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Posinvasión de Iraq

De los neocon a los neosoviets

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Iraq ha padecido la colonización británica, los apoderados soviéticos, los neoconservadores estadounidenses y los mulás iraníes. Ahora, el imperio ruso quiere un pedazo.


Los participantes en la marcha del Regimiento Inmortal ondean banderas rojas y pancartas durante el desfile militar del Día de la  Victoria en Moscú 9 de mayo de 2015 (AFP)

A lo largo de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética compitieron por conseguir zonas de influencia en Oriente Medio. El enfrentamiento de las superpotencias fue allí especialmente feroz debido a la importancia estratégica de la región y a sus inmensas reservas de petróleo y gas. En efecto, el destino de cada país quedó a merced del equilibrio de poderes entre esas dos fuerzas mundiales.

Los primeros años de la Guerra Fría vieron cómo la URSS trataba de imponer su voluntad sobre los países de la región a través de las ramas armadas de los partidos comunistas locales, sin consideración alguna por las sensibilidades sociales y religiosas de cada pueblo en cuestión.

Ese fue el caso de Iraq, una nación cuya estructura sociocultural estaba en clara contradicción con los principios del comunismo.

El patriotismo ha estado siempre en el corazón del tejido cultural de la sociedad iraquí, donde las lealtades se debían sobre todo a la tribu, al país y a la gran patria árabe.

La creencia en las tradiciones y fes del Oriente Medio estaba también arraigada en la sociedad iraquí. El anhelo de equidad económica no era visto como algo a importar de Rusia. Por lo tanto, en la cultura árabe se consideraba que el socialismo estaba como en casa.

El enfoque en la retórica sobre la clase trabajadora y la percibida lealtad absoluta del partido hacia los camaradas en Moscú no atraían a la mayoría de los iraquíes. Sin embargo, Iraq fue captado con éxito por la URSS durante el régimen militar del coronel Abdul Karim Kassem (que simpatizaba con los comunistas) y que siguió a la independencia de los británicos en 1958.

Las turbulencias políticas del comunismo en los años siguientes causaron considerables divisiones y hostilidades entre el pueblo iraquí. Miles de personas fueron asesinadas o desaparecieron en las más horribles violaciones de los derechos humanos.

En 1959, tras un levantamiento contra Kassem, se permitió que quienes se oponían al comunismo se vengaran de sus oponentes, mutilando a algunos y colgando a otros -ya muertos- de farolas y postes de electricidad.

Los iraquíes terminaron matándose unos a otros en nombre del comunismo, mientras los recursos naturales iraquíes eran descaradamente esquilmados, no en beneficio de los iraquíes sino de la Unión Soviética. Esta práctica se repitió en otros países de Oriente Medio hasta los primeros años de la década de 1970; sin embargo, a finales de la década siguiente, en los años ochenta, los soviéticos fueron mayoritariamente expulsados de la región.

Intervención estadounidense

El colapso económico de la URSS a finales de los ochenta y principios de los noventa proporcionó a EEUU la oportunidad de poner en práctica, sin oposición alguna, su propia marca de política exterior en la región del Oriente Medio: la pretensión de extender la democracia.

La determinación de EEUU, con los neoconservadores al frente, para extender su idea de democracia en la región no era diferente a la de la URSS cuando buscaba extender el comunismo. En última instancia, cada ideología se propagaba para servir a los intereses de la superpotencia y no del pueblo afectado. Ambas ideologías eran ajenas a la cultura de la región. Ambas se impusieron contra la voluntad del pueblo. Y ambas demostraron una supina ignorancia -o peor aún, indiferencia- de las prácticas culturales y sociales de los pueblos de la región.

A través de sus representantes, la URSS intentó cambiar la realidad del estilo de vida iraquí para que se ajustara a los ideales de la ideología comunista. Esta práctica resultó ser un error fundamental de valoración política, algo que finalmente negó a los soviets cualquier área de influencia en la región. No obstante, desde entonces, EEUU ha tratado de hacer lo propio.

Para extender una versión de democracia moldeada a imagen de EEUU, adoptó una política de intervenciones militares directas o armando y financiando a unos supuestos grupos de la oposición. La «guerra contra el terror» se convirtió en una plataforma política; no era sino una vía para desestabilizar o eliminar cualquier régimen que perdiera el favor de EEUU o supusiera una amenaza para las ambiciones regionales de Israel.

El régimen del presidente Saddam Hussein había caído en desgracia con EEUU. Por tanto, EEUU puso en práctica esa política en Iraq con efectos devastadores. Para librarse de un hombre, ocuparon y destruyeron Iraq. El Estado iraquí, configurado por los británicos en 1914, fue desmantelado. Se impuso una constitución sectaria para sustituir a la histórica constitución laica de Iraq a fin de dividir y gobernar al pueblo a través del miedo.

Cientos de miles de civiles iraquíes murieron asesinados bajo los salvajes e indiscriminados bombardeos de las operaciones de conmoción y terror. Millones de seres tuvieron que huir. El respetado ejército nacional iraquí fue reemplazado por ejércitos de viudas, huérfanos y recién nacidos que sufren todo tipo de malformaciones genéticas como resultado de la contaminación con uranio empobrecido. Ahora, quienes llevan las armas de fuego son las milicias leales a Teherán.

Una vez más, los iraquíes se matan unos a otros, esta vez en nombre de la democracia. Una vez más, las inmensas riquezas naturales de Iraq están siendo esquilmadas a un ritmo alarmante, no para servir a los intereses del pueblo iraquí sino a los de EEUU y todos los corruptos individuos de un régimen que le ha sido impuesto a Iraq por la constitución sectaria redactada por EEUU.

Hasta la fecha, la política estadounidense de difundir, supuestamente, la democracia en el Oriente Medio a través del cañón de las armas no ha dejado sino un legado de muerte, hambre y destrucción. Es el legado de una indescriptible tragedia humana. Por tanto, la crisis de refugiados a que se enfrenta ahora Europa con tantas personas huyendo de Iraq, Siria, Libia y Afganistán, no se debe a que quieran vivir en Europa, sino a que sus hogares están destruidos y buscan refugio y protección.

Estado fallido

De ahí la radicalización de los jóvenes que intentan reparar la percibida injusticia. Los grupos hacia los que se vuelven, al-Qaida y el Estado Islámico, son grupos religiosos extremistas que fueron entrenados, financiados y apoyados por EEUU, y que al haber dejado de ser útiles, han sido abandonados para que causen estragos.

Ya sea en Iraq o Afganistán, los regímenes instalados y apoyados por EEUU a partir del cuento de extender la «democracia» tienen notables parecidos. Divisiones sectarias, corrupción, Estados fallidos, violación de los derechos humanos y ausencia del imperio de la ley.

Por si todo esto no era ya suficiente, la reciente intervención militar de Rusia en Siria debería ser un ineludible toque de atención para que EEUU cambiara su política exterior en la región.

Liberados de su anterior compromiso con el comunismo, los rusos pueden pronto encontrar un baluarte político permanente en la región enmascarándose como los salvadores del pueblo árabe, un escudo frente a la tiranía de una política exterior estadounidense destructiva, amedrentadora e intervencionista.

Es evidente que la política exterior de EEUU ha sido un fracaso. En Iraq, el régimen actual es insostenible. Iraq es un Estado fallido. Por tanto, EEUU tiene que escoger entre mantener el statu quo de la ocupación apoyando al Partido Dawa, auspiciado por Irán, pero sin implicación iraquí, o un Iraq independiente, soberano y laico sin el Partido Dawa. Una fuerza económica con la que hacer negocios. Un Estado capaz de mantener la estabilidad regional frente a las redivivas ambiciones regionales iraníes.

Iraq está roto y necesita recomponerse. La política estadounidense de impulsar la división sectaria ha demostrado ser contraproducente. Bombardear y asesinar a más iraquíes no es la respuesta. EEUU tiene que persuadir a Irán de que quite sus manos de Iraq. Y trabajar con los grupos políticos nacionales para establecer un gobierno de unidad nacional, uno que sirva y proteja los intereses de todos los iraquíes y no sólo los de un grupo sectario.

A menos que Estados Unidos transforme su política exterior en la región, el resultado será sin duda el mismo del que sufrió la Unión Soviética. EEUU será expulsado y no conseguirá influencia o presencia alguna en la región. Como Marx dijo, la historia se repite. Primero como tragedia, después como farsa.

El Dr. Burhan Al-Chalabi, miembro de la Royal Society of Arts, es expresidente de la British-Iraqi Foundation y editor de The London Magazine.

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/post-invasion-iraq-neo-cons-neo-soviets-1290675692