Recomiendo:
0

Los escándalos de Irak

Ahora viene la confesión de los fracasos de los medios

Fuentes: Mediachannel.org

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

En julio de 2004, gran parte de lo que quedaba de los pretextos y racionalizaciones para la invasión de Irak por EE.UU. se ha deshecho. La opinión pública se ha vuelto contra la guerra. La prensa está llena de admisiones de «fracasos».

Richard Clarke, el coordinador del presidente Bush para el terrorismo, salió en público con una visión de la guerra como evidencia de un fracaso político. Acusó que no sólo no tuvo nada que ver con la guerra contra el terror, sino que la debilitó.

Experimentados dirigentes militares como el general Anthony Zinni y otros condenaron la guerra como fracaso militar.

Un Comité del Senado en EE.UU. y una comisión dirigida por Lord Butler en el Reino Unido catalogaron amplios fracasos de la inteligencia. Los senadores condenaron lo que calificaron de «pensamiento de grupo».

Estos críticos – incluyendo a la Comisión del 11-S – siguen siendo relativamente limitados en su enfoque al concentrarse en problemas de proceso y defectos organizativos. Pocos consideran el cuadro general o se atreven a hacer responsables directos a los políticos. La Comisión Butler exoneró específicamente al primer ministro Tony Blair.

Los críticos consideran muchas de estas investigaciones como parte de un encubrimiento, no hay signos de una investigación seria que exponga las fechorías cometidas y, lo que es aún más importante, sus consecuencias. En los círculos de la inteligencia, esto se llama una «salida limitada» – una técnica en la que algunas revelaciones son soltadas poco a poco para evitar que haya que revelar otras más devastadoras. El efecto es una ilusión de auténtico candor.

Tomemos The New York Times. El 16 de julio admitió en un editorial que «nos equivocamos sobre las armas». Pero, ¿qué pasó con el resto de su cobertura, que minimizó las víctimas civiles, no mencionó muchas de las razones para la resistencia iraquí, y se quedó atrás respecto a la historia de las torturas en Abu Ghraib? Lo mismo vale para The Washington Post, cuyo defensor del pueblo criticó la minimización de los informes sobre manifestaciones.

En mi película «ADM» que pronto será estrenada ( (www.wmdthefilm.com), basada en mi propio estudio de la cobertura de la guerra, el importante organizador contra la guerra, Leslie Cagan, dice que esa minimización no es el problema: «Lo que no se cubrió decentemente fue el análisis. Lo que estábamos tratando de decir sobre lo que estaba mal con la guerra, por qué nunca deberíamos haber ido a la guerra, por qué era necesario terminar la guerra, lo que la impulsaba – cuál era la fuerza motriz detrás de la guerra. Ese análisis nunca se vio en los medios dominantes».

Orville Schell, jefe del Departamento de Periodismo de la Universidad de California en Berkeley, explicó que eso se debe a que los medios noticiosos «no sólo no investigaron seriamente los motivos de la administración para la guerra, sino que tomaron poco en cuenta la miríada de voces en la prensa on-line, alternativa y mundial que trataba de hacerlo».

El «pensamiento de grupo» citado por el Senado no se limitó a las agencias gubernamentales. Esta apta expresión podría ser fácilmente aplicada a la institución que precisamente está a cargo de examinar las fallas oficiales: los medios.

A la lista de fallas institucionales podemos agregar ahora a la poderosa industria de noticias de EE.UU., que legitimó la guerra y organizó el apoyo público para ella mediante un patrón de información divulgada exageradamente con bombos y platillos y la reducción a un mínimo de las críticas, en la que olvidaron a menudo el periodismo para colocar en su lugar la patriotería.

Ahora, cuando la opinión pública de EE.UU. se vuelve contra la guerra y aumenta la condena mundial de la ocupación, se comienzan a escuchar algunas voces en los medios a medida que su escandalosa complicidad termina por convertirse en un tema.

En circunstancias que unas pocas instituciones mediáticas destacadas reconocen las fallas de su cobertura, probablemente serán seguidas por otras. A pesar del esencial apoyo de los medios para la política exterior de EE.UU., y una propensión de los gerentes de las noticias a seguir la dirección del gobierno al establecer la agenda, el disenso crece y es probable que los mea culpa que se ven ahora en las páginas de The New York Times y de The Washington Post se convertirán en un coro mayor antes de que se forme un consenso para la acción.

Como en la Guerra de Vietnam, lo que fue que un punto de vista minoritario pero resonante hallará su sitio en los medios dominantes y encontrará una amplia aceptación.

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer fue el primero en identificar este proceso, y escribió que «Toda verdad pasa por tres etapas: Primero, es ridiculizada. Segundo, enfrenta una violenta oposición. Tercero: es aceptada como obvia».

El proceso comienza generalmente con unos pocos individuos cuyo escepticismo es recompensado con recriminaciones e incluso rechazo. En el mundo de las noticias, comenzó con el despido de redactores y caricaturistas de periódicos de ciudades pequeñas que se atrevieron a disentir. Pocos periodistas conocidos en el ámbito nacional salieron en su defensa.

El popular presentador de programas de entrevistas, Phil Donahue, fue el próximo, purgado por MSNBC por su programación contra la guerra. La corresponsal más promocionada de esa cadena, Ashleigh Banflied, fue puesta de vuelta y media cuando puso en duda la cobertura de MSNBC en una conferencia en la Universidad Kansas State. Más tarde fue despedida por la cadena.

Poco después, el corresponsal de guerra, ganador del premio Pulitzer, Peter Arnett, fue despedido por decir en la televisión iraquí lo que también decía en la televisión estadounidense – que los militares de EE.UU. estaban subestimando la resistencia iraquí. Ese punto de vista, que ahora ha sido aceptado, fue calificado entonces de traidor y algo peor. Arnett fue primero atacado por Fox News y más tarde fue objeto de una campaña del sitio en la red Free Republic que inundó a los ejecutivos de Fox con exigencias para que lo despidieran.

Los críticos de la guerra no fueron sólo ridiculizados. Fueron ignorados y marginados. El antiguo jefe de la BBC, Greg Dyke, (que fue obligado a renunciar por un escándalo en relación con la información de la BBC que posteriormente resultó no tener fundamento), dijo que de 800 expertos entrevistados en la televisión de EE.UU. durante los preparativos para la guerra y durante la invasión estadounidense, sólo 6 criticaron la guerra. Un estudio de FAIR de 1.716 fuentes en las ondas citadas por las noticias de la televisión en este período reveló que un 71 por ciento apoyó la guerra, mientras que sólo un 3 por ciento se le opuso.

Esta falta de equilibrio en la televisión – el medio que los estadounidenses utilizan para sus noticias – todavía tiene que ser reconocida, explicada o merecer las disculpas indispensables, incluso si algunos periodistas de la televisión comienzan a admitir a regañadientes que se equivocaron. Cuando Christianne Amanpour, de CNN, acusó que su propia cadena y otras fueron amordazadas, ningún corresponsal de la televisión apoyó su acusación o presentó sus propias experiencias. Recientemente, Wolf Blitzer de CNN admitió que «simplemente no fuimos suficientemente escépticos». Dicho sea en su honor, Bill O’Reilly de Fox admitió (no en Fox sino en Good Morning America) que también se equivocó respecto a las ADM.

Estos fracasos de los medios han abierto la puerta a un mercado masivo para contra-relatos y otros medios que ofrecen información alternativa o suprimida. Hablando de la película «Fahrenheit 911» de Michael Moore, George Monbiot, un columnista de The Guardian, dijo: «El éxito de su cinta es un testimonio del fracaso del resto de los medios». El escritor del San Francisco Chronicle, Tim Goodman, aduce que «Fahrenheit 911» está sacudiendo las jaulas del periodismo establecido.

Es una jaula que necesita ser sacudida. Fox ya está bajo ataque en la nueva película de Robert Greenwald «OutFoxed». Para el triplete, espera «ADM».

————

Danny Schechter de News Dissector escribe un blog diario para Mediachannel.org. Su nueva película ADM (wmdthefilm.com) está siendo presentada en festivales. Su libro «Embedded Weapons of Mass Deception» (Prometheus Press) fue el primer libro que examinó los fracasos de los medios en Irak.


© MediaChannel.org, 2004. All rights reserved.