Existen numerosas razones para recomendar la lectura y estudio de este atlas histórico de la filosofía. Las siguientes son muestra, acaso no totalmente representativa, de ese denso y poblado conjunto: La editorial Tierradenadie publica libros que no son mercancías. No lo son porque Tierradenadie ediciones es un instrumento editorial que incluso en su propia organización […]
Existen numerosas razones para recomendar la lectura y estudio de este atlas histórico de la filosofía. Las siguientes son muestra, acaso no totalmente representativa, de ese denso y poblado conjunto:
La editorial Tierradenadie publica libros que no son mercancías. No lo son porque Tierradenadie ediciones es un instrumento editorial que incluso en su propia organización impide su «conversión en maquinaria de producción de capital». En tierradenadie, consistentemente con su elección nominal, no existen beneficios privados. Los libros que publica tienen una finalidad manifiesta: criticar la dominación y ser instrumentos para la transformación social. Este volumen de Juan Pedro García del Campo y Manuel Montalbán García no sólo no refuta sino que corrobora la anterior declaración editorial de principios.
Este Atlas histórico de Filosofía (Del mundo griego al inicio de la Ilustración) es un atlas filosófico contracorriente: se niega a tomar los acontecimientos históricos como mero decorado desdibujado o como simple, simplificado y olvidado contexto, como elemento prescindible no determinante, de los contenidos teóricos de las diversas filosofías considerados siempre, en general, de manera autónoma, separada y muy independiente del transcurrir histórico. La filosofía es la filosofía, se dice, y la historia es la historia.
La singularidad de este atlas reside, pues, en el esencial papel otorgado, no sólo en su declaración de intenciones sino en su propia realización, a las circunstancias históricas desde y en las que se construyen, formulan y defienden las diversas posiciones filosóficas, las diversas teorías o cosmovisiones filosóficas. De este modo, algunos autores aparecen varias veces en el atlas en función de las cambiantes circunstancias político-históricas anteriormente descritas, porque se procuran presentar «las diversas obras y concepciones de cada autor insertas en las problemáticas de su propio tiempo».
Los objetivos del atlas son básicamente tres: presentar elementos de referencia desde los que sea posible una contextualización de la actividad filosófica; defender, desde ese material, la tesis de que la filosofía no es una actividad teórica que se cierre sobre sí misma autocomplacida y contenta de haberse conocido en un mundo transuránico de ideas eternas, y poner a disposición del lector o estudioso un material que le permita tomar en consideración las líneas básicas por las que se mueve los asuntos prácticos en el momento en que un determinado autor elabora su obra filosófica o defiende determinadas posiciones teórico-filosóficas.
Se presupone aquí, pues, que la filosofía no es una actividad que tiene como objeto de estudio una serie de problemas eternos que le son propios y que constituirían su objeto específico de investigación, sin que ello signifique anulación de la especificidad de su discurso ni menosprecio de su propio transcurrir. La historia, se insiste, no sólo es el escenario en el que se suceden los abstrusos debates filosóficos. Así, por ejemplo, la crisis de la polis ateniense es el marco sustantivo y alimento político básico en el que se elaboran teorías filosófico-políticas como las de Aristóteles, Antístenes o Jenócrates.
La filosofía sería, así, una reflexión sobre el mundo, históricamente determinado como no podía ser de otro modo, un intento de objetivación de la realidad. Un mundo, señalan los autores, que recreándolo conceptualmente «lo signa con las marcas de la razón y lo somete a unas categorías explicativas cuyas modulaciones diversas no son ajenas al transcurrir del tiempo y al cambio de las circunstancias que lo conforman». La filosofía se sitúa siempre en un contexto histórico, con aristas políticas, científicas, artísticas, económicas, tecnológicas, y desde él trabaja y se configura.
Como todo suceso que acaece en el mundo, también la filosofía cuenta como una de las causas que pueden modificar la realidad que tematizan, transformando o deconstruyendo cosmovisiones arraigadas o apuntando senderos que serán transitados en otros momentos históricos. Pensar en el tiempo significa también pensar contra él. Para los autores, la filosofía es, de este modo, una disciplina que produce efectos en lo teórico «ofreciendo un sentido para el mundo desde el que (y para el que) elabora su propia práctica». Estamos ante la visión joven-marxiana de la filosofía: importa comprender el mundo e importa también transformarlo.
Por lo demás, el volumen se abre con una cita del Hegel de la Filosofía del derecho: «Es tan insensato abrigar la quimera de que alguna filosofía supera los límites de su presente histórico como pretender que un individuo pueda saltar por encima de su tiempo». Sea así, no puede ser de otro modo. Pero de la misma forma que, para nuestra fortuna, hay individuos que quieren y laboran para abrir caminos que permitan la irrupción de tiempos históricos más afables, más razonables, más armoniosos, más «filosóficos», hay igualmente filósofos que desean y laboran para que sus filosofías rompan, en la medida de lo posible, marcos encorsetados de presentes históricos no siempre aceptables.
Hay filósofos historiadores que tampoco están dispuestos a repetir eternamente la misma y conocida canción historiográfica. Nos sabemos, como quería León Felipe, todos los cuentos. García del Campo y Montalbán García son dos de estos filósofos que ven la historia de la filosofía en términos no desgastados. Aquí lo han demostrado, el futuro y deseable atlas histórico de la filosofía que arrancará de los inicios de la Ilustración con seguridad corroborará su posición y la excelencia de su trabajo.
Juan Pedro García del Campo y Manuel Montalbán García,
Atlas histórico de Filosofía (Del mundo griego al inicio de la Ilustración).
Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2008, 703 páginas