El Banco Mundial ya seleccionó a su futuro director residente en Iraq, informaron fuentes del organismo. De concretarse la designación, habrá una tormenta de críticas sobre su presidente, el ex subsecretario de Defensa estadounidense Paul Wolfowitz. Representantes de gobiernos y organizaciones de la sociedad civil se aprestan a cuestionar el nombramiento, por entender que viola […]
El Banco Mundial ya seleccionó a su futuro director residente en Iraq, informaron fuentes del organismo. De concretarse la designación, habrá una tormenta de críticas sobre su presidente, el ex subsecretario de Defensa estadounidense Paul Wolfowitz.
Representantes de gobiernos y organizaciones de la sociedad civil se aprestan a cuestionar el nombramiento, por entender que viola procedimientos del Banco sobre operaciones en zonas de conflicto. Además, resucitaría las críticas a Wolfowitz por su rol en la invasión de 2003.
La desingación indicaría la intención del Banco de asignar nuevos préstamos a Iraq, país ocupado por Estados Unidos donde la inseguridad es rampante y cuyos esfuerzos de reconstrucción son objeto de acusaciones de corrupción.
Y Wolfowitz fue uno de los principales arquitectos de la guerra lanzada por el gobierno estadounidense, desde su oficina de subsecretario (viceministro) de Defensa.
Bea Edwards, del no gubernamental y estadounidense Proyecto de Responsabilidad del Gobierno (GAP), consideró que «esto es exactamente lo que no debería hacer y lo que la Junta (de Gobernadores) del Banco temía que hiciera».
El objetivo detrás del nombramiento de un director residente del Banco en Iraq y de la reanudación de los créditos sería «bajarle la temperatura al Tesoro» (ministerio de hacienda de Estados Unidos) «y a la política» de Washington hacia ese país del golfo Pérsico o Arábigo.
«La evidente determinación de Wolfowitz a usar el Banco para promover cuestionables objetivos militares estadounidenses en Medio Oriente es una deformación fundamental de la misión» de la institución, «una violación» de sus normas fundacionales y «un insensato derroche de recursos de donantes», había advertido Edwards en una declaración anterior.
Una norma del Banco, el Procedimiento 2.30 sobre Cooperación para el Desarrollo y Conflicto, obliga al organismo a preparar un «informe de observación» antes de operar en un país que emerge de una conflagración.
Después de presentado ese informe, el Banco debe desarrollar una estrategia de apoyo de transición y participar en la reconstrucción. Sólo entonces podrá comenzar a recibir préstamos.
A diferencia de la Oficina Interina del Banco para Iraq, hoy radicada en Amman, un director residente manejaría sólo los asuntos de ese país desde la propia Bagdad y sería el primero en filtrar la información al respecto, según el GAP, que cita fuentes internas del organismo.
Otros informantes dentro del Banco aseguraron que el nuevo director residente ya está seleccionado y que las autoridades de la organización mantuvieron diálogo con él en enero y comienzos de febrero.
Los informantes indicaron que representantes del Banco negocian los términos del contrato con el aspirante, que tiene cierta experiencia en regiones que atravesaron conflictos y que habla un poco de árabe.
Estos hechos molestaron a miembros de la Junta de Gobernadores del Banco, integrada por representantes de los países miembros del organismo, y a altos funcionarios preocupados por la seguridad del personal y por la corrupción en Iraq.
Estas preocupaciones tienen su origen en numerosos informes de trabajo en malas condiciones, mala administración y abusos laborales por parte de contratistas privados convocados para la reconstrucción del país.
Cuando Wolfowitz fue designado al frente del Banco, en junio de 2005, hubo protestas en la Junta por su participación en la planificación de la guerra de Iraq.
En el pasado año y medio, Wolfowitz tuvo un papel discreto en la materia e intentó moderar públicamente sus inclinaciones ideológicas neoconservadoras.
La Junta del Banco emite periódicamente declaraciones oficiales –una medida muy inusual– sobre la situación de Iraq, en lo que se interpreta como un mensaje directo a Wolfowitz: cualquier plan de la institución para ese país deberá contar con la participación de los representantes nacionales.
Las novedades sobre el posible nombramiento de un director residente en Iraq reflotó esas preocupaciones.
IPS consultó a varios miembros de la Junta, que se negaron a referirse al asunto. Dina El Naggar, portavoz del Banco, informó que no logró que funcionarios del organismo a cargo del vínculo con Iraq respondieran las preguntas que se les elevó.
Algunos críticos señalan que Wolfowitz intenta limpiar su nombre con una muy publicitada campaña contra la corrupción. Sin embargo, ahora avanza con nuevos proyectos para Iraq, a pesar de las evidencias de actos deshonestos en la reconstrucción de ese país.
El Banco Mundial participó en el Fondo de Fideicomiso de Iraq, dentro de los esfuerzos internacionales por la reconstrucción por los cuales se financió 15 proyectos por valor de 410 millones de dólares para mejorar la educación, la salud, el censo de hogares y los servicios de irrigación, suministro de agua, saneamiento, protección social, telecomunicaciones, infraestructura urbana.
El Banco dice que también aprobó préstamos por 275 millones de dólares, a cargo de la Asociación Internacional para el Desarrollo (su rama de créditos al sector privado), destinados a educación, electricidad y transporte.
En mayo de 2006, Joseph Saba, director de asuntos de Iraq en Washington, dijo que el Banco estaba pronto para fortalecer su presencia en el país, en concordancia con el advenimiento de un nuevo gobierno respaldado por Washington.
En ese momento, el Banco dijo que estaba analizando la posibilidad de contratar a un «voluntario» para desempeñarse como director residente en Iraq desde la Zona Verde de Bagdad, la más custodiada del país, donde se encuentran las oficinas del gobierno y las embajadas.
Pero el caos político y la falta de seguridad hasta ahora limitaron los planes, aunque el Banco prometió que el nuevo director residente sería custodiado por un equipo armado especial, incluso en ocasionales visitas controladas fuera de la Zona Verde.
El trabajo operativo del Banco en Iraq hasta ahora dependió de profesionales iraquíes dentro del país, reuniones regulares con iraquíes exiliados, videoconferencias y el apoyo de la Oficina Interina para Iraq en Amman.
El Banco no ha tenido una presencia importante en Iraq desde que un atentado con explosivos, el 19 de agosto de 2003, se cobró la vida de un funcionario de la institución y las de 21 empleados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Bagdad.
Altos funcionarios del Banco y algunos miembros de la Junta de Gobernadores han expresado temor de que las inclinaciones ideológicas de Wolfowitz involucren cada vez más al organismo en el controvertido conflicto.
Fuentes del Banco aseguran que el veterano funcionario Christiaan Poortman, ex vicepresidente del organismo para Medio Oriente, renunció el año pasado porque objetaba las directivas de Wolfowitz de preparar nuevos préstamos y enviar personal a Iraq.
Bea Edwards también señaló la falta de un sistema bancario operativo en Iraq no permite garantizar el manejo transparente de los préstamos y proyectos del Banco.
«Al Banco se le prohíbe operar en un conflicto como este», dijo la activista. «El gobierno no controla su territorio y no puede garantizar la devolución de los préstamos. Cualquier emergencia o financiamiento social en Iraq debería atenderse con donaciones, no con préstamos.»