Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Puedo ya decir que estas líneas van a desgarrarme viva… sólo con evocar la palabra Abuela me inundo de emociones… y de recuerdos.
Yo amaba a mi abuela con todo mi corazón… para mí, ella era joven y vieja al mismo tiempo… me transmitía cientos de historias… Adoraba sus paradojas: su inocencia y su profunda sabiduría, su risa tan alegre, que le salía del corazón, y su ahogada pena, su fragilidad y su fortaleza, cuando sabía ceder y cuando se mantenía firme, su debilidad y su fuerza…
Mi abuela era para mí una fuente inagotable de confort, de calma, de cordialidad, de afecto, de amor, de poder y de bendiciones… siempre rezaba por nosotros, por todos nosotros, sus nietos, y rezaba por mí…
La recuerdo en diferentes momentos de su vida, también cuando ya era mayor, cuando no podía caminar, no era vieja aún, sólo tenía apenas 70 años, pero había visto demasiadas cosas en la vida y había pagado un peaje muy duro…
Falleció justo antes de 2003 y a pesar de lo mucho que me duele decirlo, me alegro de que así fuera… no quiero ni pensar que hubiera tenido que soportar esta cruel y bestial ocupación, que no ha respetado a nadie, ni siquiera a los ancianos… ni siquiera a nuestros mayores, a nuestros abuelos, a nuestras abuelas…
La gente tiene la memoria muy corta pero yo no… todo está impreso en imágenes en mi mente, vívido, latente y plagado de cicatrices…
Hombres ancianos a los que se les arrancan las ropas, a los que se les hace arrodillarse en ropa interior delante de toda su familia… ellos, los patriarcas y los guías de la familia… desnudados… detenidos, torturados, electrocutados… y en algunos casos asesinados…
Mujeres ancianas humilladas, traumatizadas y en muchos casos abandonadas, sin familia que las cuide… sin hijos ni hijas… por ahí están aún, desde vuestra liberación, pidiendo limosna por Bagdad, Ammán y Damasco, durmiendo en el suelo, sobre viejos colchones mohosos cedidos por caridad, muchas de ellas enfermas, sin el menor cuidado médico, sentadas junto a su soledad, llorando sus recuerdos en húmedas y sucias habitaciones esperando la muerte… deseando su abrazo final…
Me alegro de que mi abuela no tuviera que vivir ninguna de esas experiencias…
¡Cuán misericordiosa puede ser la muerte en ocasiones… y cómo el mundo «civilizado» ha hecho de la muerte una salvación… para algunos… mientras ellos la rehuyen, con cobardía, miedo y ansiedad, anegados en alcohol, drogas y sexo…!
Una cultura «civilizada» que sólo rinde culto a las formas y a los cuerpos que pueden fabricar como robots… utilizarlos y maltratarlos, para ser después arrojados, tirados por los pasillos de residencias y hogares para viejos, a los que nadie visita y por los que nadie se preocupa…
Una cultura «civilizada» que rinde culto a los cuerpos jóvenes, a las líneas de productos de consumo y pornografía de consumo… a la industria del beneficio y de conseguir lo máximo en el más corto tiempo posible… donde las mujeres de treinta años parecen objetos de trapo gastados de tanto exhibirse… y donde las mujeres de setenta años son desechadas por haber transcurrido su «fecha de caducidad»… abandonadas y solas…
De esas tierras de degenerados, pervertidos, delincuentes juveniles y sádicos que no se han lavado en semanas, armados de granos, revistas pornográficas y todas las armas del mundo «civilizado»… que caminan alrededor como Rambos, masturbándose a la vista de la sangre de los «sucios árabes»… meándose, cagándose y disparando en su camino en medio de su misión civilizadora… su misión por la libertad… y la democracia, como esos viejos misioneros que violaban a las nativas en nombre de Dios. Porque estas gentes impías no tienen dioses, son sucios, atrasados, lujuriosos, ignorantes y por eso estáis a punto de liberarlos con vuestra orina, vuestra mierda, vuestra sodomía, vuestras violaciones, torturas y asesinatos…
Como hacéis en Bagdad, como hacéis en Mosul, como hacéis en Anbar, como hacéis en Basora…
Basora
¿Qué no habrá visto Basora cuando esos degenerados de Su Majestad llegaron desfilando? Esos hijos de perra venidos directamente desde Sodoma y Gomorra, reclamando otra vez la gloria de Britania para gobernar las olas y arenas del desierto…
Por fin, las viejas y podridas aspiraciones colectivas de las putas sifilíticas del Imperio que se lavan una vez al mes, los partisanos de la sodomía como modo de vida, los turistas de la buena y vieja Common Wealth: «Hey, ¿dónde podemos pasarlo bien jodiendo a los locales…?
Finalmente, las antiguas aspiraciones colectivas se han convertido en realidad, una vez más, en Iraq…
Sabiha Khudur Talib
Una abuela de 62 años de Basora es una testigo muerta de todo eso…
Para que no haya equivocaciones sobre el particular, nuestros muertos hablan… y hablarán hasta el día del Juicio Final… volverán a contar sus historias de horror, igual que hacía mi abuela en los días de invierno, sentada junto a su cocina, donde el té iraquí se iba cociendo lentamente sobre las rojas ascuas silenciosas…
No se equivoquen, porque estarán testificando hasta el Día del Juicio Final
Sabiha Khudur Talib
No podéis pronunciar su nombre extranjero… un nombre que se ha convertido en extraño incluso en su propia tierra… un nombre cuyo sonido y vocales os rehuyen… corriendo como balas delante y detrás de vosotros….
Sabiha Khudur Talib
El cuerpo de la señora Talib fue arrojado al borde de una carretera en el interior de una bolsa negra británica de guardar cadáveres en noviembre de 2006. Había un agujero de bala en su abdomen y su cara tenía heridas fruto de la tortura… Ví su cuerpo vestido con una dish-dash [una túnica de una pieza] marrón, con los pies desnudos y las manos con las marcas de las esposas. Vi las huellas de la tortura en el cuerpo de la víctima. Vi la entrada de una bala en el abdomen…»
Sabiha Khudur Talib
«Un portavoz del Ministerio de Defensa declaró que había resultado alcanzada durante un tiroteo con motivo de un ataque y que murió después en un hospital militar. Pero las declaraciones de su familia, de que estaba en casa durante el ataque, afirman que después del tiroteo fueron testigos de cómo varios soldados británicos se llevaban viva a la Sra. Talib».
Sabiha Khudur Talib
«Mi madre me agarró y me empujó hacia una esquina donde me abrazó estrechamente. Como los disparos parecían venir de todas partes y ambas estábamos expuestas fue un milagro que no nos alcanzaran. No me atreví a moverme y recuerdo que mi madre empezó a rezar… Después de unos veinte minutos, los disparos terminaron y los soldados británicos entraron en la casa. Un soldado me apuntó con un rayo láser e inmediatamente levanté las manos para que no me disparara. Un soldado me agarró por el cuello, me levantó y me lanzó de cara contra el suelo. Los soldados tenían linternas y en ese momento vi a mi hermano Karim sentado contra la pared. Estaba tranquilo y vi sangre a su alrededor. Era obvio que estaba muerto… Mi madre empezó a llorar y a suplicar a los soldados, y gritaba mi nombre y el de mi hermano. Aunque los gritos me apenaban al menos sabía que estaba viva… Cuando estaba arrodillada en el suelo oí a mi madre llamándonos a mí y a Karim. Miré hacia arriba y vi cómo cuatro o cinco soldados llevaban violentamente a mi madre que pasaba a un par de metros de mí. La llamé gritando. Pude ver cómo mi madre trataba de ponerse una manta alrededor de las piernas. Podía ver su cuerpo y no aprecié señales de heridas. No podía creer que estuvieran tratando a mi madre de esa forma… Estaba muy angustiada por ella, pero al menos podía ver que no estaba herida. Entonces ví como un soldado la golpeaba en la espalda con la culata de un rifle. Los soldados le arrancaron la manta de las piernas, la envolvieron con ella y la empujaron hacia el vehículo. Ví todo eso claramente mientras estaba arrodillada…» [1]
Sabiha Khudur Talib
Cubría sus piernas con una manta, por modestia… modestia para protegerse de los brutales animales extranjeros… que se la llevaban en dishdasha, en camisón…
La abuela solía ponerse también dishdasha, como la mayoría de las mujeres mayores iraquíes… era gruesa y suave y olía a ámbar y a rosas… pero cuando un extranjero vino a la puerta de su casa, él se metió ya en territorio extranjero… porque esa era su casa, sus orillas, sus fronteras… por eso cubriría su dishdasha con algo más… para salir de lo hogareño y familiar… era su callado uniforme, su equipo de combate…, al igual que Sabiha Khudur Talib, que cubrió sus piernas con una manta… intentando proteger a sus seres queridos, a los que dejaba atrás.. en su hogar, en su territorio, en su tierra…
Llamamos a eso el «horma» del hogar, la santidad del hogar y de las mujeres, especialmente de las mujeres mayores que han llevado tantas obligaciones y deberes sobre sus hombros como una cruz… hasta el día… hasta el último minuto de sus vidas, hasta el último minuto de su muerte…
Y los que han violado ese «horma», los que lo han hecho, no serán perdonados ni olvidados nunca…
Busqué desesperadamente una vieja canción tradicional iraquí «Dishdasha nili» (dishdasha azul oscuro) que mi abuela solía cantar sentada junto al fuego del hogar… pero no pude encontrarla. Por eso me he conformado con esta en su lugar… [2]
Es una canción que realmente evito escuchar, no voy a explicar por qué… pero hoy me obligué a mí misma a escucharla, al menos diez veces… quizá yo también necesito colocar la santidad del hogar alrededor de nuestros queridos mayores, la fuente de sabiduría, amor, calidez y, sobre todo, continuidad… incluso aunque sea a través de una canción en una lengua extranjera.
Una lengua extranjera cuyas vocales no domináis y que corre delante y detrás de vosotros como balas, como balas hasta el Día del Juicio Final.
N. de la T.:
[1] Extracto del artículo «UK troops executed Iraqi grandmother«, que puede leerse completo en:
[2] Se trata de la canción «La mamma», de Charles Aznavour. Puede escucharse en Youtube: http://www.video4viet.com/
Fuente: http://arabwomanblues.