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In memorian de la periodista Atwar Bahjat

Asesinando la vida

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Atwar Bahjat [*]

En algún momento de 1997, en un día que ahora me parece repentinamente lejano, recibí una llamada de Atwar Bahjat. Se presentó como joven poeta y periodista, comunicándome que unos amigos le habían indicado que me pidiera consejo sobre cómo escribir historias para el periódico. Me encontré con ella en mi despacho en Al Jumhuriya, un periódico que ya no existe. Tuvo que cerrarse cuando se disolvió el Ministerio de Información durante las primeras semanas de la ocupación.

Atwar era una oyente tranquila y atenta. Leí algunas de sus poesías y sus historias sobre noticias y allí nació una amistad, una amistad que se vio interrumpida de golpe por su trágica muerte.

Lo que pienso ahora de Atwar…, recuerdo cómo le disgustó que el ministro de información hubiera rechazado su petición para ir a trabajar en el servicio árabe de la radio china. Si se hubiera marchado a China, ¿seguiría aún entre nosotros? La pregunta me atormentó cuando vi su foto en la portada de varios periódicos. Antes era una reportera en búsqueda de noticias, ahora ella era la noticia. ¿Por qué asesinaron a Atwar? ¿Quién la asesinó? ¿Y quién mató al periodista Saad Al-Janabi al día siguiente del asesinato de Atwar? Nadie tiene respuesta para estas preguntas. En Iraq, han sido asesinados desde que empezó la ocupación 44 periodistas locales y unos 20 reporteros extranjeros.

Se han hecho acusaciones contra muchos grupos. Pero déjenme decirles que algunos periodistas fueron asesinados con fuego estadounidense y que unos cuantos lo fueron a sangre fría. Déjenme recordar aquí lo que Eason Jordan, antiguo ejecutivo de los noticieros de la CNN, dijo en el Foro de Davos en 2005. Declaró que durante su visita a Bagdad había sentido que las fuerzas estadounidenses estaban asesinando a propósito a los periodistas. La afirmación causó tal revuelo en EEUU que Jordania se vio obligada a que renunciara y dimitiera. La administración estadounidense sigue negando que se esté matando decididamente a los periodistas, aunque las evidencias de que se dispone cuentan otra historia.

«En el Iraq actual, puedes decir lo que quieras, menos la verdad. La corrupción es rampante y los iraquíes normales carecen de los más básicos servicios», dice el periodista iraquí Saleh Al-Shibani. «Atwar era una periodista audaz y una iraquí valiente. Quizá su asesinato, que conmocionó al mundo, pueda hacer que el gobierno iraquí empiece a pensar en restaurar la paz y la seguridad», añade.

«Quienes mataron a Atwar son gente que no quiere que la verdad salga a la luz», dice el periodista Abdel-Amir Al-Majar. «¿Dónde se ha metido la cuarta persona que estaba con el equipo de Al-Arabiya? ¿Cómo se las arregló para poder escapar? ¿Y por qué son tan contradictorias las noticias sobre el secuestro y asesinato del equipo? Durante el funeral hubo más asesinatos, y una vez más la verdad se perdió entre informes contradictorios. La única verdad que conocemos que es que los periodistas se han convertido en un blanco fundamental.»

Amal Hussein es un periodista que se sintió indignado por la sugerencia de Talibani de que los periodistas deberían llevar armas para defenderse ellos mismos. «Cuando se vió claro que se estaban convirtiendo en blanco los militares y los académicos, Talibani les proporcionó un refugio seguro en Suleimaniya. Se interesa únicamente por soluciones parciales. Nadie espera que los funcionarios iraquíes resuelvan los problemas. Si yo decido comprar una pistola, tendría que esperar meses para conseguir una licencia. Sin una licencia, la pistola sería confiscada y yo podría ser detenido por llevarla. Esa solución no es factible, como todas las demás promesas del gobierno».

Quizá Atwar pensó que era suficiente con ser objetiva en sus artículos. Quizá pensó que estaba a salvo porque su padre era sunní y su madre chií. Ella se sentía tan segura en Faluya como en Nayaf. Pero no estaba a salvo. Ningún iraquí lo está.

¿Cómo podría yo trabajar como periodista en esas circunstancias? Los extranjeros me hacen a menudo esa pregunta y les contesto lo siguiente: En Iraq, todos nosotros vivimos por casualidad. Vivimos porque nos hemos librados del «fuego amigo» y de los coches-trampa con bomba y de los pistoleros no identificados. Salgo de la oficina y voy a casa sin guardaespaldas. Pero todos los días, antes de salir a trabajar, rezo y me preparo a mí mismo para todo lo que pueda ocurrir.

Antes de que abriera mi periódico semanal, Al Qalaah, estuve trabajando en una red internacional que me ofreció protección mientras estaba en mi puesto y me entrenaron para mantenerme a salvo. A pesar de la protección, dos de mis colegas fueron asesinados. Ahora voy a la oficina sin protección. El gobierno no protege a nadie en la calle. Por eso, ¿cómo voy a esperar protección para mí o para alguno de mis colegas?

El gobierno y las fuerzas ocupantes sólo se interesan por proteger la Zona Verde y los altos funcionarios. Cada funcionario tiene derecho a tener un grupo de guardaespaldas a expensas del gobierno. Los miembros de la actualmente disuelta Asamblea Nacional solían recibir 3.000 dólares en dietas para seguridad para pagar a los guardaespaldas que eligieran – normalmente familiares, porque uno no confía en nadie más. ¿Quién me pagará a mí para que contrate a un grupo de guardaespaldas?

Precisamente ahora hay al menos dos organizaciones iraquíes que han conseguido donaciones internacionales para tratar de proteger a los periodistas. Estas organizaciones sólo llevan a cabo cursos de formación cuando los afectados se mueven por la capital. Por lo demás, su único objetivo parece ser el de ofrecer a algunas gentes la oportunidad de viajar al extranjero y ganar dinero. El Sindicato de Periodistas sigue fuera de juego debido a las diferencias entre los periodistas. Todo el mundo compite para ser el jefe. Hace unos cuantos meses, un miembro de la junta del Sindicato, Mohamed Haroun, fue asesinado.

En mi periódico tengo un equipo de jóvenes periodistas que rechaza trabajar para publicaciones que no han adoptado una postura ante la ocupación. Quizá se están arriesgando al tener una postura a favor de Iraq. Quizás asumen riesgos al informar sobre sucesos espantosos y la terrible realidad. Las cifras siguientes son todas oficiales: desde que empezó la ocupación, han sido asesinados alrededor de 182 académicos y cientos escaparon de Iraq después de haber sido secuestrados y obligados a pagar un rescate. Han sido asesinados unos 278 profesores. La mayoría de los dirigentes militares del «disuelto» ejército iraquí, así como muchos pilotos, han sido asesinados. En los últimos seis meses, 26 doctores han sido asesinados. Docenas de abogados, ingeniero y profesionales han sido asesinados.

El mundo no va a conocer nunca el número real de víctimas iraquíes. Las autoridades se muestran reacias a mencionar el número de periodistas asesinados. Según las organizaciones internacionales, Iraq es el país más peligroso del mundo. ¿Se preguntan cómo puedo seguir trabajando en Iraq? ¿Se preguntan cómo pueden seguir viviendo los iraquíes? Sólo les pediría que sigan acordándose de nosotros en sus plegarias. ¡Que Atwar y todos los mártires de Iraq descansen en paz!

N. de T.:

[*] Sobre el asesinato de Atwar Bahjat, véase en Rebelión:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27465

Texto original:

www.weekly.ahram.org.eg/2006/784/sc2.htm