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La resistencia en su contexto

Anatomía de la resistencia a la ocupación de Irak por EE.UU.

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Gran parte de la izquierda estadounidense ha sido menos que consecuente en su actitud hacia la ocupación de Irak. Antes de la invasión de marzo de 2003, las calles de EE.UU. metropolitano veían un desfile de disenso e indignación políticos dirigidos hacia el gobierno actual. Pero en el mundo posterior a la invasión la izquierda estadounidense se ha mostrado extraordinariamente ambigua y ambivalente. Cada vez que se enfoca esta aparente inconsecuencia la respuesta retórica es la misma – «nosotros» ya estamos allí así que «tenemos que terminar la tarea» – siempre sigue siendo algo vago lo que es precisamente «la tarea», sin embargo, está íntimamente vinculada a la seguridad de Irak.

En un reciente viaje a Irak, Donald Rumsfeld reiteró la línea de la administración; es decir que EE.UU. supuestamente abandonará Irak cuando los iraquíes sean capaces de aplastar la así llamada «insurgencia». En otras palabras, el motivo por el que EE.UU. invadió Irak fueron las armas de destrucción masiva (ADM), pero la razón por la que se queda ahora es la resistencia. Y de nuevo, los medios han sido tan profesionalmente desdeñosos al examinar las afirmaciones estadounidenses sobre la resistencia como lo fueron sobre las armas.

La tergiversación de la resistencia en Irak por parte de los medios ha sido un componente central en la ideología de la administración Bush para justificar la ocupación. Como poder ocupante, EE.UU. ha pretendido ostensiblemente un deber de proteger al pueblo iraquí contra la inseguridad que irónicamente es provocada por la presencia de EE.UU. A pesar de las numerosas críticas que podríamos formular sobre los medios estadounidenses sobre el tema, lo que frustra más es que muchos en la así denominada «izquierda», críticos autoproclamados de la guerra, han endosado la ideología de la ocupación.

Recientemente participé en un evento público en una de las universidades más prestigiosas de este país en el que uno de los invitados – que ha pasado un tiempo considerable en Irak ocupado y que es también un crítico autoproclamado, denunció a la resistencia iraquí como un intento extremo y terrible de «wahabíes y antiguos baazistas». Cuando pregunté al invitado cuánto tiempo había pasado realmente con miembros de la resistencia no pudo presentar ninguna experiencia de peso. En otras palabras, su inteligencia sobre la violencia en Irak estaba siendo suministrada por la misma fuente que inició la ocupación para comenzar – el gobierno de EE.UU. Es irónico y cómico al mismo tiempo que poco haya sido hecho por sustanciar las afirmaciones presentadas por la administración estadounidense al respecto; pero sobre todo no puede existir una esperanza seria de que los estadounidenses se vayan de Irak mientras la mayoría del país «tema» lo que pueda ocurrir allí posteriormente. Y la presentación de la resistencia por parte del gobierno como una banda de fanáticos primitivos u hombres desesperados «sin nada que perder» ha sido empleada, con bastante habilidad, para mantener el mayor apoyo posible estadounidense e iraquí para la ocupación. Lo que quiero hacer en esta ocasión es suministrar una breve anatomía de la resistencia – una descripción de su composición y de lo que espera lograr.

En primer lugar, la resistencia iraquí está compuesta de fuerzas políticas y marciales, por lo tanto todos los principales grupos de resistencia están vinculados a un marco político mayor que ha sido claro y consecuente en sus esperanzas para el país. Lo que es más importante, sin embargo, es que los métodos y objetivos de la resistencia han sido permanente expuestos al público. No ha habido ningún grupo de resistencia iraquí de importancia que haya aprobado los ataques contra inocentes dentro del país, ninguno. Convenientemente, EE.UU. sólo invoca afirmaciones públicas contrarias cuando son hechas por sitios en la red cuyos autores no están disponibles para comentar, verificar o explicar en más detalle. Los miembros políticos de la resistencia iraquí han estado constantemente dispuestos a hablar con los medios como portavoces del esfuerzo armado, pero ninguna fuente mediática occidental se ha informado sobre sus sentimientos o análisis de lo que está sucediendo en su país. La insistencia de los medios en basarse en la versión oficial estadounidense de los eventos excluye a otras fuentes disponibles que están realmente relacionadas con la propia resistencia. Existen sólo tres cosas que podemos suponer al respecto: a) la prensa estadounidense es cómplice en la ocupación, b) es simplemente incompetente, o c) es racista, presumiendo que un árabe no es una buena fuente de información (podría ser las tres cosas al mismo tiempo, por supuesto). Sobra decir que esta caracterización no conduce a un flujo fidedigno de información. En términos de evidencia pública y verificable hay que conceder que simplemente no ha habido un caso tangible en el que un grupo de resistencia iraquí haya aprobado públicamente los ataques contra civiles.

En segundo lugar, la resistencia iraquí ha sido vehemente en su organización política no sólo dentro de Irak sino también en el extranjero. Mencionaré dos eventos al respecto: la reunión del Alto Comité de Fuerzas Nacionales que Rechazan la Ocupación y el 16 Congreso Nacional Árabe realizado en Argel. Con la primera reunión, se realizó una consolidación aún mayor de los grupos de resistencia iraquíes; la implicación, desde luego, es que comienza a emerger un frente de liberación nacional que posee un mandato y una doctrina. Pocos, si hay alguno, periodistas se han preocupado por las ideas o ambiciones políticas de una alianza semejante.

El Alto Comité, sin embargo, se dedica a varios aspectos importantes_

a) el derecho de los iraquíes a defenderse contra la agresión extranjera y el imperialismo.

b) el derecho de Irak a exigir un proceso político no contaminado por la ocupación y que refleje la voluntad irrestricta del pueblo iraquí, y

c) un Irak pluralista y democrático.

Sobra decir que el Alto Comité tiene miembros variados y diversos y que subraya la diversidad de Irak – que nunca fue un problema en el país hasta que llegaron los estadounidenses. Hay varias cosas a las que el Comité se opone categóricamente:

a) la continuación de la ocupación de Irak y el establecimiento de bases permanentes de cualquier tipo en el país.

b) la privatización de la economía iraquí y el acceso irrestricto de corporaciones extranjeras a los recursos y a la comunidad empresarial de Irak, y

c) la federación de Irak.

Este último punto podrá aparecer polémico a algunos; sin embargo, es esencial para lo que se considera como ambiciones neocoloniales de EE.UU. en Medio Oriente. El federalismo en Irak significa una aún mayor descomposición de la región en grupos semi-dispares que serán alentados a «armarse» contra sus vecinos, mientras la presencia de EE.UU. en la región es perpetuada por la «necesidad de mantener la estabilidad».

El motivo por el que he presentado algunos de estos puntos centrales no es para convencer a nadie de que los adopte, sino más bien para demostrar el contexto político en el que piensa la resistencia y para sugerir que debería haber más apoyo moral en todo el mundo. Además, a diferencia de la evidencia estadounidense que se basa en fantasmas y sus sitios en la red, individuos a los que nadie tiene acceso o nunca vistos en Irak, miembros de la Asociación de Eruditos Musulmanes o el Movimiento de Lucha Popular, entre otros, están disponibles para comentar o explicar y pueden suministrar informes definitivos sobre la resistencia iraquí, su naturaleza y objetivos. Además, todos estos grupos han condenado categóricamente los ataques contra civiles iraquíes; después de todo, por qué no lo iban a hacer, después de todo son iraquíes. Lo que ha sido más inquietante ha sido la facilidad con la que occidentales han atribuido las características más draconianas y crueles a la resistencia iraquí mientras absuelven a EE.UU. de cualquier duplicidad en su ocupación. La insistencia del gobierno de EE.UU. en que los iraquíes (u otros árabes «extranjeros») tratan de iniciar una guerra civil dentro de su propio país nunca ha sido apoyada por ningún análisis lógico. Mientras tanto, dejan en claro que mientras haya caos en Irak, los estadounidenses deben quedarse para que haya «seguridad».

Igual como el mundo lamenta haber endosado demasiado los gritos del gobierno Bush sobre ADM, mientras continúe la ocupación debería haber también un examen más cuidadoso de las razones de EE.UU. para permanecer allí. Hay varias cosas evidentes: La invasión de Irak por EE.UU. fue ilegal, inmoral, injustificada y destructora. Ante esta realidad sería dañino para las futuras relaciones con Irak y con el mundo árabe-musulmán en general si la gente en Occidente negara el derecho de los iraquíes a defenderse. En segundo lugar, muchos de los actos de destrucción que han sido conectados con la «insurgencia» no han tenido resonancia en los principales grupos de la resistencia iraquí; además existe una plataforma política de amplia base que está a la disposición del mundo en general y que puede ser alcanzada al respecto. La resistencia iraquí organizada ha sido categórica respecto a sus principios y métodos, pero aún no ha recibido la atención necesaria de aquellos en Occidente que también están comprometidos con la justicia y con el fin de la ocupación ilegal de Irak.

Por desgracia, la prensa estadounidense ha preferido ignorar a las fuerzas organizadas de oposición en Irak y ha preferido concentrarse en la abundancia de delitos menores y de sitios anónimos en la red que ahora conflagran Bagdad y que son confundidos con la resistencia. Por una variedad de razones la mayor parte de la izquierda también ha endosado demasiado el mito de que la resistencia es una amenaza irracional – compuesta de «antiguos baazistas y wahabíes». Como observadores políticos, esta caracterización nos podría llevar a la extraña conclusión ante de que no existe una resistencia a la ocupación estadounidense real; que hay más bien una «insurgencia» contra un gobierno supuestamente libre y democráticamente elegido. La importancia de la ocupación ha sido audazmente negada dentro de círculos intelectuales en un grado insoportable, y se ha depositado mucho más capital retórico en las relaciones entre «suníes y chiíes» o «árabes y kurdos». Lo que tenemos que preguntarnos es qué pasó con la ilegitimidad de la ocupación y el derecho legítimo a oponerse a ella.

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Laith Al-Saud es profesor universitario en ciencias sociales y miembro del Movimiento de Lucha Popular – una organización políticamente opuesta a la ocupación de Irak.

http://www.counterpunch.org/laith05212005.html