Qué noticia, por fin el gobierno de Estados Unidos entra en razón y acepta retirarse de Irak. ¿Condiciones? Sólo que los iraquíes lo deseen. Sin duda es una de las noticias más importantes de los últimos tiempos, pero ¿por qué no se ha publicado en grandes titulares? ¿por qué no aparece en todas las televisiones, […]
Qué noticia, por fin el gobierno de Estados Unidos entra en razón y acepta retirarse de Irak. ¿Condiciones? Sólo que los iraquíes lo deseen. Sin duda es una de las noticias más importantes de los últimos tiempos, pero ¿por qué no se ha publicado en grandes titulares? ¿por qué no aparece en todas las televisiones, con reportajes, celebraciones, etc.? Igual lo he soñado. Lo cierto es que alguna vez lo soñé, pero, a ver, busquemos de nuevo. Sí, sí, ahí está:
«El presidente ha insistido en que su país está en Irak porque así lo quiere el Gobierno iraquí, y ha asegurado que si los iraquíes no quisieran que EE UU estuviera allí, «nos iríamos, pero los resultados serían catastróficos».»
Eso pone en El País del día 24 de mayo. Está al final del segundo párrafo en una noticia de la agencia EFE cuyos titulares para nada hacen referencia al hecho. Pero está ahí, ha ocurrido. Entonces, volvamos a las preguntas de antes, ¿por qué no aparece en grandes titulares y sólo aparece medio escondido y de pasada? ¿no es suficientemente importante la posibilidad de que los iraquíes puedan decidir que se vayan las tropas estadounidenses? ¿No debería ser fácil convocar un referéndum y preguntar al pueblo iraquí? ¿Cuál es el problema?
Todo esto es muy raro. El presidente Bush anuncia que se irán si los iraquíes quieren, la declaración de todo un demócrata. Pero si fuera un demócrata de verdad querría realmente saber la opinión del pueblo, y sin embargo no parece tener intención de promover tal referéndum. Al contrario, rechaza cualquier calendario de retirada de tropas, envía más tropas y destina más fondos. En la noticia que he citado el titular dice «Bush prevé un verano «crítico» en Irak ante la nueva estrategia militar de EE UU». Luego Bush ya sabe lo que ocurrirá en verano, lo prevé, y aprueba una nueva estrategia militar en Irak sin consultar a ningún iraquí.
El caso es que sí hay consultas a los iraquíes, al menos en forma de encuestas. En 2004 el 51% de los consultados rechazaba la ocupación, porcentaje que subió al 65% a finales de 2005 y nada menos que al 78% en una encuesta reciente (1) Ante estos datos, obviamente conocidos por la administración Bush, es falso que si los iraquíes lo desean, se irán. ¡Hace tiempo que lo desean!
Pero Bush dice más cosas, como que están ahí porque lo quiere el gobierno iraquí. Claro, el gobierno que Estados Unidos puso en Irak después de una invasión que evidentemente no tenía el permiso del gobierno anterior (el de Saddam Hussein). ¿Qué opinan los iraquíes de «su» gobierno? Según la misma encuesta, sólo el 34% opina que este gobierno tiene el control; el 59% cree que es Estados Unidos quien lo tiene. Y ya que estamos con encuestas, ¿qué opinan los estadounidenses? El 60% desea la retirada (2) Así pues, ni el gobierno de Estados Unidos respetará la voluntad de los iraquíes, ni la de su propia gente, ¡cuánta democracia!
Por último Bush dice que si se fueran, los resultados serían «catastróficos». Pero lo único que se ha demostrado catastrófico hasta ahora es la presencia de sus tropas. Según un estudio de la prestigiosa revista médica The Lancet, han muerto, desde marzo de 2003 hasta julio de 2006, más de 600.000 personas en Irak como consecuencia de la invasión y la ocupación (3) ¿Es posible más catástrofe que ésa? En cualquier caso, no le toca a Bush el decidirlo sino a los iraquíes.
De todo esto podemos sacar dos conclusiones. La primera y más obvia es que el anuncio de Bush es una farsa. Ni están ahí porque se les invitara, ni el gobierno iraquí merece el nombre de gobierno, ni el gobierno de Estados Unidos tiene la menor intención de cumplir la voluntad del pueblo iraquí o la del pueblo estadounidense, ni es fácilmente concebible que una retirada de las tropas pueda ser peor que su presencia en Irak. La otra conclusión es menos evidente, y debería, a mi juicio, hacernos pensar sobre la relación que hay entre la importancia objetiva de las cosas y la importancia que los medios les conceden. La posibilidad teórica del fin de la ocupación de Irak es algo que debería anunciarse a bombo y platillo por cualquiera con un mínimo de humanidad. Pero sólo se muestra marginalmente en la prensa, de lo que se deduce que no hay un interés sincero por terminar con la carnicería que ha provocado Estados Unidos. Y si no interesa acabar con eso, es que interesa perpetuarlo, con lo cual, ¿qué clase de moralidad monstruosa rige en nuestros medios de comunicación?
Notas: