Tenemos un desafío para la próxima temporada: comenzar a hacer Cine sin Autor con jóvenes de un instituto público de Tetuán cuya directora y profesorado nos han invitado. Sería nuestra segunda experiencia pero ahora inserta en el mismo barrio donde habitamos y trabajamos en el marco de Sinfonía Tetuán. Y preparando la cabeza y el […]
Tenemos un desafío para la próxima temporada: comenzar a hacer Cine sin Autor con jóvenes de un instituto público de Tetuán cuya directora y profesorado nos han invitado.
Sería nuestra segunda experiencia pero ahora inserta en el mismo barrio donde habitamos y trabajamos en el marco de Sinfonía Tetuán.
Y preparando la cabeza y el cuerpo para esta tarea nos preguntamos la manera de transmitir nuestra práctica. Hace algún tiempo, cuando comenzamos con todo este trabajo que solo era estudio e ideas, pensábamos que la ruptura mayor estaba en hacer películas con una forma de producción diferente, contraria a la forma habitual. Lugar común de toda disidencia autoral. Algo necesario pero insuficiente, creemos hoy.
Con el tiempo de inmersión en la realidad, el trato de personas, lo evidente ha sido llegar a diagnosticar el «estado social de producción» en el que esa práctica quiere insertarse. Un terreno donde la mecánica de percepción audiovisual y cinematográfica habituales en medio de la que crecemos, por lo menos aquí, desde donde escribimos, son los dominantes, los capitalistas imperiales. Necesario se hace, entonces,saber y comunicar con claridad cómo operan.
Así, lentamente, nos ha surgido esa otra obligación, esa responsabilidad social y política que ya no se detiene en el hacer de una película: la necesidad de ejercer una «pedagogía mutua con el espectador indistinto», el espectador pasivo. Huimos de toda lógica militante del que ilumina para emancipar. Territorio nefasto para nuestros intereses. Una pedagogía mutua, decimos, porque ya no se trata solamente de la horizontalidad en la transmisión del saber, sino de una pedagogía basada en la producción compartida, compartida en serio, debatida de igual a igual. Y por esto ha aparecido en el horizonte, como un sitio obligado de actuación, la Institución educativa, los espacios educativos formales, ya que nuestro territorio habitual es el informal de la vida, de las asociaciones, de los bares que no son más que aulas extrainstitucionales.
Esta tarea nos supone otros esfuerzos.
Mientras esperamos durante el detenimiento escolar (las vacaciones de verano parecen ser el único acuerdo vigente en este país, de nivel nacional, incuestionable y aprobado por mayoría absoluta), entonces, pensamos por dónde empezar a hablar. En el arranque de la primera experiencia que tuvimos con jóvenes hace cerca de dos años omitimos cualquier opinión y solo planteamos como punto de partida hacer una película distinta, horizontal, etc. Ingenuamente decíamos que no queríamos mostrar una postura ideológica de arranque.
Con el pasar del tiempo, sentimos la necesidad de mejorar en claridad y precisión política e ideológica aunque se trate de unos escolares. Posicionarnos explícitamente, explicarnos de forma entendible y sin ambigüedades. Probemos un tono con el que contar el cine a jóvenes o adolescentes:
«Miren, existe un modelo capitalista de hacer películas que es al que ustedes acceden permanentemente y el que les exponen de forma constante. Este se basa en principios y mecánicas provenientes del mundo del negocio cinematográfico condicionado por el beneficio económico de sus accionistas. Por que hubo una vez un origen de todo esto a partir de un aparato que inventaron unos tipos franceses y americanos entre otros, al que llamaron cinematógrafo, parecido a las camaritas que se usan ahora solo que usaba la fotografía química y el mismo aparato proyectaba las imágenes. Eso derivó en que unas cuantas empresas desarrollaron el negocio del cine y la mayoría de lo que vemos proviene de su actividad empresarial. Como era muy caro, sus inversores exigían muchos beneficios. Esos tipos y sus empresas filmaban lo que querían según sus gustos y lo que consideraban que podía darles ganancias económicas para vivir del negocio del cine y de esa manera lo expandieron por todo el mundo hasta hoy….» Y así seguiríamos la historia….pudiendo analizar toda sus épocas, su desarrollo, su sistema de estrellas, sus éxitos, sus guerras comerciales, su ideología, sus películas.
Ante eso, explicaríamos: «pero nosotros hacemos películas de Cine sin Autor, que son películas no capitalistas. Se fabrican de manera diferente. En vez de organizarnos como empresa de beneficio económico, nos organizamos como grupo que busca beneficio social. Documentar nuestra vida, crear nuestras ficciones, utilizando el barrio como si fuera un plató viviente. Produciremos films sobre nuestra vida y nuestra visión de las cosas. No queremos que nos cuenten estas otras personas que hacen cine, los empresarios y sus colegas. Pero no seremos una empresa especializada. Nosotros hemos estudiado un poco este asunto y queremos producir así, con gente no especializada. Ustedes se dedican a otras cosas y tienen otros intereses y no se van a poner todos y todas a estudiar lo que nosotros ya estudiamos, el cine. Mejor se lo vamos transmitiendo a medida que lo necesitemos mientras trabajamos. Es que a lo mejor ni lo necesitamos. Hay grupos de gente que conocemos que han pasado de todo el aprendizaje oficial del cine y lo hacen a su manera.
Así que eso.Tenemos unos métodos de producción precisos que son socialmente organizables y posibles, pero cuyo resultado depende de cada grupo porque está hecho para que cada grupo lo pueda ir modificando… Si ustedes están más interesados en el otro modelo capitalista, pues también les podemos instruir sobre dónde ir y qué cosas deberían hacer para realizar una película capitalista, con escaso, mediano o gran presupuesto… Como lo hemos estudiado y lo sabemos, se lo podemos contar. Verán que es más complicado de lo que parece. Para empezar no podrían iniciar una película hoy mismo como lo vamos a hacer aquí.
Ahora bien, queremos serles sinceros, no les vamos a engañar, estamos en contra del modelo capitalista porque ya sabemos como funciona y en un siglo de existencia, solo lo han podido hacer los que consiguen la pasta para ello, siempre condicionados por el beneficio que puede dar una película, siempre imponiendo que si no se hace como ellos no es cine , siempre impidiendo otras formas de hacerlo, siempre con todos los medios de distribución en sus manos para determinar que cine se debe ver y cual no, siempre imponiendo sus películas y sus historias y más cosas que podríamos contarles… Pero esa es nuestra opción personal, nuestra postura política y nuestra conclusión ideológica. No la de ustedes. Podemos probar a hacer cine no capitalista, que es lo que les planteamos aquí y ahora y luego cada uno puede intentar hacer cine capitalista y nos cuenta como le fue si lo logra. Pues el que quiera puede quedarse… Por aquí comenzamos la historia… de nuestro cine».
Mmmmm…. Sí, podría ser un comienzo. Analicemos a ver. A un arranque así, le caben las críticas correspondientes. Crítica uno: «estamos condicionando al alumnado a que demonicen el cine habitual» . Contracrítica: Bueno, sí. Como el cine habitual ignora tacitamente otras formas de hacer cine, mantiene unas estructuras que omiten toda práctica cinematográfica distinta y nos condiciona por excluirnos de toda inversión, de toda distribución, etc, en realidad hemos optado por devolverle su fórmula. Dado el estatismo de las cosas nos vemos obligados a herir sensibilidades para abrirnos camino. En el fondo, hacemos evidente lo oculto por su negación: «el cine es esto -dicen- sin esperar réplica» . Nosotros negamos que ese sea el único cine posible porque oculta cosas sustanciales de su producción. Un profesor muestra cualquier película, para hacer un foro pero no se cuestiona por qué pudimos acceder a esa película en el mercado de la distribución y no a otra. Un cineasta enseña como hacer películas: guión, rodaje, montaje y bla bla. El guión se hace así, el rodaje asá… y bla bla… Sin cuestionar de dónde viene ese saber.
Acotamos, entonces. Según como se produce es o no una película capitalista. Discutamos de cine. Es un ejercicio de liberad. Libertad en la educación… no vamos mal. Crítica dos: Están simplificando demasiado porque no todo el cine es tan mal intencionado, ni tan imperialista. Contracrítica: La intención implícita de la cultura es no estimular otro tipo de cine y vaciarlo de posibilidad siquiera de concebirlo. Digamos que el «estado habitual de lo cultural y educativo es excluyente». Es agresivo y no cuestiona el fondo. No encontramos otra manera de cuestionarlo que forzar el discurso como el discurso convencional nos fuerza a nosotros: simplificándonos y prejuzgándonos. Así que optamos por simplicarlos y prejuzgarlos…
Puf. Como diría aquel otro: por tanto precisar nos quedaremos sin habla. Demasiado rollo. Tenemos enfrente a unos chavales y tenemos que empezar. ¿Por qué plantear la dicotomía? Porque no plantearla supone un presupuesto equivocado en nuestro caso: cuando decimos vamos a hacer cine, pensamos en cosas diferentes.
Cuando hemos dicho «aquí no hay director» , con el tiempo vimos que se busca la jerarquía. Se busca lo sabido con fuerza. Cuando hemos dicho «aquí no hay guión cinematográfico previo» , con el tiempo se busca a un guionista y un guión. Cuando hemos dicho que «el documento que montamos es para debatir» , se termina el visionado con aplausos al autor. Por eso vemos necesario comenzar siendo claros. No nos ha sido suficiente declarar el estado de crisis. Eso es una información más. Es necesario entrar en estado de crisis. Y un estado de crisis, lo que supone de fondo es un estado de elección, de decisión entre por lo menos dos opciones.
Es un ejercicio de honestidad. La crisis de las expectativas: «esto no es lo que esperábamos» La enseñanza de un cine no capitalista, comporta todas las dificultades de cualquier acción que se intente hacer en estos términos. Cualquier colectivo lo sabe.
El lenguaje es un territorio que nos introduce a la comunicación para caminar juntos. La producción conjunta duradera será la que termine haciendo real (o no) ese «otro estado colectivo mutuo para producir».
El fracaso de muchos intentos de incidencia social que vemos, tiene que ver justamente con este fiasco de la filantropía de derecha o el activismo inconsistente de izquierdas: tenemos que convencerles y así se emanciparán .
Nosotros nos hemos visto cada vez más lejos de esta ineficaz tarea, porque la vida nos va enseñando que nada tenemos que enseñar. En el caso de nuestro cine, se trata de un asunto pura y exclusivamente de producción. Entramos en una batalla cuerpo a cuerpo, persona a persona, idea a idea por producir una cosa juntos: los films. Y ya comentamos en aquel artículo de «El espectro de Hollywood encarnado», que nuestra más aceitada cadena de razonamientos muchas veces queda perpleja ante la solidez de los deseos de un colonizado audiovisual que quiere hacer sus ideas como las ha visto hechas en las películas.
La enseñanza del cine, suponemos, deberá ofrecer un espacio de producción donde se desate una lucha conjunta en la que hay que decidir y posicionarse, un espacio de sospecha sobre nuestras prácticas adquiridas, una zona colectiva de crisis que nos prepare el ánimo para una producción distinta, no capitalista. No nos está yendo mal en este camino. Y el que sospeche, que lo pruebe y nos cuente. Hace algún tiempo desertamos del modelo audiovisual de dominación. No tenemos verdades absolutas. Pero sí la seguridad de quien va trazando su propio camino. Una acción revolucionaria, por minúscula que sea, comporta lo inédito y de eso solo sabe quien lo transita.
Blog del autor:http://cinesinautor.blogspot.com/2010/08/como-explicar-un-cine-no-capitalista-en.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.