Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Fui soldado casi todo el tiempo entre 1970 y 1996. Me retiré de la 3ª de las Fuerzas Especiales en Fort Bragg. También serví en la 7ª de las Fuerzas Especiales, en tres misiones con los Ranger, con Delta durante casi cuatro años, como Scout de la Caballería durante un tiempo, y en la 82ª División Aerotransportada como soldado de infantería. Comencé mi carrera en Vietnam con la 173ª Brigada Aerotransportada.
Abusamos de nuestra fuerza en ocho sitios distintos en el Este Asiático, Latinoamérica y África, apuntando a la gente con fusiles. Como ustedes, fui un instrumento de la política exterior estadounidense – una política controlada, entonces y ahora, por los ricos.
Durante esa carrera militar, escuché todo lo que ustedes han escuchado y sentí todo lo que ustedes han sentido sobre la «lealtad».
Harto peliagudo este asunto de la lealtad…
Estos días, cuando hablo con algunos de ustedes, o cuando escucho conversaciones grabadas con ustedes, oigo a muchos que tienen reservas muy serias sobre estas guerras de ocupación. Yo tuve más que reservas desde el primer día sobre Irak y Afganistán, y me opuse con todo lo que pude, como lo hicieron millones de personas en todo el mundo.
Pero el pedazo de mierda, falto de cerebro, en la Casa Banca, que es legalmente tu jefe, y todos sus manipuladores, comenzando por el vicepresidente Dick «Halliburton» Cheney te enviaron a pesar de todo para que hagas lo que estás haciendo.
Se auto-convencieron para llegar a creer que esto sería – y así lo dijeron – un baile. Se rodearon exclusivamente de gente que repetía lo que querían, y castigaron y vilipendiaron y aislaron a cualquiera que dijera algo que no querían escuchar. Porque hace años que habían decidido que realizarían estas invasiones, y con los ataques del 11 de septiembre – en los que el papel de Irak fue exactamente nulo – pensaron que era su oportunidad para realizar el re-despliegue de las antiguas fuerzas armadas de la Guerra Fría en su nuevo plan de construir bases permanentes en Asia del Sudoeste. Ya que se habían decidido, no quisieron oír nada aparte de guiones halagüeños para sus planes, porque esos gángsteres pijos, de mentes rastreras, son como niños mimados que no pueden permitir que nadie destruya sus fantasías de emperadores de pacotilla.
Pero al ser destruidas esas fantasías por las realidades que habían tratado de evitar con tanto esfuerzo, continuaron con su sombría agenda a pesar de las peores consecuencias, porque no son ellos los que pagan por esas consecuencias.
Si pudiese salirme con la mía, le entregaría rifles de asalto a toda esa pandilla arrugada y consumida, con sus uñas arregladas, los pondría a bordo de un transporte de la Fuerza Aérea, les apretaría las correas de sus paracaídas de línea estática, y les daría una patada en sus lamentables culos a 300 metros por sobre el centro de Ramadi – donde puedan librarse de sus arneses en plena calle y explicar la democracia a la gente del lugar.
Pero eso no es más que despotricar, porque los desprecio tanto. Odio a la gente que se sale con la suya con cualquier mierda sólo porque tiene dinero y poder. Y odio a la gente que sacrifica las vidas de otros para ampliar o proteger ese poder.
Pero no te cuento nada nuevo. Ustedes ya han llegado a saber lo que generación tras generación ha aprendido por el camino más difícil. Cuando los ricos inician sus guerras, no son los ricos los que son enviados al combate. Sí, unos pocos llegan a pasar un tiempo como parte de su preparación para una carrera política, pero sabemos quiénes son los que soportan la parte dura.
Y en estas conversaciones que muchos de ustedes tienen conmigo y con miles de otras personas, escuchamos lo que ustedes dicen – más y más a menudo en la actualidad – que ustedes saben que esta guerra está mal, pero que tienen que «cumplir con su tarea» porque son leales a sus compañeros, porque piensan que tienen que respaldarlos; y porque si ustedes no van, otros tendrán que hacerlo. Y respeto ese sentimiento.
Pero tengo que cuestionar este asunto de la lealtad, y lo hago por respeto hacia ustedes, y porque me preocupo por ustedes, y porque mi propio hijo está allí en su segunda tanda.
Un joven amigo mío, Patrick Resta, que recientemente volvió de Irak, y que es ahora miembro de una organización llamada Veteranos de Irak Contra la Guerra, me dijo hace poco: «El sargento de mi sección trató de hacer que violáramos la Convención de Ginebra, y cuando nos resistimos, nos amenazó con castigarnos. Nos dijo que ‘la Convención de Ginebra no existe en Irak, y eso ha sido establecido por escrito a nivel de la Brigada'».
Todos ustedes saben que eso es una inmundicia, y por si no lo sabían, permítanme que les dé una noticia urgente sobre algunos – no todos, pero algunos – que viven en el ejército, y esto proviene de uno de ellos. Hay quienes son más estúpidos que la mierda de un perro. Algunos de ellos dicen cosas de las que no tienen ni la más mínima idea. Algunos de ellos dicen cualquier idiotez para que hagas lo que quieren.
Pero luego hay que agregar que hubo un memorando que llegó de arriba y que sugería que las Convenciones de Ginebra no eran válidas en Irak. Pero no provino del nivel de una Brigada; provino de la maldita oficina de George W. Bush. Y es una mentira. Por eso se sentaron allí frente al Congreso antes de que convirtieran al autor de ese memo en Ministro de Justicia de EE.UU. – métete eso en la cabeza – y negaron que lo dijeron en serio.
Pero es una mentira.
No tienes que obedecer órdenes ilegales NUNCA, bajo ninguna circunstancia, y ESTÁS obligado [a no hacerlo] por el derecho internacional. También debes sentirte obligado por lo que sabes que es correcto, por tu sentido de la decencia común más elemental.
Una de las maneras como te pueden llevar a hacer cosas con las que no quieres vivir por el resto de tu vida es imponerte el pensamiento de grupo. Si uno de nosotros es culpable, lo somos todos. Y «lo que ocurre en Irak se queda en Irak». Es uno de los muchos modos que utilizan para aprovechar la lealtad de compinche a compinche y retorcerla de manera que te controle, incluso cuando están tratando de llevarte a violar la ley y no sólo la ley formal, sino a violar lo que sabes que es correcto, a violar tu propia conciencia y a poner en peligro tu propia serenidad durante el resto de tu vida.
Y te digo que no le debes a nadie y menos aún a ellos ese tipo de lealtad.
Ellos saben que muchos de ustedes saben que fuisteis enviados a hacer esto por un montón de mentiras, sobre armas de destrucción masiva y nubes en forma de hongos sobre Nueva York y falsas conexiones de al Qaeda (y entonces, cuando todo eso se derrumbó, ustedes llegaron allí para imponer la democracia a punta de fusil). Así que saben que muchos de ustedes no pueden seguir comprometidos con esa violenta ocupación por lealtad a la banda de matones de Washington DC, que están todos los días ocupados en casa socavando la misma Constitución que ustedes juraron proteger (contra todos los enemigos externos e INTERNOS).
Saben que sabes que muchos de los oficiales están allí tratando de conseguir nuevas medallas para sus uniformes de Clase A, y esforzándose por lograr un ascenso, arriesgando tu culo en patrullas sin sentido. Así que saben que tampoco pueden basarse en la lealtad de muchos de ustedes hacia la cadena de mando.
¿A qué tienen que recurrir con todo esto, después de todo? ¿Qué te dicen?
«¡Tienes que salir en ese Humvee, y afrontar esos IED (artefactos explosivos improvisados), todos juntos, como compinches leales!»
«¡Tienes que ir y registrar de arriba abajo las casas de la gente en plena noche, y provocar el llanto de sus bebés – todos juntos, como compinches!»
«¡Tienes que salir y establecer un bloque de ruta sin letreros en árabe o intérpretes, en una situación en la que estás tenso y no sabes, y disparas a ese coche y matas a los padres ante de sus hijos, y tendrás que vivir con eso durante el resto de tu vida – todos juntos, porque sois compinches leales!»
«¡Tienes que salir y perder la vida, extremidades o la vista, sufrir dolencias mentales y físicas por el resto de tu vida, todos juntos, como un acto de lealtad hacia tus compinches!»
Es la presión que se te impone en la actualidad. Encubrir a tus compinches, y para algunos, ir a Irak para que otro no tenga que tomar su lugar.
Pero consideremos la situación general, y para eso volveré a Vietnam, a una época en la que muchos de ustedes no habían nacido. Entonces escuchamos la misma porquería. Casi textualmente. ¿Y sabes cuál fue uno de los principales factores que contribuyeron a que nos saliéramos de esa guerra?
Dejamos de ser buenos soldados.
Las fuerzas armadas de Estados Unidos llegaron a un punto en el que ya no constituían una fuerza combatiente efectiva, porque los soldados de EE.UU. dejaron de obedecer órdenes. Llegaron a un punto en el que un oficial que utilizaba los cuerpos de sus hombres para cazar medallas podía llegar a verse al lado equivocado de una mina Claymore. Ahora, no es lo que propugno ahora, y espero que podamos detenernos antes de que se llegue a algo semejante.
Lo que también hicieron numerosos soldados fue participar en la resistencia política en casa. Consideraron el tema de preocuparse por sus compinches y por los demás soldados a corto plazo, pero permanecer en una guerra bárbara e inmoral. Y se dieron cuenta de que lo mejor que podían hacer por sus compinches – no como soldados, sino como seres humanos – era enrolarse en la oposición a la guerra y hacer que ésta terminara.
Al hacerlo, muchos de ellos descubrieron que se requería mucho más aguante y mucho más valor para oponerse a la guerra que para demostrar esa mierda machista que esperaban que mostraran mientras continuaban haciendo cosas terribles a esos otros seres humanos, cuyo país habían ocupado.
Es así como puedes mostrar una lealtad más profunda hacia los soldados que están allí ahora, y a todos esos que continuarán yendo mientras continúe esta obscenidad:
Hace todo lo que puedas para detener la guerra.
Cuestiona cada orden, y basa esas dudas en las Convenciones de Ginebra y la Ley de la Guerra Terrestre. Que vean que mantienes una bitácora detallada de tus experiencias. Envía tus historias a casa en cartas. Inicia discusiones sobre la legitimidad de la guerra cuando estéis en vuestros alojamientos, aunque provoque controversias. Difunde información que obtengas sobre la guerra de fuentes diferentes de los ruidosos maniquíes noticiosos de FOX. Y envía correos electrónicos o cartas anónimas con tu participación a Veteranos de Irak Contra la Guerra. El enlace está al final de esta carta.
El día en que termine esta guerra y que el último de ustedes parta en avión a casa, es cuando jamás volverás a tener que oler ese olor a sangre fresca que permanece en tu mente durante horas después de que has colocado a alguien en una camilla o los has envuelto en esa inmensa bolsa Ziploc. El día llegará en que todos os vayáis, porque esta guerra fue una apuesta perdida desde el primer día, pero Bush y su equipo fueron demasiado estúpidos para saberlo.
Lo mejor es que esta guerra de ocupación termine lo más pronto posible, y – como ejercicio de lealtad hacia tu propia conciencia, de lealtad hacia los que están allí y los que podrían ir, y lealtad al principio de la decencia humana – encuentres medios de acercar ese día. Puedes encontrar medios de acercar el día en el que los iraquíes puedan preocuparse de controlar su propio destino, y tú y tus compinches podáis dormir en seguridad y comodidad en vuestras propias casas, jugar con vuestros hijos, amar a vuestras compañeras, y caminar por calles conocidas sin los obstáculos del traqueteo del equipamiento bélico.
Si el acercamiento de ese día para todos es el objetivo, ¿puede haber algo más leal en tu vida?
Caminemos sin obstáculos.
Stan Goff
Ejército de EE.UU. (en retiro)
Stan Goff es autor de «Hideous Dream: A Soldier’s Memoir of the US Invasion of Haiti» (Soft Skull Press, 2000), «Full Spectrum Disorder» (Soft Skull Press, 2003) y «Sex & War» que será publicado aproximadamente en diciembre de 2005. Su blog es: www.stangoff.com.
Contacto: [email protected]
Llamo a los soldados a mostrar esto a sus compañeros. Llamo a los familiares de soldados a que lo impriman y se lo envíen en cartas, o que lo peguen en correos-e. Llamo a los soldados y a sus familiares que estén en reservas militares a que hagan copias y las coloquen en todos los sitios posibles.
Sitios en la red de interés para los soldados y sus familias:
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