el dolor de las víctimas para medrar a la sombra de los ocupantes, convirtiéndose en una nueva oligarquía rentista a la vieja usanza; a quienes pretenden desestructurar socialmente Iraq -un país plenamente integrado hasta el día de hoy- y con ello favorecer su debilitamiento o desaparición como Estado, bien para apropiarse más cómodamente de sus recursos, bien para salvaguardar la preeminencia estratégica de Israel en Oriente Medio; a quienes imaginan que abocar a los iraquíes a la división confesional o étnica -convertir Iraq en un nuevo espacio árabe cantonalizado- favorecerá la ampliación de su área de influencia en la región y sus intereses políticos y económicos.

Como se ve, muchos agentes internacionales, regionales e internos pueden estar detrás o verse interesados en este tipo de acciones de violencia indiscriminada. En ningún caso, la resistencia iraquí. El texto adjunto de la API, una de las corrientes de la resistencia iraquí, así lo expresa claramente.

Nota:

1. Véase en IraqSolidaridad: Un amplio abanico de fuerzas sociales y políticas anuncian el rechazo de las elecciones de enero de 2005 – Declaración del Congreso Fundacional Nacional Iraquí llamado al boicot de las elecciones
2. Véase en IraqSolidaridad: Gira de Iman Ahmad Jamás por el Estado español organizada por la CEOSI

www.nodo50.org/iraq