América Latina busca su espacio en un mundo de festivales y estrellas, de Palmas de Oro, Cannes, Oscares y Hollywood. Y lo hace como siempre, con esa mezcla auténtica de fiereza y ternura. Su primer festival «extra muros» será en una ciudad amurallada, Cartagena de Indias (Colombia), con sus Catalinas de Oro. El de Viña […]
América Latina busca su espacio en un mundo de festivales y estrellas, de Palmas de Oro, Cannes, Oscares y Hollywood. Y lo hace como siempre, con esa mezcla auténtica de fiereza y ternura.
Su primer festival «extra muros» será en una ciudad amurallada, Cartagena de Indias (Colombia), con sus Catalinas de Oro. El de Viña del Mar (1967), surgirá a partir del Club de esa ciudad chilena, gracias al hálito inspirador de Aldo Francia.
La Habana saca del fondo del Caribe, sus corales, con el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, celebrado ininterrumpidamente desde 1979. Fernando Birri y Gabriel García Márquez, ponen su mano en la fundación de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba).
Nuestro cine, espacio preferente labrado desde Río de Janeiro y su vuelo de Tucanes, Biarritz, San Sebastián, Huelva, Valladolid, Trieste, Montreal, Lleida, Mar del Plata, San Juan…
Y en ellos, una relación ilustre, de muchos tanteos y algunas cimas, a contrapelo de distribuidoras y presupuestos.
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» Los latinoamericanos podemos hacer el mejor cine del mundo, porque somos ricos en humanidad, en sinceridad, porque somos una potencia en historia y en ternura»
Desde el estaño y las alturas, Sanjinés fundó el grupo Ukamao y en sus filmes, el dolor y la esperanza cobran nombre: Yawar Malku (Sangre de Cóndor) y La nación clandestina.
Paul Leduc (México) entrega la tragedia y la grandeza de un ícono de las artes plásticas americanas, Frida Khalo en Frida, naturaleza viva. Nelson Pereira dos Santos demuestra la vitalidad de la veteranía en la atmósfera opresiva de Memorias de la cárcel.
Titón, el cubano Tomás Gutiérrez Alea, penetra en los conflictos de un intelectual enfrentado a la torrentera de una revolución. En más de una encuesta, su película
Memorias del subdesarrollo (1968) ha sido escogida como la mejor en la historia del cine latinoamericano.
Al borde de la muerte, Alea entrega al paladar de Nuestra América, un exquisito argumento sobre el poder, la homosexualidad y la intolerancia en Fresa y chocolate(1993). >
Será este, el lanzamiento internacional del actor Jorge Perugorría y la cinta merecerá diez Premios Corales, el Goya, el Oso de Plata de Berlín, y una nominación al Oscar.
Una mujer del Sur, María Luisa Bemberg, en la gloria. Su mano directriz llegó hasta la América virreinal y la vida de Sor Juana Inés de la Cruz (Yo, la peor de todas), las desavenencias conyugales (Momentos) o Camila, la conmovedora historia del amor de un sacerdote, protagonismo de Susú Pecoraro y el español Imanol Arias.
Desde México, talento a flor en la piel mestiza, María Rojo. Dúctil y convincente, ora en la locura de María de mi corazón, ora en el eros de La tarea prohibida (Jaime Humberto Hermosillo), muy bien como la bailarina de Danzón (María Novarro).
Cine latinoamericano que persiste en la fidelidad de la imagen buscando las alianzas, para que el Fénix sacuda sus cenizas.
José Agustín Mahieu: Panorama del Cine Iberoamericano, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1990.
I parte: