Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La atronadora explosión me estremece a las 7.05 de la mañana. Lo primero que ven mis ojos son las cortinas de mi habitación que ondean violentamente, como si un fuerte viento entrara a la pieza.
«¡Caray, atacaron la embajada!», pienso, «la explosión fue tan cercana.»
Dejo mis ventanas rajadas y las cortinas cerradas por ese motivo – aunque mi puerta fue abierta violentamente por la corriente de aire, arrancando el marco, ninguna de mis ventanas se destrozó. Fuera de pequeños pedazos del techo de mi pieza repartidos por el piso, estoy bien.
Miro por la ventana y veo que a pesar de los cristales hechos añicos en muchos edificios vecinos, la embajada australiana está intacta.
Me pongo rápidamente algo de ropa, agarro mi cámara y corro al vestíbulo, que está tan lleno de polvo que apenas se ve algo.
En el vestíbulo, como por todas partes, mientras corro hacia arriba, hay trozos de techo y cristales rotos.
El coche bomba suicida detonó cerca de la base de un gran edificio al otro lado de la calle en el que viven numerosos soldados australianos. Desde el elevado edificio protegen con francotiradores el punto de control a su embajada cercana. Dos restos humeantes de un vehículo se encuentran cerca del edificio, y hay dos cuerpos tirados entre charcos de sangre al otro lado de la calle.
Un pequeño edificio cerca del puesto avanzado australiano sufrió fuertes daños justo frente al coche detonado. A pesar de estar fuertemente fortificado con barreras de hormigón, alambrada de púas, sacos de arena y barreras de arena, trozos del puesto han volado por los aires y las redes y madera terciada que cubren muchas de las ventanas cuelgan al azar por las aperturas.
Llegué al techo sólo minutos después de la explosión, y la Policía Iraquí (PI) ya había llegado en masa. Empujan dentro de uno de sus vehículos a una mujer que grita histéricamente y se la llevan… estaba tratando de alcanzar uno de los cuerpos cuando se la llevaron varios policías.
Otros PIs inspeccionan los cuerpos mientras negras columnas de humo se dispersan lánguidamente por la calle en el silencio de las primeras horas de la mañana.
Los policías corren por todas partes, gritando órdenes y vociferando a los periodistas, pero no les queda mucho más que hacer. Cargan los dos cuerpos en un vehículo y los llevan a la morgue.
Es un ataque aparentemente sin sentido – ya que este edificio ocupado por los militares australianos está tan fuertemente fortificado que ningún coche bomba tiene posibilidad de alcanzarlo. Éste sólo causó daños superficiales, y mató sólo civiles, aunque hirió a algunos soldados australianos.
Fue un coche bomba algo pequeño, ya que no dejó un cráter como en tantos otros. Sin embargo, los cristales fueron destrozados en edificios a cientos de metros de la explosión, trozos de los muros se derrumbaron… es como estar en un gran terremoto, pero los temblores se consolidaron en una sola sacudida.
Unos 20 minutos más tarde aparecen varios camiones cargados de soldados iraquíes, muchos de ellos con sus acostumbradas máscaras negras.
15 minutos después de todo esto, aparecen soldados de EE.UU. con 10 Humvees, un Bradley y un inmenso tanque. Clausuran la calle, y comienzan a colocar sus alambradas de púas a través de la ruta.
Llegan dos helicópteros Apache y comienzan a dar vueltas por sobre el área, tronando por sobre nuestras cabezas.
Miro a una mujer anciana que vive en una casa justo al otro lado del atentado. Camina sin rumbo fijo por su patio, deteniéndose a veces para recoger lentamente escombros de su muro, que fue dañado por la explosión, mirando luego alrededor de su casa.
Media hora después estalla otro coche grande en el este de Bagdad en una comisaría iraquí, matando a 18 personas. La explosión resuena por toda la capital.
Vuelvo a mi habitación para comenzar a escribir… Abu Talat llama y dice que no puede llegar a trabajar porque han acordonado tantas calles cercanas a mi hotel.
Mientras escribo tres inmensas explosiones más retumban en el centro de Bagdad. En sólo 90 minutos estallaron cinco coches bomba matando a por lo menos 26 personas.
Uno de los coches bomba reventó delante de un banco en el que PIs estaban cobrando sus salarios, matando a por los menos 10.
Otro coche bomba estalló en el aeropuerto, matando a dos guardias.
También fue atacada una instalación militar, matando a dos soldados estadounidenses y a dos civiles.
Hay iraquíes barriendo los cristales rotos alrededor del complejo de mi hotel, mientras hago algunos llamados para que los amigos sepan que sigo vivo.
El gobierno iraquí respaldado por EE.UU. ha anunciado medidas draconianas que especifican que del 29 al 31 de enero se cerrarán las fronteras de Irak, que se interrumpirán los servicios de teléfonos celulares y satelitales, las fronteras de las 18 gobernaciones de Irak serán clausuradas y no se permitirá tráfico civil cerca de las mesas electorales.
Los centros electorales tendrán cada uno varios anillos de seguridad en un intento de evitar la violencia. Sea como sea, el Ministerio de Salud está haciendo preparativos especiales para enfrentar el masivo derramamiento de sangre que se espera para las «elecciones».
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