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Entrevista con el Secretario General del Partido Comunista Iraquí

Contra la ocupación y los atentados

Fuentes: Al-Ahram Weekly

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El Partido Comunista Iraquí (PCI), también conocido como la Unión del Pueblo, obtuvo dos escaños en la Asamblea Nacional interina. ¿Ve un futuro para el PCI en Irak?

Por cierto que el PCI tiene futuro. Ningún partido continuaría su trabajo si no considera que tenga futuro. Lo que se derrumbó no fue el comunismo, sino regímenes que habían deformado el comunismo al desviarse de los principios básicos del pensamiento comunista: sobre todo, el humanismo, la democracia y la justicia social. Esos regímenes convirtieron el socialismo en una práctica burocrática y autoritaria. Actuaron como si fueran superiores al pueblo, se negaron a escuchar al pueblo, concentraron el poder en las manos de uno o varios individuos, e hicieron caso omiso de la creatividad intelectual y de la opinión colectiva, creando así los motivos para su propia desaparición.

En Irak, creo que nuestro partido tiene una base muy amplia. Por eso el PCI ha podido resistir a todos los golpes de aparatos represivos y a todos los crímenes cometidos en su contra durante los 71 años de su existencia.

En ciertos períodos, cuando el clima político era adecuado, el PCI constituyó la mayor fuerza política del país. Cuando fue víctima del genocidio, a través de la ejecución y asesinato de sus dirigentes y miembros, y cuando sus miembros fueron exiliados u obligados a abandonar el país, el partido se debilitó. Algunos vestigios de debilidad nos siguen afectando. Pero estamos reconstruyendo el PCI, con la ventaja de nuestra propia experiencia y de las experiencias internacionales.

Creo que hemos progresado, a pesar de presiones de faccionalismo y sectarismo. El PCI es ahora un hecho político conocido. El papel del PCI y su importancia para el país van más allá de la cantidad de sus miembros o votantes. El tiempo arreglará las cosas. Si sólo hubiésemos obtenido un escaño, el PCI hubiera seguido siendo un hecho conocido y un poder que hay que reconocer. El PCI jamás se negó a una alianza con fuerzas políticas opuestas a la dictadura y el despotismo y que se esforzaban por establecer un Irak democrático y pluralista.

¿Cómo ve la ocupación de Irak dirigida por EE.UU.?

Estamos contra la ocupación ahora y estuvimos contra la guerra en el pasado.

Ante todo, como partido, iniciamos nuestra lucha trabajando contra la dictadura. Cuando las cosas escalaron, agregamos a nuestro programa las palabras «No al bloqueo. No a la dictadura». Cuando comenzaron a resonar los tambores de la guerra, lanzamos la consigna «No a la guerra». Cuando tuvo lugar la guerra, no pudimos detenerla, otros tampoco lo lograron, a pesar de nuestras advertencias. Sadam fue derrocado.

Apoyamos la democracia y nos oponemos a la ocupación. Es nuestra posición.

Y a pesar de ello fue la ocupación la que los legitimó y les dio su estatus actual.

La ocupación no nos legitimó. La ocupación no legitimó a nadie.

Conquistamos nuestra legitimidad a través de nuestra presencia en la calle. Ignoraron nuestra presencia durante un cierto tiempo, luego descubrieron que somos una fuerza que existe en la calle iraquí y que no puede ser ignorada.

¿Entraría en una alianza con fuerzas islámicas?

Cuando hay prioridades en cuanto a alianzas, comenzamos con los que nos están más cercanos: el centro kurdo, que es un centro democrático. Formamos parte de la lista de Kurdistán, junto con el Partido Comunista de Kurdistán, un partido que ha entrado en alianzas con otros partidos kurdos, dentro de una lista unificada, la lista Kurdistán.

Nos es posible entrar en alianzas con fuerzas islámicas si esas fuerzas creen en la democracia, en el fin de la ocupación, y en el establecimiento de un Irak pluralista, federal y unionista.

Tenemos nuestras diferencias ideológicas con las fuerzas islámicas, y esas diferencias pueden ser resueltas. Tenemos una relación de trabajo con el Partido Islámico Iraquí y el Partido Daawa. Nuestras diferencias ideológicas no impedirán nuestra cooperación política. Somos aliados de Jalal Talabani y Masoud Barzani. Lo que se necesita ahora es que no se exacerben las diferencias y se inciten disputas sino que – como todos estuvieron de acuerdo – sigamos trabajando juntos, cooperando, coordinando y manteniendo la alianza de todas las fuerzas que participaron en el proceso político y cooperaron en la oposición.

Además, existe el acuerdo de que los partidos que no están representados en el nuevo parlamento no deben ser excluidos de los puestos del gobierno o de los comités que reescriben la Constitución. La situación en Irak no pide la exacerbación innecesaria de conflictos. No estamos discutiendo opciones sociales, sino tratando de construir un país que ha sido destruido y un estado que ha sido destrozado.

Permita que le diga lo siguiente. No comenzamos una lucha para obtener un puesto u otro. Todos quieren tener un papel importante. Esto es de esperar mientras sigamos el camino de elecciones y de libertad. Pero eso no significa que aquellos que tienen un poder parlamentario importante tengan derecho a dominar o monopolizar el poder. Los problemas de Irak son de una tal magnitud y complejidad que ningún partido o lista puede resolverlos todos por sí sólo.

La cooperación es un hecho real que se impone a todas las fuerzas políticas, no importa cuántos escaños tengan.

¿Cómo ve las operaciones lanzadas contra las fuerzas de EE.UU. en Irak actualmente?

La resistencia es un derecho legítimo de toda nación. No se puede negar, sin embargo, que la resistencia no es necesariamente un asunto militar. Cuando decimos resistencia, tenemos que responder dos preguntas: ¿Qué esperan lograr ciertas fuerzas con las operaciones contrarias, y qué métodos están utilizando?

Si esas fuerzas realmente quieren terminar con la ocupación y adoptar en su lugar un sistema democrático, y si están usando métodos honorables para lograr ese objetivo, entonces son fuerzas de legítima resistencia nacional. Pero si son hipócritas y engañosas en su enemistad hacia el imperialismo, si quieren restaurar una dictadura difunta, establecer un sustituto de despotismo, o crear un sistema medieval mediante atentados con bombas, asesinatos y secuestros, entonces no son fuerzas de la resistencia.

Esto podrá explicar nuestra posición sobre operaciones que constituyen actos de terror y sabotaje. Dígame: ¿no hay otros medios de resistencia que atentados con bombas y armas? Quieren el poder. Es así de simple. Trataremos de restaurar la calma y la estabilidad a la calle iraquí, de manera que la gente pueda vivir normalmente, levantarse firmemente, y – con el apoyo de las comunidades internacional, árabe e islámica – obligar a las fuerzas extranjeras a que se vayan.

Los estadounidenses, quiero decirle, no son dadores de democracia. Cualquier nación que se imagine que la democracia llegará como regalo de fuerzas extranjeras, o incluso de un gobernante de su propia nación, se equivoca, porque la democracia hay que conquistarla. Los actos actuales ayudan a justificar la ocupación, porque refuerzan el argumento de que la seguridad es inestable. Los estadounidenses, todos lo sabemos, están motivados por sus propios intereses, consideraciones estratégicas, y por los intereses de EE.UU. como régimen.

No tenemos ilusiones al respecto. Pero cuando hay desarrollos que se ajustan a nuestros objetivos, hacemos una distinción entre el bien y el mal y utilizamos las cosas a nuestro favor.

¿Cuál es su evaluación general de la conducta de EE.UU.?

R.: Los estadounidenses comenzaron y siguen estando en un estado de confusión política y caos en Irak. Reconozco que tienen una estrategia general, que es remodelar la vida política de Irak para impulsar sus propios intereses. Pero hablando tácticamente, los estadounidenses se han metido en apuros y han dañado sus objetivos y a muchos de sus aliados.

La actual situación en Irak es prueba suficiente. La administración y los errores de los estadounidenses no ayudaron al pueblo iraquí a elegir bien, a utilizar la razón, y a volver a la normalidad.

Si hubiera habido estabilidad, confianza, ausencia de desempleo y otros problemas – como la inflamación de la disputa sectaria – la situación hubiese sido diferente.

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Al-Ahram Weekly Online. http://weekly.ahram.org.eg/2005/734/re8.htm