Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Una fuga de prisión en la que docenas de terroristas condenados escaparon la pasada semana ha sido la irrisión de los iraquíes y ha avivado las acusaciones de impotencia, negligencia y corrupción contra las autoridades de Iraq, incluidos los altos consejeros del Primer Ministro Nuri Al-Maliki.
El domingo, tres días después de haberse escapado, los terroristas atacaron seis ciudades iraquíes diferentes con una oleada de coches-bomba y una serie de tiroteos, matando al menos a 30 personas e hiriendo a otras 42, un descarnado recordatorio de que la inestabilidad sigue aún campando en Iraq casi un año después de la retirada de las tropas estadounidenses.
En la fuga, docenas de presos, incluidos miembros condenados de Al-Qaida, huyeron de una prisión en Tikrit, la ciudad natal del ex presidente iraquí Sadam Hussein, al parecer utilizando armas metidas de contrabando en la prisión durante las visitas familiares.
Según diversos relatos, un grupo de pistoleros vestidos con uniforme de policía atacaron la prisión a última hora del jueves después de un coche bomba explotara frente a las puertas. Los presos se hicieron con el control de la prisión tras matar a 16 guardias durante el ataque.
Las fuerzas de seguridad enviadas desde Bagdad consiguieron hacerse con el control de la cárcel a primera hora del viernes, pero el Ministro del Interior dijo que había aún huidos 74 prisioneros, incluidos importantes miembros de Al-Qaida sentenciados a muerte.
El Ministerio confirmó que había pruebas de complicidad en la operación entre los elementos encargados de la seguridad de la cárcel y que había habido planificación y coordinación.
El recinto de la prisión, con capacidad para 300 presos, llevaba largos períodos sin pasar inspección alguna, lo que permitía que los presos acumularan armas. Los fugados destruyeron también los archivos de la prisión antes de huir, lo que dificulta su identificación.
Los opositores al gobierno aprovecharon rápidamente la ocasión para pasar al ataque como consecuencia de lo que consideran una vacilante reacción ante las repetidas fugas de prisión y el fracaso de las fuerzas de seguridad a la hora de eliminar la violencia que desangra a la nación.
El principal bloque sunní Iraqiya mantuvo que Al-Maliki, encargado de las fuerzas armadas, es el responsable de la fuga. También exigieron que se responsabilizara de la fuga a los encargados de la seguridad. «Hay muchas preguntas que necesitan respuestas claras y honestas», dijo Iraqiya en un comunicado.
El ex Ministro del Interior Yawad Al-Bulani ridiculizó a los responsables de la seguridad «por hacer que Iraq bata el record internacional de situaciones de fuga». El ex Ministro de la Seguridad Nacional Shirwan Al-Waeili también les acusó de incompetencia. «Es preciso reemplazarles por gente eficiente», dijo.
El tema es especialmente sensible para Al-Maliki, que ha hecho de la determinación de combatir el terrorismo uno de los puntos centrales de sus esfuerzos por restaurar la estabilidad tras la retirada estadounidense. Cualquier sugerencia de que los grupos vinculados con Al-Qaida están ganando terreno en Iraq supone un golpe a sus esfuerzos de reelección en 2014.
Al-Maliki está al frente de numerosas e importantes carteras ministeriales, incluida la de ministro del interior, jefe de inteligencia y comandante en jefe de las fuerzas armadas, lo que le permite tener un control absoluto sobre el ejército.
Aunque ha guardado silencio acerca de la atrevida fuga de la prisión, el Ministerio del Interior dijo que había despedido al Teniente General Abdel-Karim Al-Jazrayi, jefe de la policía de la provincia de Salaheddin donde sucedieron los hechos. También anunció una recompensa financiera por la información que facilite el arresto de los fugitivos.
Las fugas de la prisión se han convertido en algo habitual en Iraq. En enero de 2005, cuando las cárceles estaban aún bajo el control de EEUU, se escaparon 28 prisioneros de la prisión de Abu Ghraib durante su traslado a otra prisión en Bagdad.
La misma prisión de Tikrit se ha trasladado a un lugar diferente después de que 16 prisioneros, incluidos cinco vinculados con Al-Qaida en espera de ser ejecutados, se escaparan a través de la ventana de uno de los baños de la prisión en septiembre de 2009.
Al sur de la ciudad de Basora, una docena de detenidos bajo acusaciones de terrorismo se escapó en 2010 de una prisión de alta seguridad disfrazados con uniformes de policía. El portavoz del Parlamento de Iraq, Osama Al-Nuyaifi, anunció en aquella época que había implicados en la fuga varios altos funcionarios de la seguridad.
En junio de 2011, detenidos vinculados con Al-Qaida se escaparon al menos en dos ocasiones de una prisión situada en el área de Bagdad conocida como Campo Cropper, poco después de que EEUU la hubiera traspasado a las autoridades iraquíes.
Dos meses después, 25 prisioneros con acusaciones de terrorismo escaparon a través de una alcantarilla de una prisión temporal en la ciudad de Mosul, un baluarte de Al-Qaida. Al parecer, el grupo había introducido armas y granadas de contrabando en la prisión de Mosul, supuestamente uno de los centros de detención más seguros del país.
En agosto de este año, un grupo de militantes asaltó la sede del contraterrorismo policial en Bagdad en un intento de liberar a los prisioneros de Al-Qaida. Los cinco atacantes murieron en el prolongado tiroteo. Pocos días después, cuatro prisioneros y un guardia murieron en un enfrentamiento que se produjo en una prisión de la ciudad central iraquí de Hilla, durante el cual ocho presos escaparon.
También en agosto, pillaron a un grupo de prisioneros de Al-Qaida cavando un túnel para escapar de la prisión de Abu Ghraib.
En julio, el grupo de Al-Qaida Estado Islámico de Iraq dijo que iba a lanzar una nueva campaña con el objetivo de ayudar a sus prisioneros a escapar de la cárcel.
Las fugas no se limitan solo a convictos o sospechosos sunníes. 50 miembros del Ejército del Mahdi, la milicia del clérigo chií Muqtada Al-Sadr, consiguieron escaparse de la cárcel en Hilla en 2006.
Además de las prisiones, los ataques de los últimos meses han incluido comisarías, bases militares y una de las entradas a la fuertemente fortificada Zona Verde de Bagdad, que alberga al gobierno.
Al anunciar que la fuga contó con ayuda de dentro, el gobierno ha reconocido que en las fugas hay implicados funcionarios corruptos, creando nuevas preocupaciones acerca de la seguridad del país y el sistema de justicia.
El Ministerio de Justicia, responsable de las ejecuciones, ha acusado al gobierno local de la provincia de Salaheddin de bloquear el traslado de 40 reclusos de la prisión que debían haber sido ejecutados en Bagdad.
La corrupción en Iraq es rampante, y uno de los órganos más corruptos del aparato estatal es la fuerza de seguridad.
El 16 de enero, el periódico británico The Guardian publicó relatos escalofriantes sobre la corrupción policial en Iraq, donde las familias de los detenidos inocentes tienen que hacer frente a la extorsión de los funcionarios corruptos.
El documento citaba a un coronel, del que no ponía el nombre, del Ministerio del Interior que detallaba cómo la endémica corrupción del país había provocado una «escala industrial de extorsiones a las detenidos inocentes y a sus familias».
«Todo está en venta, cada puesto en el gobierno está en venta», dijo. Según sus palabras, los combatientes de Al-Qaida llegan a pagar en ocasiones hasta medio millón de dólares para que les dejen escapar.
El Grupo Anticorrupción iraquí, una ONG, informaba en su blog la pasada semana que un funcionario de alto rango del Ministerio del Interior estaba al frente de una red que desde los países árabes ricos facilitaba la huida de prisioneros a cambio de dinero.
El grupo informaba que el funcionario, conocido por ser un estrecho ayudante de Al-Maliki y destacado miembro de su Partido Dawa, estaba detrás de la fuga de varios prisioneros saudíes tras haber recibido inmensos sobornos de un intermediario de fuera de Iraq.
Los medios informativos iraquíes abundan en informes de corrupción dentro del Ministerio del Interior y sobre su politizada policía de adscripción sectaria. No hay forma de confirmar esos informes y el gobierno no comenta habitualmente casos específicos.
Sin embargo, las razones presentadas contra el fracaso del gobierno a la hora de asegurar las prisiones están teniendo ahora amplia publicidad. Los críticos sostienen que los rutinarios escapes están convirtiendo el sistema judicial de Iraq en una caricatura. Y se preguntan, ¿cómo va la gente a confiar en el sistema judicial cuando la policía es tan corrupta?
«El terrorismo no acabará mientras haya responsables corruptos en el área de la seguridad que venden su alma por unos dólares», escribía el sábado el periódico de Bagdad Al-Bayana Al-Yadida.
Salah Nasrawi es escritor y periodista iraquí.
Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/2012/1117/re8.htm