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Una lectura de Iraq desde Rusia

Captores y rehenes

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín

De nuevo tenemos que volver a hablar del problema de los rehenes en Iraq. El canal Euronews, así como todos los canales y periódicos rusos están inundados de informaciones que hacen referencia a los esfuerzos del Reino Unido e Italia para liberar a sus ciudadanos. Constantemente nos recuerdan además, que ya hace varias semanas que dos periodistas franceses se encuentran en manos de un grupo armado desconocido. A cada rato nos muestran el sufrimiento de sus familias, a los preocupados gobernantes pronunciando los necesarios discursos de agradecimiento.

Al principio te tomas todo esto como algo en lo que creer a pies juntillas. Pero luego gradualmente surge inevitablemente la irritación, provocada por la desproporción en la escala de este fenómeno (unos cuantos europeos son hechos rehenes y nos lo sirven como crisis mundial.) Sin darte cuenta acabas reflexionando sobre la naturaleza de este suceso.

Diremos antes que nada que la misma práctica de la toma de rehenes y su posterior ejecución como medio para conseguir cualesquiera fines políticos, nos parece del todo reprobable. Del mismo modo, que merecen todo nuestro respeto, los esfuerzos y la lucha de los gobiernos y la ciudadanía en general, para lograr la liberación de sus conciudadanos, prisioneros en Iraq. Pero el problema de los rehenes es en realidad mucho más amplio. Es imprescindible analizarlo buscando en las raíces de este fenómeno y no quedarse en el aspecto abstracto, teórico o emocional. Está claro que de por si, cualquier secuestro es un delito.

El punto de partida para la comprensión de este problema en el contexto iraquí, ha de ser el hecho de que el problema de la toma de rehenes surgió únicamente tras la aparición de las tropas de ocupación y el comienzo de la guerra de liberación. Es decir, es un fenómeno cronológicamente secundario en relación a la ocupación del país. Dicho de otro modo: los auténticos culpables de la tragedia de los rehenes, son aquellos que planearon y ejecutaron la invasión de Iraq. Son los líderes de las principales potencias invasoras: EE.UU. Reino Unido e Italia.

Pero aquí no queda todo. Es necesario ver el problema desde la parte contraria. ¿Quiénes son realmente los rehenes en Iraq? ¿Unos cuantos europeos o los propios iraquíes? Está claro que es imposible negar el hecho de que 26 millones de iraquíes son rehenes en manos de las tropas de ocupación. Las mismas tropas que asesinan cada día a iraquíes rehenes. En ocasiones los ocupantes matan a decenas de personas al día, sin que esto produzca reacción alguna de las «civilizadas» Europa y América.

¿Por qué el secuestro de unos cuantos europeos provoca ataques de histeria en Occidente, mientras el asesinato sistemático de decenas de mujeres, ancianos y niños durante los bombardeos sobre barrios habitados de ciudades iraquíes se comenta de pasada, con indiferencia, como si se tratase de moscas o mosquitos?

Recordemos que las tropas de EE.UU Reino Unido e Italia llegaron a Iraq bajo el pretexto de la liberación del país de la «tiranía de Saddam Husein». En lugar de «liberación» practican la aniquilación sistemática. ¿Acaso no es esto una clara muestra del más banal de los racismos por parte de la opinión pública occidental ante los iraquíes? ¿Será que la vida de un europeo es lo más preciado y la vida de un simple árabe es una moneda de cambio sin valor, en este juego global?

Este sentimiento es aplicable no solo hacia los árabes, sino hacia nosotros mismos. ¿Por qué Occidente cierra los ojos a que sus preferidos, entre los bandidos que actúan en Chechenia, se dediquen al secuestro sistemático de rehenes?

En Chechenia actualmente se encuentran en manos de estos bandidos, apoyados y financiados por Occidente, decenas, cuando no cientos de rehenes chechenos y rusos.

Pero los «defensores de los derechos humanos» guardan completo silencio. A no ser que el secuestrado sea un periodista occidental, o el espía de turno, camuflado como cooperante de alguna ONG. Entonces el escándalo es mayúsculo. ¿No es esto la confirmación del mismo racismo, donde los europeos son de primera categoría y el resto, incluyendo a los rusos, de segunda?

Esta relación de desprecio racista se puede observar en el comportamiento de Occidente ante las burdas violaciones de los derechos humanos en las repúblicas Bálticas. Cientos de miles de rusos se encuentran como rehenes en los regímenes de Apartheid de Letonia y Estonia. Son gente a la que se priva no solo de sus derechos políticos (participación en las elecciones), sino de uno de los derechos básicos del hombre; enseñar a sus hijos en su idioma materno. ¿Qué hace la civilizada Europa, esa que derrama sus lágrimas ante el secuestro de sus ciudadanos en Iraq? Europa recibe en su seno en la UE, a los regímenes del Apartheid Báltico, confirmando con ello, que los «derechos humanos» es algo reservado a ellos, los europeos. Los rusos no deben aspirar a conseguir esos derechos. Según la terminología occidental eso se llama doble rasero: uno para si mismos, otro para el resto. En ruso eso se llama hipocresía.

Recordemos también lo que hicieron las mismas Inglaterra e Italia en el 99, cuando llevaron a cabo bombardeos masivos contra Yugoslavia.

Cientos de vuelos de los caza bombarderos, despegando de las bases aéreas italianas principalmente. Miles de objetivos alcanzados durante los 98 días que duró esa implacable carnicería. Exigían de Yugoslavia la capitulación. Pero las tropas de la OTAN temían entrar en el territorio de ese país. Sabían que derrotar al Ejercito Popular Yugoslavo en combates directos sería posible únicamente sufriendo un gran número de bajas en sus filas. Por eso Occidente tiró por otro camino, inhumano y ruin. Al presidente Milosevic, le vinieron a decir que en caso de mantener la resistencia, continuaremos destruyendo desde el aire sin mirar si son guarderías, colegios, hospitales, fábricas o bloques de viviendas. Es decir el país entero fue hecho rehén, sus casi once millones de personas. Hoy día el propio Milosevic, capturado por sus secuestradores en Belgrado, se encuentra como rehén de occidente, donde el «juicio» de la Haya representa una cortina destinada a ocultar el hecho de su secuestro.

Los iraquíes han emprendido una guerra total contra las tropas de ocupación. Es un hecho. Es lógico que disguste a muchos, especialmente a los ocupantes. Pero ¿Acaso durante la Gran Guerra Patria nuestros guerrilleros podían hacer distinciones entre soldados de la Vermacht, de las SS o funcionarios civiles encargados del traslado de nuestra gente a los campos de trabajo esclavo en Alemania? ¿Acaso no aniquilaban a todos los ocupantes por igual los partisanos franceses o italianos? Recordemos las observaciones hechas por un hombre al que difícilmente se puede acusar de simpatías hacia los secuestradores, Lev Tolstoi. Durante la guerra de liberación de las tropas napoleónicas, el escribió:…» se levantó el garrote de la guerra popular y comenzó a golpear.»

Los gobiernos de EE.UU y de sus aliados ingleses e italianos están sometiendo al pueblo iraquí a terribles sufrimientos. En respuesta (y solo como respuesta) en Iraq se ha levantado el garrote de la guerra popular. Y golpea a todos por igual. No solo a los ocupantes militares o civiles. También a los colaboradores iraquies. Así pues el problema de los rehenes no está en que los insurgentes no sean civilizados. En su casa han entrado unos ladrones. Ellos responden como pueden y les dan donde más les duele a los saqueadores.

Son los que comenzaron la intervención, los que deben cargar con la responsabilidad por el drama y la tragedia de los rehenes: el presidente de los EE.UU Bush, el primer ministro británico Blair y el primer ministro italiano Berlusconi. El modo de resolver para siembre el problema de los rehenes es bien conocido. Los EE.UU, Inglaterra e Italia deben retirar sus tropas de ocupación de ese país. El problema de los rehenes desaparecerá por si solo.