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Cientos de miles de personas han sido desplazadas durante los asaltos a las ciudades iraquíes

Ataques contra las ciudades: violación palmaria de las Convenciones de Ginebra

Fuentes: Global Policy Forum/IraqSolidaridad

«[…] Cuando identificamos positivamente un blanco enemigo vamos directamente a eliminarlo con todos los medios disponibles. Me gustaría recordar lo que Viscount Slim dijo durante la campaña de Birmania: ‘[…] Usamos un mazo para aplastar una nuez’. Y esto es exactamente lo que haremos. Utilizaremos la fuerza, el poder aplastante del combate, cuando sea necesario.» […]

«[…] Cuando identificamos positivamente un blanco enemigo vamos directamente a eliminarlo con todos los medios disponibles. Me gustaría recordar lo que Viscount Slim dijo durante la campaña de Birmania: ‘[…] Usamos un mazo para aplastar una nuez’. Y esto es exactamente lo que haremos. Utilizaremos la fuerza, el poder aplastante del combate, cuando sea necesario.»

Charles H. Swannack Jr., general de división estadounidense. [1]

La Coalición [de tropas de ocupación] liderada por EEUU ha utilizado una fuerza militar aplastante para atacar las ciudades iraquíes en zonas en las que había «bastiones resistentes». Las ofensivas, que implicaron ataques aéreos y terrestres y ataques con blindados, han tenido como resultado el desplazamiento de cientos de miles de personas, muchas bajas civiles y una destrucción colosal de la infraestructura material urbana que han dejado las ciudades, como mínimo, parcialmente inhabitables. Además de las dos ofensivas contra Faluya en abril y noviembre de 2004, bien conocidas, hubo ataques contra un número de ciudades entre las que se incluye Nayaf (abril y agosto de 2004), Tal Afar (septiembre de 2004 y septiembre de 2005), Samarra (octubre de 2004 y marzo de 2006), al-Qaim (abril-mayo de 2005), Hadiza (mayo de 2005), y Ramadi (junio-julio de 2006). Estas operaciones han afectado a más de un millón de personas [2] y han violado palmariamente numerosos artículos de las Convenciones de Ginebra.

El preludio: ciudades acordonadas y toques de queda

Como preparación de las inminentes operaciones militares, habitualmente las fuerzas de la Coalición rodeaban las zonas seleccionadas con sacos terreros y barricadas de tierra, así como con barreras de alambre de espino para controlar todas las entradas y salidas. En operaciones generalizadas, en las que se despliegan miles de soldados con helicópteros y vehículos de estructura blindada, acordonaban las zonas y cerraban las carreteras y las calles e instaban controles de carreteras y puestos de control militar. En el caso de Tal Afar, las fuerzas atacantes construyeron un muro de tierra de casi dos metros y medio de altura y de más de 19 kilómetros de longitud que rodeaba toda la ciudad [3].

Los residentes asediados han sufrido registros exhaustivos en los controles militares para poder entrar y salir de las ciudades [4] y se les ha exigido llevar documentos de identidad específicos. En los controles militares han arrestado o detenido arbitrariamente a muchas personas, mientras que a otros se les ha denegado el paso por carecer de la documentación necesaria. «[…] Somos como pájaros enjaulados», declaró a The New York Times un residente de Abú Hishma que se quejaba de las humillaciones sufridas [5].

En Faluya el ejército estadounidense impuso un estricto toque de queda que empezó inmediatamente después del asedio de noviembre de 2004 y que incluyó la restricción de movimiento dentro de la ciudad para todos los hombres menores de 45 años [6]. Toques de queda similares se impusieron en Ramadi, Tal Afar y en muchas otras ciudades. Naciones Unidas (NNUU) informó de que el cierre de carreteras y los toques de queda en Ramadi provocaron la subida de los precios y generaron una carencia de los suministros básicos a principios de julio de 2006, antes de que empezaran los principales ataques contra la ciudad [7]. El pueblo de Abú Hishma estuvo acordonado 15 horas al día lo que impidió que los residentes acudieran a rezar a la mezquita, perturbando gravemente la vida de muchas familias [8]. El ejército estadounidense disparaba de forma habitual contra cualquier persona o vehículo que se moviera tras el toque de queda [9].

Los soldados de la Coalición se hicieron con el control absoluto de todo los movimientos dentro y fuera de las ciudades, incluido el de todas las mercancías y suministros de agua, comida, medicinas y todo tipo de ayuda de urgencia. Esta estrategia de «acordonamiento» pretende aislar a los resistentes y demostrar a los civiles de a pie el alto precio por no cooperar con las fuerzas de la Coalición. Durante los primeros meses de la ocupación el teniente coronel Nathan Sassaman describió este enfoque de una manera bastante directa: «[…] Con una enorme dosis de miedo y violencia, y una gran cantidad de dinero para proyectos, creo que podemos convencer a esta gente de que estamos aquí para ayudarles» [10].

La evacuación forzosa y la población sitiada

Como preparación a los ataques, EEUU y sus aliados avisaba a la población civil de las inminentes operaciones militares apremiando a los residentes a dejar sus casas y a abandonar la zona urbana. El desplazamiento masivo consiguiente ha puesto en peligro a decenas e incluso a cientos de miles de civiles al salir repentinamente al campo sin agua, comida o cobijo. El desplazamiento también ha dado la excusa a los atacantes de que puesto que todos los no-combatientes han huido, el ataque dentro de la zona considerada objetivo [militar] está justificado [11]. En Tal Afar el ejército estadounidense advirtió a los residentes por medio de altavoces que tenían que evacuar mientras empezaban a bombardear el barrio de Sarai [12]. La mayoría de la población (el 80 por ciento según Jon Brain, corresponsal de la BBC en Bagdad [13]) finalmente huyó para escapar de los duros combates.

En muchos otros casos, proporciones similares de población urbana han abandonado sus casas y huido. Los más afortunados pudieron encontrar refugio con familiares que vivían fuera de la ciudad, pero la mayoría se vieron expuestos a condiciones extremadamente difíciles y al final se vieron obligados a permanecer en refugios y campamentos provisionales para los refugiados instalados por la Cruz Roja, NNUU u organizaciones de ayuda. En Faluya, una ciudad de unos 300.000 habitantes, más de 216.600 personas desplazadas han tenido que buscar refugio durante los meses de invierno en campamentos superpoblados con suministros de comida, agua y atención médica inadecuados [14]. Según la Sociedad del Creciente Rojo Iraquí (IRCS, en sus siglas en inglés) [15], quienes huyeron de al-Qaim, una ciudad de unos 150.000 habitantes, suponen un total de 100.000 personas. En Ramadi [capital de la provincia de al-Anbar] se calcula que en torno al 70 por ciento de la población de esta cuidad de 400.000 habitantes la abandonó antes del ataque estadounidense [16].

Aunque muchos han huido de las ciudades, un número significativo de personas se ha quedado en ellas: se calcula que 50.000 en Faluya [17] y más de 100.000 en Ramadi [18]. El ejército de la Coalición ha considerado que aquellas personas que se han quedado son resistentes o simpatizantes. Pero entre los que se quedan hay un gran número de civiles incapaces abandonar sus hogares o que no desean hacerlo, lo que incluye a las personas ancianas, enfermas y quienes tienen miedo.

Cortes de suministros de agua, comida y electricidad

La Coalición ha negado repetidamente el agua a los residentes de las ciudades iraquíes bajo asedio, incluyendo Faluya, Tal Afar y Samarra, lo que ha afectado a más de 750.000 civiles. [19]. El agua es la necesidad más básica porque los seres humanos sólo podemos sobrevivir muy poco tiempo sin ella. Muchas familias únicamente disponen de una cantidad limitada de agua almacenada para casos de urgencia y no pueden sobrevivir mucho tiempo después de que se corte el suministro central. Junto con el agua, la Coalición ha cortado la electricidad (que se puede utilizar para que funcionen los pozos locales) y también la comida y los suministros médicos. Se ha creado un «Estado de sitio» e impuesto una crisis humana a toda la población civil que permanece en las ciudades consideradas objetivos [militares].

Según The Washington Post [20], en septiembre de 2004 EEUU cortó el suministro de agua en Tal Afar «durante al menos tres días». En octubre de 2004, The Independent informó de que «[…] las fuerzas dirigidas por EEUU cortaron la electricidad y el agua» en Samarra [21]. Y en noviembre de 2004, NNUU informó de un corte similar de los suministros vitales en Faluya «[…] que afectó directamente a los civiles (las aproximadamente 50.000 personas que permanecían entonces dentro [de la ciudad]) para las que el agua es una necesidad básica y un derecho humano fundamental» [22]. De nuevo según NNUU [23], Faluya estuvo sin productos de primera necesidad durante muchos días, e incluso la Coalición impidió que los ciudadanos desplazados en los campamentos de las afueras llevaran esos suministros. Más recientemente NNUU informó de que a principios de julio de 2006 el ejército estadounidense impuso un «bloqueo total» a Rutba [ciudad situada a menos de 100 kilómetros de la frontera jordana] «[…] durante aproximadamente cuatro días», seguido de los subsiguientes bloqueos «intermitentes» [24].

Estos métodos parecen formar parte de una deliberada política de castigo colectivo con el objetivo de obligar a los civiles a irse y de presionarlos para que se vuelvan contra los combatientes resistentes [25]. En algunos casos la Coalición ha utilizado abiertamente el asedio como un instrumento de negociación. Según se informa, en Ramadi el ejército estadounidense y la Guardia Nacional iraquí dijeron a los residentes que no volverían a tener agua, electricidad, teléfono ni otros servicios a menos que entregaran a «los terroristas» [26]. Según el teniente coronel Hassan al-Medan, portavoz iraquí de la operación en Nayaf, «[…] si permitimos la entrada de comida y medicinas en la ciudad lo que estamos haciendo es alimentar a los resistentes» [27], y ello a pesar de los miles de civiles que todavía estaban en la zona.

En marzo de 2005, Jean Ziegler, el relator especial de NNUU sobre el Derecho al Alimento, denunció tales prácticas en su informe anual para la Comisión de Derechos Humanos [28]. Posteriormente una rueda de prensa Ziegler afirmó que «[…] las fuerzas ocupantes de la Coalición están utilizando el hambre y la privación de agua como arma de guerra contra la población civil», lo que catalogó de «[…] una violación flagrante del derecho humanitario internacional» [29].

Cierre informativo

Antes de los principales ataques, los mandos de la Coalición han impedido que los periodistas entraran en las ciudades elegidas. Durante la batalla, y normalmente mucho tiempo después, se ha prohibido la presencia de todos los trabajadores de los medios de comunicación no empotrados en las fuerzas estadounidenses. A veces incluso se ha negado el acceso a los medios de comunicación empotrados. Esto da a la Coalición un control casi total de lo que percibe el público internacional sobre lo que está ocurriendo en el campo de batalla.

Antes de las operaciones militares estadounidenses en Nayaf, en agosto de 2004, la policía iraquí rodeó el hotel en el que estaban alojados los periodistas, les ordenó que abandonaran la ciudad y amenazó a quienes no acataran la orden [30]. Mientras declaraban que la prohibición se debía a la preocupación por la seguridad de los periodistas, los oficiales de policía afirmaron que confiscarían todos los teléfonos móviles y las cámaras [31]. En Faluya, los militares estadounidenses prohibieron la presencia en la ciudad de todos los periodistas no empotrados. Se ha mencionado en informes que arrestaron a equipos de periodistas y de cámaras y que, sin explicación alguna, se les confiscó su equipo antes de ser liberados sin cargos [32].

Periodistas sin Fronteras, refiriéndose a Nayaf, condenó, «[…] la totalmente inaceptable imposición de un bloqueo informativo» e insistió en que «[…] la presencia de periodistas en el lugar es indispensable, ya que las peores atrocidades siempre se cometen en ausencia de testigos» [33].

Bombardeos generalizados

El ejército de la Coalición ha infligido a estas ciudades prologados e intensos bombardeos, por tierra y aire, que han destruido miles de casas, tiendas, mezquitas, clínicas y escuelas, e -inevitablemente- han matado y herido a muchos civiles. La estrategia de bombardeos generalizados e indiscriminados como avance de las ofensivas terrestres ha reducido el número de víctimas de la Coalición con un alto coste en vidas y heridos entre los residentes de las ciudades que permanecían en ellas [34].

El diario The Washington Post informó de que en Faluya un «[…] oficial, que hablaba a condición de hacerlo anónimamente, describió 12 horas de ataques nocturnos llevados acabo por helicópteros estadounidenses, cazabombarderos, artillería de tierra y tanques como ‘operaciones de modelaje’. Los mandos militares utilizan el término como síntesis de ‘preparación del campo de batalla’, operaciones de combate que tienen el objetivo específico de eliminar cualquier punto fuerte enemigo antes de un ataque» [35]. En el segundo ataque a Faluya los ataques aéreos empezaron el 15 de octubre, el primer día del mes sagrado de Ramadán para los musulmanes, y continuaron durante tres semanas antes del asalto del 7 de noviembre. En Nayaf, marines estadounidenses bombardearon el cementerio [situado] cerca del famoso santuario del imán Alí así como gran parte del centro de la ciudad en un ataque generalizado respaldado por aviones y tanques. En Ramadi, el ejército estadounidense llevó a cabo bombardeos intensivos que tenían como objetivo las centrales eléctricas de la ciudad, las instalaciones de tratamiento de aguas y las cañerías de agua, lo que dejó muchas casas destruidas y ningún servicio civil en funcionamiento [36].

Los bombardeos del ejército estadounidense destruyeron enormes zonas de las ciudades. Las informaciones hablaban de zonas arrasadas de varias manzanas. «[…] Quienes han sido testigos de los aviones estadounidenses que disparaban misiles contra edificios de vecinos atestados de gente en Medina as-Sáder [en Bagdad] y han visto la carnicería resultante de ello, consideran con profundo escepticismo las afirmaciones de ‘ataques de precisión’,» comento el periódico londinense The Independent [37].

Los ataques aéreos y los bombardeos de artillería son típicamente indiscriminados. Según un estudio de Iraq Body Count sobre la letalidad de los diferentes tipos de armas, los ataques aéreos han sido los causantes de la mayor proporción de niños muertos [38]. Además de bombardeos generalizados con potentes explosivos hay pruebas claras del uso de armas indiscriminadas y especialmente dañinas en estos despiadados ataques a las ciudades [39].

Vista de una calle de la ciudad de Faluya tras el asalto de EEUU de noviembre de 2004. El 70% de la ciudad fue destruido

Ataques urbanos, francotiradores y registros violentos

Tras los bombardeos generalizados las fuerzas armadas irrumpen en las ciudades con columnas de tanques y otros vehículos blindados. El fuego pesado de los tanques explosiona en muchas estructuras y aumenta la desolación urbana.

Los soldados se apoderan de los edificios que quedan en pie y llevan a cabo registros casa por casa. A menudo, para entrar en las viviendas utilizan métodos violentos tales como colocar explosivos o derribar parte de la pared frontal con vehículos militares [40].

Cada vez más, el ejército estadounidense ha contado con francotiradores para respaldar las patrullas de infantería. Aunque los mandos retratan a los francotiradores como un método de alta tecnología para evitar víctimas civiles, de hecho los equipos de francotiradores disparan con frecuencia contra cualquiera que se mueva por las calles, los jardines o incluso dentro de los edificios. En las ciudades asediadas tratan a todo el mundo como un enemigo. Utilizando gafas nocturnas y visores especiales de alta potencia, los francotiradores disparan a cualquier objeto que se mueva, que podría ser un civil que sale a la búsqueda desesperada de agua o de comida, un médico, que escapa de un edificio que se derrumba o que intenta abandonar la ciudad.

Durante el asedio de Faluya de abril de 2004, el The Guardian informó de que francotiradores estadounidenses habían disparado contra una anciana que llevaba una bandera blanca, así como contra una ambulancia y un trabajador sanitario que iba andando a entregar suministros médicos [41]. NNUU informó de que en agosto de 2006 francotiradores en Ramadi dispararon a trece civiles que habían roto el toque de queda, de los cuales mataron a seis e hirieron a siete sólo en un barrio [42].

Ataques a hospitales y bloqueo de ayuda humanitaria

Durante las ofensivas urbanas los soldados de la Coalición tomaban como objetivo las instalaciones médicas y repetidamente destruyeron y confiscaron ambulancias, haciendo casi imposible la atención de las urgencias. En Faluya, en un ataque aéreo generalizado, las tropas estadounidenses «[…] destruyeron un hospital civil, tomaron el hospital principal y prohibieron la utilización de las ambulancias» [43]. Detuvieron a todo el personal médico y desalojaron a los pacientes del hospital. De forma similar, cuando EEUU preparaba el lanzamiento de un importante ataque contra Nayaf, tomaron el Hospital al-Hakim «[…] como base militar de la Coalición, de acceso prohibido a los civiles» [44]. En el verano de 2006, el ejército de la Coalición hizo lo mismo en Ramadi cuando tomaron el Hospital General de la ciudad, con lo que pusieron en peligro a los enfermos e hicieron imposible la atención sanitaria [45]. Según NNUU, el 5 de julio los soldados se hicieron con el Hospital de Especialidades de la ciudad y lo tomaron durante más de una semana, hasta el 13 de julio cuando se retiraron, pero dejaron dentro una patrulla [46]. Otros informes de NNUU hablaban de francotiradores de la Coalición situados en el tejado del Hospital General de Ramadi, de soldados acuartelados en el jardín del hospital y de residentes asustados que evitaban totalmente el hospital [47]. En Tal Afar, NNUU informó de que el hospital de la ciudad fue ocupado durante seis meses [48].

El ejército de la Coalición bloqueó el acceso de los convoyes de ayuda humanitaria y médica que trataban de entrar en las ciudades, con lo que obstruían la ayuda de las agencias humanitarias que intentaban evaluar las necesidades, entregar suministros de ayuda médica y llevar ayuda urgente a la población [49]. En marzo de 2006, en Samarra los soldados estadounidenses obligaron a los convoyes de ayuda del Creciente Rojo Iraquí a regresar, dejando a cientos de familias, incluyendo niños, sin ayuda médica y sin provisiones esenciales [50].

Falah al-Mahani, máximo responsable sanitario de Nayaf, informó de que el ataque estaba provocando «[…] una verdadera catástrofe» a los servicios sanitarios locales. «[…] Se impide que las ambulancias lleguen hasta los heridos», afirmó. «Nuestro personal no puede llegar a sus hospitales. Estamos paralizados» [51]. Como consecuencia de ello ha muerto una mayor proporción de civiles heridos o con daños graves que si hubiera sido posible proporcionarles atención médica.

Víctimas civiles

Las operaciones militares dirigidas por EEUU en zonas pobladas han ocasionado decenas de muertes y heridos civiles. Los muertos se han producido por explosiones de artillería, edificios derrumbados, incendios, disparos de los francotiradores y por otras muchas consecuencias de los ataques. Aunque el ejército de la Coalición afirma que la mayoría de los muertos en los ataques son hombres en edad militar, muchos testigos y otras versiones informan de que muchas, si no la mayoría, de las víctimas en estas operaciones han sido mujeres, niños y ancianos. Un informe de UNAMI de 2005 concluía: «[…] NNUU ha sido incapaz de obtener cifras precisas respecto a las pérdidas de [vidas] civiles tras estas operaciones, pero informes recibidos de organizaciones de la sociedad civil, fuentes médicas y otros observadores indican que son numerosas e incluyen mujeres y niños» [52].

Durante la primera semana del ataque a Faluya de abril de 2004, Rafie al-Issawi, director del Hospital General de la ciudad, informó de que habían muerto más de 600 personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos [53]. También en Nayaf, «[…] el número total de muertos fue de 570 y [hubo] 785 heridos. Estas cifras se obtuvieron de los hospitales locales y no incluyen los cuerpos enterrados en las casas o en cualquier otra parte durante los ataques» [54]. Utilizando cifras de los dirigentes tribales, del personal médico y de testigos locales, el Washington Post calculó que la «Operación Cortina de Acero», ofensiva estadounidense de noviembre de 2005, incluyó bombardeos que mataron a 97 civiles en Husaybah, 40 en al-Qaim, 18 niños en Ramadi y muchos más en otras ciudades y pueblos [55].

Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por el creciente número de víctimas civiles debido a la extrema violencia de las operaciones estadounidenses contra la resistencia [56]. La creciente utilización de ataques aéreos, que se quintuplicaron en 2005, ha aumentado enormemente la probabilidad de muertos civiles en las batallas de las zonas urbanas [57].

Destrucción generalizada

Los duros combates han llevado a una espantosa destrucción en las ciudades sometidas a los ataques lo que incluye los lugares históricos y religiosos, así como la destrucción de los sistemas de agua, electricidad y aguas residuales. El ejército dirigido por EEUU ha bombardeado e incluso demolido muchos edificios, bien como parte de las ofensivas o bien como represalia contra civiles que no daban información sobre resistentes [58].

En Faluya, la operación Furia Fantasma dejó la ciudad en ruinas, como una «ciudad fantasma». El Centro de Estudios para los Derechos Humanos y la Democracia, una ONG con sede en Faluya, informa que la ofensiva destruyó alrededor de un 70 por ciento de los edificios, casas y tiendas [59]. Qassim Daoud, ministro de Estado, en una conferencia de prensa sobre la magnitud de la destrucción en Nayaf, afirmó «[…] Es horrible y es difícil saber por dónde empezar» [60]. Altos cargos en Nayaf manifestaron a IRIN que «[…] en el combate se destruyeron un total de 72 tiendas, 50 hoteles, 90 casas, tres escuelas y docenas de coches» [61]. Asimismo afirmaron que «[…] también hubo una destrucción generalizada de la antigua zona histórica de la ciudad, parte de la cual es imposible reconstruir» [62].

En la operación de Ramadi en 2006, «[…] en vez de seguir luchando por el centro de la ciudad o de reconstruirlo», informa el New York Times, el ejército de la Coalición «[…] se va a deshacer de él o al menos de gran parte de él» [63]. El periódico del Departamento de defensa estadounidense Stars and Stripes [Barras y Estrellas] informa de que al menos arrasaron ocho manzanas de edificios de pisos. «[…] Estamos acostumbrados a derribar paredes, puertas y ventanas, pero ocho manzanas de edificios de pisos una ciudad es algo nuevo para nosotros» [64], admite el marine teniente primero Ben Klay, que participó en los trabajos de demolición en Ramadi.

Con los sistemas de electricidad, agua y aguas residuales sin funcionar, y la generalidad de los edificios en ruinas, la mayoría de estas ciudades continuarán siendo sólo parcialmente habitables durante mucho tiempo, a pesar de los anunciados -pero en su mayoría no llevados a cabo- programas de reconstrucción.

Operaciones militares, ¿»conjuntas»?

Los mandos estadounidenses han definido cada vez más las operaciones militares contra las ciudades iraquíes como operaciones conjuntas entre EEUU y las fuerzas iraquíes. Esto parece ser un intento de hacer más aceptables ante la opinión pública iraquí e internacional los asedios a las ciudades. Oficialmente los soldados estadounidenses sólo «respaldan» a las fuerzas iraquíes o se dice que ambos llevan a cabo las operaciones conjuntas. Sin embargo, los observadores afirman que EEUU toma siempre la iniciativa.

De hecho, las autoridades gubernamentales iraquíes a menudo han sido críticas con las operaciones y han condenado la conducta del ejército estadounidense. En agosto de 2004, tras una semana de duros combates, Ibrahim al-Jaafari, vicepresidente provisional de Iraq hizo»[…] un llamamiento a que las fuerzas multinacionales abandonen Nayaf y a que sólo permanezca allí el ejército iraquí» [65]. Jawdat Kadhim Najam al-Quraishi, vice-gobernador de Nayaf, seguido por 16 de los 30 miembros del Consejo Provincial de Nayaf, dimitió en protesta por el ataque [66].

En el caso de Faluya, los ánimos en Iraq están encendidos y varios miembros del Consejo de Gobierno de Iraq criticaron los ataques y amenazaron con dimitir si el mando estadounidense no detenía la operación. Adnan Pachachi, un destacado miembro del Consejo de Gobierno de Iraq, calificó la operación de «[…] ilegal y totalmente inaceptable» [67]. Ghazi Yawar otro destacado miembro [del Consejo], afirmó: «[…] Cómo puede una superpotencia como EEUU ponerse en estado de guerra contra una pequeña ciudad como Faluya. Esto es genocidio» [68].

En agosto de 2006, en unas declaraciones en la televisión estatal Nouri al-Maliki, primer ministro de Iraq, criticó duramente los ataques iraqo-estadounidenses [el barrio de] Ciudad Sadr de Bagdad y afirmó que estas operaciones «[…] violan los derechos de los ciudadanos». «[…] En estas operaciones se utilizan armas que son excesivas -como el uso de aviones- para detener a alguien», afirmó antes de pedir disculpas al pueblo iraquí. Prometió que «[…] no volvería a ocurrir» [69].

Estas declaraciones públicas indican graves diferencias entre los políticos iraquíes y los mandos militares estadounidenses, y demuestran el poco control que el gobierno soberano y electo iraquí tiene sobre estas ofensivas. La postura oficial iraquí no ha impedido que el ejército estadounidense continúe con estas campañas.

Conclusión

Antes del ataque de noviembre de 2004 a Faluya, Kofi Annan, secretario general de NNUU, escribió al presidente Bush y al primer ministro Blair expresándoles su «[…] particular preocupación por la seguridad y la protección de los civiles». Continuaba: «[…] Al parecer los combates están teniendo lugar en zonas urbanas densamente pobladas con un riesgo evidente de víctimas civiles…» [70]. Poco tiempo después, mientras todavía continuaba el asedio a Faluya, Louise Arbour, la Alta Comisionada de NNUU para los Derechos Humanos, pidió una investigación sobre posibles crímenes de guerra [71]. EEUU y sus socios ignoraron estas advertencias acerca del riesgo para los civiles y de crímenes de guerra. Siguieron con los ataques contra estos y otros centros de población iraquíes.

El derecho internacional establece pautas claras sobre la forma de llevar a cabo las operaciones militares. Las Convenciones de Ginebra prohíben los ataques que no distingan claramente entre objetivos militares y civiles, o que tengan un impacto desproporcionado sobre los civiles. Las operaciones militares de la Coalición han violado de forma manifiesta estas leyes, con los desplazamientos masivos de la población, los asesinatos indiscriminados de civiles y la destrucción a gran escala de viviendas y de infraestructura urbana, lo que incluye edificios históricos y lugares de culto. Las fuerzas de la Coalición han ido más allá con la violación de disposiciones de las convenciones, al atacar deliberadamente hospitales, impedir la ayuda médica de urgencia y bloquear la entrega de la ayuda humanitaria. En una violación más grave de la prohibición de «tácticas de asedio» han privado a los civiles de comida, agua, electricidad, suministros médicos y servicios esenciales. Tales prácticas han infligido un castigo colectivo a los iraquíes. Tomadas en su conjunto representan una grave violación del derecho humanitario internacional.

Notas de los autores y de IraqSolidaridad:

1. General de división Charles H. Swannack Jr., comandante de la 82º División Aerotransportada, Órdenes de las operaciones especiales desde Bagdad, 18 de noviembre de 2003. 2. La población de las ciudades nombradas antes de los ataques asciende a aproximadamente dos millones de personas. Esto no incluye otros objetivos urbanos, especialmente el muy populoso barrio de Ciudad as-Sáder de Bagdad que ha sufrido varios ataques, incluyendo una importante operación en agosto-septiembre de 2004. Sobre las operaciones contra las ciudades de la provincia de al-Anbar léanse las crónicas de Imán Jamás de 2004 a 2006 en IraqSolidaridad: Imán A. Jamás: Crónicas de Iraq y Documentos 2006. Sobre recientes ataques en Bagdad, véase: Nota Informativa de la CEOSI: Al menos 22 muertos y 105 heridos en los ataques contra el barrio de Adamiya, en Bagdad . 3. Sobre el cierre de ciudades iraquíes entre muros, véase en IraqSolidaridad: Nota Informativa de la CEOSI: Tras Samarra, Tal Afar, Siniya y Mosul, es la quinta ciudad iraquí asediada por muros por las fuerzas de ocupación y recientemente en Bagdad: Nota Informativa de la CEOSI: EEUU cercará con muros 10 distritos de Bagdad . 4. American Friends Service Committee, The Price of Forgetting, 20 de enero de 2005. 5. Dexter Wilkins, «Tough New Tactics by US Tighten Grip on Iraq Towns», The New York Times, 7 de diciembre de 2003. 6. NNUU, Emergency Working Group, Fallujah Crisis, «Update Note», 11 de noviembre de 2004. 7. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de julio-31 de agosto de 2006, p. 12. Los informes de UNAMI, bimensuales, son parcialmente traducidos y editados en IraqSolidaridad. 8. Dexter Wilkins, op. cit. 9. Véase por ejemplo: B. Dominick, «In Faluyah, US Declares War on Hospitals, Ambulances», New Standard, 12 de noviembre de 2004. 10. Citado en Dexter Wilkins, op. cit. 11. Según el manual de campo del ejército estadounidense FM 6-20, una zona de ataque libre es «[…] una zona específicamente designada en la que se puede disparar cualquier tipo de arma sin coordinación adicional con el cuartel general establecido». El término se ha extendido para incluir en general una zona de combate en la que toda persona no identificada se considera un enemigo combatiente, o zonas en las que los soldados pueden disparar contra cualquiera que se mueva después del toque de queda, sin asegurarse primero que es enemigo. 12. Jonathan Finer, «US Forces Chase Ghost Fighters Amid Iraqis», The Washington Post, 9 de septiembre de 2005. 13. Citado en «Iraq to Clear ‘Insurgent Town'», BBC, 9 de septiembre de 2005. 14. NNUU, Emergency Working Group, Fallujah Crisis, 19 de diciembre de 2004. 15. Según se cita en «Iraq: Displaced in the West Need More», Red Integrada de Información Regional de NNUU, 16 de noviembre 2005. 16. Yasin al-Dulaimi y Daud Salman, Ramadi: Mass Exodus Amid Rising Tensions, Informe del Instituto para la Guerra y la Paz, 15 de junio de 2006. 17. NNUU, Emergency Working Group, Fallujah Crisis, «Update Note», 11 de noviembre de 2004 y 13 de noviembre de 2004. 18. Yasin al-Dulaimi y Daud Salman, Ramadi: Mass Exodus Amid Rising Tensions, Informe del Instituto para la Guerra y la Paz, 15 de junio de 2006. 19. Daniel O’Huiginn y Alison Klevnas: Denial of Water to Iraqi Cities, Cambridge Solidarity with Iraq, noviembre de 2004. 20. Steve Fainaru, «After Recapturing N. Iraqi City, Rebuilding Starts from Scratch», The Washington Post, 19 de septiembre de 2004. 21. Ken Sengupta, «Onslaught in Samarra Escalates in ‘Dress Rehearsal’ for Major US Assault on Rebels'», The Independent, 3 de octubre de 2004. 22. NNUU, Emergency Working Group , Fallujah Crisis, «Update Note»; NNUU, Emergency Working Group , Fallujah Crisis, «Update Note», 11 de noviembre de 2004 y 13 de noviembre de 2004. 23. A 22 de noviembre de 2004, «[…] el agua permanece cortada y el sistema de distribución de electricidad no se ha reanudado ni en Faluya ni en la zona del Programa de Desarrollo de Iraq», NNUU, Emergency Working Group, Fallujah Crisis, «Update Note», 22 de noviembre de 2004. 24. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de julio-31 de agosto de 2006, p. 12. 25. Daniel O’Huiginn y Alison Klevnas, op. cit. 26. Dahr Jamail, «Faluyah Delux», ZNet, 15 de junio de 2006. 27. Según se cita en «Urgent Aid Required as Displacement Increases in Talafar», Red Integrada de Información Regional de NNUU, 14 de septiembre de 2004. 28. NNUU, Informe del Relator Especial sobre el Derecho a los alimentos, Jean Ziegler, a la Comisión de Derechos Humanos, 24 de enero de 2005, Documento E/CN.4/2005/47. 29. «UN Food Envoy Says Coalition Breaking Law in Iraq», Reuters, 14 de octubre de 2005. 30. Adrian Blomfield, «Police Fire at Reporters as US Tanks Roll Up To Shrine» The Telegraph, 16 de agosto de 2004. 31. «Iraq Evicts Reporters from Nayaf», Associated Press, 16 de agosto de 2004. 32. Periodistas sin Fronteras, Informe Anual 2004. 33. Periodistas sin Fronteras, New Blackout in Nayaf Deplored, 15 de agosto de 2004. 34. Amnistía Internacional, Iraq: Civilians under FIRE, abril de 2003. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: El número de ataques aéreos en Iraq se ha cuadruplicado en los últimos meses . 35. Karl Vick, «Faluyah Strikes Herald Possible Attack», The Washington Post, 16 de octubre de 2004. 36. Brian Conley, «Ramadi Becomes Another Fallujah», Inter Press Service, 5 de junio de 2006. 37. Ken Sengupta, op. cit. 38. Iraq Body Count, A Dossier on Civilian Casualties in Iraq (2003-2005). 39. Véase el capítulo [de este informe] sobre armas indiscriminadas y especialmente dañinas. 40. Organización Mundial de la Salud, Detailed Situation Report in Talafar, 19 de agosto de 2005. 41. Jo Wilding, «Getting Aid Past US Snipers Is Impossible», The Guardian, 17 de abril de 2004. 42. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de julio-31 de agosto de 2006, p. 13. El distrito era al-Eakan al-Jadida. 43. Brian Dominick, «In Faluyah, US Declares War on Hospitals, Ambulances», New Standard, 12 de noviembre de 2004. Véase en IraqSolidaridad: Faluya (I): Visita al Hospital General La delegación de la CEOSI se entrevista con su director y entrega una primera partida de ayuda sanitaria. 44. Scott Baldauf, «The Battle of Najaf», Christian Science Monitor, 9 de agosto de 2004. 45. Antonio Castaneda, «US Marines Take Over Iraq Hospital», Associated Press, 6 de julio de 2006. 46. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de julio-31 de agosto de 2006, p. 12. 47. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de noviembre-31 de diciembre de 2006, p. 27. 48. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de julio-31 de agosto de 2006, p. 5. 49. Véase, por ejemplo, Medical Need Massive in Faluyah, Red Crescent, Red Integrada de Información Regional de NNUU (10 de noviembre de 2004) «‘Tenemos provisiones y personas que desean ayudar. La gente está muriéndose debido a la escasez de material médico y de otras privaciones como agua y comida, pero tenemos que ver como mueren porque el ejército estadounidense no nos deja pasar’, añade al-Abadi [portavoz de la Sociedad del Creciente Rojo de Iraq SCRI].» 50. Aid Agencies Unable to Enter Samarra, Red Integrada de Información Regional de NNUU, 22 de marzo de 2006. 51. Citado en Chris Shumway, «More Reports of US War Crimes in Nayaf as Major Assault Looms», The New Standard, 11 de agosto de 2004. 52. UNAMI, Informe sobre Derechos Humanos, 1 de septiembre – 31 de octubre de 2005. 53. Abdul-Qader Saadi, «Faluyah Death Toll for Week More than 600», Associated Press, 12 de abril de 2004. 54. Cost of Iraq Reconstruction Calculated, Red Integrada de Información Regional de NNUU, 8 de septiembre de 2004. 55. Ellen Knickmeyer, «US Airstrikes Take Toll on Civilians», The Washington Post, 24 de diciembre de 2005. 56. Véase, por ejemplo, Amnistía Internacional, Iraq: End Bloodshed and Killing of Children, 1 de octubre de 2004. 57. Ellen Knickmeyer, op. cit. 58. Véase, por ejemplo, Patrick Cockburn, «US Soldiers Bulldoze Farmers’ Crops», The Independent, 12 de octubre de 2003. 59. Citado en Dahr Jamail y Ali Fadhil, «Rebuilding? Not for Faluyah», Inter Press Service, 25 de junio de 2006. 60. Clean-up Process Starts in Nayaf Following Fighting, Red Integrada de Información Regional de NNUU, 31 de agosto de 2004. 61. Cost of Iraq Reconstruction Calculated, Red Integrada de Información Regional de NNUU. 8 de septiembre de 2004. 62. Ibíd. 63. Dexter Wilkins: «In Ramadi, Fetid Quarters and Unrelenting Battles», The New York Times, 5 de julio de 2006. 64. Monte Morin, «US Troops Razing Ramadi Buildings to Renew Security», Stars and Stripes, 2 de septiembre de 2006. 65. Citado en Maher Mohammad, «Iraq Urges US Troops to Leave Nayaf», Reuters, 11 de agosto de 2004. 66. «Nayaf Officials Quit in Protest», al-Jazeera, 13 de agosto de 2004. 67. «Iraqi Governing Council Members Denounce US Action», Radio Free Europe, 9 de abril de 2004. 68. «Governing Council Blasts Faluyah ‘Genocide'», Financial Times, 10 de abril de 2004. 69. Citado en Qassim Abdul-Zahra, «Iraq PM Criticizes US-Led Attack», Associated Press, 7 de agosto de 2006. 70. «Kofi Annan’s Letter: Faluyah Warning», BBC, 6 de noviembre de 2004. 71. Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos, declaración leída por José Luis Dias, portavoz, en la habitual conferencia de prensa celebrada en la oficina de NNUU en Ginebra, 16 de noviembre de 2004.

Global Policy Forum (www.globalpolicy.org), marzo de 2007
IraqSolidaridad (
http://www.iraqsolidaridad.org/), 14 de mayo de 2007
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Beatriz Morales Bastos