Traducción para Rebelión de Loles Oliván
Dos grupos políticos iraquíes anunciaron el sábado [31/10/2009] que aunarían fuerzas para participar en las elecciones parlamentarias de enero. El Movimiento del Acuerdo Nacional, encabezado por Iyad Alawi, político shi’í apoyado anteriormente por EEUU, y el Frente del Diálogo Nacional, dirigido por Saleh Mutlaq, ex legislador suní baasista, declararon mediante un comunicado que habían formado el nuevo Movimiento Nacional Iraquí.
El nuevo grupo manifiesta que su objetivo es crear un ambiente político que intente poner fin a sectarismo, que empiece a reconstruir el devastado país y frene la influencia de los Estados vecinos de Iraq, especialmente la de Irán. El grupo también declara que el objetivo de la nueva coalición es construir las fuerzas armadas iraquíes sobre una amplia base nacional y como parte de un marco para hacer cumplir la ley.
Iraq tiene previsto celebrar elecciones parlamentarias el 16 de enero de 2010 pero hay un creciente temor de que la votación podría retrasarse debido a la incapacidad de los legisladores para aprobar una ley electoral revisada. Los bloques shiíes, suníes y kurdos han estado debatiendo durante semanas los procedimientos de votación y las elecciones en la provincia petrolera de Kirkuk.
Haciendo hincapié en la unidad nacional y declarándose a sí misma como un grupo no sectario, la nueva alianza intenta erigirse sobre la creciente frustración que sienten los iraquíes con los grupos políticos sectarios que han estado en el poder desde la invasión del país dirigida por EEUU y que derrocó al régimen de Sadam Husein. Muchos iraquíes esperan que las próximas elecciones significarán un alejamiento del sectarismo que ha sumido al país en una guerra civil y que promoverán la reconciliación.
Durante una ceremonia celebrada en un club construido por el antiguo régimen colonial británico en Bagdad, todos los oradores tomaron la tribuna para denunciar lo que llamaron la invasión y ocupación de Iraq y la disolución del ejército del país tras la guerra. Los oradores también criticaron la llamada ley de desbaazificación promulgada por la Administración liderada por EEUU tras la invasión y por la que se prohibió ejercer la política y el acceso a puestos gubernamentales de alto nivel a los miembros del partido Baath.
Las elecciones de enero serán un hito en Iraq mientras [el país] se prepara para la retirada de las tropas estadounidenses en 2012 y se hace frente al escepticismo acerca de que las incipientes fuerzas armadas iraquíes sean capaces de controlar la nación todavía dividida y devastada por la violencia. Varias alianzas, muchas presentándose como nacionalistas que han rechazado el sectarismo que ha enfrentado a la mayoría shií de Iraq con los otrora dominantes suníes, tienen previsto competir en las elecciones parlamentarias.
El primer ministro iraquí shií Nuri Al-Maliki, que aspira a la reelección reclamando crédito por haber mejorado la seguridad, ha creado la Lista por el Estado de Derecho, una alianza de base amplia integrada por su Partido Daawa y otros grupos, entre ellos algunos dirigentes tribales sunníes, shiíes, kurdos, cristianos e independientes. La coalición tiene previsto concurrir [a las elecciones] en una plataforma no sectaria y confía en que los logros en seguridad que ha llevado a cabo Al-Maliki, así como las promesas de mejorar los servicios públicos y garantizar que Iraq siga siendo un Estado unido les hará ganar la mayoría de escaños.
El otro bloque shií que compite en las elecciones es la Alianza Nacional Iraquí que reúne al Consejo Supremo Islámico Iraquí (SIIC), a los seguidores del clérigo Muqtada Al-Sadr, al partido Al-Fadhila y a algunos políticos shiíes, como el ex primer ministro Ibrahim Al-Yaafari y Ahmed Chalabi, antiguo exiliado respaldado por EEUU que jugó un papel crucial en la invasión. Hay algunos dirigentes suníes que integran también la Alianza y se afirma que se presenta sobre una base no sectaria.
Un tercer grupo es el integrado por el ministro de Interior shií Yawad Al-Bolani, Ahmed Abu Risha, jefe tribal suní anti al-Qaeda, y Ahmed Abdel-Ghafur Al-Samaraai del movimiento Fundación Suní. Este grupo también presume de ser una plataforma no sectaria y tener un programa nacional.
Al igual que los shiíes, los árabes suníes también han sufrido muchas escisiones y divisiones pero a diferencia de las elecciones de 2005 cuando se quedaron bajo la bandera del Frente del Acuerdo Nacional, varios grupos suníes están planeando presentarse por separado a las próximas elecciones. El Partido Islámico Iraquí (PII) presenta su propia lista de candidatos, mientras que varios políticos suníes y algunos líderes tribales han declarado que van a formar sus propias listas, dividiendo aún más al electorado suní.
La coalición kurda en las elecciones está dominada por los dos partidos que administran la semi-autónoma región kurda. Estos son el Partido Democrático Kurdo [PDK] encabezado por el presidente de la región, Masud Barzani, y la Unión Patriótica del Kurdistán [PKK], encabezado por el presidente de Iraq, Yalal Talabani. Ambos partidos son de naturaleza laica adoptan sin embargo un programa nacional kurdo.
Dada la naturaleza de los partidos que concurren a las próximas elecciones es difícil entender por qué los medios de comunicación extranjeros, especialmente los periódicos occidentales y las TV por cable, han elogiado la alianza de Alawi y al-Mutlaq como laicos y condenan al resto por religiosos y sectarios. Se entiende que los lemas anti- confesionales sean utilizados por los movimientos políticos iraquíes con el fin de proyectar una perspectiva a favor de la unidad nacional, pero los propios iraquíes suelen darse cuenta cuándo se trata simplemente de una cuestión de retórica y cuándo no se refleja en las profundas convicciones de los políticos.
El mayor problema que enfrentan los iraquíes en las próximas elecciones es que una vez más irán a las urnas impulsados por instintos sectarios y con el objetivo de garantizar las cuotas sectarias. Lo que Iraq necesita es una sola figura, o un grupo de políticos, que pueda unificar al país que actualmente está fracturado en grupos sectarios y étnicos.
Por el momento, la nueva alianza presentada el fin de semana no parece que vaya a ser capaz de cumplir esta función. Por contra, parece más una convergencia de políticos shiíes y suníes hambrientos de poder y oportunistas cuyo objetivo es intimidar a un amplio segmento de la sociedad en lugar de ofrecer una alternativa de verdadera unidad nacional.
La munición retórica que se exhibe en eventos como el lanzamiento de la alianza de Alawi y al-Mutlaq también expresa la división étnica y sectaria. Si al pedir la abolición de la ley de desbaazificación y al hacer insinuaciones sobre el papel del gobierno shií en la facilitación de la creciente influencia de Irán en el país, la Alianza quiere coquetear con los suníes, el capital político que ha dedicado a promover una agenda no sectaria ha sido en vano.
Estas consignas, aunque no sea su intención, están llamadas a impulsar el sectarismo y abrir la puerta a un gobierno una vez más dominado por los shiíes.
Dos días después del nacimiento de la nueva alianza, Al-Maliki atacó a sus críticos prometiendo que su gobierno no permitiría un regreso de los miembros del partido Baath.
«El pueblo iraquí ya las familias de los mártires y los prisioneros deben pronunciarse a fin de que el Baaz no entre en el Parlamento», dijo en un discurso ante una reunión del Comité por la Investigación y la Justicia, responsable de investigar los presuntos delitos del partido Baath.
«Decimos al pueblo iraquí de que no habrá estabilidad ni felicidad mientras existan esas «bacterias». Ninguno de ellos se ha levantado hasta ahora para pedir disculpas al pueblo iraquí», dijo Al-Maliki, refiriéndose a los ex miembros del Partido Baas.
Aunque los iraquíes puedan estar cansados del derramamiento de sangre entre suníes y shiíes surgido tras la invasión liderada por EEUU en 2003, es mucho suponer que pueda surgir por si solo en el país un liderazgo nacional verdaderamente laico, o que se puedan crear asociaciones y exportar un espíritu de reconciliación entre los iraquíes de ambos lados de la división sectaria.