Gracias al dominio público y a los Creative Commons, el cine de calidad y gratuito es posible Realizar películas y ofrecerlas de forma gratuita en internet. Pese a que puede parecer desventajoso, se trata de una práctica en auge: la lista de películas lanzadas bajo Creative Commons no hace más que crecer. Por ejemplo, uno […]
Realizar películas y ofrecerlas de forma gratuita en internet. Pese a que puede parecer desventajoso, se trata de una práctica en auge: la lista de películas lanzadas bajo Creative Commons no hace más que crecer. Por ejemplo, uno de estos proyectos, la española El Cosmonauta, trata de establecer un modelo rentable y viable de producción. Aunque se trata de una alternativa para jóvenes realizadores, las películas gratis y de calidad no son un concepto nuevo.
Porque no hay que olvidar que antes Creative Commons está el dominio público. Un bien de dominio público puede ser explotado de cualquier forma por cualquiera, siempre y cuando se reconozca la autoría del producto original: el material carece de derechos de autor. Según la legislación española (artículo 26 del Real Decreto Legislativo 1/1996) el copyright expira al pasar 70 años desde la defunción del creador. En otros países, como en EEUU, la legislación es algo más enrevesada. Aunque siempre más o menos homogénea, en virtud del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas (firmado por la mayor parte de la comunidad internacional). Pero que pase un tiempo tras la muerte del artista no es la única forma.
Una obra intelectual puede ser lanzada directamente bajo dominio público, intencionadamente o no. Este último caso se dió con una de las obras clásicas del género de terror, y obra maestra de George A. Romero, La noche de los muertos vivientes. Al olvidarse de incluir un anuncio de copyright en el filme, se consideró legalmente que carecía de derechos de autor. Ahora el internauta puede descargarse la película o verla vía streaming sin cometer delito alguno.
«¡Qué bello es vivir!» fue de dominio público durante 20 años
Una creación también puede perder los derechos de autor si estos no se renuevan, como el célebre caso de ¡Qué bello es vivir! Cuando el titular no hizo nada por mantener la protección legal de la obra en 1974, cientos de cadenas televisivas de todo el mundo aprovecharon para proyectar la película sin coste alguno cada navidad. Sin embargo, Republic Pictures recuperó los derechos en 1993, terminando con esta bonanza para los pequeños medios.
Sorprende ver la cantidad de buenas (y malas) películas que son de dominio público. No es de extrañar que en internet hayan florecido grandes comunidades de usuarios y bases de datos en torno a este material. La más importante de ellas es el Internet Archive, que dispone de todo tipo de recursos, desde libros y textos a programas informáticos, pasando por música en directo y, por supuesto, cerca de medio millón de películas y vídeos. También hay portales que se dedican exclusivamente a las películas.
Pero la gran mayoría de nuevas producciones gratuitas optan por las licencias de copyright de Creative Commons. La ventaja radica en que el creador de la obra se reserva ciertos derechos (tipo de distribución, reconocimiento y reutilización del producto), por lo que cuenta con cierto grado de protección. Uno de los proyectos más innovadores es El Cosmonauta, que trata de unir gratuidad con calidad sin dejar de lado el apoyo económico: combina crowd funding (desde dos euros) con patrocinio, merchandising, inversores privados y preventas de distribución. Incluso organizaron un festival con el apoyo de Nacho Vigalondo, en el que quien pagó la entrada se convirtió en microinversor. De momento han recaudado 160.000 €.
El rodaje ha comenzado esta misma semana, y esperan estrenar en otoño. Blanca de Balanzó, la responsable de comunicación del proyecto, opina que están construyendo un nuevo modelo de producción: «Antes de haber hecho la película hemos construido una audiencia fiel, emocionada con el proyecto. Y un núcleo duro de gente que decide ir un paso más allá y participar, convirtiéndose así en parte de la historia de la película. Al final, cuando hablan de ella, no hablan de una película más, sino de la suya. La sienten como propia y esa es la mejor publicidad que un cineasta puede soñar».
El Cosmonauta es un proyecto que no se puede entender sin los Creative Commons, pues se nutre de la colaboración de la comunidad de internautas. Otras obras realizadas de manera más convencional han adoptado estos derechos a posteriori. Es el caso de Torno Subito, la primera película gratuita en HD, que parte de una reflexión muy original: ¿Qué significan los carteles de «volveré pronto» que se cuelgan en los negocios? Como Simone Damiani, Su director y guionista, confiesa: «Comencé a rodar pensando en distribuir la película online, fue después cuando me enteré de que existía esta genial herramienta que son los Creative Commons».
Tenía dos razones para lanzar gratuitamente su película: por un lado, deseaba alcanzar la máxima audiencia posible. Por otro, «nuestra historia es tan alocada que encontrar un productor habría sido realmente difícil». Además, afima que, de todas formas, «el mercado italiano está en un estado prehistórico en cuanto al pago online se refiere».
En las proyecciones «público-privadas», los usuarios de internet organizan sus propios pases
Por otro lado, la productora alemana independiente Retsina-Film decidió relanzar bajo licencia Creative Commons sus dos primeras películas, Die Unsterblichen/The Inmortals y Ausgangssituation/Point of Departure, una vez habían intentado abrirse hueco en el circuito comercial tradicional. Matthias Merkle (a quien entrevistamos en este número), uno de los fundadores, explica por qué decidieron ofrecer de forma gratuita sus obras: «Si produces de forma independiente, sin la ayuda de fondos gubernamentales, grupos mediáticos o cadenas de televisión, la única gente que consigue dinero con tu trabajo son los distribuidores y, algo menos, los cines. Así que es mejor para ti y tu salud ofrecer gratis tu trabajo, y tener la esperanza de que algún día habrá forma de hacer viables tus proyectos».
Pese a no contar con novedosos métodos de financiación como El Cosmonauta, el nuevo largo de los alemanes, EXODOS, apuesta por una original forma de distribuir, mostrar y promocionar la película: la proyección «público-privada». Mediante este procedimiento, probado en An Island, la película sobre el grupo danés Efterklang, los internautas organizan y anuncian pases privados de la película, para luego publicarlas en la página de la misma. Fruto de la sesión, aportan fotos, opiniones y donaciones recaudadas in situ.
Merkle reconoce el potencial de este método de dar publicidad a la obra, pero también sus desventajas: «Uno de los problemas es que la gente tiene un poco de miedo, porque no conocen la película antes de planear su proyección. Pero no creo que sea un gran problema. Por ejemplo, cada vez que vas a un videoclub, te ocurre lo mismo. Y si al final no te gusta la película, no es el fin del mundo».
http://revistaincinema.wordpress.com/2011/04/03/cine-gratuito-descargas/