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Caliban y Brathwaite: diálogos caribeños

Fuentes: La ventana

Yolanda Wood, directora del Centro de Estudios Caribeños (CEC), dio la bienvenida a los estudiantes del ciclo Texturas Caribeñas dedicado esta vez a «Caliban y Barbados», leyendo una carta del escritor barbadense Kamau Brathwaite en la que agradecía a la Casa su intención de publicar su poema «Caliban», de 1969, en ocasión de su ochenta […]

Yolanda Wood, directora del Centro de Estudios Caribeños (CEC), dio la bienvenida a los estudiantes del ciclo Texturas Caribeñas dedicado esta vez a «Caliban y Barbados», leyendo una carta del escritor barbadense Kamau Brathwaite en la que agradecía a la Casa su intención de publicar su poema «Caliban», de 1969, en ocasión de su ochenta cumpleaños.

Con imágenes de su paso por la Casa de las Américas, institución a la que se ha vinculado como jurado y premio literario en dos ocasiones (1976 en poesía y ensayo en 1998), se inició el primer panel de la tarde en el que académicos y ensayistas profundizaron en la obra de Brathwaite, su relación con el Caribe, con el símbolo Caliban y con el universo de pensamiento e imagen que el autor de Barbados ha fundado en torno al personaje shakespeareano y su connotación postcolonial, pero con otra resonancia política.

Integraron la mesa -conducida por Marietta Fernández, profesora y miembro del grupo interdisciplinario de Texturas Caribeñas- Haydée Arango y Ariel Camejo, ambos profesores de la Facultad de Artes y Letras y colaboradores del CEC, junto al filósofo Félix Valdés.

Arango partió de la descripción y análisis de los poemas «Caliban», de 1969 perteneciente al cuaderno Islas; y «Caliban», de 1976 del libro Black and Blues, para mostrar las claves que hacen de Kamau Brathwaite un autor peculiar en el vasto conglomerado de la escritura caribeña. De ese modo, subrayó el afán del poeta y ensayista en recurrir a las sonoridades del Caribe -calipso, espirituals, ska, reggae, mento, etc.)- e impregnar de ese ritmo su poesía, tanto en su morfología como en su sentido más profundo.

Para Haydee Arango, Brathwaite fue decisivo en la eclosión de voces nuevas de la poesía dub y en el performance que se produjo en el Caribe y en Gran Bretaña durante la década del setenta.

Igualmente, según la investigadora, Kamau Brathwaite insiste en la idea, a través de toda su obra, de una escritura y una cultura sumergidas del Caribe. Apunta, además, la trayectoria vital del autor y sus similitudes a las de sus coterráneos. Su tránsito por Londres, por la Universidad de Sussex, donde posee un Doctorado Honorario, su estancia en Ghana y sus múltiples recorridos por el Caribe, formaron en él la conciencia de un proceso de pensamiento postcolonial en el que también se advierten la perpetuidad de la esclavitud en nuevas formas de dominación.

Ariel Camejo, por su parte, indagó en lo caribeño en la obra de Brathwaite y en la reinvención de una caligrafía que también nos reinventa. No pasó por alto, además, los vínculos de la producción ensayística y poética del barbadense, con la fuente principal de la pieza shakespeareana y el repertorio de personajes de La tempestad, del cual Sicorax es igualmente simbólico y polisémico, es una figura que

    comienza a ser desde hace algún tiempo un silencio significativo para la crítica cultural y aunque mayormente suele asociarse al problema de lo femenino y su espacio en el conflicto entre colonizador y colonizado, creo que en buena medida puede relacionarse, cruzarse con ese gran tópico de la tragedia shakespereana que es la sujeción lingüística.

Camejo adelanta la discusión en torno a conceptos como «nation language» y el Sycorax video style, y plantea: El concepto de la «nación lenguaje» en Brathwaite puede ser una alternativa mucho más realista que el dialecto, a pesar de poseer una definición algo ambigua. Con la «nación lenguaje», los calibanismos, y el reciente desarrollo de su Sycorax video style, el poeta transforma el lenguaje, y por tanto a la cultura y los pueblos del Caribe, en entidades más oscuras, mucho más difíciles de definir y aprehender por parte del «otro» foráneo. Introduce en ellos lo que Homi Bhabha llama un nuevo grado de «opacidad» semántica, que señala precisamente el entre-medio de la distancia entre colonizador y colonizado.

El filósofo Félix Valdés centró su discurso en el problema del national language y la creolization, aspectos que según él atraviesan la obra de Kamau Brathwaite, y construyen, a su vez, un modelo de interpretación teórica de la realidad caribeña. A Valdés le resulta claro el hecho de que ambos ejes son, en efecto también, una perspectiva política y un sistema de pensamiento.

Comentó, asimismo, el conflicto del escritor mientras estudiaba en la universidad inglesa ante las exigencias académicas y la necesidad de reinventar sus propias herramientas para interpretar su realidad. Valdés se cuestiona

    ¿Cómo describir esta realidad particular? ¿Cuál es el modelo o cuales las posibilidades de conocerla? ¿Desde que modelo epistémico diría el filósofo? Brathwaite lo intenta. Estudia historia porque ya la literatura la llevaba consigo. Es entusiasta del Jazz y sabe que hay una forma de expresión que requiere de otra métrica, de otro pentámetro, de otro modelo. En sus inicios, todavía con nombre inglés, choca con estas formas como todos los intelectuales del área por el mismo tiempo.

A continuación se lanzó la convocatoria al concurso «Caliban, origen y permanencia de un símbolo», a propósito de los cincuenta años de la primera edición de Los placeres del exilio, del barbadense George Lamming, y los cuarenta de Calibán (Ed. Diógenes, México D.F., 1971), de Roberto Fernández Retamar.

El certamen aceptará trabajos en tres idiomas: inglés, francés y español, y los interesados en participar podrán encontrar una documentada bibliografía en el sitio dedicado a la exposición Otra vez Caliban, inaugurada en la Biblioteca de la Casa de las Américas el pasado 30 de septiembre y que ahora dispone de una versión digital diseñada por Anabel Sánchez Pérez y coordinada por los especialistas de la Biblioteca de la Casa de las Américas. El sitio de la exposición es http://expocaliban.casa.cult.cu

«Siendo el personaje que nos ocupa Caliban, X, y siendo nosotros simbólicamente él mismo, el diseño de la exposición digital, desde nuestro punto de vista, debía formular una apropiación libre del lenguaje de la web», explicó Arien González, directora de la Biblioteca, y agregó que todas las herramientas tecnológicas para producir la exposición en soporte digital están a tono con «la filosofía del trabajo en equipo, del crecimiento conjunto y de la libertad en los códigos».

A continuación, Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa de las Américas, y autor del emblemático ensayo Caliban, realizó una breve disertación sobre la evolución de este personaje, proveniente de la obra teatral La tempestad, de William Shakespeare, en tanto «personaje conceptual».

Explicó que tras las primeras lecturas que equiparaban a Caliban con la tosquedad materialista, en contraposición con la espiritualidad de Ariel propuesta por el escritor y político uruguayo José Enrique Rodó en su ensayo homónimo de 1900, el libro Los placeres del exilio (1960), de George Lamming, propuso un vuelco, al colocarlo como símbolo del pueblo latinoamericano, concretamente del caribeño.

Luego lo harían también Kamau Brathwaite, Aimé Césaire y el propio Fernández Retamar, quien concluyó su intervención proponiendo a los que participen en el concurso que reflexionen no tanto sobre el origen del símbolo, sino especialmente sobre su permanencia.

Un documento fundador del saber de la región

El segundo panel de la tarde estuvo dedicado a Los placeres del exilio de Lamming. El doctor en Ciencias Filológicas Emilio Jorge Rodríguez basó su intervención en un recorrido apretado por los textos paradigmáticos de este autor para intentar develarnos algunas claves de su visión del mundo.

«Lamming promulgó una óptica pancaribeña», enfatizó, y subrayó los aportes del barbadense al autorreconocimiento de nuestra antillanidad desde sus primeros trabajos. Asimismo, destacó la importancia de Haití como eje de una nueva construcción del ser caribeño en la obra de Lamming, y cómo este ha puesto de relieve el hecho de que uno de los países más pobres de la región sea a su vez uno de los más ricos en su sentido colectivo de la identidad.

«La reaparición de Haití en ambos escritores (Carpentier, Lamming) remite a un sentido mayor de sus disquisiciones: la existencia de lo que he querido denominar «centros» deslizantes, una idea que aspiro a desarrollar en el futuro y que forma parte de una conceptualización de la cultura regional caribeña», apuntó el estudioso.

Explicó que hasta The Emigrants (1954) se pudiera resumir una trayectoria del arte poética de Lamming en tres sentidos: la expansión del conocimiento del mundo de lo privado a lo social; el desgarramiento ante la alienación de la cultura, la historia y el ser nacional; el enfrentamiento a la disquisición sobre la pérdida de la historia del emigrante.

«Y aquí permítanme señalar con cuánto agrado se recibiría en el mundo académico un estudio entre The emigrants y las narraciones de Lonely Londoners (1956) del trinitario Samuel Selvon, y las formas de acercarse al tema de Caliban en cuanto a la relación emigrante caribeño – metrópoli colonial británica», enfatizó.

Por su parte, la doctora Yolanda Wood, directora del Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Américas, subrayó que en Los placeres del exilio, Lamming nombró nuevamente y de otra manera las realidades del Caribe, y que este volumen se ha convertido en un documento fundador del saber de la región.

«Sus frases cortas son como islotes pequeños, sentencias de sabiduría», dijo Wood antes de compartir con los asistentes a esta convocatoria de Texturas caribeñas algunas de ellas, y concluyó afirmando que el Caliban que Lamming pone en una dimensión hasta entonces no pensada es «el permanente espíritu de desafío ante todas las estigmatizaciones existentes».

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