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Crónica del cine latinoamericano (III parte)

Fuentes:

América Latina buscando su identidad, entre el arte y la conciencia… Contando sus historias con sus rostros. Irreverente, aún por descubrir. El brasileño Chico Buharque hace bailar a todo el continente con la Ópera del malandro. Fernanda Torre, la bella, embruja a Cannes en Yo sé que te voy a amar. En portugués, Susana Amaral […]

América Latina buscando su identidad, entre el arte y la conciencia… Contando sus historias con sus rostros. Irreverente, aún por descubrir.

El brasileño Chico Buharque hace bailar a todo el continente con la Ópera del malandro. Fernanda Torre, la bella, embruja a Cannes en Yo sé que te voy a amar. En portugués, Susana Amaral convierte la vida sencilla de una joven humilde en una oda en La hora de la estrella.

En portugués, Sonia Braga hipnotiza en Doña Flor y sus dos maridos. Años después, madura como buen vino, crece con Tieta de Agreste, ambas basadas en piezas de un clásico de las letras latinoamericanas, Jorge Amado.

En portugués, Bésame mucho; Bye, bye, Brasil; Coronel Delmiro Gouveia, Bar esperanza, el último que cierra; la violencia descarnada de Ciudad de Dios.

Fernanda Montenegro, con aquella mirada deslumbrante, la maternidad recién descubierta de Estación Central de Brasil, (Oso de Oro en Berlín). Su director, Walter Salles es, hoy por hoy, una de esas vitalidades imprescindibles del cine latinoamericano.

De la misma mano, Diarios de Motocicleta, tras el viaje iluminado de Alberto Granados y del Che, corporizado este último por el nuevo ídolo mexicano, Gael García (La mala educación, de Almodóvar; Y tu mamá también, Alfonso Cuarón)

El chileno Miguel Littin atrapa a un campesino a quien el poder transforma en un criminal (El chacal de Nahueltoro), mientras interpreta la ensoñación y la esperanza de un niño nicaragüense, erguido tras el triunfo sandinista en Alsino y el cóndor.

Suite América

Cine de la aventura y de la rabia. Cine de riñón, de adentro.

Cuba con el pintor de las imágenes, Humberto Solás y su clásico Lucía (1968). Raquel Revuelta desafiante en su locura final, cuchillo en mano hundido en csarne española, el hombre que ha fingido amor para descubrir a los cubanos. Solás que regresa con Un hombre de éxito, rebosa con Cecilia, estrena el cine digital.

El rostro insumiso de una mujer reclamando su lugar: Daysi Granados en Retrato de Teresa (Pastor Vega). Beatriz Valdés, vedette en La bella del Alambra (Enrique Pineda Barnet, Premio Goya, 1989), historia viva al corporizar a Manuelita Saéz, la Libertadora de El Libertador.

El lente simbólico de uno de los grandes directores de la Mayor de las Antillas: Fernando Pérez (Clandestinos, Madagascar, La vida es silbar y una mirada singular a la Cuba de hoy, entre quimeras y carencias: Suite Habana).

Juan Padrón desde los animados, con la saga del mambí cubano vs. Español

( Elpidio Valdés), los Quinoscopios en coordinación con el padre de Mafalda, el argentino Joaquín Lavada («Quino») y su largometraje Vampiros en La Habana.

Argentina, la ensoñación de uno de los pilares del séptimo arte latino, cine de autor. Fernando «Pino» Solanas y su fantasmal Sur; el éxodo y el regreso en Tangos el exilio de Gardel. La denuncia demoledora de Memorias del saqueo.

Eliseo Subiela, el poeta del lente, y Darío Grandinetti, su alter ego, unidos en la aventura de Hombre mirando al Sudeste y El lado oscuro del corazón. La filosofía medular de Made in Argentina.

La película del rey, premiada cinta de de Carlos Sorín, parábola de la odiesa de hacer cine. Cenizas del Paraíso, Plata quemada, La Patagonia rebelde, y la exquisita historia de un amor otoñal (Besos en la frente). Por supuesto, Esperando la carroza, comedia de altura sobre una anciana con cada cosas…

Argentina y Federico Luppi, actor emblemático del cine latinoamericano contemporáneo. La lengua sobre la navaja de Tiempo de Revancha, el padre difícil de Martín (Hache), el sobretodo y el temblor de Últimos días de la víctima.

Argentina y la mirada conmovedora de un chico de diecinueve años echado a la trinchera y la madrugada en la triste historia de las islas Malvinas (Iluminados por el Fuego) de Tristán Bauer Perú con la estrella de un maestro del cine en la región, Francisco Lombardi.

Las historias naturalistas de Caídos del Cielo (Premio Goya), la puesta en pantalla de las obras de Vargas Llosa: La ciudad y los perros, léase el maltrato a los cadetes en las escuelas militares, o la mirada al grupo armado Sendero Luminoso (La boca del Lobo).

Colombia y Venezuela apuntan a la taquilla con El taxista millonario y Macu, la mujer del policía… pero con desigual altura. En la memoria, con La estrategia del caracol (Sergio Cabrera) y Cóndores no entierran todos los días (Francisco Norden).

En los últimos años, el espectador se queda en carne viva – otra vez Colombia- con La vendedora de rosas, retrato terrible de la violencia, los niños de la calle y la droga. Y la muy reciente Rosario Tijeras (Emilio Maillé) con Flora Martínez incorporando a una joven entre la sensualidad y la muerte, atrapada por las circunstancias.

Venezuela, se apunta El Pez que fuma y Pandemonium, la capital del infierno de Ramón Chalbaud. La conmovedora historia de un secuestro: Cangrejo.

Y la excelencia alrededor de la conquista americana en Jericó de Luis Alberto Lamata, Premio Coral en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de 1991; o la premiada, tierna Una casa con vista al mar.

Cinematografías que se incorporan (Uruguay, Ecuador, Costa Rica…) Cine en campaña, en reto permanente, en guardia.

Un cine con rostros y memorias, aún desconocido.

El cine latinoamericano es un milagro. Siempre aprovecha el último aguacero para echar nuevos brotes.

Referencias

Memorias de los Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana José Agustín Mahieu: Panorama del Cine Iberoamericano, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1990.

Entrevista del autor a realizadores latinoamericanos.


Primera parte:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24114

Segunda parte:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24249