Cuando nació el proyecto Wikipedia de inmediato me sentí seducido y convocado a aportar con los conocimientos que dispongo. Se suponía que nadie iba andar por ahí seleccionando a propósito de la fama de los autores sino que la propia comunidad decidiría cual es el conocimiento válido mediante la falsación de las afirmaciones previas. Quien […]
Cuando nació el proyecto Wikipedia de inmediato me sentí seducido y convocado a aportar con los conocimientos que dispongo. Se suponía que nadie iba andar por ahí seleccionando a propósito de la fama de los autores sino que la propia comunidad decidiría cual es el conocimiento válido mediante la falsación de las afirmaciones previas. Quien quisiera discrepar debía dar sus argumentos no imponer credenciales académicas, el lector y la comunidad se enriquecían ya que quedaría registro de todo el proceso, además un tópico, al ser tratado desde distintos puntos de vista, permitía que los usuarios eligieran aquello que consideraban válido en aquellas materias en que se encuentra todo en discusión. Ese es el caso de las ciencias sociales. Nadie puede dar la última palabra en ellas y qué decir, en las humanidades.
Al poco andar del proyecto surgieron dos tribus que con sus acciones sentaron las bases para que hoy, la enciclopedia libre, se transforme en un sistema complejo de control del conocimiento y al mismo tiempo, en el burdo inquisidor que creíamos desterrado. La primera tribu es la de los extremadamente sensatos que en aras de lo políticamente correcto, eficiente y útil, reclamaron porque algunos usuarios abusaban de la libertad entregada transformando algunos artículos en murallas de baños públicos; otros, los megalómanos, aspiraban a que la Wikipedia compitiera con otras enciclopedias, entonces debían controlarse sus contenidos para que cualquier usuario ignorante pudiera usarla. Ambas tribus convergían sobre los riesgos que implicaba la divulgación de información falsa olvidando justamente que esa era la característica que hacía del proyecto Wikipedia único. Se supone que había que tranzar ya que la Internet iba a ser masificada y la wiki sería el maestro de miles de millones de personas.
Así pasamos de una Wikipedia elitista pero democrática a una ordinaria enciclopedia, sobre abundante y anti democrática como todas las demás. Ahora las policías del saber escudriñan cada artículo en búsqueda de «fallas», «incoherencias», «errores», y como la Internet sigue sin masificarse los únicos perjudicados son los mismos usuarios iniciales ya que los otros, si quieren saber cuanto es 2 +2, siempre tendrán a mano una copia pirata de la Encarta.
Hemos creado nuevas policías de consciencias para proteger la libertad de acceso al conocimiento, olvidando que al hacerlo sacrificamos la libertad de producirlo. Pasamos de la idealista acción comunicativa habermasiana al disciplinamiento foucaultiano de un tris. Ahora que aparecen los cadáveres y no es posible ocultar su pestilencia surgen los hipócritas indignados de siempre con las gastadas pancartas de la libertad de expresión.
Rebelión no es un sitio democrático, no publica los comentarios ni las críticas a sus artículos. Me han re publicado artículos de mi blog sin citarlo, y han re titulado otros para hacerlos calzar con su línea editorial, todo esto dentro de la ley puesto que lo tolero y autorizo. No es necesario que me aprieten el cuello para que diga lo que pienso de Rebelión: es una página de difusión de ideas de izquierda, y también de propaganda, principalmente castrista y chavista, y en la cual convergen muchos defensores de lo indefendible, como respecto de las FARC; y en el que se reproducen artículos de connotados especialistas en el fracaso de la izquierda con muy contadas excepciones.
Sin embargo, como se ha dicho hasta el cansancio en los foros de Wikipedia, expuestos a la obscena «edición» de los propios policías del sitio (la cual evitan denominar censura) el reprochable accionar de Rebelión se verifica también en Alterinfos por ejemplo (sitio que publica mis artículos bajo mi expresa autorización) como en tantos otros en que no sólo no los publican, ni mis cartas al director, sino que han tenido la osadía de presionarme académicamente por enviarlas (El Mercurio en el año 1998 exigió que me expulsaran de la Universidad Diego Portales por haber utilizado el fax de la sociedad de debates para enviarles una crítica).
A todos nos consta que los medios «oficiales» mienten, tergiversan, crean opinión, diseminan rumores, presionan, extorsionan, vetan a los periodistas y los persiguen, conspiran contra gobiernos, exculpan a criminales, etc. Los pecados de los medios alternativos, que los tienen, son ínfimos en comparación al de los»oficiales»; la censura a Rebelión es indefendible pero es expresión de algo aún más grave: que no se nos olvide que quien está censurando es la «enciclopedia libre».
Lo que ocurre en Wikipedia es una demostración palmaria de que la libertad de circulación de ideas sólo vale respecto de aquellas que colaboran con el acrecentamiento del poder de algunos. Cada vez que el conocimiento se utiliza para liberar las mentes en aras de hacerlo alguna vez con los cuerpos aparecen los custodios del orden y la jerarquía. En las defensas a Rebelión, por ejemplo, se reitera hasta la majadería que los autores de sus textos son connotados especialistas, célebres autores, que ocupan altos cargos en el sistema académico principalmente occidental. Nadie se preocupa de la podredumbre que se divulga a cotidiano por los medios «oficiales» firmados por connotadas personalidades del acontecer mundial; o de los débiles pilares en donde se ha construido el castillo de arena de las ciencias sociales y la academia.
Wikipedia está muerta del mismo modo que la prensa libre de Internet es un mortinato. Aquí no valen los argumentos sino el grado jerárquico que ostente un funcionario, remunerado o no, dentro de una jerarquía, que lo habilita a decir brutalidades y a censurar a quienes se expresen en contrario. Cientos de argumentos sólidos, expresados con elegancia y elocuencia valen tres guindas y una pera ante una burócrata que se hace llamar Gusgus y que exige que Rebelión le exhiba credenciales que ni la Universidad de Harvard es capaz de ofrecer (de que todo lo que publican es neutro, verificable y autenticado) para reconsiderar su unilateral y preventiva guerra santa.
Junto con ocuparnos de la censura hacia Rebelión, seamos coherentes con nuestras propias palabras y digamos con todas sus letras que Wikipedia hace mucho que censura, recorta, tergiversa y controla el conocimiento. Que toda su burocracia y policía ponen en evidencia que el rótulo de «enciclopedia libre» no es una mentira más de las tantas que en ella se contienen sino que la más grave y la única intolerable No nos prestemos a discutir si la censura fue bien o mal realizada, si es oportuna o inoportuna, consensual o unilateral; concentrémonos tan sólo en revertir esta situación y en proscribir toda censura, sin apellidos ni eufemismos, sin clausulas ni estados de excepción.