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Presenta libro sobre el pensamiento político del mandatario cubano

Castro, el único estadista que puede denunciar el dominio del avance global: Furntratt-Kloep

Fuentes: La Jornada

Con sus herramientas profesionales de sicólogo, el austriaco Ernst Furntratt-Kloep -rebautizado por sí mismo Ernesto Fidel de Cházaro- observó y leyó 500 discursos del líder revolucionario cubano Fidel Castro Ruz, analizó 17 de las entrevistas más completas que se le han hecho desde la famosa que publicara en 1967 Lee Lockwood, en Playboy, y estudió […]

Con sus herramientas profesionales de sicólogo, el austriaco Ernst Furntratt-Kloep -rebautizado por sí mismo Ernesto Fidel de Cházaro- observó y leyó 500 discursos del líder revolucionario cubano Fidel Castro Ruz, analizó 17 de las entrevistas más completas que se le han hecho desde la famosa que publicara en 1967 Lee Lockwood, en Playboy, y estudió varios materiales más.
Concluyó, después de ordenar temas y analizar con ojo profesional ese maremagnum de palabras, que este líder es «el único estadista que puede de manera audible y competente» denunciar el avance del dominio global de «la alianza imperialista» -también llamada neoliberalismo- y que de las 10 ó 15 figuras revolucionarias que surgieron el siglo pasado, el cubano es el único que logró sus metas, que ha conseguido que su proyecto revolucionario siga en pie y que además, ya entrado el nuevo milenio, esté progresando.
Furntratt, que también tiene estudios de zoología y germanística, disecciona y clasifica rasgos de la personalidad y «la antropología política» de Castro, la evolución de su pensamiento político, su relación con el marxismo-leninismo y otras formaciones filosóficas y su pensamiento religioso.
El catedrático, actualmente profesor en la Universidad de Uppsala, Suecia, advierte que su aproximación a las lecturas de Castro no fue «como creyente, prosélito o fidelista», sino como un «investigador equipado con un intelecto relativamente bien lubricado». Lo hace también desde su posición «moderada-izquierdista», según su autodefinición, pero convencido de que la Cuba revolucionaria, aun cuando no sea el paraíso, representa «un modelo de convivencia, cooperación y gobierno como no ha existido nunca antes en la historia a escala en toda una sociedad».
Furntratt-Kloep -o Cházaro, para sus amigos hispanohablantes- realizó 17 viajes a Cuba con el objetivo de reunir información para la elaboración de su más reciente libro, Revolucionario por amor, el pensamiento político de Fidel Castro, pero nunca llegó a conversar o saludar personalmente al mandatario. Ni siquiera lo considera necesario. «Es que no me interesa formarme en la cola para estrecharle la mano», comentó el investigador, al referirse a ese detalle durante la presentación de libro, el martes por la noche, en la Casa del Tiempo de tacubayense.
 
Ni dinero, ni música, ni idiomas
Ajeno a los dictados del mundo editorial, el austriaco publica libros autofinanciables. Calidad de vida desde el punto de vista común es uno de sus títulos más recientes.
Además de la radiografía de Fidel, un personaje al que nada del conocimiento universal le es ajeno -excepto la música, el dinero y los idiomas- el autor advierte a sus «presuntos lectores» que en los capítulos de su libro se desglosa también la visión de Castro sobre lo que llama «los derechos y deberes de los seres humanos» y lo que en los sistemas capitalistas «estorba» la plena realización de estos derechos. En suma, «la crítica de Fidel a la democracia burguesa».
En los capítulos que abarcan propiamente la obra de la revolución cubana, el autor selecciona pasajes sobre el Estado socialista de bienestar, las organizaciones de masas, el principio de la participación democrática y las razones de ser de un sistema de partido único. Pero los capítulos formales tienen su otra cara de la moneda y tan sustanciosos como los capítulos «formales» son las cuartillas dedicadas a las notas de pie de página, donde el autor se permite comentarios sobre algunos de los temas más delicados de la realidad cubana: las reservas y cautelosas críticas que Castro pronunció sobre el modelo soviético, el problema del secreto y la desinformación que rodea en Cuba la aplicación de la pena capital, los mecanismos de descarga de responsabilidades que pesaron en la decisión de fusilar al general Arnaldo Ochoa, que llegó a tener bajo su mando a 50 mil efectivos del ejército cubano en Angola y a quien se le acusó de ligarse al narcotráfico colombiano. Con él fueron ejecutados tres militares más.
A «Ernesto-Fidel de Cházaro» le ocurre, según confiesa en su prólogo, que al no haber «adaptado» sus pareceres socialdemócratas a las nuevas modas, sus pares europeos lo consideran actualmente como un «extremista». Esos intelectuales, incluso los de izquierda, desestiman el estudio de Fidel Castro como un pensador político y se limitan a enfocarlo solamente como «el adversario más notorio del nuevo orden mundial y como país «comunista».
Se lamenta: «De los letrados del socialismo y de la revolución, uno podría esperar que alguien enfocara el ejemplo del modelo cubano, tan obviamente distinto de los modelos empleados sin éxito en otras partes. Pero hasta ahora no se ha dado nada de eso».
Por su parte, Angel Guerra, analista cubano, ex director del periódico habanero Juventud Rebelde, hizo las presentaciones de rigor de la obra de Cházaro, «un libro necesario, que recoge y sistematiza, como hasta ahora no se había hecho en la extensa bibliografía sobre Fidel Castro, su pensamiento político».
Contra lo que se presume, expresó Guerra, en Cuba, principalmente desde los sectores de la cultura, «hay fuerzas nuevas, corrientes de pensamiento que están rompiendo dogmas, que están superando el carácter de Iglesia que aún conserva el pensamiento marxista». Añadió que en la política, aun dentro del esquema de partido único, hay diversidad, hay disidencia y hay debate», pero sobre la base de argumentos que pretenden alcanzar cambios dentro de la revolución, «no los cambios que Estados Unidos quisiera ver.» Finalmente, que el desarrollo de una prensa crítica «es una asignatura pendiente, porque es verdad que en el periodismo cubano no hemos sabido ser innovadores».