El número de muertos de EEUU revela que Bush y el Pentágono fracasaron estrepitosamente con su estrategia militar en Irak. En solo 5 meses, la potencia invasora perdió 500 soldados, el equivalente a la mitad de lo que había perdido al cumplirse 18 meses de ocupación militar. Esto revela la magnitud del accionar creciente y mortífero de la guerrilla iraquí, y nutre la argumentación de la organizaciones que en EEUU y en todo el mundo preparan gigantescas movilizaciones para reclamar que las tropas norteamericanas regresen a casa. En este informe, un panorama general de Irak que muestra a Bush cada vez más cerca de Vietnam
En septiembre de 2004, el portavoz oficial de la Casa Blanca, Scott McClellan, anunció que las últimas cifras mostraban que 997 militares norteamericanos habían muerto en Irak, a 18 meses de la ocupación militar de ese país en marzo de 2003.
De acuerdo a conteos realizados por la agencia Associated Press y otros medios norteamericanos, actualmente la cifra de soldados de EEUU que perdieron la vida en Irak se aproxima a los 1500. Estos números coinciden en general con el balance proporcionado por el Pentágono.
Esto indica que, en solo 5 meses, la potencia invasora perdió 500 efectivos, la mitad de los que había perdido en 18 meses de ocupación militar.
La cifra total de bajas en lo que va del año 2005 asciende aproximadamente a 155 soldados de EEUU y más de 560 colaboracionistas iraquíes muertos (militares, policías y civiles) por atentados y ataques de los rebeldes iraquíes, según el resumen de información oficial registrado a diario por la prensa.
La cantidad de bajas de militares y policías iraquíes colaboracionistas (sobre quienes se concentra el fuego rebelde) asciende, solamente en lo que va del 2005, a más de 560 muertos, según el resumen de lo publicado en la prensa.
Solamente en el mes de enero -según el mismo conteo periodístico- murieron aproximadamente 106 soldados norteamericanos y más de 300 colaboracionistas iraquíes ( entre policías y soldados).
Si bien no hay un registro oficial periodístico de ciudadanos comunes muertos por ataques (mayoritariamente chiíes), considerados «colaboradores civiles» de EEUU por los rebeldes, el balance, en lo que va del 2005, no baja de las 300 víctimas, registradas principalmente en los atentados a mezquitas y partidos políticos.
Estos números revelan, más que ningún análisis, la efectividad mortífera de la guerrilla iraquí, durante la escalada de ataques y atentados comenzada antes de las elecciones, y que continua hasta el presente.
El accionar de la guerrilla iraquí
El mando militar estadounidense reconoció que la cuarta parte de los muertos de EEUU son por ataques a los vehículos de combate Humvees, informó hace una semana la cadena Al Jazeera.
Según el sitio CSAWeb, 500 muertos del total del total que lleva EEUU desde que se inició la invasión en Irak son consecuencia de los ataques de la guerrilla a los vehículos de combate Humvees con bombas que estallan a su paso y disparos de cohetes y lanzagranadas contra los mismos.
El mando militar estadounidense reconoció que la cuarta parte de los muertos de EEUU son por ataques a los vehículos de combate Humvees, informó la cadena Al Jazeera.
Casi 500 muertos del total que lleva EEUU desde que se inició la invasión en Irak son consecuencia de los ataques de los rebeldes a los Humvees, con bombas que estallan a su paso y disparos de cohetes y lanzagranadas.
Por otra parte el Pentágono oculta la cifra real de su bajas dado que en sus datos no contabiliza a los que mueren en hospitales fuera de Irak como consecuencia de las heridas ocasionadas por las acciones de la guerrilla.
El número oficial de muertos es de más de 1.495, pero otras fuentes la elevan a los 1.532, no contabilizándose entre los heridos (oficialmente 10.900) a los afectados por depresión y enfermedades mentales.
El Pentágono había anunciado que blindaría a los Humvees, no concebidos para una situación de guerra sino para transporte en la retaguardia. Hasta el momento sólo 2.000 de los 19.000 vehículos Humvee que EEUU ha desplegado en Irak han sido blindados, lo que causa mayor cantidad de muertos entre los soldados de EEUU.
La semana pasada el diario The Washington Post informó que la ofensiva rebelde contra las fuerzas ocupantes y los colaboracionistas alcanzan un promedio de 60 ataques diarios desde los comicios, el 30 de enero.
Analistas de inteligencia de EEUU citados por el Post señalan que la guerrilla actúa en células pequeñas, y que sus combatientes han huido de las grandes concentraciones de combatientes como en Faluya, lo que facilita su accionar efectivo y rápido repliegue.
Por otra parte, el diario británico The Independent informó que sólo 5.000 soldados colaboracionistas están entrenados para el combate contra la resistencia. El Pentágono está estudiando cómo concretar el plan de formación de 270.000 soldados y policías colaboracionistas se retrasa.
El fracaso de las fuerzas colaboracionistas se produce principalmente por el incremento de los ataques y atentados rebeldes que provocan deserciones constantes entre los reclutas y los efectivos iraquíes.
El Pentágono admite que unos 5.500 soldados desertaron, aunque las organizaciones de familiares creen que la cifra real es probablemente mucho mayor.
En Fort Bragg, la mayor instalación militar del mundo y sede de la célebre 82 División Aerotransportada del ejército, conocida como la «Guardia de Honor de Estados Unidos», por lo menos 50 de sus soldados en Irak murieron en acción.
Este panorama se contradice con el que presentó el general del ejército Charles H. Swannack Jr., comandante de la 82 División Aerotransportada, quien hace un año declaró ante periodistas en Bagdad: «Estamos deslizándonos hacia el éxito».
La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, había dicho que Washington apostaba a una «estrategia del éxito» basada en la preparación para el combate de los colaboradores de EEUU, en oposición a la «estrategia de salida» que plantean los demócratas y los medios de comunicación vinculados a la oposición.
Un informe elaborado en el mes de octubre pasado por una comisión estratégica del Pentágono admite que la guerra en Irak está perdida, y fue suprimido durante la campaña electoral.
El documento, publicado por el Destacamento Special sobre Comunicación Estratégica del Consejo Científico de Defensa, fue «silenciado» por los medios más importantes de EEUU. Nadie en los ámbitos políticos -ni Republicano ni Demócrata- aludió a sus revelaciones.
El informe fue suprimido durante el período de la campaña electoral, cuando sus conclusiones sin duda habrían creado graves problemas para el gobierno de Bush.
Rechazo y movilizaciones en todo el mundo
Este lunes una encuesta de la consultora Zogby evidenció que el 61 por ciento de los estadounidenses piensa que fue un error la agresión armada al país árabe, en tanto un 39 por ciento considera que valió la pena.
Según informó el diario The Christian Science Monitor medio centenar de pueblos en el estado de Vermont exigirán la salida de las tropas de EEUU de Irak, mientras crece el rechazo nacional a la guerra.
De acuerdo con el diario, de los 251 pueblos de Vermont, 200 han enviado efectivos de la Guardia Nacional al país del Golfo Pérsico, y según las estadísticas la proporción de militares del Estado muertos en suelo iraquí es superior a la de cualquier otro territorio norteamericano.
Esto «trae al debate a las mismas personas que deben discutir el impacto de la guerra: las familias de los guardias nacionales, los políticos locales, los departamentos de policía, y los funcionarios de educación», aseguró Nancy Lessin, cofundadora de la organización Familiares de Militares al Habla.
La agrupación antibelicista prevé una campaña en la cual instará a las autoridades a estudiar los efectos de la guerra, sobre todo las consecuencias del envío de miembros de la Guardia Nacional, desde el estado de Oregón, en el noroeste, hasta Maine, en el noreste.
Para el próximo 19 de marzo, al cumplirse dos años de la invasión a Irak diversas organizaciones en Estados Unidos preparan manifestaciones contra la embestida bélica al país árabe.
Bajo el lema «El mundo dice fin a la guerra», la coalición Unidos por la Paz y la Justicia llamó a los norteamericanos a rechazar ese día a la Administración Bush y exigir el regreso a casa de los 150 mil militares desplegados en suelo iraquí.
«El mensaje no es «que los muchachos vuelvan a casa después de arreglar las cosas», sino «que vuelvan ahora», dijo a la agencia IPS Lou Plummer, un veterano de guerra hoy devenido en pacifista, quien tiene un hijo militar en actividad.
La movilización es organizada por veteranos de guerra y familiares de soldados. Asistirán delegaciones incluso desde el lejano estado de Hawaii, un archipiélago en el océano Pacífico.
Entre los oradores figuran Daniel Berg, padre de Nick Berg, un civil estadounidense decapitado en Irak, Lila Lipscomb, la madre de un soldado muerto que apareció en la película «Fahrenheit 9/11», y David Potorti, cuyo hermano murió en el atentado del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
El fin de semana, Plummer asistió a una conferencia de activistas contra la guerra en el sudoriental estado de Missouri, en la que participaron varios cientos de pacifistas, ex combatientes y familiares de soldados de 35 de los 51 estados estadounidenses y de Canadá.
Fue la primera reunión para considerar el derrotero del movimiento contra la guerra en Irak después del comienzo del segundo periodo presidencial de George W. Bush.
La conferencia fue coordinada por la coalición Unidos por Paz y Justicia, que reúne a mil organizaciones nacionales y locales.
«Planeamos lanzar una campaña educativa a nivel nacional para alcanzar a personas que están de acuerdo con nosotros pero no participan en el movimiento», dijo a la coordinadora de la red, Leslie Cagan.
Además, los opositores a la guerra en Irak apuntarán contra los problemas económicos en las comunidades locales estadounidenses, intentarán forjar alianzas entre religiosos y laicos y mantendrán la presión sobre el Congreso norteamericano.
«El mensaje no es «que los muchachos vuelvan a casa después de arreglar las cosas», sino «que vuelvan ahora», dijo a la agencia IPS PLou Plummer, un veterano de guerra hoy devenido en pacifista, quien tiene un hijo militar en actividad.
«Planeamos lanzar una campaña educativa a nivel nacional para alcanzar a personas que están de acuerdo con nosotros pero no participan en el movimiento», dijo a la coordinadora de la red, Leslie Cagan.
También habrá protestas y manifestaciones en todo el mundo. Ya en febrero de 2003, un mes antes de la invasión, más de 10 millones de personas marcharon simultáneamente en 60 países para repudiar la inminente guerra.
Para este año se planifican actividades en Alemania, España, Dinamarca, Gran Bretaña, Grecia, Francia, Islandia, Italia y otros países europeos, así como en Australia, Bangladesh, Brasil, Corea del Sur, Japón y Sudáfrica.
En Sydney, la ciudad más poblada de Australia, los manifestantes también protestarán contra la decisión del gobierno de John Howard de enviar otros 450 soldados a Iraq, anunciada esta semana.
Las actividades en Suecia son coordinadas por la Red Contra la Guerra, que reúne a 40 partidos políticos, organizaciones religiosas y otras instituciones.
El principal acto será en el centro de Estocolmo, e incluirá en su plataforma el cese de la ocupación de territorio palestino por parte de Israel.
El «Síndrome Vietnam»
El primero en hablar del «Síndrome Vietnam» en EEUU fue el senador demócrata Edward Kennedy quién advirtió a Bush que su administración en Irak estaba produciendo un fenómeno similar al producido por la guerra del sudeste asiático, en la década del setenta, donde EEUU tuvo que retirarse después de perder miles de soldados en la contienda.
IAR-Noticias señaló, en noviembre pasado, que, en términos políticos y sociales, y a corto plazo, el empantanamiento de las tropas norteamericanas en Irak le iba a costar a Bush y a su administración una reacción -de características todavía no mensuradas- dentro de EEUU, donde la oposición y familiares de las víctimas esperaban el momento oportuno para protestar por la muerte y mutilación de soldados norteamericanos en Irak.
Habíamos señalado que la oposición política y mediática «anti-Bush», los perdedores de la elección del 8 de noviembre, con The New York Times y The Washington Post a la cabeza, retomarían las campañas contra el presidente apuntando a su flanco más débil: la ocupación militar y los muertos de Irak. (ver: La nueva estrategia editorial de The New York Times).
Por más que Bush y su administración salieron fortalecidos con el triunfo electoral, los comicios, reñidos como nunca históricamente, polarizaron a la sociedad norteamericana alrededor de lo que estaba pasando en la ocupación militar de Irak.
Toda la política editorial, tanto de The New York Times como de The Washington Post, se orientaron, tras los comicios, a crear un «síndrome Vietnam» en sintonía con la estrategia de los demócratas en el Congreso norteamericano, en una puja por el poder con los halcones del Pentágono a quienes no pudieron arrebatar por vía electoral los negocios y el poder de la Casa Blanca.
En enero de año esa maniobra adquirió una evidencia clara cuando 16 representantes demócratas del Congreso exigieron a Bush la retirada inmediata de las tropas de Estados Unidos de Irak, según informaba la prensa norteamericana.
Encabezados por la representante Lynn Woolsey, los congresistas pidieron al mandatario iniciar de inmediato el retiro de los 150 mil efectivos estadounidenses, en una carta pública enviada a la Casa Blanca.
Hay que recordar que en los últimos días de diciembre pasado el jefe de la Casa Blanca había decidido incrementar la presencia militar en esa nación ocupada, a fin de intentar «preservar la seguridad» en torno a las elecciones del 30 de enero.
Además, Bush y el Pentágono habían ratificado que las tropas norteamericanas no se retirarán hasta tanto las fuerzas iraquíes, armadas y entrenadas por Estados Unidos, sean capaces de hacerse cargo de la situación.
La misiva de los legisladores demócratas fue enviada a diversos sectores políticos de Washington, a fin de «promover el debate» sobre cómo Estados Unidos podía retirar sus unidades militares de aquel país del Golfo Pérsico.
La carta a Bush se dio a conocer justo cuando Brent Scowcroft, ex secretario de Seguridad Nacional bajo la presidencia de Bush padre, decía en Washington que la continuación de la insurrección trae a discusión el asunto de cuándo «nos vamos a ir» de allí.
Woolsey y otros demócratas de la Cámara Baja, entre estos Sam Farr, de Carmel, Pete Stark, Fremont, y Barbara Lee, Oakland, urgieron al mandatario a sacar a los ocupantes.
La retirada es «el único camino para ayudar realmente a nuestras tropas», afirmaban los congresistas en el texto enviado a Bush.
A diferencia del sentimiento genuino de los familiares de las víctimas y de la población en general, la maniobra de los políticos demócratas y de un sector del establishment estadounidense no está exenta de oportunismo y doble discurso.
Estos mismos demócratas (tanto como Kerry que fue su candidato en la últimas elecciones) apoyaron la invasión a Irak en el 2004 y suscribieron todos los presupuestos militares solicitados por Bush en el marco de la ocupación de Irak como en el de la «guerra contra el terrorismo».
No obstante, en su carta pública, sostenían que la invasión ha provocado renovados sentimientos antinorteamericanos entre la población iraquí y otros pueblos árabes.
Consideraban además que la agresión hizo a Irak un país «menos seguro», en franca contraposición con la postura de la Casa Blanca. Afirman que la mejor manera de combatir a la insurgencia es sacando a los militares del Pentágono.
En eso de que Irak es un país «menos seguro», no se sabe bien que querían decir estos legisladores, » ya que la invasión de 140.000 soldados y tanques norteamericanos, que ellos avalaron y apoyaron, le quitaron la seguridad y la vida a 100.000 iraquíes, entre ellos niños, mujeres y ancianos.
Pero aunque oportunista, la movida de los demócratas tiene su lado positivo, dado que a través de ella se orienta a crear el gran debate nacional «sobre los muertos de Estados Unidos en Irak» que estaba previsto para el último tramo de la campaña electoral de Kerry antes del 2 de noviembre, y que finalmente fue desechado por su equipo de campaña.
Siempre se dijo por otra parte -todos los expertos en Estados Unidos así lo sostienen- que el Talón de Aquiles de Bush en Irak eran los soldados estadounidenses muertos o heridos que dejaría la ocupación.
El sentimiento «anti-Vietnam» es tan fuerte como el miedo al «terrorismo» en las franjas mayoritarias de la sociedad estadounidense. Bush, así coinciden todos los especialistas, ganó las elecciones con el «miedo al terrorismo».
La movida de los legisladores demócratas solo se trataría de la primera fase de una ofensiva para exigirle a Bush que transparente la verdadera cifra de muertos y heridos estadounidenses en las masacres del triángulo suní y en todo Irak.
De esta manera tratan de que Bush, que contó hasta ahora con el silencio y la complicidad de la opinión pública internacional para ejecutar su genocidio militar en Irak, encuentre su Waterloo político dentro de su propio Imperio.
El «Síndrome Vietnam», a medida que se suman los marines muertos y heridos en Irak, y con el programa de rechazo y movilizaciones que se avecina tanto en EEUU como en el mundo, se cierne cada día con más certeza sobre la cabeza de George W Bush.
La información para este informe fue tomada de las siguientes fuentes:
IAR-Noticias
Rebelión
Prensa Latina
Agencia IPS
La Jornada
CSCAweb
Äl Jazeera