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Iraq y el Banco Central Iraquí

Controlar el dinero

Fuentes: Al-Ajbar Weekly

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

La expeditiva destitución del gobernador del Banco Central de Iraq y la emisión de órdenes de detención contra él y contra muchos miembros de su equipo han causado preocupación sobre la corrupción generalizada en los sectores financiero y monetario de Iraq que incluye fraude, manipulación de la moneda y blanqueo de capitales.

Sin embargo, la descarada eliminación de Sinan Al-Shibibi, conocido economista que trabajó para Naciones Unidas durante casi dos décadas, también ha venido a mostrar la determinación del primer Ministro iraquí, Nuri Al-Maliki, para consolidar el poder controlando los vastos ingresos petroleros del país.

El gobierno de Al-Maliki anunció el 16 de octubre que había despedido a Al-Shibibi, quien ocupaba el puesto desde hace más de nueve años, tras una investigación sobre las actividades del banco. Fue reemplazado temporalmente por Abdel-Basit Turki, jefe de la Junta Auditora Superior.

Ali Al-Mussawi, portavoz de Al-Maliki, declaró que la destitución se había producido después de que una investigación parlamentaria hubiera revelado «deficiencias» del gobernador del Banco Central y del resto del personal.

Afirmó que la comisión parlamentaria había presentado su informe a la Comisión de Integridad oficial, responsable de la lucha contra la corrupción, que a su vez había decidido actuar contra Al-Shibibi y contra casi dos docenas de sus colaboradores.

En el seno de un sistema forjado por la anterior autoridad de ocupación estadounidense, el Banco Central comenzó a canalizar millones de dólares diarios a través de bancos estatales del país para que puedan vender a los iraquíes bienes de importación desde el extranjero o planear viajes al extranjero.

Todo el mundo ve en este sistema al responsable del aumento de la corrupción debido a una laxa regulación y a la manipulación de las variaciones de precios entre las monedas locales y extranjeras. El banco actualmente vende el dólar a 1.166 dinares mientras que el precio de mercado es de alrededor de 1.210 dinares.

El lunes, Dananer, una agencia de noticias económicas on line citaba a Haizam Al-Yiburi, diputado iraquí y miembro de la comisión parlamentaria que investigó al Banco, diciendo que la comisión había constatado que el Banco había puesto a disposición de comerciantes unos 40 mil millones de dólares el año pasado sin la debida documentación.

El mes pasado, un organismo de control del gobierno de Estados Unidos informó de que se cree que cada semana salen ilegalmente de Iraq unos 80 millones de dólares estadounidenses, lo que está dejando al país sin divisas.

La Oficina estadounidense del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Iraq afirmaba en un informe que los auditores de Bagdad temían que hasta el 80% de los mil millones de dólares estimados que abandonan el país semanalmente carecen de la documentación adecuada.

Se trata de una cantidad enorme de dinero, y si los informes son ciertos, indican un sistema organizado de corrupción en los organismos monetarios y financieros de Iraq.

Antes de ser designado por la administración de la ocupación estadounidense para dirigir el Banco Central de Iraq poco después de la invasión de Iraq dirigida por Estados Unidos en 2003, Al-Shibibi trabajaba para la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, con sede en Ginebra.

Al-Shibibi, que es políticamente independiente, proviene de una respetada familia iraquí chií y durante el gobierno del ex presidente Sadam Husein pasó casi tres décadas en el exilio.

Al-Shibibi, quien se encuentra fuera del país, ha rechazado las acusaciones formuladas contra él y ha prometido regresar a Iraq para hacer frente a los cargos. Muchos de los que lo conocen han salido en su defensa alegando que es víctima de una conspiración política.

Las relaciones entre Al-Maliki y Al-Shibibi han sido tensas durante años y en los últimos meses ha surgido la especulación de que Al-Maliki planeaba deshacerse de él y de muchos de sus colaboradores de confianza. Ahora abundan las sospechas de que el asunto del Banco Central es un intento de Al-Maliki para ajustar su control sobre el Banco.

Según la Constitución iraquí actual, el Banco Central es un órgano independiente y su gobernador únicamente rinde cuentas ante el Parlamento. Una ley promulgada por el gobierno de ocupación estadounidense en 2004 otorga al gobernador inmunidad de enjuiciamiento en los casos relacionados con las actividades del banco.

Algunos comentaristas han sugerido que la decisión del gobierno de eliminar Al-Shibibi es ilegal. «Es nula y sin valor porque carece de fundamentos constitucionales y legales», escribía Wael Abdel-Latif, ex juez y diputado, en la web de noticias Al-Sahat Tahrir.

En enero del año pasado, Al-Maliki consiguió un fallo del Tribunal Superior de Iraq por el que el Banco Central pasaba a estar bajo la autoridad del gobierno y no del Parlamento, atribuyendo la decisión a la naturaleza predominantemente ejecutiva de las actividades del banco. Muchos creen que la reciente caída de Al-Shibibi ha estado motivada por el deseo de Al-Maliki de ejercer un mayor control sobre las reservas del banco estimadas en unos 60 mil millones de dólares este año.

Los medios de comunicación iraquíes han informado de que Al-Maliki propició el derrocamiento de Al-Shibibi después de que éste rechazase una solicitud del gobierno de un préstamo para cubrir sus gastos, procedente de las reservas financieras.

Al-Shibibi habría rechazado el deseo del gobierno de extraer las reservas de moneda iraquí ya que ello podría devaluar el valor de la moneda local.

Asimismo y según las informaciones, el Banco Central descartó revalorizar el dinar eliminando tres ceros del valor nominal de los billetes.

Mientras que el gobierno quiere esa medida con el fin de simplificar las transacciones financieras y mejorar la confianza en el dinar y aumentar con ello su valor con el tiempo, el banco ha estado instando a la cautela diciendo que el clima económico no es adecuado para la reconversión.

Los analistas creen que tras el forcejeo de Al-Maliki y su intento de controlar el Banco Central se encuentra la pretensión de Irán de aliviar las sanciones económicas impuestas al país por Occidente por su programa nuclear.

El periódico iraquí Azzaman informaba el 17 de octubre de que el lobby iraní en Iraq había sido el responsable del derrocamiento de al-Shibibi. Sostenía que el banco Central de Iraq había limitado recientemente la capacidad de Irán de sacar cientos de millones de dólares del mercado iraquí con el fin de apoyar su economía a expensas del valor del dinar iraquí.

El periódico citaba fuentes no identificadas que afirmaban que Al-Shibibi y su adjunto, Mudhhir Saleh, habían puesto en marcha una serie de medidas que obligaban a quienes querían cambiar moneda iraní por dólares estadounidenses a presentar una solicitud ante el Banco. La medida tenía por objeto garantizar que dichas cantidades fueran utilizadas en operaciones comerciales y que no fueran introducidas de contrabando en Irán, país que sufre de una importante falta de divisas.

El dinar iraquí ha sido también víctima de la crisis siria debido a la demanda de dólares en el vecino país golpeado por las sanciones occidentales. Al-Maliki, que ve en la posible caída del presidente sirio Bashar Al-Assad un acontecimiento que podría fortalecer a sus rivales suníes y kurdos en la región, ha mostrado su apoyo a Al-Assad en términos de coordinación y asistencia financiera y comercial.

Si bien resulta difícil acusar a Al-Shibibi de ser el único responsable de los problemas que han afectado al Banco Central de Iraq, es sorprendente que haya permanecido en el cargo durante más de nueve años a pesar de la corrupción rampante en el establishment iraquí.

Tanto si Al-Maliki apunta contra Al-Shibibi como si no, la surrealista política iraquí está siendo aún más devastada por el peso del escándalo del Banco Central.

 

Fuente original: http://weekly.ahram.org.eg/News/164/19/Controlling-the-money.aspx