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Tercera réplica a Rosa Guevara Landa

Abrir la realidad a otras posibilidades es tarea de rebeldes

Fuentes: Rebelión

«La ciencia es la máquina de creación de realidad más potente de cuantas haya ideado la humanidad. Y esa realidad ideal que la ciencia fabrica sin tregua es la realidad ideal para el dominio, el control y el sometimiento de las gentes y de la naturaleza. De ahí la urgencia -incluso la necesidad- política de […]

«La ciencia es la máquina de creación de realidad más potente de cuantas haya ideado la humanidad. Y esa realidad ideal que la ciencia fabrica sin tregua es la realidad ideal para el dominio, el control y el sometimiento de las gentes y de la naturaleza. De ahí la urgencia -incluso la necesidad- política de desbaratar el discurso científico y su retórica de la verdad para abrir así la realidad a otras posibilidades, para alumbrar otros modos de poder ser»

Archipiélago, 20. Carpeta El cuento de la ciencia, 1995.

Apreciada Rosa (sí, no era una fórmula vacía):

Tú nueva réplica me reafirma en mi convencimiento de que este no es tu terreno. No creas que te lo digo con afán descalificador, ni mucho menos. Vivimos en una sociedad compleja en la que por desgracia no faltan frentes de batalla y no se puede estar en todos y conocerlos todos en profundidad.

1. Respecto a las citas, opto por darte la referencia y con ello el contexto, con el ánimo de que de ese modo puedas comprender mejor la idea que quieren trasmitir:

  • Galimberti, Humberto. La voluntad de dominar. Archipiélago, 20,1995.

  • Lizcano, Emmanuel. Ciencia e ideología. Diccionario crítico de las Ciencias Sociales: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/C/ciencia_ideologia.htm.

Yo no hablo de científicos-ideología; tampoco lo hace Lizcano ni ningún otro de los que he venido citando, ni de los que encontrarás en la carpeta de Archipiélago que encabeza este texto. Hablo -hablamos- de ciencia-ideología. ¿Es posible que alguien a estas alturas no sepa quién pone mayoritariamente el dinero necesario para la investigación? Me refiero a la investigación que produce resultados jugosos para el capital. En el caso de la investigación bio-médica está muy claro: las multinacionales farmacéuticas. Como bien explica Pascual Serrano, «el mercado infesta todos los intersticios de nuestro sistema sanitario» [2]. Pero no solo es cuestión de dinero. ¿Es casualidad que las aberrantes propuestas de Darwin aparecieran en un contexto social dominado por las teorías sobre eugenesia, libre mercado y otras lindezas de Malthus, Spencer o Galton? [3].

2. Creo que si hubieses consultado el enlace que aporté al hablar de los fundamentalistas científicos [4] te habrías percatado de que no me refería a los científicos en general, sino a un colectivo concreto representado en España básicamente por el Círculo Escéptico y la Alternativa Racional a las Pseudociencias, que te invito a investigar: descubrirás que no son otra cosa que un grupo de retrógrados intelectuales que defienden a capa y espada el statu quo y los intereses de poder globales.

Claro que hay científicos rigurosos, honestos e incluso rebeldes. ¿En quién crees que me apoyo para reflexionar y aprender lo que llevo años compartiendo y planteando desde mis artículos, conferencias y libros? Todas tus objeciones, de la A a la G, son las mismas que yo les hago a esos grupúsculos, como podrás comprobar si accedes al artículo que te cité.

3. Mezclas cosas muy heterogéneas en tu cadena de preguntas:

«¿Alternativas al modelo médico dominante?» Obviamente me refiero a otros modelos médicos posibles; personalmente defiendo un modelo plural en el marco de un sistema de salud público (el actual no lo es puesto que mantiene una fuerte dependencia de la industria), descentralizado, gestionado por la ciudadanía.

«¿Las corrientes antivacunas?» Aquí hay una doble confusión: primero, una corriente no es un modelo médico, no mezclemos; segundo, la mayoría de las personas y colectivos que desde los grupos mediáticos y desde los representantes del modelo médico dominante son tildados de «antivacunas» no lo son, son personas críticas con las vacunas, personas que exigen vacunas seguras y eficaces, y por lo tanto son provacunas, no antivacunas. Dicho esto, sí que hay una pequeña minoría de personas -médicos incluidos- que sí son realmente antivacunas, pero no porque las vacunas sean tóxicas (que lo son) ni porque sean un negocio (que lo son) ni porque sean peligrosas e inseguras (que también lo son) sino porque no tienen sentido bio-lógico en su concepto de salud y enfermedad [5].

«¿Las que negaron y niegan la existencia del SIDA?» Otra doble confusión: primero, como en el caso anterior, las personas y colectivos a las que aludes no constituyen un modelo médico, de hecho hay entre ellas representantes de diversos modelos médicos, incluyendo el modelo dominante; segundo, esos colectivos -de médicos, científicos, activistas, periodistas de investigación, afectados- no niegan «la existencia del SIDA». El tema es complejo porque hay diferentes corrientes con planteamientos distintos, pero en lo sustancial nadie niega que existan los problemas de salud que oficialmente se han etiquetado como «SIDA».

Eso sí, al menos algunas de esas corrientes analizan críticamente toda la versión oficial del SIDA y plantean y argumentan sus conclusiones: nadie ha presentado pruebas del aislamiento del VIH, por ese motivo y por otros los tests no son válidos, los protocolos empleados en el marco del SIDA -supuestos recuentos de defensas y supuestas mediciones de carga viral- son fraudulentos, los productos empleados contra el VIH son tóxicos a medio o largo plazo, y una larga cadena de errores y mentiras [6].

4. «¿Qué cosas he reproducido?»

Iniciaste el artículo El lado oscuro, crematístico y criminal de las pseudociencias -que dio pie a este intercambio- diciendo que tomabas pie en un artículo de Javier Salas publicado en El País [7] y efectivamente lo citabas ampliamente como «ejemplo reciente de los desastres que estoy apuntando»: el grueso del artículo estaba de hecho dedicado a comentar las citas. El tono y los comentarios no dejan lugar a dudas: haces tuyo el discurso. Y puesto que no has contrastado la noticia, haces tuya la manipulación, los errores y las falsedades de la noticia.

Yo te he contestado citando casi exclusivamente la documentación judicial y en concreto la declaración del oncólogo de Mario, que exculpa totalmente al profesional denunciado ya que manifiesta que dio el visto bueno a sus recomendaciones.

Entonces pregunto: ¿qué hay de «desenfocado» en mi explicación? ¿Qué es lo que te parece «impropio de un compañero de mirada crítica»? Entra en ello por favor.

5. Las varias menciones y preguntas relacionadas con lo que denominas «cuentistas con cuentos sin ningún fundamento que sacan tajadas» asumiendo una vez más el discurso de los citados pseudoescépticos extremistas en su cruzada contra cualquier cosa que ponga en peligro la hegemonía del modelo médico moderno, farmacológico, reduccionista, mecanicista, industrial y deshumanizado, darían para un debate aparte que tendría mucho gusto en mantener. Solo apuntaré unos pocos elementos:

  • En el estudio Death by Medicine, realizado en 2001 por un grupo de investigadores a petición del Nutrition Institute of America se estimaba que el número de personas muertas por causas iatrogénicas era de 783.936; los autores decían: «es evidente que el sistema médico americano es la principal causa de muerte y lesión en Estados Unidos» ya que en ese mismo año las muertes por enfermedades del corazón fueron 699.697 y la mortalidad por cáncer 553.251.

  • El estudio añade que durante ese año 2001 se hospitalizó a 8,9 millones de personas sin necesidad y que 2,2 millones de enfermos sufrieron reacciones adversas durante su estancia en el hospital a causa de los medicamentos que se les prescribió. De hecho, el Dr. Peter Gøtzsche, fundador de la prestigiosa Colaboración cochcrane afirma en su libro Medicamentos que matan y crimen organizado, que los fármacos son la tercera causa de muerte.

  • Ya en 1994, el artículo titulado El error en medicina calculaba en 180.000 las personas que morían por yatrogenia en hospitales cada año, cantidad que su autor, el Dr. Lucian Leape corrigió tres años más tarde para situarla en 420.000 sin contar las personas que morían por efectos adversos en sus hogares.

  • Un estudio publicado en el Journal of American Medical Association advertía que cada año se producen en Estados Unidos 225.000 muertes causadas por el sistema médico incluyendo 106.000 muertes por fármacos aprobados por la Food and Drugs Administration y correctamente prescritos.

  • En Inglaterra y Canadá se han publicado estudios similares. El University College de Londres estimó en 2001 que 70.000 pacientes morían cada año como resultado de «incidentes adversos» durante su estancia en hospitales. Por su parte la Universidad de Calgary supervisó un estudio en Canadá que concluyó que se habían producido durante el año 2000 unas 23.000 muertes hospitalarias evitables.

  • Un estudio reciente del British Medical Journal concluía que entre dos y cuatro millones de personas habían experimentado daños graves o fatales por reacciones adversas a medicamentos.

  • Durante las últimas décadas ha aumentado el número de enfermedades, en particular las degenerativas, sistémicas y crónicas, además de unas siete mil enfermedades denominadas «raras» que afectan en España a tres millones de personas, en Europa a 27 millones, otro tanto en Estados Unidos y 42 millones en Latinoamérica.

Esto por mencionar únicamente las cuestiones más inmediatas y cuantitativas. El problema cualitativo de fondo es mucho más grave: una medicina que actúa en contra de la naturaleza se ha convertido en hegemónica, no ya porque se imponga en los sistemas sanitarios, sino porque ha impregnado con sus conceptos reduccionistas a gran parte de la población que no concibe otra forma de mirar la salud. Y la base fundamental de esa medicina no es la ciencia, sino un desarrollo muy concreto de la ciencia caracterizada por el reduccionismo, el mecanicismo, la superespecialización, el uso incontrolado de la tecnología… todo esto no sería un problema grave sino fuese por el estatus que ha conseguido en la sociedad moderna y que sitúan en un marco filosófico-ideológico y de lucha, las palabras de Tomas Ibáñez:

«En tanto que la razón científica se ha constituido en la más eficaz retórica de la verdad de nuestros tiempos también debe constituirse en el blanco principal para quienes pretendemos luchar contra los dispositivos de sumisión. Atacar la razón científica es hoy una necesidad, no para acabar con el conocimiento científico sino para romper su funcionamiento como retórica de la verdad» [8].

Notas:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213459&titular=la-ciencia-(en-general)-no-es-un-departamento-servicial-del-capital-y-el-mal-.

[2] Serrano, Pascual. Y el médico sustituyó al sacerdote. Prólogo del libro El rapto de Higea. Mecanismos de poder en el terreno de la salud y la enfermedad. Jesús García Blanca, Barcelona, Virus Editorial, 2009. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=95910.

[3] http://www.somosbacteriasyvirus.com/darwinismosocial.pdf.

[4] http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=1576.

[5] Costa Vercher, Enric y García Blanca, J. Vacunas: una reflexión crítica a partir de la historia de la medicina y de los últimos descubrimientos de la biología. Madrid, Ediciones i, 2016. http://saludypoder.blogspot.com.es/2016/04/vacunas-una-reflexion-critica.html.

[6] García Blanca, Jesús. La Sanidad contra la Salud. Tercera Parte, capítulo 4: Caso SIDA como ejemplo: los límites de la rebeldía. Madrid, Ediciones i, 2015. http://saludypoder.blogspot.com.es/2015/03/la-sanidad-contra-la-salud.html.

[7] http://elpais.com/elpais/2016/02/24/ciencia/1456341289_969832.html

[8] Ibáñez, Tomás. Ciencia, retórica de la «verdad» y relativismo. Archipiélago, 20,1995.

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