Traducido del ingles por Sinfo Fernández
«Soy una mujer»
Cuadro de la artista iraquí Halla Ayla (2005)
Debo ser un poco masoquista.
Cada vez que siento que algo «agobiante» me invade, me pongo a mirar esas cadenas «religiosas» de televisión con la secreta esperanza de hallar algún tipo de sentimiento que «me permita sentir aliento».
El «aliento» tiene que ver más con un poco de risa floja que con un «momento de gracia» aunque tampoco rechazaría esto último.
No tengo ninguna preferencia en particular. Hago zapping desde el depresivo canal chií al-Forat al igualmente depresivo canal sunní Iqra y a los aún más depresivos canales cristianos del «renacimiento».
Y cada vez que lo hago y observo lo que esos chicos (y la mayoría de ellos son hombres) tienen que decir, siento después como si me hubiera flagelado.
No, no, no se debe a ningún secreto deseo de convertirme en una «mártir de secta». Tiene más que ver con un sentimiento de culpa por haber sometido mi pobre mente a tanta tortura. Pero lo que me tortura es cómo me siento después…
El mensaje subliminal es casi siempre idéntico: «No eres suficientemente buena, eres una pecadora, arrepiéntete…»
Estoy segura que todas las religiones son culpables de eso y de infligir esa culpa a sus seguidores.
Pero, entiéndanme bien. No tengo nada en contra de la religión per se. En realidad, he pasado un tiempo considerable estudiando religión comparativa porque es un tema que me interesa en gran medida. Y tampoco rechazo el concepto de Trascendencia. De hecho, religión (del latín relegare) significa re-conectar. Y yo estoy dispuesta a todas las reconexiones…
Y, a propósito, no descarto que el diablo exista y que el pecado exista pero, de alguna forma, esos programas de TV parece que colocaran la ecuación mal/pecado fuera de su origen real.
Para mí, el origen real es la Injusticia. La injusticia es la fuente de todo mal y de todo pecado.
«Al Haq» en árabe, otro nombre/atributo para lo Divino, también significa Realidad (la Máxima), Verdad y Justicia.
La injusticia supone un concepto muy amplio y podemos debatirlo durante horas. Cada uno/a de nosotros tiene su percepción de lo que significa injusticia. Pero todos podemos llegar a estar de acuerdo en que la Justicia perfecta no existe y sin embargo la Injusticia perfecta sí. De hecho, ¡es un mundo hecho a nuestra propia imagen y semejanza!
En mi opinión, hay injusticias personales y colectivas y ambas están interrelacionadas.
Por eso, cuando se escribe sobre Oriente Medio, lo personal es político y lo colectivo es político y ambos están entrelazados.
De hecho, cuando pensamos y escribimos sobre Oriente Medio, todo se convierte en político, incluso la religión.
La religión no existe en el vacío. La religión existe en la mente de la gente.
La religión o, expresándolo mejor, lo «trascendental» necesita un receptáculo.
Por tanto, en mi opinión, ya que hay muchos receptáculos, no puede haber sólo una forma de entender una determinada religión.
Por ello, pienso que culpar a la religión per se, o a Dios, o a como deseen llamarlo, es muy ingenuo y simplista…
Las injusticias cometidas en nombre de la religión tienen más que ver con los receptáculos que con la Divinidad en sí misma…
Por eso, volviendo a mis programas de TV y pensando sobre el tema, en realidad lo que me molesta tanto no es la religión per se, son los receptáculos.
Es la mente que piensa…
La lengua que habla…
El ojo que juzga…
Dejo el cristianismo, el judaísmo, el budismo, el hinduismo para que sus propios receptáculos se las avengan con ellos. No es que no me preocupe sino que no son prioritarios para mí en este momento. No son mi principal preocupación.
Mi principal preocupación era y sigue siendo Oriente Medio y por eso me gustaría dirigirme a las mentes de las mujeres y hombres musulmanes, especialmente a los árabes musulmanes.
Con toda honestidad, ¿no encuentran Vds. algo muy «equivocado» en los actuales discursos «religiosos»?
Quiero decir si no encuentran «extraño» que a estas alturas de la «Libertad de la Ocupación», perdón, quería decir «Operación Libertad» (fue un «lapsus» genuino), cuando las bombas llovían sobre Bagdad, cubriéndola como el diluvio de Noé, una escuchaba un sermón difundido en algunas capitales árabes musulmanas sobre si «las mujeres deberían ir o no a una peluquería en la que hubiera un hombre arreglando el cabello».
¿No encuentran muy «extraño» que los mullah hablen en el sermón de los viernes sobre «Ahl Al Bayt» (la familia del profeta Muhammad) mientras sus seguidores torturan y taladran a la gente?
¿No encuentran «extrañas» esas fatwas que se debaten durante horas, discutiendo si está bien o no que una mujer llegue a Presidente, y si (más debate) estaría bien o no que se reuniera sola con otro hombre que sea jefe de estado?
Y tengo tantos ejemplos de fatwas y de debates de todos los lugares de Oriente Medio… y, desde luego, también tengo ejemplos vivos en Iraq.
Personalmente, encuentro muy «extraño» que las mujeres se vean forzadas a cubrirse de negro de la cabeza a los pies y obligadas a parecer tiendas de campaña andantes. Quiero decir, ¿Por qué negro? ¿Por qué no rosa? ¿O morado, o amarillo, o rojo? ¿Dónde dice en el Corán que las mujeres tengan que parecer que están de luto perpetuo? Y ese es solo un ejemplo insignificante.
Incluso me siento extranjera cuando la tía Samira me llama y dice:
-
Layla, ¿no tienes una de esas túnicas que parecen afganas? Ya sabes, esas camisas tan largas que una lleva sobre los pantalones.
-
No, tía, no tengo. ¿Por qué? ¿Estás planeando emigrar a Tora Bora o algo parecido?
-
¡Layla! Hablo en serio. Necesito una…
-
¿Para qué? Ya vistes de forma muy conservadora. Quiero decir que ya llevas un pañuelo/velo en la cabeza. Llevas ropas amplias y camisas anchas, lo suficientemente grandes para que quepan dos mujeres en ellas… ¿Para qué necesitas esas túnicas?
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Parece que no es suficiente…
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¿Qué quieres decir con que no es suficiente? ¿Qué no es suficiente?
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Los chicos (¡por supuesto, los chicos!) «encargados» de la barriada dicen que la camisa tiene que llegar a las rodillas si va sobre los pantalones y que no se permiten las faldas vaqueras aunque las lleves arrastrando por los suelos…
Ni siquiera se lo permiten a los hombres y a los muchachos. Tía Samira continúa…
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Conoces al hijo de Samia, no tiene aún 11 años. Samia le llevaba al colegio cuando le apuntaron a la cabeza con una pistola. Ella temió por su vida. Dijeron que el pelo del niño era demasiado largo y que no iba adecuadamente peinado. Se lo había puesto de punta… Samya regresó rápidamente a casa y le afeitó toda la cabeza al pobre niño. Ahora está completamente calvo. Oh, y no sólo él. ¿Recuerdan al conductor Abu Tawfik? Bien, en un semáforo alguien le apuntó a la cabeza con una pistola. ¿Sabes por qué?
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¿Por qué? ¿Qué es lo que había hecho?
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Llevaba una camisa de manga corta. Tenía que conducir de regreso a su casa a través de controles sin fin y cambiar de camisa. Ahora nunca sale de casa sin su camisa de manga larga. Así que, Layla, ¿dónde puedo encontrar esas largas túnicas?
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Tía, creo que sería mejor buscar asilo en Tora Bora…
Aquí Bagdad, la en otro tiempo capital laica pero en absoluto menos «piadosa», donde las mujeres tenían algo que decir, convertida ahora en esta bastarda mezcolanza a base de combinar Arabia Saudí con Irán. Y dirigida por los estadounidenses…
Quiero decir, ¿no lo encuentran todo muy «extraño»?
El Haram (lo prohibido) está por todas partes. Sin embargo:
Matar indiscriminadamente a inocentes no es Haram.
Violar, raptar, secuestrar gente no es Haram.
Torturar, taladrar y sacar ojos fuera no es Haram.
Dejar de morir de hambre a la gente y ver cómo nos niños buscan en los cubos de la basura para comer no es Haram.
El cólera y otras enfermedades provocadas por las desbordadas aguas fecales no es Haram.
La deshidratación por la carencia de agua y la creciente mortalidad infantil no es Haram.
Las niñas de hasta 14 años vendiendo sus cuerpos para alimentar a sus familias no es Haram.
Los huérfanos esnifando pegamento por las calles no es Haram.
Los pacientes sometiéndose a operaciones quirúrgicas sin anestesia no es Haram.
Todo lo anterior y mucho más no es Haram pero una camisa sin mangas sí lo es…
Todo lo anterior no es Haram pero una camisa femenina que no sea lo suficientemente larga como para cubrirte el culo y más abajo… lo es.
Quiero decir, ¿realmente no encuentran todo esto muy «extraño»?
¿No les afecta eso cuando se inclinan y se postran cinco veces al día?
¿No les conmueve todo eso para tomar nota en sus rezos del viernes?
¿O es que están demasiado absortos discutiendo qué clase de velo es el más adecuado para cubrir los cabellos y cómo sujetarlo, si por detrás o por delante, y si sus mangas llegan hasta las muñecas o no… Y qué larga debería ser su barba y si el agua le llega hasta el codo o un poco más arriba o un poco más abajo durante sus abluciones…
¿Creen que eso es «normal»?
¿Piensan que es «normal» que los supuestos «hombres religiosos» que se dejan crecer la barba y hablan de Dios todo el tiempo hagan esas cosas o las permitan?
¿Piensan que es «normal» que los actuales discursos religiosos de esos pervertidos tengan que incluir y referirse todo el tiempo a los cuerpos de las mujeres?
Quiero decir, ¿creen que todo eso es natural? ¿Creen que es islámico?
¿Realmente piensan que esa es la clase de receptáculo-mente que la Divinidad quiere que tengan?
¿Hay alguna posibilidad de que despierten de su propio estupor? ¿Hay alguna posibilidad de conseguir que no toleren más que Alá y el Islam se vean insultados de ese modo?
Enlace texto original en inglés:
http://arabwomanblues.blogspot.com/2007/05/confessions-on-sunday.html
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate.