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La guerra del millón de años

Cómo no retirarse nunca de Iraq

Fuentes: Tomdispatch.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

En todo lo que a Iraq concierne, imagínense a los altos funcionarios de la administración Bush como una especie de magos. Es posible que sus chisteras y faldones estén desgastados y su número resulte irritante, pero eso no importa. En 2007, su último «abracadabra», la «estrategia del incremento de tropas» del Presidente, ha funcionado aún como si de un encantamiento se tratara. Agitaron sus varitas mágicas, sobornaron (1) y armaron a un grupo de antiguos insurgentes sunníes y terroristas de al-Qaida (alrededor de 80.000 «ciudadanos preocupados», como al Presidente le gusta llamarles), y de forma mágica fue y disminuyó la «violencia» en Iraq. Y más milagroso aún, hicieron que un país que habían convertido ya en fosa séptica y escombrera -su capital tiene un «lago» de aguas fecales tan inmenso (2) que puede verse «como una gran mancha negra en Google Earth- desapareciera casi enteramente de la vista de los Estados Unidos.

Desde luego, lo que necesitaban para ser eficaces era ese adjunto clásico en cualquier actuación de mago, el ayudante perfecto. Este ha sido el papel largamente representado, y todavía desempeñado con misteriosa buena voluntad, por los medios de comunicación dominantes. Hay ciertamente muchos reporteros en Iraq haciendo su trabajo lo mejor que pueden en circunstancias difíciles. Sin embargo, cuando ese trabajo llega a las manos, aquí en el país, de quienes toman las decisiones en los medios, parece como si pidieran a gritos que la administración Bush los meta en una caja tipo ataúd y los vea a medias. Gracias a la selección de noticias que han venido haciendo, Iraq se ha quedado profundamente relegado durante meses en la mayor parte de los periódicos y en las secciones más suaves de la red y en los programas de noticias por cable. Sólo una cuestión iraquí ha conseguido la atención de las primeras planas: ¿Cuánto «éxito» ha tenido la estrategia de aumento de tropas del Presidente?

Incluso antes de que aparecieran los sondeos confirmatorios, los medios habían agitado su propia varita mágica y habían declarado que los estadounidenses habían perdido interés por Iraq. Es verdad, la gente de los medios lo había perdido. La economía -con sus Hadizas de altos intereses y sus mercados Abu Ghraib- se trasladó hacia una fase trascendental, pero apenas se tuvieron en consideración los vínculos existentes entre los dos millones de billones de dólares (3) de la guerra de la administración Bush y una economía en franco declive. Poco importó que una reciente encuesta de Associated Press/Ipsos (4) revelara que una mayoría de estadounidenses estaban convencidos de que la retirada de Iraq era el «estímulo» más razonable para la economía de EEUU. Hasta un total del 68% de los encuestados creían que tal cambio alentaría a la economía.

Cualquiera que sintonice la red nocturna de noticias, puede pasar ahora con regularidad una típica media hora dedicado a la Obamania, a las vacilaciones de la «maquinaria» Clinton, a la confrontación Huckabee/McCain en la Principal Calle Republicana, a la última caída en picado del mercado, y al reciente tiroteo en un campus sin encontrar nada sobre Iraq. TV por cable, noticias en la radio, periódicos, da igual, apenas hay diferencia.

The News Coverage Index del Proyecto por Excelencia en Periodismo ilustra claramente ese punto. Durante la semana del 4 al 10 de febrero (5), la categoría «Sociedad Civil en Iraq» apenas ocupaba el puesto décimo en su lista de las diez historias más intensamente cubiertas por el 1% del Newshole (*). En primer lugar, con un 55%, figuraba la «Campaña de 2008». «Sucesos en Iraq» -es decir, la actual cobertura desde y sobre Iraq- ni siquiera aparecía en la lista. (La semana anterior (6), «Sucesos en Iraq» se las arregló para alcanzar el puesto 6 con el 2% del Newshole.)

Así es, pueden ir a la página de Internet «Informed Comment» de Juan Cole (7), quizá el mejor resumen diario en Internet sobre las matanzas y desastres diarios en Iraq, y se sentirán como si, al igual que Alicia, hubieran caído por el agujero de un conejo hasta llegar a otro universo. («Dos explosiones de bomba conmocionan la mañana del domingo en Iraq. En el centro comercial Misbah, en el exclusivo distrito chií Karrada, una suicida-bomba detonó una bomba que llevaba en un cinturón, matando a tres personas e hiriendo a diez. Alrededor de 100 miembros del Consejo para la Recuperación de la Provincia de Hilla han ido a la huelga para protestar por el asesinato de tres de ellos por el ejército de EEUU en Jurf al-Sajr el pasado domingo, en lo que el Pentágono dijo ser un accidente… Al Hayat informa en árabe que funcionarios de Baquba están advirtiendo que aunque las familias están regresando a la ciudad, podrían verse forzadas a escapar de nuevo debido a las tensiones sectarias…») Pero, ¿cuántos estadounidenses leen a Juan Cole todos los días… o siquiera algún día?

En ese frente interior de los medios, la administración Bush ha sido houdiniesca (**). George W. Bush, encerrado con cadenas una y otra vez en el interior de una cabina llena de agua, continúa apareciendo para declarar que las cosas están yendo a las mil maravillas (8) en Iraq:

«… 80.000 ciudadanos locales se acercaron para decir: Queremos ayudar a patrullar nuestras propias barriadas; estamos enfermos y cansados de violencia y extremistas. No me sorprende que pasen esas cosas. Creo que las mamás iraquíes quieren lo mismo que las mamás estadounidenses, y es que sus niños crezcan en paz… El incremento de tropas está surtiendo efecto. Sé que algunos no quieren admitirlo, y lo entiendo. Pero los terroristas comprenden que el incremento está funcionando. Al Qaida sabe que el incremento está funcionando…»

Al sacar de su chistera el conejo del «incremento» -incluso robando la palabra misma del medio de la «insurgencia», Bush superó con creces el truco al hacer que Iraq desapareciera durante un sinfín de semanas, cuando no meses. ¡Hablar de éxito…!

Para Siempre Jamás

Si se están preguntando qué le importa esto importa al mundo -después de todo, ¿no quieren los demócratas sacarnos de Iraq en 2009?-, entonces es que no han comprendido en absoluto el truco de magia más grande de Bush. Aunque sea un caso perdido como presidente, que ostenta lúgubremente los índices más bajos (9) en la valoración de su tarea, continúa empotrando a los Estados Unidos en Iraq, a la vez que formula la cuestión de qué hacer allí, de forma tal, que cualquier pensamiento sobre una rápida retirada ha…¡Puf!… escapado del escenario.

La verdad es que en algún lugar, entre el 57% y el 64% de los estadounidenses, según los Informes Rasmussen (10), quieren que todas las tropas salgan de Iraq en el plazo de un año. No estamos hablando aquí sólo de las «tropas de combate», que tanto Hillary Clinton como Barack Obama parecen dispuestos a retirar a un ritmo relativamente majestuoso. Obama ha sugerido un calendario de 16 meses (11) para trasladarlas; Clinton ha indicado tan sólo que empezaría la retirada de algunas de ellas dentro de los sesenta días (12) de su llegada al poder. Sin embargo, las tropas de combate representan quizá la mitad de todo el personal militar estadounidense en Iraq, y los republicanos están ya tratando de que incluso esa retirada aparezca como una especie de «apaga y vámonos», cuando no como rotunda traición.

Quizá los estadounidenses no se han dado cuenta, pero la política que una gran mayoría de ellos quiere ya no forma parte de ninguna discusión educada en Washington, ni siquiera del itinerario de la campaña electoral. El espectro de opinión en la capital entre los candidatos presidenciales y los medios dominantes oscila desde la proclama del Senador McCain de que incluso fijar un fecha para la retirada sería una receta segura para el «genocidio» (13) -y eso la derecha responsable- a los que quieren que se vayan, pero no del todo ni tampoco muy rápidamente. El grupo en «retirada» debería dejar aún tropas estadounidenses detrás para actividades diversas. Estas incluirían el «entrenamiento» del ejército iraquí. (Nadie se pregunta nunca por qué una de las partes en Iraq necesita un sin fin de años de «entrenamiento» y «consejos», mientras que las otras partes continúan sencillamente combatiendo de forma fiera.) Además, deberán quedarse tropas para guardar nuestra monstruosa nueva embajada (14) en Bagdad, o como fuerza de ataque orientada hacia al Qaida, o incluso para proteger a los contratistas de seguridad como Blackwater.

Aunque sea muy duro para la audiencia separar la mecánica de los trucos de un mago de la ilusión que crean, merece la pena intentarlo. Antes de que empezara el incremento de tropas en febrero de 2007, al enviarse cinco brigadas de combate, principalmente a Bagdad, había quizá unos 130.000 soldados estadounidenses en Iraq (así como un inmenso contingente de contratistas de seguridad privada -mercenarios- que alcanzaba cifras de decenas de miles). El incremento aumentó las cifras de los soldados a más de 160.000.

Los últimos planes de la administración Bush son traer a casa a las cinco brigadas de combate, pero no a todas las tropas de apoyo (15) que llegaron con ellas a finales de julio. Esto dejará aún unos niveles de tropas por encima de los de febrero de 2007. En ese punto, como el Secretario de Defensa Robert Gates sugirió (16) la pasada semana, es probable que la administración «haga una pausa» (17) de entre al menos uno a tres meses para valorar la situación. Es decir, cuando los estadounidenses entren en sus colegios electorales el 4 de noviembre próximo, probablemente habrá más tropas (18) en Iraq que a comienzos de 2007.

TIME Magazine explica típicamente el asunto de esta manera (19):

«La pausa, que duraría varios meses, se planificaría para asegurar que el más pequeño residuo estadounidense en Iraq no anima a la insurgencia a reavivar la guerra civil que partió el país en 2006 y en la primera mitad de 2007.»

Sin embargo, el más pequeño residuo será ligeramente mayor que las cantidades que precedieron al incremento. Es decir, consideren todo eso como un aumento de un año de duración, no como una reducción. Mientras tanto, aunque los medios dominantes apenas lo han señalado, el Pentágono se ha ido atrincherando. Durante el último año, ha continuado ampliando (20) sus inmensas bases en Iraq por la friolera de miles millones de dólares. También ha llevado (21) poder aéreo extra para un «incremento aéreo» del que apenas se ha informado aquí, y nadie en Washington o en la ruta de la campaña, en el Despacho Oval o en el Partido Demócrata, ha dicho nada de reducir ese incremento aéreo, aunque recientemente ha habido una avalancha de incidentes en los que los civiles iraquíes (22) y algunos de esos «ciudadanos preocupados» que apoyan a las fuerzas estadounidenses (23) han muerto a causa de los ataques aéreos estadounidenses.

La administración Bush está también negociando calladamente un Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas con el débil gobierno iraquí en la Zona Verde de Bagdad. Ese acuerdo afianzará la presencia, en años venideros, de las fuerzas estadounidenses en esas mega-bases. En un reciente editorial (24) del Washington Post, el Secretario de Defensa Gates y la Secretaria de Estado Condoleezza Rice negaron que la administración esté intentando atar al futuro presidente a las políticas de Bush en Iraq. («En resumen, nada de lo que se negocie en los próximos meses atará las manos del próximo comandante en jefe, quienquiera que sea.») Sin embargo, este no es obviamente el caso. Se está también elaborando cuidadosamente el acuerdo a fin de que pueda eludir el estatus de «tratado» y se salve así de su remisión al Senado para que lo ratifique. Todo esto, en la gran tradición del Vicepresidente Cheney, podría interpretarse como la bunkerización de la administración Bush en Iraq.

En el año del incremento de tropas, cuando los funcionarios de la administración y los altos comandantes especularon sobre la retirada, cada vez destacaban más la tarea hercúlea que se necesitaría y la necesidad de tomar el tiempo necesario para trasladar cuidadosamente hasta la última pieza del equipamiento militar a EEUU: «No están hablando sólo de soldados estadounidenses, sino de millones de toneladas de equipamiento de los contratistas que pertenece al gobierno de EEUU y una gran variedad de todo tipo de cosas», dijo (25) el Secretario de Defensa Gates a los informadores del Pentágono en julio del año pasado. «Va a ser una empresa logística inmensa cuando quiera que sea que se lleve a cabo».

Según Michael Duffy describía esa empresa (26) en el TIME Magazine, incluiría: una buena porción del inventario completo estadounidense de tanques, helicópteros, convoyes blindados para transportar personal, camiones y vehículos blindados multi-ruedas (humvees)…, que se encuentran desperdigados por 15 bases, 38 almacenes de suministros, 18 centros de suministro de fuel y 10 vertederos de munición», y no hablemos ya de los «comedores, edificios de oficinas, maquinas expendedoras, mobiliario, letrinas móviles, ordenadores, clips y miles de metros cuadrados con casas cuarteles». Algunos altos comandantes del ejército declararon que llevaría hasta 20 meses (27) poner en marcha la salida de la fuerza estadounidense. Más recientemente se ha sugerido que llevaría «hasta 75 días» (28) para que saliera cada una de las brigadas de combate con todo su equipamiento, y esa salida tendría que hacerse, desde luego, de una en una.

Independientemente de cuando se llegue a la retirada, la prioridad más alta ahora debería ser la de la frugalidad en todo lo relativo a las propiedades estadounidenses. Es decir, si la administración Bush continúa atrincherándose, la retirada será cada vez más complicada.

Si el asunto en cuestión no fuera tan lúgubre, sería hasta divertido. Se podría encontrar una analogía en un viejo chiste: Un chico mata a su padre y a su madre y después, una vez arrestado y llevado a juicio, le pide al juez que tenga misericordia de él porque es huérfano.

La administración que invadió precipitadamente Iraq, que lo utilizó como laboratorio siguiendo cualquier esquema absurdo que le vino a la mente y se dedicó a tirar el dinero derrochándolo en una de las empresas más flagrantemente corruptas (29) de la historia reciente, quiere ahora que creamos que la futura planificación de reducciones o retiradas debe basarse en la necesidad de preservar todo lo que metimos, y seguimos metiendo, en el país.

En la tierra que la administración Bush «liberó», la violencia continúa con niveles diarios de espanto (30); la electricidad es un lujo (31); el sistema nacional de atención sanitaria ha sido totalmente destruida (32); alrededor de 4,5 millones de personas han huido (33) del país o están internamente desplazadas; aproximadamente un 70% (34) carecen de acceso a agua potable; y 4 millones de seres humanos, según Naciones Unidas (35), desconocen de dónde va a salir su próxima comida. Efectivamente, incluso con esas cifras ante nosotros, la lógica del momento en Washington y en los medios sigue siendo clara: Lo último que deberíamos hacer es salir del país con prontitud. Después de todo, si así lo hacemos, vamos a provocar un desastre, un baño de sangre o, incluso, un genocidio.

Yendo por otro camino, la parte más interesada en el debate de la «retirada» continúa elaborando los términos de ese debate. Imaginen que en un partido de fútbol el encargado de lanzar las jugadas desde atrás para su equipo tuviera también capacidad para calcular los penaltis, declarar las primeras dejadas y decidir si la pelota se quedó dentro o fuera del campo.

Mientras tanto, ya que el movimiento antibelicista continúa casi moribundo y no hay ningún canto de «fuera ya» o «traed las tropas a casa» sonando por las calles de nuestro país, tienes que mirar mucho alrededor para poder encontrar alguna sugerencia perfectamente razonable en cuanto a irnos ya. Tomen al Profesor Immanuel Wallerstein, que escribió un ensayo (36): «Walking Away: The Least Bad Option«, que Vds. no van a poder encontrar en su prensa local. Para él, «marcharse» significaría «que el gobierno declare que va a retirar todas sus tropas sin excepción y que va a cerrar todas las bases en Iraq en un plazo de seis meses desde la fecha de ese anuncio». Añade: «La retirada estadounidense marcaría el primer paso del largo y difícil camino que debe llevar a la curación de los EEUU de la enfermedad producida por su adicción imperial, el primer paso de un penoso esfuerzo para restaurar el buen nombre de los Estados Unidos en la comunidad mundial».

Sin embargo, justo ahora, cualquier forma de «salida» en si misma supone un eufemismo educado para la retirada de un punto muerto o incluso de una guerra perdida que está fuera de esa «mesa» en la que esta administración ha colocado tan a menudo «todas las opciones». Como consecuencia, bien sea Clinton u Obama quien gane las próximas elecciones, cuando acceda al poder en enero de 2009, y si sigue el actual plan -un relativamente largo período de reducción y no de completa retirada-, él o ella, en cuestión de meses, habrán sencillamente heredado la guerra del Presidente. En ese punto, los actuales partidarios de la guerra se volverán hacia el nuevo presidente con una ferocidad que los demócratas han sido incapaces de reunir contra el actual, y les definirán, a él o a ella, como cobardes de primer orden o quizá, posiblemente, como traidores.

No Nos Quedaremos De Forma Permanente

El Senador John Mc Cain causó recientemente un pequeño revuelo al decir que no le importaba que las tropas estadounidenses se quedaran en Iraq «cien años» siempre que «los estadounidenses no resultaran heridos, dañados o asesinados». En realidad, David Corn, en Mother Jones, informó (37) que el Senador se explicó después con más detalle, añadiendo «mil años», «un millón de años». El Presidente y varios altos funcionarios de la administración han ofrecido fórmulas similares, aunque más moderadas, hablando vagamente de «años» en Iraq, o una «década» o más en ese país, o simplemente sobre el «modelo Corea», una referencia (38) a nuestros acuartelamientos en la parte sur de la Península Coreana que duran ya medio siglo y cuya presencia o final ni siquiera se divisa.

Desde luego, esta administración ha construido ya sus mega-bases de vanguardia en Iraq, así como una mega-embajada, la mayor del planeta, para ajustarse a tales sueños. En efecto, en abril de 2003, el mes en que Bagdad cayó ante las fuerzas estadounidenses, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld negó por primera vez (39) que EEUU estuviera tratando de establecer bases «permanentes» en Iraq. Desde entonces, los funcionarios de la administración han negado con consistencia que esas mega-bases, que cada vez parecían ser más permanentes, lo fueran.

Justo el otro día, el Presidente dijo (40) de nuevo en Fox News: «No haremos bases permanentes… [pero] creo que favorece a nuestros intereses y a los intereses del pueblo iraquí que lleguemos a un acuerdo sobre cómo vamos a actuar durante los próximos años». Dana Perino, la portavoz para la prensa de la Casa blanca, aclaró más las cosas (41) al indicar que actualmente no tenemos bases permanentes en el Planeta Tierra, ni siquiera en Corea más de medio siglo después. «No estoy enterada», dijo, «de que en ningún lugar del mundo donde tenemos una base nos estén pidiendo que nos vayamos. Y si lo hicieran, probablemente nos iríamos». (Hizo una excepción especial con Guantánamo.)

Consideren esto como una posición filosófica. Evidentemente, no somos permanentes porque todas las cosas son evanescentes; todo debe acabar. ¿Dónde fueron a parar, después de todo, las Siete Maravillas del Mundo? Desde luego, desaparecieron en su mayoría.

Esa posición podría aplicarse a muchos más aspectos que la permanencia de las bases. Déjenme ofrecer dos predicciones vinculadas con la temporalidad:

Para empezar, la solución del incremento, seguido de una pausa, que la administración Bush puso en marcha a toda velocidad, es altamente inestable y no es más que, claramente, una estrategia transitoria. No significó más que un intento de dar a Iraq un aspecto suficiente de quiescencia (42) para poder declarar que la guerra del Presidente había tenido un éxito modesto y transmitírsela así al próximo presidente. Dependiendo todo en Iraq de un tenue equilibrio de fuerzas inestables, y en gran medida hostiles, de los anteriores insurgentes sunníes y de los seguidores chíes del clérigo Muqtada al-Sadr, entre otros. Es improbable que dure siquiera hasta las elecciones presidenciales de noviembre.

Y recordemos que los que están al otro lado son tan capaces de leer programas sobre reducciones -y elecciones-, de medir debilidad y fuerza, como nosotros mismos. Es probable que para otoño el efecto del incremento haya desaparecido -ya hay indicios en el aire (43)- y entonces Iraq volverá arrastrándose hasta las primeras planas y hasta el primer lugar de las noticias de TV.

Dado que el Senador McCain está tan estrechamente unido al «éxito» del incremento, así como a la misma guerra, es probable que demuestre que no es ese candidato republicano mucho más débil que ahora se piensa que es. De igual manera, puede que para los demócratas sea mucho más duro pasear por la quilla de Iraq hasta el próximo otoño: si es que el candidato presidencial demócrata no se mueve, en cuanto a la guerra, de forma similar (44) a McCain para amortiguar el impacto de la situación. Como Gary Kamiya ha escrito en Salon.com (45), «El tímido acercamiento de los demócratas a la posición republicana respecto a Iraq y ‘la guerra contra el terror’ ha hecho ya que el país se ponga a dormir… Es más, las encuestas muestran que la principal razón de que la gente tenga tan mala opinión del Congreso es porque fracasaron a la hora de obligar a Bush a cambiar el curso de los acontecimientos en Iraq».

Iraq es una tierra profundamente ajena cuyo pueblo no va a aceptar jamás ser la guarnición del ejército de una potencia imperial occidental. Fue siempre ilusorio pensar que nuestra situación allí podía ser «duradera», no importa cuantas estructuras permanentes quieras construir. No es menos ilusorio que el Senador McCain imagine un acuartelamiento de 100 años -en realidad, de ninguna duración- en el cual los estadounidenses no acaben «heridos, asediados o asesinados».

Hace mucho tiempo que debía haber comenzado (46) la retirada de Iraq. En esos interminables años en que no ha acabado de producirse, la administración Bush demostró definitivamente una cosa: Que somos incapaces de «resolver» los problemas de Iraq, de «construir» una nación allí o de impedir la serie de acontecimientos atroces que se suceden sinfín. Después de todo, fue bajo la ocupación estadounidense y frente a la abrumadora presencia de fuerzas estadounidenses cuando se produjo la transferencia a Iraq provocando una limpieza étnica masiva. Fue durante los meses (47) del incremento del Presidente en 2007, con las tropas estadounidenses inundando las calles de la capital, cuando muchas de las barriadas mixtas (48) de Bagdad fueron definitivamente «limpiadas».

Es ilusorio creer que el ejército de EEUU es una fuerza que se interpone entre los iraquíes y la catástrofe. No es más que una parte importante de esa catástrofe, y mientras Washington siga empeñado en alguna forma de permanencia (como se la describe eufemísticamente), no ayudará en nada a que la situación cambie.

Cada día que pasa la administración Bush se cierra más en banda; como el comandante del incremento, el General David Petraeus, observó recientemente (49): «Lo que estamos viendo es que no hay luz alguna al final del túnel». Cada día que pasa la retirada se hace mucho más dura y sin embargo cada día es más necesario y urgente conseguirla.

Cuando llegue el momento, la salida no resultará muy elegante. Eso es algo indudable; pero, honestamente, no hay que ser un especialista en temas militares para saber que si estuviéramos determinados a irnos, no nos llevaría una eternidad hacerlo. No es tan difícil en estos momentos trasladar el equipamiento de las brigadas de combate por el sur hacia Kuwait. (Y no hay razón para esperar una oposición seria de nuestros adversarios iraquíes, que abrumadoramente quieren que nos larguemos.)

Cuando finalmente llegue la retirada, los iraquíes serán los grandes perdedores. Se quedarán abandonados en un país desmantelado. Se merecen algo mucho mejor. Quizá una administración estadounidense determinada a retirarse de todo con la debida precipitación pueda aún mostrar energía para ofrecer algo mejor. Pero hay que largarse. Todos nosotros tenemos que largarnos.

Notas:

Enlaces indicados por el autor sobre artículos conteniendo información ofrecida:

(1) http://www.independent.co.uk/news/world/middle-east/is-the-us-really-bringing-stability-to-baghdad-782425.html

(2) http://afp.google.com/article/ALeqM5jam-lrcdXuQLtrYRSz43-tYNO7fQ

(3) http://www.guardian.co.uk/world/2006/jan/07/usa.iraq

(4) http://ap.google.com/article/ALeqM5iu6xjCz8Ykakz5T6AjT3olMgRXTwD8UMCQAO1

(5) http://www.journalism.org/node/9712

(6) http://www.journalism.org/node/9610

(7) http://www.juancole.com/

(8) http://www.whitehouse.gov/news/releases/2008/01/20080131-2.html

(9) http://www.pollingreport.com/BushJob.htm

(10) http://www.rasmussenreports.com/public_content/politics/current_events/the_war_in_iraq/iraq_troop_withdrawal

(11) http://www.barackobama.com/issues/iraq/

(12) http://www.hillaryclinton.com/issues/iraq/

(13) http://www.news.com.au/heraldsun/story/0,21985,23222084-5005961,00.html

(14) http://www.tomdispatch.com/post/174789/the_mother_ship_lands_in_iraq

(15) http://wiredispatch.com/news/?id=43392

(16) http://www.antiwar.com/lobe/?articleid=12350

(17) http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/02/11/AR2008021100162_pf.html

(18) http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/02/13/AR2008021302786_pf.html

(19) http://www.time.com/time/nation/article/0,8599,1712123,00.html

(20) http://www.tomdispatch.com/post/174858

(21) http://www.tomdispatch.com/post/174887

(22) http://news.monstersandcritics.com/middleeast/news/article_1391368.php/US_air_strikes_kill_Iraqi_family_in_Kirkuk

(23) http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/iraq/article3386809.ece

(24) http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/02/12/AR2008021202001_pf.html

(25) http://www.iht.com/articles/ap/2007/07/14/america/NA-GEN-US-Iraq-Withdrawal.php

(26) http://www.time.com/time/printout/0,8816,1644877,00.html

(27) http://www.tomdispatch.com/post/174825/how_withdrawal_came_in_from_the_cold

(28) http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/02/11/AR2008021100162_pf.html

(29) http://www.lrb.co.uk/v28/n21/harr04_.html

(30) http://www.antiwar.com/updates/?articleid=12375

(31) http://www.ipsnews.net/news.asp?idnews=41217

(32) http://www.mercurynews.com/nationworld/ci_8296205?nclick_check=1

(33) http://www.tomdispatch.com/post/174892/michael_schwartz_the_iraqi_brain_drain

(34) http://www.buzzle.com/articles/176513.html

(35) http://wiredispatch.com/news/?id=42834

(36) http://www.middle-east-online.com/english/?id=24347

(37) http://www.tomdispatch.com/post/174896/making_iraq_disappear

(38) http://www.tomdispatch.com/post/174807/

(39) http://www.washingtonpost.com/ac2/wp-dyn/A7264-2003Apr21?language=printer

(40) http://news.yahoo.com/s/afp/20080210/pl_afp/usiraqmilitarybasesbush_080210193940

(41) http://afp.google.com/article/ALeqM5hllWA4j60xVGxj2eebz0ixvSCHZg

(42) http://www.tomdispatch.com/post/174882

(43) http://www.mcclatchydc.com/iraq/story/27346.html

(44) http://www.rollingstone.com/politics/story/18349197/the_chicken_doves/print

(45) http://www.salon.com/opinion/kamiya/2008/02/12/mccain_iraq_war/index_np.html

(46) http://www.tomdispatch.com/post/3717/withdrawal_on_the_agenda

(47) http://www.nytimes.com/2007/08/24/world/middleeast/24displaced.html?_r=2&ref=todayspaper&oref=slogin&oref=slogin

(48) http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/graphic/2007/12/16/GR2007121600060.html

(49) http://www.military.com/opinion/0,15202,162057,00.html

N. de la T.:

(*) Newshole: Término que se refiere al espacio ocupado por las noticias en todos los medios de comunicación.

(**) Houdiniesco, se deriva de Houdini, Harry Houdini, nació en Budapest (1874) y emigró con sus padres a EEUU, donde se convirtió en ilusionista. Adoptó el nombre artístico de Houdini en honor al mago francés Robert-Houdin. Aunque empezó como trapecista se dedicó finalmente a la magia, campo donde se hizo famoso por sus escapismos imposibles, gracias a una gran resistencia física que adquirió tras una fuerte preparación en el gimnasio.

Tom Engelhardt, que dirige el Nation Institute’s Tomdispatch.com, es el co-fundador del American Empire Project. Su libro: «The End of Victory Culture» (http://www.amazon.com/dp/155849586X/ref=nosim/?tag=nationbooks08-20)

(University of Massachussets Press), ha sido ampliamente actualizado en una nueva edición publicada en la que trata de las secuelas de la victoria de la cultura de tierra quemada en Iraq.

Enlace con texto original en inglés:

http://www.tomdispatch.com/post/174896/making_iraq_disappear