El 12 de julio de 2007, dos helicópteros estadounidenses AH-64 Apache dispararon balas de cañón de 30 milímetros contra un grupo de civiles iraquíes en Nueva Bagdad. Estos artilleros del ejército estadounidense asesinaron al menos a una docena de personas, entre ellas el fotógrafo de Reuters Namir Noor-Eldeen y su conductor Saeed Chmagh.
Reuters pidió inmediatamente que Estados Unidos realizara una investigación sobre el asesinato. En cambio, el gobierno de dicho país les dio la versión oficial de que los soldados de la compañía Bravo, 2-16 de infantería, habían sido atacados con armas ligeras en el marco de su operación Ilaaj en el barrio de al-Amin al-Thaniyah. Los soldados solicitaron ataques aéreos, que llegaron y limpiaron las calles de insurgentes. Reuters tenía información de que los helicópteros filmaron el ataque, por lo que el medio de comunicación solicitó el video a los militares estadounidenses. Estados Unidos se negó, alegando que no existía tal video.
Dos años después, el reportero del Washington Post David Finkel publicó The Good Soldiers [Los buenos soldados], un libro basado en el tiempo que pasó como miembro del batallón 2-16. Finkel estaba con los soldados en el barrio de al-Amin al-Thaniyah cuando escucharon a los helicópteros Apache en acción. Defendió a los militares estadounidenses, señalando que “la tripulación del Apache había seguido las reglas de combate” y que “todos habían actuado adecuadamente”. Los soldados, escribió Finkel, eran “buenos soldados, y había llegado la hora de la cena”. En su relato, Finkel dejó claro que había visto un video del incidente, aunque el gobierno estadounidense negó su existencia a Reuters y a las organizaciones de derechos humanos.
El 5 de enero de 2010, Chelsea Manning, soldado estadounidense en Irak, descargó en discos compactos una serie de documentos y videos relacionados con la guerra y se los llevó a Estados Unidos. El 21 de febrero de 2010, Manning entregó el material relacionado con Irak a la organización WikiLeaks, creada en 2006 por un grupo de personas comprometidas lideradas por el ciudadano australiano Julian Assange. WikiLeaks y Assange revisaron el material y publicaron el video completo de los helicópteros Apache en su sitio web bajo el título “Collateral Murder” [Asesinato colateral] el 5 de abril de 2010.
El vídeo es espeluznante. Muestra la espantosa inhumanidad de los pilotos. La gente en tierra no estaba disparando a nadie, pero los pilotos disparan indiscriminadamente. “Mira a esos bastardos muertos”, dice uno de ellos; “bonito”, dice otro después de disparar a los civiles. Saleh Mutashar Tuman, conductor de una furgoneta, llega al lugar de los hechos, se detiene y se baja para ayudar a los heridos, entre ellos Saeed Chmagh. Los pilotos solicitan permiso para disparar contra la furgoneta; rápidamente se les concede la autorización y comienzan a abrir fuego. Minutos más tarde, el especialista del ejército Ethan McCord —que forma parte del batallón 2-16 en que estaba Finkel— observa la escena desde el suelo. En 2010, McCord contó a Kim Zetter, de Wired, lo que había presenciado: “Nunca había visto a nadie ser disparado por una bala de 30 milímetros. No parecía real, en el sentido de que no parecían seres humanos. Estaban destruidos”.
En la furgoneta, McCord y los demás soldados encontraron a Sajad Mutashar (10 años) y Doaha Mutashar (5 años) gravemente heridos; su padre, Saleh, estaba muerto en el suelo. En el video, el piloto vio que había niñxs en la furgoneta: “Bueno”, dijo insensiblemente, “es su culpa por llevar niñxs a una batalla”. Cuando WikiLeaks hizo público el video, Sajad Mutashar, que entonces tenía doce años, dijo: “Quiero recuperar nuestros derechos de los estadounidenses que nos dañaron”. Su madre, Ahlam Abdelhussein Tuman, dijo: “Me gustaría que el pueblo estadounidense y el mundo entero entendieran lo que ocurrió aquí en Irak. Perdimos nuestro país y nuestras vidas fueron destruidas”. Se les respondió con el silencio. Sajad, que se recuperó parcialmente de sus heridas, fue asesinado por un coche bomba en Bagdad en marzo de 2021.
Robert Gibbs, secretario de prensa del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo en abril de 2010 que los hechos mostrados en el video eran “extremadamente trágicos”. Pero la verdad ya había salido a la luz. Este video mostró al mundo el carácter real de la guerra de Estados Unidos contra Irak, que el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, calificó de ilegal. Ni el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ni el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, han tenido que responder a la acusación de la ilegalidad de su guerra contra Irak, aunque el periodista iraquí Muntadhar al-Zaidi lanzó sus zapatos a Bush en Bagdad en 2008 mientras decía: “Este es un beso de despedida del pueblo iraquí, perro”, y el cineasta David Lawley-Wakelin interrumpió el testimonio de Blair en la investigación Leveson en 2012 para llamarlo criminal de guerra.
Cuando WikiLeaks y Assange publicaron ese video, avergonzaron al gobierno de Estados Unidos. Todas sus afirmaciones sobre la guerra humanitaria perdieron credibilidad. A partir de ese momento el gobierno de EE. UU. —ya sea bajo el mando de Obama, Trump o Biden— buscó castigar a Assange. Había que llevar a Assange a Estados Unidos y meterlo en prisión. No se iba a permitir que nadie se saliera con la suya al revelar la verdad del belicismo estadounidense.
En 2019, el gobierno de Ecuador le retiró el asilo diplomático en su embajada de Londres y lo entregó a las autoridades británicas. Pocos días después, el gobierno británico explicó por qué el fundador de WikiLeaks estaba en la prisión de Belmarsh: “Podemos confirmar que Julian Assange fue detenido en relación con una solicitud de extradición provisional de Estados Unidos, donde está acusado de delitos informáticos”. El Departamento de Justicia de EE. UU. dijo que Assange era buscado por una “conspiración de hackeo informático”. Pero Assange no hackeó ningún computador. El material fue recogido por Chelsea Manning, que lo entregó a WikiLeaks, que a su vez lo publicó junto con una serie de medios de comunicación. Assange es un periodista y un editor, no un hacker. Lo que se castiga aquí es el periodismo.
Es por eso que ocho medios de comunicación de todo el mundo se unieron para publicar una declaración sobre la reciente decisión del tribunal británico de que Assange puede ser extraditado a Estados Unidos. A continuación se encuentra la declaración:
El 10/12 un tribunal británico emitió un veredicto que despeja el camino para la extradición del periodista y editor Julian Assange a EE. UU. Si la extradición se lleva a cabo, Assange enfrentará un proceso penal, y si es condenado, podría pasar el resto de su vida en la cárcel.
Julian Assange y su organización WikiLeaks publicaron información vital recibida de denunciantes como Chelsea Manning, que describe los crímenes de guerra y las atrocidades de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Entre ellos, “Asesinato colateral”, el espeluznante video que mostraba al personal militar estadounidense matando a civiles iraquíes, incluidos dos periodistas. Las revelaciones de WikiLeaks también sacaron a la luz la corrupción y las violaciones de los derechos humanos por parte de gobiernos de todo el mundo, y estos informes han sido asumidos y citados por organizaciones de medios de comunicación de todo el mundo.
Por este delito de periodismo, Julian Assange ha sido perseguido durante más de una década. Es el primer editor acusado en virtud de la Ley de Espionaje. El gobierno de Estados Unidos y sus aliados en todo el mundo se han negado a aceptar el hecho de que Assange es un periodista. La persecución de Julian Assange es, por tanto, un ataque fundamental al periodismo, a la libertad de prensa y a la libertad de expresión.
Las organizaciones de medios que aquí firmamos rechazamos y denunciamos este ataque contra Julian Assange y el periodismo. La libertad de prensa seguirá siendo una frase vacía mientras se mantenga la persecución a Julian Assange y WikiLeaks.
ARG Medios, Brasil de Fato, BreakThrough News, Madaar, NewsClick, New Frame, Pan African TV, and Peoples Dispatch.
En 2004, la artista iraquí Nuha al-Radi murió de leucemia causada por el uranio empobrecido que Estados Unidos utilizó en Irak. Su cautivador libro, Los diarios de Bagdad. Crónica de una mujer sobre la guerra y el exilio (2003), nos habla del sufrimiento que padecieron todos los seres vivos de su Bagdad natal durante los bombardeos estadounidenses de 1991: “Los pájaros han recibido el peor golpe de todos. Tienen almas sensibles que no pueden soportar todo este horrible ruido y vibración. Todos los pájaros enjaulados han muerto por el impacto de las explosiones, mientras que los pájaros en libertad vuelan al revés y dan locas volteretas. Cientos, si no miles, han muerto en el huerto. Los solitarios supervivientes vuelan distraídos”.
El 28 de enero de 2007, unos meses antes de ser asesinado por el helicóptero Apache del ejército estadounidense, Namir Noor-Eldeen fue a una escuela secundaria del distrito de Adil, en Bagdad, donde un ataque con mortero había matado a cinco alumnas. Noor-Eldeen tomó una fotografía de un niño que pasaba junto a un charco de sangre con una pelota de fútbol bajo el brazo. Junto a la sangre roja y brillante hay unos cuantos libros de texto arrugados. Fue el ojo humano de Noor-Eldeen el que tomó esta impactante imagen de lo que se ha convertido en normal en Irak. Esto es lo que la guerra ilegal de Estados Unidos le ha hecho a su país.
Assange, que publicó la historia sobre la muerte de Noor-Eldeen, está sentado en su celda, esperando ser extraditado. Tras el veredicto del tribunal superior, el periodista John Pilger señaló: “Hace poco pasé por la mansión de 8 millones de libras de Tony Blair en la plaza Connaught de Londres. Está a una hora de viaje sombrío de la prisión de Belmarsh, donde Julian Assange “vive” en una pequeña celda. Esta es la Navidad de 2021 en Gran Bretaña: el criminal de guerra recompensado, el revelador de la verdad castigado, quizás hasta la muerte” (traducción libre).
Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/extradicion-assange-wikileaks/