Han tardado cuatro años, pero al final el Senado de EEUU ha difundido el último informe público que desvela el alcance de la manipulación previa a la invasión de Irak. El Comité de Inteligencia del Senado demostró que las autoridades norteamericanas justificaron la guerra, frente a sus ciudadanos y al mundo, echando mano de […]
Han tardado cuatro años, pero al final el Senado de EEUU ha difundido el último informe público que desvela el alcance de la manipulación previa a la invasión de Irak.
El Comité de Inteligencia del Senado demostró que las autoridades norteamericanas justificaron la guerra, frente a sus ciudadanos y al mundo, echando mano de informaciones de inteligencia nada fiables o simplemente exagerándolas para hacerla coincidir con sus necesidades.
El presidente del Comité, el demócrata John Rockfeller, no se anduvo con rodeos al presentar sus conclusiones: «Una cosa es depender de información de inteligencia incorrecta y otra presentar una imagen a los estadounidenses sabiendo que es equivocada», afirmó.
Los parlamentarios llevaron a cabo un trabajo escrupuloso. Compararon los principales discursos del presidente y de los miembros de su Gobierno con la información de los servicios de inteligencia que tenían entonces en sus manos.
Sin base
La conclusión es inapelable: «Antes de involucrar al país en la guerra, este país debía dar a los norteamericanos una imagen precisa al 100%», explicó Rockfeller. «Lamentablemente, nuestro Comité concluyó que el Gobierno dijo varias cosas que no tenían ningún apoyo de inteligencia», añadió. En otras palabras, Bush y los suyos mintieron, aunque el informe y los políticos se cuiden de utilizar esa palabra que constituye una grave acusación en Estados Unidos.
El vicepresidente Dick Cheney, por ejemplo, denunció varias veces la existencia de una relación entre Al Qaeda e Irak. El 8 de septiembre de 2002, en plena conmemoración del primer año de los atentados del 11 de septiembre, aseguró que un alto miembro del Gobierno de Sadam Husein se había reunido en Praga con Mohamed Atta, uno de los autores de los ataques. Rotunda conclusión de la comisión: «No hemos podido confirmar esa reunión». Años de investigación inútil revelan que probablemente no existió.
Engañados
Sus miembros denunciaron «los esfuerzos implacables del presidente y sus consejeros por utilizar la guerra contra Al Qaeda como justificación para derrocar a Sadam Husein». «Describir a los estadounidenses que ambos estaban asociados engañó a la nación», aseguraron.
La acusación sobre la existencia de un programa nuclear iraquí también quedó en evidencia: «Las declaraciones de la Administración de Bush no comunicaba las discrepancias sustanciales que existían entonces en la inteligencia».
Para confirmar muchas de los engaños ya conocidos, la comisión necesitó más de cuatro años y un cambio de mayoría en el Congreso tras las elecciones de 2006. En 2004, cuando los republicanos controlaban ambas cámaras, un primer informe se había centrado en los errores de los servicios de inteligencia.
Ahora se trataba de examinar el uso que los políticos hicieron de esos datos: «Esta Administración distorsionó la información de inteligencia para ir a la guerra», acusó la senadora demócrata Dianne Feinstein, miembro del Comité.
El portavoz republicano en la comisión, Christopher Bond, se negó a aprobar el informe. Rockfeller recordó que su colega presentó 170 enmiendas al documento. La mitad fueron aceptadas. Aún así, se negó a dar su aprobación a un informe que cae en mal momento: en plena campaña electoral. El candidato republicano a la Casa Blanca John McCain apoyó la guerra y sigue justificando la presencia militar en Irak .
Barack no estaba aún en el Senado cuando los congresistas autorizaron en 2002 la invasión. Lamentablemente para la derrotada Hillary Clinton, que sí apoyó la moción, el documento sale tarde. Durante la campaña, dijo que había dado su aval a la guerra por haber sido engañada por Bush. Como lo fueron todos los norteamericanos.