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Novedad editorial

Alejandro Andreassi: Sobre el trabajo y su organización en el fascismo

Fuentes: Rebelión

Ahora que se cumple el 60 aniversario de la liberación de los campos de concentración, de la limpieza que ejecutaron las SS para tratar de borrar sus huellas, el libro publicado por «EL VIEJO TOPO» cobra, si cabe, mayor vigencia que nunca. Andreassi revela la naturaleza perversa del fascismo desde una perspectiva relativamente poco explorada: el mundo del trabajo.

Alejandro Andreassi Cieri

«Arbeit Macht frei» El trabajo y su organización en el fascismo (Alemania e Italia)

 ISBN: 84-95776-84-7

503 páginas

«Arbeit Macht frei» es la frase que sirve para dar título al último libro del historiador Alejandro Andreassi, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, y cuya traducción es: El trabajo os hará libres, lema que aparecía en la entrada del campo de concentración de Auschwitz. Pues bien, sobre el trabajo planea la obra de este autor argentino, sobre la importancia vital de éste en la historia del último siglo como factor esencial de la economía mundial, así como elemento de integración y cohesión social.

Una visión general del trabajo a partir del siglo XX

En el último siglo el trabajo se convierte en objeto de estudio científico. Henry Ford y Frederick Winslow Taylor se convierten así en iconos por sus revolucionarios métodos aplicados a la industria de ese siglo. El trabajo industrial se ve reflejado también el paisaje artístico. Su reflejo deja huella evidente en la literatura social crítica con el capitalismo (Upton Sinclair, Steinbeck), como también en esa literatura que exaltaba al superhombre fascista (Ernst Jünger) o el cine (Metrópolis de Fritz Lang y la satírica Tiempos modernos de Charles Chaplin).

Pero el autor de «Arbeit Macht frei» destaca como el trabajo sobre todo ha servido para definir algo tan importante como la calidad de vida de nosotros los humanos. Y ya no sólo para satisfacer necesidades vitales, sino para establecer el grado de libertad o sometimiento del individuo. En ese sentido, una de las tesis defendidas por Andreassi es que cuando la guerra y el genocidio, dos manifestaciones de barbarie lamentablemente presentes a lo largo del siglo XX, han imitado los métodos de producción masiva y sus ejecutores han adoptado las técnicas propias del productivismo, es cuando ambos fenómenos han alcanzado la más tenebrosa de las eficacias.

Fascismo y capitalismo

La hipótesis central de este ensayo: «en el fascismo se intensifica el carácter central que el trabajo humano posee bajo el capitalismo como mediador social y generador de valor, hasta convertirlo en una categoría que delimitaba a la sociedad reorganizada…»: humanos y sub-humanos, incluidos y excluidos, víctimas éstos últimos de la degradación, la punición y, finalmente, el exterminio. El trabajo se convertía así en esencia de la «naturaleza» humana. Esa identificación del trabajo con la esencia de lo humano expresan la obligada renuncia a alcanzar la libertad. «El fascismo propone colmar, mediante el trabajo, el reino de la necesidad, negando así el concepto de igualdad y de especie humana genérica.»

Las dictaduras fascistas surgidas en el período de entreguerras intensificaron todos los rasgos que el trabajo había adquirido en la civilización del capitalismo. Supieron aplicarlo de modo normativo y coercitivo, hasta el punto de actuar, como decíamos antes, como instrumento de discriminación, represión o eliminación. Fue entonces cuando el trabajo adquirió una connotación inhumana insuperable. Las secuelas de esa práctica se hacen más visibles estos días por las reparaciones que han alcanzado, tras una batalla legal semisecular, los antiguos trabajadores sometidos a un régimen de esclavitud por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Queda pendiente todavía la cuestión de los esclavos del franquismo y del régimen imperial japonés, ya que el uso de prisioneros para trabajos forzados fue algo común en todos esos fascismos.

El libro propone una mirada atrás, tratando de identificar las condiciones y factores que nutrieron en ese aspecto a los fascismos -analizando el contexto cultural y político antes de la primera Guerra Mundial y el período de entreguerras- así como tratando de dar un marco conceptual del trabajo en las dictaduras.

Sirva para culminar este breve la cita de Max Horkheimer: «no se puede hablar de capitalismo sin hablar de fascismo». En una entrevista publicada en la revista El Viejo Topo (septiembre 2004) el autor aclara a este respecto: «El fascismo no es la culminación inexorable del capitalismo, no existe ningún argumento que sostenga una afirmación teleológica. Pero sí es una posible forma de evolución, tal como la historia nos lo muestra y que es específica del capitalismo. O sea que creo, y este es el sentido que le doy y que creo le daba Horkheimer a su frase, que es el capitalismo entendido como civilización, como estructura cultural, y no sólo económica, el contexto que genera en su propia reproducción las condiciones históricas como las que se produjeron en el período de entreguerras y bajo el impacto y crisis provocada por la gran catástrofe que fue la primera Guerra Mundial…»