Por debajo de los discursos oficiales aparecen siempre, enmascaradas pero rastreables, las verdaderas razones. Con cierta frecuencia, al lado de las hermosas palabras para la propaganda se deslizan, inadvertidamente, otras que expresan con claridad la ética y los valores reales de quienes las pronuncian. En una manifestación seguramente espontánea, no controlada y casi jubilosa, como […]
Por debajo de los discursos oficiales aparecen siempre, enmascaradas pero rastreables, las verdaderas razones. Con cierta frecuencia, al lado de las hermosas palabras para la propaganda se deslizan, inadvertidamente, otras que expresan con claridad la ética y los valores reales de quienes las pronuncian.
En una manifestación seguramente espontánea, no controlada y casi jubilosa, como hablando de un negocio redondo, la Secretaria de Estado, Rice, expresó su capacidad para valorar las enormes tragedias humanas con moral de traficante sin escrúpulos. Nada sorprendente. En realidad, Condoleezza, había sido meticulosamente adiestrada para ello. Como evaluadora de blancos nucleares en la época en que los Estados Unidos buscaban afanosamente grietas para romper el equilibrio estratégico de la «destrucción mutua asegurada» con la Unión Soviética, la dulce dama se acostumbró a contabilizar y comparar millones de muertos. Se enfrió toda su sensibilidad humanitaria. Años más tarde como directiva empresarial de máximo nivel aprendió a contabilizar todo como coste-beneficio, y a buscar rentabilidades económicas por encima de toda consideración moral.
Ante el Senado de los Estados Unidos, Condoleezza calificó el tsunami que causó más de 200.000 muertos en Asia de «maravillosa oportunidad» para demostrar el compromiso con la cooperación humanitaria de los EEUU. «Estimo que nos trajo muy buenos dividendos». No es extraño que las decenas de miles de iraquíes muertos sean considerados por Condoleezza el coste ajeno de un presumible buen negocio para los EEUU.
El número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, manifestó hace unos días que reducir las bajas estadounidense en Irak era un objetivo más importante que disminuir las tropas de Estados Unidos en la zona de guerra, y señaló que el incremento de muertos de las fuerzas de seguridad iraquíes es una prueba de que la estrategia funciona. Cuantos más muertos iraquíes menos muertos norteamericanos.
«Estoy más preocupado en disminuir nuestras bajas que reducir nuestros números», afirmó el subsecretario de Defensa, máximo halcón del gobierno Bush, fascista de manual, en entrevista con el programa The NewsHour de la cadena pública PBS. «Y vale la pena decir que desde el primero de junio ha habido más militares y policías de iraquíes muertos en acción que estadounidenses».