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La degradación de un orfanato simboliza el deterioro de Irak tras la invasión

De la casa de la nostalgia a la casa del terror

Fuentes: El Mundo

Es difícil reconocer en las imágenes difundidas días pasados el centro de discapacitados Dar al Hanan, la Casa de la Nostalgia. Cuando este diario lo visitó, en octubre de 2003, el orfanato era un luminoso lugar con amplias habitaciones, donde sus pacientes, 105 chicos y chicas de entre cuatro y 18 años, eran cuidados por […]

Es difícil reconocer en las imágenes difundidas días pasados el centro de discapacitados Dar al Hanan, la Casa de la Nostalgia. Cuando este diario lo visitó, en octubre de 2003, el orfanato era un luminoso lugar con amplias habitaciones, donde sus pacientes, 105 chicos y chicas de entre cuatro y 18 años, eran cuidados por la directora, Sujira Rahma Mohamed, nueve empleados -tres psicólogos, tres enfermeros y tres profesores- y el portero del centro, encargado de decorar los muros con recargadas flores e imágenes de Micky Mouse.

La sonrisa de sus internos, casi todos con invalidez mental profunda, era reveladora: estaban bien alimentados, bien vestidos, correctamente aseados y todos disponían de juguetes pese al embargo y a la negativa de la dictadura iraquí a ofrecerles distracciones, alegando que se trataba de enfermos mentales. Todas las instalaciones del centro estaban inmaculadamente limpias -según relató la directora, 15 vecinas se turnaban para adecentarlo de forma voluntaria- y ninguno de los pacientes mostraba signos de maltrato.

Nadie puede acusar a la entonces administración de Dar al Hanan de preparar el orfanato previamente para dar buena imagen porque la visita de EL MUNDO se realizó sin previo aviso, de forma tan improvisada como actuaron los soldados estadounidenses que el 10 de junio pasado descubrieron entre sus muros escenas dignas de un campo de concentración: 24 chicos de entre tres y 15 años completamente desnudos y cubiertos de moscas yacían tirados por los suelos, tan desnutridos que sus huesos se transparentaban, según explicaron los uniformados que realizaron el hallazgo. Algunos estaban tendidos entre charcos formados por sus propios excrementos, otros estaban atados a cunas metálicas donde ya no hay ropa de cama. En una sala próxima se almacenaba comida empaquetada y en un sótano había acumulada ropa nueva, aún en sus envoltorios, que se teme estaba siendo revendida en el mercado negro.

Los iraquíes han reaccionado con horror ante un descubrimiento imposible de concebir en cualquier sociedad musulmana, donde los orfanatos escasean dado que la tradición empuja a las familias a hacerse cargo de los huérfanos allegados.

Hace unos años era inimaginable que Irak fuera escenario de estas escenas, lo que convierte a Dar al Hanan en símbolo de la degradación de una sociedad desquiciada por el horror de los coches bomba, la arbitrariedad de combates que atrapan a los civiles en el fuego cruzado y las matanzas de los escuadrones de la muerte. La guerra civil legada por la invasión ha embrutecido a su población hasta el punto de ensañarse con sus miembros más indefensos.

Tras el impacto de las imágenes, la segunda bofetada fue la reacción del Gobierno iraquí ante el hallazgo de Dar al Hanan. Su ministro de Asuntos Sociales, Mahmud Jawad Radi, puso en entredicho que los huérfanos estuviesen desatendidos, alegó que estaban desnudos por el calor y acusó a los soldados de asustarles. «¿Están realmente preocupados por el bienestar de los niños, o es sólo propaganda de su supuesta bondad?», se interrogó en una rueda de prensa en la que estuvo acompañado por el director actual de Dar al Hanan, Abdul Amir Diyaa, quien alegó que nunca hubo abusos en su centro.

La presencia de Diyaa disuadió a todos los que pensaban que el director, así como sus cuatro empleados -localizados por los soldados mientras se preparaban el almuerzo en una sala anexa a donde agonizaban los chicos- serían arrestados para depurar responsabilidades. Nadie es responsable de nada en el Irak invadido.