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Adelanto del nuevo disco de Silvio Rodríguez

Aprendiz Silvio

Fuentes: Cubadebate

Cuando el orbe tiembla de tanta hipocresía y tanta muerte, cuando el mundo civilizado mira hacia el ombligo ante miles de crímenes de los que son víctimas niños, mujeres, ancianos, aquí, allá, en Irak o Gaza, en el Congo o en Colombia, en México y medio continente más; cuando los cantautores se pierden en romances […]

Cuando el orbe tiembla de tanta hipocresía y tanta muerte, cuando el mundo civilizado mira hacia el ombligo ante miles de crímenes de los que son víctimas niños, mujeres, ancianos, aquí, allá, en Irak o Gaza, en el Congo o en Colombia, en México y medio continente más; cuando los cantautores se pierden en romances de final incierto; cuando miles de intelectuales asentados en el pesebre del neoliberalismo se niegan a aceptar un mundo sin imperios; cuando esos cerebros acomodados sustituyen a las Musas por cuentas bancarias; cuando los Bancos ordenan a los medios que eleven la mediocridad a la categoría de diosa; cuando las Naciones Desunidas juegan al escondite; cuando el consuelo de los mediocres surge ante la aparición del rostro de Obama; cuando ya nada se espera, personalmente exaltante, mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia (gracias Gabriel); cuando lo superfluo parece necesario y lo más urgente parece imposible; entonces, saltan las voces de quienes se niegan al nuevo holocausto. Son pocas, pero no tienen amarras ni cadenas, libres como sus canciones, como sus palabras, que muchos quieren acallar de tanto eco como crean.

En estos momentos, ese más que imprescindible trovador, poeta y músico que es Silvio Rodríguez, nos regala una carta que anuncia su mensaje para el 2009, repleto de versos con ojos iluminados por una luz que ya creíamos mortecina. Aquí tenéis el mensaje de Silvio. Por mi parte no sabría cómo responder ante este nuevo regalo. Tal vez decirle: Feliz Re-Evolución, hermano.

Con todo cariño, Carlos Tena. 

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Hoy tuve que parar el trabajo. De nuevo hay líos con un micrófono y hasta enero no llegan los recambios (que antes de aterrizar en mi país y dar algunas vueltas de despiste). Pero no crean que estoy alicaído. He trabajado mucho últimamente. Al fin estoy grabando un disco con base de trío acústico, casi cuarteto, porque por ahí también cuelo alguna guitarrita. Al piano está Roberto Carcasés, al contrabajo Feliciano Arango y en la batería Oliver Valdés. Ocasionalmente aparecen algunos otros músicos jóvenes, invariablemente graduados o por graduar en las Escuelas de Arte. Graba la ingeniera Olimpia Calderón. Juan Mario y Enzo a mano, para lo necesario. La escuadra de Ojalá garantizando la retaguardia, como siempre.

Hay un tema que parece un cuento de Pushkin, dedicado a García Márquez. Él una vez me regaló un argumento parecido para una canción. Era sobre una novia abandonada. Nunca lo usé y años después lo vi infiltrado en una de sus novelas. La canción se llama San Petersburgo y tiene un bello contrapunto de clarinete que escribió Roberto para Niurka. Esta es una canción bastante rusa, pero en el resto del disco se asoma un poquito de rock, además de baladas, sones y danzones. Demasiado es un bolero que le dedico a César Portillo de la Luz, gran autor de todos los tiempos, a quien Odilio Urfé llamaba «el filósofo del bolero». Hay un hermoso texto de Víctor Heredia que pude musicarle, llamado Lo cierto. Hay una Carta a Violeta Parra en la que le cuento algunas impresiones y les beso a sus hijos, que han sido mis amigos.

Casi todas las canciones fueron compuestas entre el año pasado y este 2008 que se está yendo. El trabajo creo que se llamará Segunda cita, que también es una canción, en este caso sobre el ángel postizo que a veces llevamos dentro.

Aquí les van algunas letras, a modo de anticipo.

Felices fiestas y, como dice un amigo parisino, que en todo les vaya antambalé.

Siempre queriéndoles, aprendiz Silvio Rodríguez

 

SEA SEÑORA

 

Sea señora la que fue doncella.

Hágase libre lo que fue deber.

Profundícese el surco de la huella;

reverdézcanse sol, luna y estrellas

en esta tierra que me vio nacer.

 

A desencanto, opóngase deseo.

Superen la erre de revolución.

Restauren lo decrépito que veo,

pero déjenme el brazo de Maceo

y, para conducirlo, su razón.

 

Seguimos aspirantes de lo mismo

que todo niño quiere atesorar:

una mano apretada en el abismo,

la vida como único extremismo

y una pequeña luz para soñar.

 

Las fronteras son ansias sin coraje.

Quiero que conste de una vez aquí.

Cuando las alas se vuelven herrajes,

es hora de volver a hacer el viaje

a la semilla de José Martí.

 

EL GIGANTE

 

Un gigante,

cuando era infante,

lanzaba pedos

que daban miedo.

Y aquel bellaco

a un gran saco

fue traspuesto,

por molesto.

 

El gigante,

porque era infante,

gritó tan duro

que hasta el futuro

llegó su queja,

cierta y vieja

como un viento

descontento.

 

No se sabe si al fin la grey

supo tratar gigantes

poco elegantes,

pero de ley.

 

Dale a tu niño besos,

pues para eso

nos llora el rey.

 

SAN PETERSBURGO

A Gabriel García Márquez

 

Sobre algún puente del delta del Neva,

la noche blanca cautiva y revela

cada suspiro de Elena.

 

Canta una troika con voz de abedules

y el as de espadas se bate entre nubes

para sus ojos azules.

 

San Petersburgo

juega al absurdo

con falsa claridad.

Y a quien no duerme

se le disuelve

la frágil realidad.

 

Sobre algún puente Elena soñaba,

y en el oscuro temblor de las aguas

una cigüeña volaba.

 

¿Qué hacen las aves

cuando no saben

la dirección del sur?

Buscando estío

surcan el frío

en alas del albur.

 

Sobre algún puente bordado de historias,

abandonada, lloraba la novia

su blanca noche sin gloria.

 

DEMASIADO

 

Demasiado tiempo,

demasiada sed

para conformarnos

con un breve sorbo

la única vez.

Demasiada sombra,

demasiado sol

para encadenarnos

a una sola forma

y una sola voz.

 

Demasiadas bocas,

demasiada piel

para enamorarnos

de un mal gigantesco

y un ínfimo bien.

Demasiado espacio,

demasiado azul

para que lo inmenso

quepa en un destello

solo de la luz.

 

Demasiado polvo,

demasiada sal

para que la vida

no busque consuelo

en el más allá.

Demasiado nunca,

demasiado no

para tantas almas,

para tantos sueños,

para tanto amor.

 

TONADA DEL ALBEDRÍO

 

Dijo Guevara el hermoso,

viendo al África llorar:

que en el imperio mañoso

nunca se debe confiar.

 

Y dijo el Che legendario,

como sembrando una flor:

que al buen revolucionario

sólo lo mueve el amor.

 

Dijo Guevara el humano

que ningún intelectual

debe ser asalariado

del pensamiento oficial.

 

Debe dar tristeza y frío

ser un hombre artificial,

cabeza sin albedrío,

corazón condicional.

 

Mínimamente soy mío,

ay, pedacito mortal.

 

SEGUNDA CITA

 

Quisiera enmendar los comienzos

de todas las brumas.

Quisiera empezar cada lienzo

con mejor fortuna.

 

Quisiera pegarme unas alas

y en una cornisa

soplar una dulce balada

que esparza la brisa.

 

Quisiera viajar al pasado

de cierta muchacha

que andaba de noche El Vedado,

liviana y borracha.

 

Quisiera posarme en su vida

para convencerla,

para que con menos heridas

hoy pudiera verla.

 

El dolor que no curen los ángeles

ojalá que no pueda volver.

La canción que no canten los ángeles

sólo el viento la puede saber.

 

Quisiera ir al punto naciente

de aquella ofensiva

que hundió con un cuño impotente

tanta iniciativa.

 

Quisiera ir allí con las cruces

del tiempo perdido

y hacer un camino de luces,

sin odio ni olvido.

 

El dolor que no curen los ángeles

ojalá que no pueda volver.

La canción que no canten los ángeles

sólo el viento la puede saber.

 

Quisiera dar vuelta a la rueda

que para en lo mismo:

un simple mortal que se juega

abismo y abismo.

 

Y, antes de darle al perchero

mis alas de atrezo,

quisiera dejar como fuero

certeza y progreso.

 

El dolor que no curen los ángeles

ojalá que no pueda volver.

La canción que no canten los ángeles

sólo el viento la puede saber.

 

TROVADOR ANTIGUO

 

Sin brillantes conclusiones

ni versículos de fuego

sin palabras que hagan juego

con grandes decoraciones;

sin humos o presunciones,

más bien con talante exiguo

me declaro trovador antiguo.

 

Soy de donde los patriotas

daban nombres a las calles.

Soy de un río, soy de un valle

y de una familia rota.

soy de un pueblo en bancarrota,

de un San Antonio fiestero

donde hoy sólo el viento sopla entero.

 

El nuevo trovador antiguo

se acerca a la procesión.

Le dice adiós al mundo ambiguo

y pone pie en el caracol.

Escena sucedida tanto,

anónimo el compositor.

El horizonte es el espanto;

la miniatura, el amor.

 

También nací en Centrohabana,

rumba de supervivencia,

son de perdida inocencia

en clamor de pena urbana;

venerable afrocubana

de existencia fabulosa,

hembra sobrenatural y diosa.

 

Recorriendo sus esquinas

vuelvo a sentir la fragancia

de una calle de mi infancia

barrial y capitalina:

San Miguel, ángel en ruinas

de inmaculada bandera,

luz vitral de mi canción primera.

 

El nuevo trovador antiguo

se alinea con la procesión.

Le dice adiós al mundo ambiguo

y pone pie en el caracol.

Escena sucedida tanto,

anónimo el compositor.

El horizonte es el espanto;

la miniatura, el amor.

 

Ahora soy de la memoria,

ahora pertenezco al viento;

otro dirá en su momento

si fui más pena que gloria.

Lo que fue nuevo es historia

y lo que nace alza vuelo

con el sueño de tocar el cielo.

 

Partero fui de un futuro

escurridizo, inasible,

seguramente posible

si no le ponemos muros.

El amor es el más puro

néctar contra la tristeza.

Bienvenida su naturaleza.

 

El nuevo trovador antiguo

se alinea con la procesión.

Le dice adiós al mundo ambiguo

y pone pie en el caracol.

Escena sucedida tanto,

anónimo el compositor.

El horizonte es el espanto;

la miniatura, el amor.

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